¡Soledad y quietud! Monte y más monte
de verdes tilos, álamos y abetos;
grandes peñascos húmedos y escuetos
sin raudales, sin cielo ni horizonte.
No hay alondra que el rigor afronte
del crudo frío en los salvajes setos;
y el negro buitre y céfiros inquietos
se alejan antes de que el sol tramonte.
De un monte el dorso ríspido y serrado
tiene por trono, y la escarpada cumbre;
se corona en laurel, y su techumbre
las nubes son y el éter azulado.
Por cetro empuña verde y arriscado
monolito de enorme pesadumbre;
las colinas su regia servidumbre
son, y su imperio el valle dilatado.
Ahí estás, toda sola,
abandonada
a tu pobre armazón,
a tu mentida hechura.
Ya lo ves, no estás
como eras entonces…
Por todo lo cual, a veces
te ves andando, a veces
soñando, tal vez
sonriendo cuando alguien
te piede contestar
a vacías preguntas.
Fratres: Existimo enim quod non sunt
condignae passiones hujus temporis ad
furturam gloriam, quae revelabitur in
nobis. Nam exspectatio creaturae reve-
lationem filorum Dei exspectat. Vani-
tati enim creatura subjecta est non vo-
lens, sed propter eum, qui subjecit eam,
in spe quia et ipsa creatura liberabitur a
servitute corruptionis in libertatem glo-
riae filiorum Dei.
Como la Virgen del Carmen
vas a parir,
en una cama de nardos.
En medio de la montaña
vas a parir
mañana por la mañana.
Cuando el sol está naciendo
el cielo está carmesí,
estás teñida de sangre,
vas a parir.
Caminito del indio,
sendero coya
sembrado de piedras.
Caminito del indio
que junta el valle
con las estrellas.
Caminito que anduvo
de sur a norte
mi raza vieja
antes que en la montaña
la Pachamama
se ensombreciera.
Tú piensas que eres distinto
porque te dicen poeta,
y tienes un mundo aparte
más allá de las estrellas.
De tanto mirar la luna
ya nada sabes mirar,
eres como un pobre ciego
que no sabe adónde va…
Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan
por un pedazo de pan.
Si una guitarra triste me dijera
que no quiere morir entristecida,
me pondría a rezar sobre su herida
con tal de recobrar su primavera.
Si un triste trovador hoy me pidiera
un poquito de luz para su vida,
toda la selva en fuego convertida
para su corazón yo le ofreciera.
A la hora del fracaso
la vida no es tan hermosa
ni tu brazo es tan fuerte
ni estás aquí
¿Por qué habrías de acompañar
la hora del triunfo?
Hoy extiendo mis alas
alcanzo mi vuelo
y ninguna nube me amenaza
Escucha:
no serás dueño
del vuelo ni de las alas
Esta voz
que hoy es de todos
a ti
te será negada
A Violeta Parra
Cuando la vida pesa, el agradecimiento; cuando la carga equivoca-
ca llega a tu espalda, agradecimiento; cuando es día malo, agrade-
cimiento. Gracias a la vida nunca fue tan cierto hasta que fue dicho
por una suicida.
Mi casa está habitada por mujeres
Deamblan perdidas
y estrellan sus cabezas contra los muros
o se alzan de puntillas y gestan discursos
Veo pieles de melocotón
o surcos más profundos
mientras todas se aman
y lo más importante
me quieren
Compartimos
el último labio roto
y el próximo manifiesto
sobre el desamor
Mi vida es esta casa de locas
sonámbulas de ternura
Se jalan los pelos
mientras las hormonas calientan sus cuerpos
y se preguntan
si áun será bueno entre ellas
Ya nadie se arriesga a salir del convento.
