¿Qué haré, que por quereros
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros?
Yo no sé con vuestra ausencia
un punto vivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia.
¿Qué haré, que por quereros
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros?
Yo no sé con vuestra ausencia
un punto vivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia.
Como el triste que a muerte está juzgado,
y de esto es sabidor de cierta ciencia,
y la traga y la toma en paciencia,
poniéndose al morir determinado.
Tras esto dícenle que es perdonado,
y estando así se halla en su presencia
el fuerte secutor de la sentencia
con ánimo y cuchillo aparejado:
así yo, condenado a mi tormento,
de tenelle tragado no me duelo,
pero, después, si el falso pensamiento
me da seguridad de algún consuelo,
volviendo el mal, mi triste sentimiento
queda envuelto en su sangre por el suelo.
Soy como aquel que vive en el desierto,
del mundo y de sus cosas olvidado,
y a descuido veis donde le ha llegado
un gran amigo, al cual tuvo por muerto.
Teme luego de un caso tan incierto;
pero, después que bien se ha asegurado,
comienza a holgar pensando en lo pasado,
con nuevos sentimientos muy despierto.
Garcilaso, que al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Ha tanto ya que mi desdicha dura,
que en esto solo tuve mi esperanza;
esperé de fortuna su mudanza,
que por mí no negara su natura.
Entendióme, yo pienso, la ventura,
y ha tornado al revés mi confianza;
que por tenerme siempre so la lanza,
firme se ha hecho, y de su ser no cura.
Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme;
dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme:
¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras si vinieras tan pesado
que asentaras en mí con más reposo!
Callar, callar ahora
el silencio tiene un espacio en nuestra lengua
deja que al paso de la noche
permanezca con los labios abiertos en tu espalda
mientras mis dedos se alargan al tocarte
ternura nueva
Busco tus huecos
me deslizo en tus grietas
toco fondo / me impulso
humedezco los labios para hablarte
es inútil / es silencio
es tan pronto tan largo este deseo
Tu piel escucha el lenguaje cifrado de mis dedos
mi piel responde
erizada / uniforme
mi cuerpo humedecido / transparente
derramando los muslos por los bordes
rebasando los bordes con los muslos
Callar, callar ahora
que al paso de la noche
terminaremos juntos este duelo.
¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ello en mi muerte conjuradas.
¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Con esta ortografía de palabras insomnes
desde la piel te escribo
en el desorden
Desde la boca que inventó tu boca
lanzo señales de humo
para alcanzar tu oído que dormita
el lenguaje nocturno de la almohada
Te estoy hablando desde la piel del humo
el humo que me estalla en los pulmones
el grito
el vaso de jerez que se derrama
Escribo desde las cicatrices de mi historia
rodeada de fantasmas prescindibles
los símbolos/los nombres
la distancia precisa con los mitos
Te estoy hablando desde la piel desnuda
desde la piel del humo
desde la piel
te escribo.
Cargado voy de mí doquier que ando,
y cuerpo y alma, todo me es pesado;
sin causa vivo, pues que estó apartado
de do el vivir su causa iba ganando.
Mi seso está sus obras desechando;
no me queda otra renta, ni otro estado,
sino pasar pensando en lo pasado,
y cayo bien en lo que voy pensando.
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
Nunca de amor estuve tan contento,
que en su loor mis versos ocupase:
ni a nadie consejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento.
Esto siempre juzgó mi entendimiento,
que deste mal todo hombre se guardase;
y así porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.
Si no os hubiera mirado,
no penara,
pero tampoco os mirara.
Veros harto mal ha sido,
mas no veros peor fuera;
no quedara tan perdido,
pero mucho más perdiera.
¿Qué viera aquél que no os viera?
¿Cuál quedara,
señora, si no os mirara?
Mi cuerpo es el lugar donde momentáneamente
he encontrado asilo. Lo que más temo en este nuevo
estado es que pueda ser víctima de una orden de
desocupación y que entonces no tenga yo
otro cuerpo a donde ir.
A menos que me asignen cupo en un galpón del cielo.
Asuntos de economía metafísica
_¿Qué buscabas en los semblantes
perdidos entre los cuerpos de la multitud?
_A alguien que, porque nunca existió,
no ha desaparecido.
O a alguien que, porque no estaba desaparecido,
Nunca existió
O a nadie.
El poeta está prestado a todo,
incluso a sí mismo.
Prestado en comisión de servicio
A cualquier ramo
del Mi(ni)sterio
de la existencia.
El camino se recorre a sí mismo.
No eres tú el que lo recorre.
Tú te recorres a ti mismo,
así transites de arriba abajo
dejando atrás linderos, cuerpos, orígenes.
No te hagas ilusiones pensando
que partes por regresas
que abres camino.
