Noche oscura

¡Qué negra noche! Se diría
que el Tiempo la ha alargado sumándole su vida
y, vuelve, al terminar, a su principio;
habla la gente de su longitud
cuando sólo el crepúsculo ha pasado.
La sombra de las nubes se hizo más densa,
no distinguían los ojos el cielo de la tierra
y, al brillar el relámpago a lo lejos,
parecía un negro etíope sonriendo entre lágrimas.

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Poema del fuego No. 4

Llega hasta ti en su cálido brasero,
radiante en medio de la oscuridad.
Cuando su frente brilla en la negrura,
las tinieblas se visten
del delicado velo de la luz.
¡Oh qué hermosura! Sus costados lanzan
chispas como confeti de oro,
y son las brasas, en la túnica de la ceniza,
rosas cubiertas de alcanfor desmenuzado
en una noche que creeríamos
que tiene de antimonio las tinieblas
y que son sus estrellas
los ojos lánguidos de las huríes.

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A filo de la luz

A filo de la luz
siempre hacia adentro
debajo del torrente subterráneo
en el espejo cedido por la claridad
fundirse con los sueños
abandonar el día
y en el último latido
viajar perderlo todo
dejar hasta la sombra
mirar las playas sumergidas
las rocas certezas inauditas
a la orilla del mar que nos espera
y volver
con minerales tesoros en las manos
la mirada presa en los prodigios
a iluminar el aire del deseo
en la mañana abierta y nueva.

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Canta el agua

Recuerdos de luz
en una gota de agua
en la mirada que atesora
la brevedad y la frescura
que derrama mínima
en el día

El día
que repite sus dones intocados
en las miradas jóvenes del agua

Canta el agua y su voz es una plegaria
que repite clara y cercana una pregunta

Una pregunta que dejamos olvidada
esperando la llegada de la lluvia

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Cristales

Oculta en su prisión de sombras,
labra la luz
su sueño
de constancia en los cristales.

I

El granate
es un ejercicio de sangre derramada
en el profundo mármol
de tu cuello

El granate y su memoria de opulencia
son, en la enramada de tus venas,
la herida luminosa de la tierra
que se mira surgir,
de nuevo líquida,
en tu pecho.

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Los nombres olvidados

Vivo sin mí, inmóvil,
ausente de mi cárcel de palabras,
sin la forma precisa para el canto
en este día sin tregua y sin resquicios;
cuando celoso de sí mismo el aire
no se desata en viento,
cuando nada me entrega su sentido
y no encuentran camino hacia mis ojos
ni el cielo ni los nombres de la tierra,
porque yacen serenos y completos
y en su ser se alimentan y se engendran.

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Música

En cuál de mis acordes
he de empezar la fragua de tu nombre,
del canto que apenas comenzado
se olvida de su origen y sorprende
su propio ser en las evoluciones
de una pasión en perfectas notaciones.

Cómo he de ser testigo de tu paso
si apareces apenas en el aire
tu milagro tenaz y sucesivo
y al darte toda al fin desapareces
perdiéndote en el tiempo que te vierte.

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Noche

La noche inmemorial, pródiga noche
de los pactos oscuros, innombrables,
de las siniestras, ocultas voluntades
que a la mención del día empalidecen;
la noche feraz, la noche cómplice
que despliega su sombra como un manto
sigiloso y ambiguo, torva noche
agazapada en las márgenes del día
anticipando su reino silencioso:
pero la noche débil, turbia espera,
aire que corre en el país de nadie,
tierra del eco, junta de fantasmas:
cántaro negro que en la luz se rompe.

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Paisaje

Acariciando lenta su reposo,
la mirada se abre en el paisaje
creado por la suma de los tonos
que se miran y no se reconocen.

Recoge el espesor de cada nube
y la frágil sombra
levemente instalada por su paso.

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Presagio

Nada en el mundo te alcanza todavía:
son tus labios de sombra,
y tu voz un fantasma.

Has surgido a la luz para mis ojos,
y te aumenta mi sangre,
y te encumbran mis venas.