Con ganas de comerte
primero un pie
luego el vientre
Recorrer tu maravillosa
pequeñez
con la lentitud
que el placer sensual
exige
Y respirar ese olor
que me ayuda a reconocerte
inconfundible
dentro de la multitud
ese olor que invita
a la pasión de Yocasta
nunca olvidada
en los recónditos extremos
del corazón materno
El sol nace
en la acera
entre signos absurdos
y muerte
Luces desgarradas
se precipitan
en masa vociferante
La muerte dice
millones de flores
Gusanos corrompen
las sienes
del que fue feliz
Nadie calle para siempre
En la boca de los muertos
se fermenta la verdad
La vida se enciende
en la muerte
y desnuda sus miserias
ante nuestros ojos
Tú
susurras palabras
que no supe decir
mientras comienzo y final
se persiguen
en impúdica danza
Y no distinguimos
nuestra vida
de nuestra muerte
en este movimiento
que se transparenta
en la nada
Deseo
un toque humano
que despierte
lo infinitamente esencial
o un riesgo dulce
bajando por la espalda
o la escalera
de la mente
Un deseo
de cálidas risas
y buen recreo
en plumas volátiles
de ligereza limpia
Un deseo redondo
perfecto en sus curvas
y en la gracia
de su ruedo
a Esther y Martín Bruzzo
Martincho y Luciana
me tiraron pasto podrido
y después Juan me escupió
el agua verdinegra del mate
sobre la libretita y el pantalón
Esther (28 años) salió a defenderme.
¿Qué le hacen a Arturito?
Yo no tengo que fingir
no tengo que pensar
lo que Otro quiera
No tengo que sonreír
ni mirarte
si no quiero
Debes saberlo:
No vuelvo
no
porque no pueda
sino porque no quiero
Avísame
cuando requieras:
más tiempo
más atención
más dinero
más sexo
Para entonces
espero estar tan lejos
que tu búsqueda sea
solitariamente abrumadora.
¿Soy mala?
¿te lastimo?
¿Rompo tus sueños
me monto en tu espalda
juego sucio
miento y olvido?
qué buscas
¿martirio?
No eres corazón
digno de este alta
Este hombre
va a resistir el embate
de la desilusión y la miseria
Va a sobrevivir
al desastre de ser
humano y hombre
Saldrá en dichoso caballo blanco
y no defraudará nuestros sueños
Este héroe
el último
no se nos morirá entre las manos
Este breve e inmenso cielo
gestado dentro de mí
vio el horizonte
entre aullidos y maldiciones
A sus colores recurro
en todo tiempo
para renovar esperanzas
y llenarme del agua
de su mirada
Mi pequeño cielo
ocupa el espacio del futuro
y planta mi huella indeleble
en el espacio de la vida
Tomás tiene dos años,
vive en Buenos Aires
en un exiguo Dpto. de la calle
Defensa.
Cuando llegó al campo
dijo: ¡balcón, mamá, balcón!
El campo como un balcón
infinito,
con sus terrones azules y sus pastos
infinitos,
con sus perfumes y sabores infinitos
y los enormes perros, los cañones
enterrados, las esfinges de piedra
entre los abedules y la casa de noche
con su galería encendida,
su resplandor de arroz en la humedad
de noche de caza acuática,
rosada
Pero llegamos casi al mediodía.
La mujer
atrapada
en el espejo
hurga en la sombra
buscando
la punta
del destino perdido
Los gatos
hacen el amor
sobre mi cabeza.
Se aman desaforados.
Evento de madrugada
suceso diz que en secreto
cuando son
arrumacos violentos.
Permanezco insomne
cuando miles de gatos
vienen a casa
y hacen el amor
sobre mi cabeza.
¿Padre o pared?
Padre maldita parte y padre bonapartista.
Artista, sí. Payaso. Fuiste el dios; te quise como fuiste y ahora lloro: abro un tokonoma en el muro, un pequeño agujero en la pared; celebro y disimulo tu ausencia y tu vacío; sabiduría de la muerte.
A Roque Dalton
Naces de nuevo
entre mis piernas
Vienes a buscarte
a escarbarte
real
verdadero
entre ellas
Te elevas
sobre la pequeñez
de tu diaria miseria
para hacerte
inmortal
Saldré a la calle
Y me arrancaré el corazón
Saldré
Sacrificaré tu sol
Saldré a reconocer caras
A visitar tumbas
A horrorizarme de la marea
Que grita y se desgarra
Me descubriré los brazos
Que el viento nunca tocó
El cielo renovará su canto
De sudor llanto y traición
Quebraré el maquillaje
Llamaré a la oscuridad
¡que caiga sobre nosotros¡
porque murió el sol
¿Qué haré con mi vida?
