Disculpe usted, Fernando, su Persona de múltiples poetas,
Simulación, amaño, sin duda es fingimiento literario.
Usted pensaba, creo, que al tener en la sombra la poesía
Que hicieron acuciosos heterónimos, podría aclararse entonces
Muchos rasgos de sí, de su lirismo congénito, locura
Heredada, por cierto, de la abuela paterna y encubierta.
no tenemos la casa todavía.
tenemos piedras; algunas.
trozos de pan, algo de vino tenemos
pero la casa no;
sin embargo tenemos oscuridad,
porque luz no tenemos todavía;
tenemos algunas lágrimas y besos.
otras cosas igualmente ridículas tenemos,
pero la casa no.
Los amantes fueron un día adolescentes
se arrancaron con furia el cordón umbilical
para entrar en algún cálido lugar de la mañana
Se cubrieron con sábanas oscuras
dolorosas y limpias
y empezaron a odiar
quiero decir
se amaron
¿Qué hago con mi corazón?
¿Lo dejo que siga inquieto?
¿Lo impugno duro? ¿Lo reto?
¿Lo incluyo en esta canción?
Cuando toda su expresión
es separarse de mí
y hacer todo para sí
sin ni siquiera inmutarse
¿Cómo pudo enamorarse
si yo no se lo pedí?
Has dicho rosa:
rosa,
rosa,
pesada rosa
Sopesando la rosa
se te cae de la mano.
Tal es en la escritura: ya cambió.
Ya no es la rosa,
pues todos lo han escrito.
Llega el domingo con su magia absorta, me habían contado ya de su llegada, del fatídico tedio de la nada, del derroche del mundo que lo aborta. No hay voces que resuenen en la corta humedad que se expresa desolada, no hay palabra que venga estimulada por la sangre que ahoga en esta aorta.
Esa mujer paseaba con su aroma
Un día trajo
sus labios acostumbrados a la guerra
y un ciclón adentro de su blusa
entonces sobrevino la catástrofe
Aman los puercos.
No puede haber más excelente prueba
de que el amor
no es cosa tan extraordinaria.
Y si uno de esos ángeles
me estrechara de pronto sobre su corazón,
yo sucumbiría ahogado por su existencia
más poderosa.
Rilke, de nuevo
Óigame usted, bellísima,
no soporto su amor.
Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.
Éste es un perro.
Una creiatura que se ignora.
No sabe
que pertenece a una clase
-de cosa o bestia-, ignora
que la palabra perro
no lo designa a él en especial:
cree que se llama perro,
cree que se llama hombre,
cree que se llama ‘ven’,
cree que se llama ‘muerde’.
Hay un tigre en la casa
que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su especie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través del vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.
Y el miedo es una cosa grande como el odio.
El miedo hace existir a la tarántula,
la vuelve cosa digna de respeto,
la embellece en su desgracia,
rasura sus horrores.
Qué sería de la tarántula, pobre,
flor zoológica y triste,
si no pudiera ser ese tremendo
surtidor de miedo,
ese puño cortado
de un simio negro que enloquece de amor.
Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.
Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.
Tengo que agradecerte, Señor
-de tal manera todopoderoso,
que has logrado construir
el más horrendo de los mundos-,
tengo que agradecerte
que me hayas hecho a mí tan bella
en especial.
Que hayas construido para mí tales tersuras,
tal rostro rutilante
y tales ojos estelares.
Escribir no es problema.
Miren flotar la pluma
por cualquier superficie.
Pero escribir con ella
-Montblanc, Parker o Pelikan-,
sin mesa a mano, tinta suficiente
o postura correcta,
es imposible,
y a veces pernicioso.
Puedo escribir, señores,
con los ojos cubiertos,
vuelta la espalda al piso,
atadas las muñecas,
esparadrapo encima de los labios.
La perra más inmunda
es noble liro junto a ella.
Se vendería por cinco tlacos
a un caimán.
Es prostitua vil,
artera zorra,
y ya tenía podrida el alma
a los cuatro años.
Pero su peor defecto es otro:
soy para ella el último
de los hombres.
Muerde la perra
cuando estoy dormido;
rasca, rompe, excava
haciendo de su hocico una lanza,
para destruirme.
Pero hallará otra perra dentro
que gime y cava hace veinte años.
No se conforma con hincar los dientes
en esta mano mansa
que ha derramado mieles en su pelo.