Cuando la naturaleza respeta tu vida
Y te salva por un tris en el momento
En que estás a punto de perecer
Es porque ya se la habrá arrebatado a otro.
La naturaleza no suelta prendas.
Pero cuando es a ti a quien, en una segunda vuelta,
La arrebata, es porque sabe que
No tienes derecho a réplica.
Si todo está permitido, nada es imprevisible.
Por tanto, no hay secreto, no hay misterio,
No hay enigma, no hay originalidad.
Apenas un catálogo a la mano.
Los dioses de la zona tórrida
llevaban macanas.
Ahora llevamos macanas
pero no somos dioses.
La visita que a la pirámide Tikal iba a efectuar la
comitiva concluye en el desastre aéreo donde todos los pasajeros
de la nave perecen
sin que ninguno de
estos
acertara a divisar desde el aire, momentos antes,
cuando el avión sobrevolaba el aeropuerto de Santa
Elena en un último intento de aterrizar, la famosa
pirámide maya.
Según los griegos, un atleta vale más por lo que pudo hacer después de recibir el premio que por lo que se le reconoce con el premio. De modo que lo mismo da que lo haya recibido o no si siempre tendrá que merecérselo.
Comparen esto con la rebatiña actual.
Yo estoy bastante satisfecho de que
pueda hablarme a mí mismo
y de que, además, pueda ser oído por alguien
que como yo es de mi entera confianza.
Y que me presta tanta tanta atención
como la que yo a mí mismo me presto.
Decía Pessoa que enloquecer es un derecho natural.
Lo que no me parece natural es que el que enloquezca
por derecho propio no llegue a estar consciente
de su locura que pueda uso de tal derecho para
recobrar la razón.
Por eso, debemos estar siempre listos para enloquecer.
…que tanto gozar
no es de las cosas que pueden durar.
Boscan
Con estas palabras
y otras como éstas me consuelo
-no es cosa de empeñarse
en el empeño-.
Busco a Boscán.
Pago el exceso
aprendiendo a templar…
Tú sabrás de eso,
si supiste alcanzar
la mar a tiempo.
Si esta noche la sombra
cayó sobre la sombra,
y el silencio su sello puso
sobre labios ya mudos,
qué puede sorprenderte.
Si aquel calor es una historia antigua
y sus cenizas las esparce el viento.
Qué puede sorprenderte,
si ya tanto llovió sobre mojado.
La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve
nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.
As time goes by…
Entre todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.
Y cómo me hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.
Y si tú fueras un hombre de bien
(que no lo eres)
vendrías a mezclarte conmigo en las afueras
de Argel o de Venecia
para besar «insieme il sacro piede
e admirare le spaventose meraviglie
superbe della antichitá…»
como cantar solían los poetas.
Las verdades son la única verdad,
esas pequeñas huellas
de nuestra historia.
Si las verdades dijeran la verdad
mentirían.
Aunque las verdades
también mienten con su verdad:
la contradicción,
ese nido de pájaros crujiendo.
Las contradicciones parecen insufribles
en nuestro mundo.
Estamos al fin hechos
a cierta imagen y semejanza vana
de esta violencia que se ha llamado vida.
Que cada día
nos arrastra de nuevo
para llevarnos siempre
al mismo sitio.
Así el lenguaje
acaba siempre siendo un animal
herido, un topo que no zapa,
mudo,
helado espejo de los espías.
Cuando era de cera
no sentía nostalgias
ni temblores en los dedos
quién era yo
sino un feto
fácil de mascar
no me urgía ser feliz
pasaba la una
y bajo ella las nubes
una y otra vez
la jaula era un nirvana intrauterino
no existía el sol
además no pensaba en ti
más hoy que la vida me empuja
y soy el empujado
me urge vivir.
No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
Debí ser nazi
en mi vida precedente
un traidor o algo así
porque ahora todo me va mal
desde la poesía
hasta el pantalón
me quedan cortos
pero debí ser simple intermediario
ni siquiera el que dictaba las órdenes
sino el que ejecutaba y huía
puesto que mi sufrimiento es duro
tiene tristeza
su dosis de incertidumbre
ambigüedades
ni siquiera para sufrir
estoy definido
En vano te he buscado.
Atrás quedan las horas
que tanto fueron tuyas.
Murieron.
Se fueron para siempre
con tu beso,
tu beso perdido en la cuenca
de mi mano,
roto de frío,
mientras que aquel portal sigue en su sitio,
y la casa se cae,
me dicen.
Hay tardes más tristes
que las señoras que aman a Dios
tienen la intensidad
de la llovizna y su capa de agua en el patio
Son horas en las que se cabila
por pasillos sin pasos
y la tarde es una orquesta con sus instrumentos rotos
Esta fría mañana tan cerca de diciembre
no tomé el desayuno, no he leído el periódico,
no me metí en la ducha después de la gimnasia
(esta oscura mañana no quise hacer gimnasia)
no subí la persiana para asomarme al cielo
ni he mirado en la agenda las promesas del día.