¿Qué haré con mi vida?
La disolveré
y cada hoja de colores
se la pegaré
en el corazón
a ése que amé
y hoy me es lejano
le pondré
dos o tres soplos
para que alcance
el cielo
sin que extrañas manos
la manipulen
¿Qué haré con mi vida?
Te beso
y me beso
sólo existe un hueco sordo
en medio del cuerpo
Nadie
mitiga
su calculado destino:
la soledad
Te abrazo
y me abrazo
nómbrame
y seré creada
Sólo existo
en el corazón de Otro
Tus labios
me paren
porque la vida
finalmente
no olvida que existo
Soy lapidaria
(ante todo)
con pecados
dudas
contradicciones
quiero tirar
la primera piedra
Todos somos
claridad y sombra
luna y sol
sí y no
Oscilamos
entre el vacío y la tierra
entre ser y ser otra vez
lo que fuimos y no somos
Como vida y muerte
Como sol y vaho
Vuelo y caída
Rodamos como dados
Una vez más
¿Madres o dreams?
colibrí del sentido; sentido y noción de falta
Fábrica de frutos de oro y frutas de plata: ¿el silencio?, ¿la bocona palabra?
Maduran como nísperos las risitas felices en las azucaradas y venenosas máscaras.
Las hormigas negras con su grano de cocaína y falsa:
Sea que no pudiese más leer el unido abecedario.
Emplumado común, zanate asesino, hueles la imprudencia del dé-
bil. Ignoras la oscuridad de tu plumaje y el ansia cabrona de la
ciudad que te cerca y te arrincona cada vez más. Soportas los
estertores luminosos con holgada resignación y jamás darás por
acabada tu propia corrientez primorosa.
Se acerca la primavera,
Marcia me odia, tanto
como yo amo a Lesbia, y
Catulo la amaba
Ella dice que es obscena
la manera de referirme a mis amigos;
que soy, en resumidas cuentas de collar,
una máscara ya obscena y amenamente
indeseable
Una máscara del teatro de la infelicidad.
a Chiquita Gramajo
Todo lo que deshaces en lo que oyes
te escucha: el aleteo de dormir.
Más que vivir el aleteo prohibido,
el escándalo disipado de un sueño:
Las voces,
los rostros borrados. Las bocas como esferas
y los ocultos ritmos, enterrados pasos
súbitos de un huésped auspicioso:
La noche en la casa vacía.
Sobre la familia
de un dibujo cortado en
los colores
El vientre cortado,
los juguetes.
¿Para qué volver a la unidad?
La naturaleza era la imitación del padre,
la mirada ilimitada de la Madre: y el amor,
aunque probablemente no era el amor, reclamó
una breve caída sobre otros silenciosos
tiempos.
.llegó, llegó el Principito. Su color, su dibujo.
Ese azul que no querías pesar
y ahora está en tus pesadillas;
ese amarillo de saturno y los planetas y las lunas
y los cráteres de mazapán de pastillaje de espuma.
Y tu sonrisa y la de él al decirme
que sólo leyeron eso -y tienen 20 años-:
El Principito.
Un coloquio remoto se hundía en la exageración
(miniatura de una incertidumbre
que lo amparaba): Algo querrá ahorrarnos
siempre, la pena de la escritura
El campo.
Todas sus cruzadas de comadronas
invisibles.
La arena de oro el sentido y del sentido,
madres desaparecidas.
in memoriam Silvia Redondo
¿suena un teléfono?
Es imposible, aquí, en el campo.
A menos que obedezcamos
a otras razones, a otras malas costumbres
iconográficas.
Es un pájaro que suena igual;
o la mixtura informe de dos frases
trinadas, que saltan a la vez de un gaznate
abierto al cielo,
a otro.