Ya sin saberlo te acercas a tu forma,
y encenderás la llama
en la incesante noche que te espera.

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Constelación

Durante incontables noches
durante días tan numerosos
como las leguas de viento
en su geografía o espanto
navego ese mar que me entierra
busco la isla prometida
la constelación de islas
o incluso la tierra
– esa
que regresará sobre mi cuerpo
cual ciudad
de cosas muertas o vencidas
cosas nacidas del limbo
crecidas del limbo
para cualquier mitología
que desconozco.

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Lustro

Más que la noche,
en el abandono de cada segundo,
en el dolor
donde el silencio
destila sus ardides.

más que la noche, el yugo,
desconsuelo cavando sus diques,
veranos detenidos en el claustro,
entre fiebres,
para el ejercicio de una fecha cualquiera
(ya perdida
en el piso de los meses).

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Sueño en fuga

Soñé que me soñabas,
que tu voz como estela de naufragios
amanecía en mi aliento.

Que era mío el silencio
de cada madrugada cómplice
en tus párpados cerrados,
el secreto
que rindes a tu almohada,
el pensamiento
que traicionas en mis brazos.

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Sentido

Sin duda un ritmo
algo impreciso
en sus conchas,
sabrá recordar
lo que se escribe ahora,
en la cincha
que el calor murmura,
pero en contienda,
sin otros lazos
que el delito de esas flores,
oh pobres, oh desguarnecidas,
como el sol
de un tejado corroído
bajo la piel.

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La Hoja Blanca

¡Cuántas veces, la frente en la mano
y en el blanco papel la mirada,
entre el blanco papel y la mente
sorda lucha en secreto se entabla!
Como el mar solicita las velas,
como el aire estimula las alas,
el papel, con su casta blancura,
solicita a la idea y la llama.

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Abuela

En una luz verdosa, entre olores verdosos,
en un vestido negro como papel quemado,
la abuela se refleja desde la mecedora,
al fondo del espejo.
Allí sentada no se hamaca. Cruje.
Se le evaporan casamiento y casas,
ocasiones de cuita, los narrados,
secos jirones que de a poco dieron
gusto a sangre en la boca a la familia:
las guerras y los muertos pequeñitos,
y los que luego luto le vistieron.

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Alianza con la niebla

Una historia narcótica empapa
a esta ciudad suspendida en la nada.
¿Qué sueño no se oxida en este invierno,
donde segregan voces los silencios
y la ceniza acalla en vez las voces?
A solas extendemos, para que se oiga lejos,
entre la retractación de los espejos,
la inútil lealtad de nuestro viaje.

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Exilios

tras tanto acá y allá yendo y viniendo
Francisco Aldana

Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier grieta.
No hay brújula ni voces.

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La mentira

Vuelan fronteras de un país
cuyo falso centro está en nosotros
que quién sabe dónde estemos.
El norte está en el sur,
este y oeste se confunden,
el sur se pierde entre la bruma
y dentro lo más vivo es la mentira.

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Lectura

Al silbo de las sílabas subía
de siete en siete vuelos
hasta alcanzar un cielo

de sílaba serena,
que esconde lo que sabe que te espera,
la sílaba no sierpe
en donde el alma siempre
se concierne.

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Parvo reino

Al silbo de las sílabas subía
de siete en siete vuelos
hasta alcanzar un cielo

de sílaba serena,
que esconde lo que sabe que te espera,
la sílaba no sierpe
en donde el alma siempre
se concierne.

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Callarse

Estoy temblando
está temblando el árbol desnudo y en espejos
cantando
y cantando está la luna
riendo
sin silencios
la lírica y romántica
flauta y en cielo en hoz
por vez primera
se abren su luz cereza y el estiércol.

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Cuándo ya noches mías

Cuándo ya noches mías
ignoradas e intactas,
sin roces.

Cuándo aromas sin mezclas
inviolados.

Cuándo yo estrella fría
y no flor en un ramo de colores.