Perteneces -lo sabes- a esa raza estafada
que el dolor acaricia en los andenes.
Medio mundo de engaño conociste
y el resto fue mentira.
Has llegado hasta aquí
huyendo de mil días
que pasaron de largo.
Has llegado hasta aquí
para mostrar a todos tu inefable pirueta,
ridículo equilibrio,
ese nado a dos aguas,
piedra de escándalo,
ese triste espectáculo que ofreces,
esas gotas de miedo que salpican
tus insufribles lágrimas.
Yo no me sé reunir con sabios
Cambio de acera cuando los encuentro
Y no les devuelvo el saludo
He perdido mi carné
Para ingresar al reino de la poesía
Intento colarme por una ventana
Pues no quiero estar con la muchedumbre
Que hace fila con su boleto en mano
He decidido que un día
Pondré una bomba
Nada poética
Para que desalojen el paso
Mujeres poetas
Indios poetas
viejos farsantes
Y los editores
Así entraré sin dar tregua
Tímidamente
Con todas mis farsas y con mis fuerzas
Pues ando totalmente fuera de mis controles
Dormir algunas veces cuesta mucho.
Lo digo por el whisky doble
y por los calcetines que preciso
y por cómo arrancaste mi foto de tu cuarto,
con aquella amargura en los labios crispados.
Desde entonces yo trato de imitarte:
pongo cara de cínica, troceo tu corbata,
y vuelvo indiferente la almohada.
Igual que me sostiene
la tibia sensación de estar cayendo
por la ladera dulce del otoño
de mi vida, y acaricio
despacio –como vuelan las hojas-
mi cuerpo que ya lleva
el olor de la tarde,
así cae este poema
en el papel dorado de tu carne
y así –voluptuosa-
su letra breve te acompaña.
desnudo
cruzada la pierna
contemplo cómo las tristes violetas
que brotan heladas del techo
son ese vivo reflejo
de lo que mañana
será mi cuerpo podrido
lila
uva seca
de donde mis gusanos
sacarán buen vino
Escrito está en mi alma vuestro gesto
Garcilaso
Ya no tengo virtudes públicas.
No me quedan vicios privados.
Sólo en mi corazón se agravan
las lesiones…
me dijiste riendo,
yo no sé si llorando.
el origen de este verso
que camina en cuatro patas
brinca como glúteo manoseado bajo el agua
intempestivamente
ha nacido
con el corazón bajo la espalda
boca de madera
y un extraño gusto por beber en charcos
Yo sé que estoy aquí
para escribir mi vida.
Que vine poco a poco
hasta esta silla.
Y no quiero engañarme.
Sé que voy a contártela
y que será mentira:
Sobre la mesa sucia
una gota de tinta.
Atardeceres rojos de otra edad,
Quemándome sin arder.
Ya no sabía qué decir, qué hacer.
Me pesaban las horas como lentos relojes
Que se llevara el sol en su caída.
Sabía
Que aquella luz rabiosa me llamaba desde lejos:
Algo tengo que ver con ese fuego
Que me enciende los ojos,
Mientras los árboles oscurecen
Como barcos perdidos,
Y las casas parecen blanquear un momento
Antes de convertirse en sombras, con la mía,
Recostadas en los picos de la sierra.
me urge conocer la ruta de los que no llegaron
y se perdieron
debo asaltarlos
ellos tienen
la brújula
Te diré que no supe si reír o llorar
después de todo
pero estaba feliz,
demasiado feliz, sospecho ahora.
Recuerdo que me hablaste
de que empezaba a amanecer,
el cielo parecía algodón sucio.
Lo más inolvidable será siempre
el aire fresco y dulce que crecía,
igual que una caricia, entre dos luces.
Tragué un rayo de mundo y la primera injuria
brotó del borde de mis labios
desde que salí del orificio para oler la luz
hoy sale de mi boca una mosca y silba
no soporto estos adornos cuando mis tobillos
están aprisionados por grilletes
y mis manos amarradas por el jade
por el oro
parezco el talismán de alguna loca
Aquí,
los tuyos piensan mucho en tu
peinado…
C. Vallejo
Imaginando
que un tren habrá llegado a su destino
-ese tren que te acerca-
que en el andén, sobresaltados,
tus ojos se espabilan,
el reloj se impacienta.
soy un álgebra confusa
un sabio tirado en la esquina
bebiendo su química de
quemadura
soy el espectro, alado
que hiere las hojas con una punta
(es
el AVISPÓN
AZUL
que ama las margaritas
como loco
y suspira en su triste embudo
invocando
a musas y duendes para el verano)