El campo,
un espacio donde los niños
confunden la belleza con la felicidad;
la luz los atonta, el flash doméstico
y natural los oculta en catacumbas, agujeros
negros, blancos conventos insonorizados,
sin follaje
oh pequeños religiosos de la exigencia:
una sonrisita fosforescente y acústica
y un abracito afectado que se conoce
en esa especie de Vacío Mundo
en otra más lejana galáctica
insaciable risita que lucha.
Cercano a la caducidad.
Al leño reseco de un altar olvidado.
Al secreto que quiere abolir
la intimidad en lo más viviente.
Y lo más joven, que hería,
es lo que vibra ahora con la especie alegría
cuando avanzás;
la verdadera juventud
entre los verdaderos árboles.
sólo el misterio busca compañía.
Busca. su alianza cruel con la ignorancia real
del deseo,
y de las cosas que por únicas
repite el carpe diem del deseo,
yo hablé
yo soñé
algo que no quiere adherirse
ni al secreto de sí mismo,
ni a la comparación que se rehúsa a cada forma todavía
Cree que el bigote del gato egipcio
es la comparación.
¡Cómo brilla en tus ojos
el brillo de tu casi niñez!
¡Cómo sumerjo en ellos
-azulceleste iridiscente-
mis años saturados de gris!
y salgo envuelto
en azulceleste.
Hemos venido aquí, desde muy niños,
a esperar, y a vivir.
Llevamos en las manos muchos años
y el otoño en lejanos comedores
vastos de sobremesa y de presagios.
Llevamos en las manos luces amarillentas,
deberes escolares,
gestos que conocimos
como iglesias de pueblo,
y en jardines que el invierno alargaba
los pequeños amigos desterrados.
Esta tarde que muere
es también vuestra tarde.
Bajo el ciclo fugitivo
es también vuestra voz el canto de estas nubes
que llenan mi pecho y huyen
y el canto de estas nubes es España.
España caliente manantial trazado con el viento,
el peso de mi sangre,
memoria del olvido.
Sola
cuando naciste estabas sola,
y ahora -muerta-
vuelves a estar sola.
El camino de enfrente es desolado,
con la sorda desolación
de la lluvia de verano,
con el monocorde chorrear
de canaletas,
y el melancólico sonido
de techos de zinc.
rostros de mujeres
rostros
risas de mujeres
risas
labios de mujeres
labios
lágrimas de mujeres
lágrimas
rostros, risas, labios, lágrimas.
Mujer,
perpetuamente viva
perpetuamente amada
Mujer
Hubo otras Navidades
de fiesta y de bullicio.
Hubo
Hubo otras Navidades
de niño, joven, hombre maduro.
Hubo
Hubo otras Navidades
Años Nuevos y Reyes Magos
Hubo
Y en medio del ruido de esta noche
recuerdo paseos y pesebres
sin pena, sin dolor,
con tan sólo un poco de nostalgia
porque
hubo otras Navidades.
Cazador entre los pinos,
al acecho de torcaces.
Otoñada.
Tus recuerdos son caminos
que regresan pertinaces
a la nada.
De mozo te conocí,
en este puesto secreto
vigilante,
como un ávido neblí,
por zarpar pugnando inquieto
desde el guante.
Cuando llegue la hora, no hagas ruido.
La casa bulliciosa
olvidará tu paso al poco de irte
como se olvida un sueño desabrido.
No te valdrá el amor ni la paciente
entrega a su cuidado.
Márchate silenciosa,
suavemente.
Me gustan la noche y su silencio
que desbarata hipocresías,
su pura y cándida insolencia
como el miedo que inquieta el sueño,
en desolada soledad, al dar las doce,
ese preámbulo incierto, de la aurora.
Me gustan la noche y su silencio
de luna y estrellas guiñadoras,
de zaguanes y esquivas sombras;
luces y pasiones en contraste,
donde repta la muerte, al dar las doce,
ese preámbulo incierto, de la aurora.
A Javier Egea,
que me regaló una rima.
Las dos hermanas ciegas de tu abuelo,
Pepita juntamente y Victoriana,
a contraluz las ves: sombras chinescas
entre el biombo de seda y la ventana.
Huye el año sesenta.