Y cuando ya mi vida,
mi ardua vida,
en soledad
como una lenta gota
queriendo caer siempre
y siempre sostenida
cargándose, llenándose
de sí misma, temblando,
apurando su brillo
y su retorno al río.

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El mar

Tan arduamente el mar,
tan arduamente,
el lento mar inmenso,
tan largamente en sí, cansadamente,
el hondo mar eterno.

Lento mar, hondo mar,
profundo mar inmenso…

Tan lenta y honda y largamente y tanto
insistente y cansado ser cayendo
como un llanto, sin fin,
pesadamente,
tenazmente muriendo…

Va creciendo sereno desde el fondo,
sabiamente creciendo,
lentamente, hondamente, largamente,
pausadamente,
mar,
arduo, cansado mar,
Padre de mi silencio.

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El mar no es más que un pozo

El mar no es más que un pozo de agua oscura,
los astros sólo son barro que brilla,
el amor, sueño, glándulas, locura,
la noche no es azul, es amarilla.

Los astros sólo son barro que brilla,
el mar no es más que un pozo de agua amarga,
la noche no es azul, es amarilla,
la noche no es profunda, es fría y larga.

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El olvido

Cuando una boca suave boca dormida besa
como muriendo entonces,
a veces, cuando llega más allá de los labios
y los párpados caen colmados de deseo
tan silenciosamente como consiente el aire,
la piel con su sedosa tibieza pide noches
y la boca besada
en su inefable goce pide noches, también.

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Eso

Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.

Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.

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La noche

Es un oro imposible de comprender, un acabado
silencio que renace y se incorpora.

Las manos de la noche buscan el aire, el aire
se olvida sobre el mar,
el mar cerrado,
el mar,
solo en la noche, envuelto
en su gran soledad,
el hondo mar agonizando en vano…

El mar oliendo a algas moribundas y al sol,
la arena a musgo, a cielo, el cielo
a estrellas.

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Lo que siento por ti

Lo que siento por ti es tan difícil.
No es de rosas abriéndose en el aire,
es de rosas abriéndose en el agua.

Lo que siento por ti. Esto que rueda
o se quiebra con tantos gestos tuyos
o que con tus palabras despedazas
y que luego incorporas en un gesto
y me invade en las horas amarillas
y me deja una dulce sed doblada.

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Abracadabra

Vuelvo a la punta
de una palabra tuya

cualquiera que rescate

lo que olvidé
de una copa derramada
en la piel de la esperanza

del humo de un cigarro
dibujando figuras suculentas
entre dos bocas

de todo aquello
que se va
que sube y baja
en lo íntimo del forcejeo

y el abracadabra
que abre sus puertas
al todo contra todo.

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Adiós tristeza

Quiero que estrenes esta noche
la risa te regale en tu cumpleaños

-vamos-

suelta el lazo rojo
abre la caja de cristal
con fieltro al fondo

toma la risa y úntala en tu boca

yo sonaré
el manojo de llaves
agitaré el vaso
con monedas
de a centavo

vestiré las líneas de tu mano

enroscaré en mi cuello
tus huellas digitales

será una noche larga
y ancha como el río San Juan

al final como sorpresa
me abriré el corazón

para ahogar
en sangre
tu tristeza.

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Mediodía

Transparentes los aires, transparentes
la hoz de la mañana,
los blancos montes tibios, los gestos de las olas,
todo ese mar, todo ese mar que cumple
su profunda tarea,
el mar ensimismado,
el mar, a esa hora de miel en que el instinto
zumba como una abeja somnolienta…
Sol, amor, azucenas dilatadas, marinas,
Ramas rubias sensibles y tiernas como cuerpos,
vastas arenas pálidas.