No le basta ser perra:
antes de morder
moja las fauces
en el retrete.
¡Qué bajos cobres ha de haber
tras esa aurífera corona!
¿Qué llagas verdes
bajo las pulpas húmedas
de su piel esmeralda!
¡Qué despreciable perra puede ser ésta,
si de veras me ama!
También la pobre puta sueña.
La más infame y sucia
y rota y necia y torpe,
hinchada, renga y sorda puta,
sueña.
Pero escuchen esto,
autores,
bardos suicidas
del diecinueve atroz,
del veinte y de sus asesinos:
sólo sabe soñar
al tiempo mismo
de corromperse.
No importa que sea falso:
cuando tú quieras verme unos minutos
vive conmigo para siempre.
Cuando simplemente quieras
hacer bien el amor
entrégate a mi cuerpo
como si fuera el tuyo
desde el principio.
De otro modo, no sirve:
sería como prostituirse
el uno con el otro;
haríamos de todo esto
un gratuito burdel de dos personas.
¡Oh, si las flores duermen,
que dulcísimo sueño!
Bécquer (naturalmente)
La espalda de esta luz
son esos sueños tuyos, amada,
que duelen al soñarse
y que hacen florecer las prímulas
y azahares en tus flancos.
Y caen del lecho moras
de grueso jugo, cuando sueñas;
y zarzarrosas crecen
bajo el cojín de pluma;
y tiernos gansos pican,
bajo el tálamo, hierbas prodigiosas
del sueño enternecido.
A Carlos Fuentes
La prosa es bella
-dicen los lectores-.
La poesía es tediosa:
no hay en ella argumento,
ni sexo, ni aventura,
ni paisajes,
ni drama, ni humorismo,
ni cuadros de la época.
Eso quiere decir que los lectores
tampoco entienden la prosa.
Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;
que se pierda
tanto increíble amor.
Que nada quede, amigos,
de esos mares de amor,
de estas verduras pobres de las eras
que las vacas devoran
lamiendo el otro lado del césped,
lanzando a nuestros pastos
las manadas de hidras y langostas
de sus lenguas calientes.
‘Lo he leído, pienso, lo imagino;
existió el amor en otro tiempo.’
Será sin valor mi testimonio.
Rubén Bonifaz Nuño
Recuerdo que el amor era una blanda furia
no expresable en palabras.
Y mismamente recuerdo
que el amor era una fiera lentísima:
mordía con sus colmillos de azúcar
y endulzaba el muñón al desprender el brazo.
Revolución, tiendo la mano
y a veces me la muerdes.
Soy individualista,
pero el mundo no es bello.
Sólo el idiota, el loco y el canalla
piensan que el mundo es un jardín
donde florece una esmeralda
con sabor a durazno.
Colegas, cohabitantes de la misma caleta, malabaristas
del mismo circo pobre en que hoy yo desnudo mi rostro:
afinemos y afilemos este idioma
para el poeta que vendrá
y que será más grande que nosotros
nosotros los que extraviamos el camino a cada rato,
los que escribimos en vitrina sin siquiera darnos cuenta.
Si ser poeta significa poner cara de ensueño,
perpetrar recitales a vista y paciencia del público indefenso,
inflingirle poemas al crepúsculo y a los ojos de una amiga
de quien deseamos no precisamente sus ojos;
si ser poeta significa allegarse a mecenas de conducta sexual dudosa,
tomar té con galletas junto a señoras relativamente deseables todavía
y pontificar ante ellas sobre el amor y la paz
sin sentir ni el amor ni la paz en la caverna del pecho;
si ser poeta significa arrogarse una misión superior,
mendigar elogios a críticos que en el fondo se aborrece,
coludirse con los jurados en cada concurso,
suplicar la inclusión revistas y antologías del momento,
entonces, entonces, no quiero ser poeta.
Ella es taciturna
como funeral de un hombre justo,
pero siempre me acoge cuando busco asilo:
en esa patria plena que es su cuerpo
y se alegra si yo toco sus pezones
como el timbre de una casaquinta solariega
Centro de inteligencia y prisión preventiva
en vías de expansión a todo el territorio
necesita contratar personal de apoyo
en jornadas nocturnas, diurnas o vespertinas.
Se exige dinamismo, reserva, sangre fría,
olfato, patriotismo, buen oído y buen ojo.
Deseable posesión de vehículo propio,
estudios de karate y buena puntería.