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Amnistía

He salido de la cárcel
pocas veces

no tengo mucho que ofrecer
para cubrir la fianza

sin embargo he visitado otros
espacios que conservo aquí en mi celda

un disco de Gardel
un recipiente para el mate
con pajilla de plata

las obras completas Borges
de Girondo y de Cortazar
son velas encendidas en
mi altar a Buenos Aires

un Alebrije
y un traje completo de Tehuana
es el trozo de Oaxaca
aquí en mi encierro

un sombrero de mariachi
semillas de chile jalapeño
y un frasco de mole
sin usar es el México
que renace en mi jardín

Huidobro
Neruda

Zurita la Mistral y un litro de pisco
conservado en un Moais es Santiago

mi Chile sudando
en esta hoguera

Nueva Orleáns
Washinton y la Florida
colorean el mismo álbum

donde encienden sus luces
Boston y Nueva York

de Colombia guardo cumbia y ballenato
ondeo una bufanda terracota

que un joven en pleno festival de Medellín
intercambio por un poema que escribí

Centroamérica entera con su voz y su color

decora los barrotes que frecuentes ceden paso
a la palabra, al vuelo y a la libertad del canto.

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Quiero morir

Quiero morir. No quiero oír ya más campanas.
La noche se deshace, el silencio se agrieta.
Si ahora un coro sombrío en un bajo imposible,
si un órgano imposible descendiera hasta donde.

Quiero morir, y entonces me grita estás muriendo,
quiero cerrar los ojos porque estoy tan cansada.

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Bruma postal

Caminé con las sandalias que te gustaban
por el puente roto que señalaste

la blusa de lino y botones forrados
dejo entrever a través de su ralo tejido

que yo te amaba en los días nublados

había nubes con la marca de tus dientes en el borde

hasta ahí todo me pareció normal

luego vino el funeral
de este absurdo cuerpo mío

y ya sabes como es la muerte

dueña y señora del espacio en blanco
usurpadora de la palabra

recibe pues esta muerte reciente
y corresponde.

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Si muriera esta noche

Si muriera esta noche
si pudiera morir
si me muriera
si este coito feroz
interminable
peleado y sin clemencia
abrazo sin piedad
beso sin tregua
alcanzara su colmo y se aflojara
si ahora mismo
si ahora
entornando los ojos me muriera
sintiera que ya está
que ya el afán cesó
y la luz ya no fuera un haz de espadas
y el aire ya no fuera un haz de espadas
y el dolor de los otros y el amor y vivir
y todo ya no fuera un haz de espadas
y acabara conmigo
para mí
para siempre
y que ya no doliera
y que ya no doliera

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Tal vez no era pensar

Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto,
sino darse y tomar perdida, ingenuamente,
tal vez pude elegir, o necesariamente,
tenía que pedir sentido a toda cosa.

Tal vez no fue vivir este estar silenciosa
y despiadadamente al borde de la angustia
y este terco sentir debajo de su música
un silencio de muerte, de abismo a cada cosa.

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Electrocardiograma

Después de tantos años
en feliz unión conyugal

con el mismo corazón
ayer y por primera vez

me escribió una larga carta
de amor en un papel angosto

parecido al registro de la compra
del mes en el supermercado

agradeciame en su particular
idioma de líneas ondulantes

la vida plena que había disfrutado
muy adentro de mi diseño interior

afirmaba sostenidamente su fortaleza

y que las emociones intensas que yo
le había procurado a través del tiempo

compartido le habían inyectado
sangre de optima calidad

no tuvo una sola queja de mi
si no de todos los pellizcos

recibidos de aquellos que sin decir
adiós se fueron de este mundo

de los que le dieron la espalda
a nuestra época gris

de la pobreza del mundo dijo tener
honda y supurante cicatriz

se despidió con una suplica: sigue amando
y exígele a aquel que tu conoces

que no me deje morir asfixiado
en el humo de su indolente Habano.

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Tarde

Cuerpos tendidos, cuerpos
infinitos, concretos, olvidados del frío
que los irá inundando, colmando poco a poco.

Cuerpos dorados, brazos, anudada tibieza
olvidando la sombra ahora estremecida,
detenida, expectante, pronta para emerger
que escuda la piel ciega.

Olvidados también los huesos blancos
que afirman que no es un sueño cada vida,
más fieles a la forma que la piel,
que la sangre, volubles, momentáneas.

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