Todas las cosas que me han sido familiares,
esperanza y dolor, ternura y odio,
las leyes que regían nuestros nombres,
no me conocen ya ni las conozco.
Las palabras más limpias que aprendí,
amor y paz,
yacen ensangrentadas cerrando los caminos.
A Teresa Gómez
Cuadros para una exposición de Moussorgsky
juegos de cartas de Stravinsky
(intermedio de las mil y una noches de Strauss)
que hoy puedo ya oír la música en vaqueros
dice mi amiga -digo- que a fin de todo y cuentas
las mujeres no existen sino
como apresuradamente sucias o amorales
-pero tan temblorosas por el frío-.
Lo cuerdo es montar en rabia
salir a la calle y gritar
a todo galillo
que es más indecente el mundo
y el más perverso de todos mis actos
Como el pirata que navega en tina
y tiene un pato de hule
como enemigo
mi vida es farsante
el más hiriente de mis fracasos
echa raíz
profunda raíz en mi autoestima
Voy a tirar lleno de furia bolas de chicle al mundo
como hasta hoy
beberé más café
y rojo de ira seguiré andando
No puedo
ser delicado
sutil y mentirme
no quiero.
Los minutos buscan su propia hora
Atan sus cabos y arman
A duras penas
Un día
Cada ladrillo es la estructura de un siglo
Y yo, todo huesos
No acabo de armar de una vez por todas
Mi gran escultura triste
Mis vecinos
Un italiano vulgar que golpea la puerta de otros
viejos italianos
Ayer se pasaron tres negros al cuarto vecino
y a qué negro no le gusta gritar
mientras baila cuando en la madrugada
yo intento dormir
Ahora viven frente a mi cuarto
dos novios
putean de noche
y este hotel de mierda se pone cada día peor
mientras en otros cuartos gimen
yo estoy chingándome los pulmones
este amanecer
haré solo mi propia fiesta y mañana
tendré un gran día
cualquier cosa me complacerá
no estaré en desacuerdo
ni me iré echando pestes de ninguna parte
seguramente
la felicidad que busco no está en este cuarto
en ninguna habitación del mundo
sino en la turbulencia que deja en mis labios
en todo mi cuerpo que tiembla hasta el amanecer
por la resaca de los amores perdidos.
Rondo a mi alrededor
La palpitación me sobra y me presiento
Reo de la habitación
Me quedo
Sobrevivo
En esta habitación
Con mis metros de tristeza
Enquistados en los huesos
Sé que llegan tiempos peores
Para un preso cuando queda libre
Pasos de un peregrino son errante
Góngora
El infierno no son aquellos otros
que siempre se quedaron lejos
de mi calor:
el infierno soy yo.
Mi nombre es el desierto donde vivo.
Mi destierro, el que me procuré.
Una margarita de aquí para abajo
Señores, sean bienvenidos al ciclo de la nueva era
es hora de acostarse conq uien les plazca
y de irse a los golpes con una monja
Es hora de continuar con el conformismo
y de contar con las cacofonías
Es hora, señores, de cantar una balada cósmica
de escuchar a las estrellas
las ilusiones
en bolas naturalísticas
llegó la hora de que renazcan los primeros destructores
Es necesario redescubrir
el agua azucarada
a Jimmy Hendrix
a las moléculas
Me estoy desnudando, lo sé, en un mundo que ya está desnudo
llegué muy tarde
pero llegué subiendo en espiral
vine de punta, pero en espiral
para apoderarme de los espacios
porque yo, señores, trasformaré en tiempo todos los espacios
y me importa un bledo descubrir algo nuevo.
Amarrado al duro banco.
A. Errol Flynn
Siempre supimos
que la traición fue un arma de dos filos
o que la muerte deja por los labios
-viejo alfanje de Orán, oh cimitarra-
huellas de cianuro en cada puerto.
Esta sin arrogancia
no ha reclamado nunca mi soledad vencida.
Ni esa que extraviada en los jardines puede olvidar el
sitio de cada mano,
ni la que demorándose en alcoholes
puede decir el sitio de cada beso.
Ni tan siquiera aquella que en su boca
es culpable no ya de lo que dice
sino de cuanto pasa en el lenguaje.
Fuera de ti la tierra no es distinta,
ni es distinta la copa,
pero bajo esta carpa nadie contrata al huésped, y ningún
hombre llega hasta su muerto
antes de estar vivido.
Y allí rendiré cuentas
a la que está diciendo en lo lejano
de mí, a la adelantada
de mí, lejos del duelo
y lejos de la altura
de las aves que no pasan errantes.)
Entre nosotros crece la ropa en las mañanas
se atraviesan mil veces los oficios
nos mueven los deberes
el futuro
las cosas.
Por si no fuera mucho alguien propone la medida
para que no te vayas
dicen
es necesario el regateo.
Ven, algo de mí se triza
mi sustancia se amplía
mi jugo sea la pócima
que humedezca tus labios
y mi sabor tu fiesta.
Hasta el sólido banco de la paciencia los días
pasarán sus arrojos, y sus acatos las noches.
Sobre el último ay caerá el escombro del tiempo
y aún bailarás descalza entre mis huesos pelados.
Salir.
Un paso al frente
convencidos mis pies iban en busca
de los cuatro costados:
risa y gesto, alegoría y espada.
Abierto a lo imposible
de par en par mi traje exhibiendo la piedra
(mil tallas por la torso de aluminio)
en la ciudad que me vestía de esfinge.
Resucitar es fácil:
se palpa el aire
se inventa ser de la forma gozosa
que proponen los cuentos
se llenan los pulmones de abstinencia
se expele la memoria
se codician los giros de las aves.
Pónganlo en práctica
junto al régimen de verdura y amor
mis dulces muertos.
Porque caemos
era cierto el vacío
certero el arlequín
las espirales
porque el rodar aísla, acobarda
era verdad:
abajo
sólo caminanmueren las hormigas
porque al hacer rehiletes en la hora
de acomodar el cielo en los horarios
se claudica.
Para el final, siempre para el final
las despedidas
las cuentas del rosario
lo que sobra y el postre:
la dulzura.
Envejezco
con un enorme flan en la cabeza.
Hablo de eternidades de alfajor.
Preferible el almíbar
al vinagre.
La que cuenta mi dote no me anda buscando, pero
junta las cáscaras de mi alma; y ello a pesar de muertos
de fortuna, de mujeres de celda.
Cuando junte sus voces en la mía,
cuando ponga en mis labios la palabra que espero,
yo ofreceré a su sed copas iguales.
No me arrepiento del gajo de naranja.
Estas manos levantaron la cáscara
del fondo de las cosas.
Escurrió de mis labios
lo sobrante.
Suma sin resta soy
del rosticero
del pan y del cuchillo.
No me arrepiento
abono.
No elegí la colmena.
Abrí la puerta.
Entré.
Felicidades, ha ganado el premio:
libar en cada flor para que crezcan
sus dúctiles reservas
cortar la caña furtivamente
sangrar contra los cactus.
(aprenda a contener las hemorragias.)
Mi padre, mis abuelos
mi hermano peregrino.
Llega un día
en que el cuerpo, si duele, es evidencia.
Se pone a Dios en la mitad del aire.
A cada rato un gracias
cada mañana como inaugural.
Todo es lámpara y agua
árbol, manzana y flor
y mil rostros sonríen por debajo del rostro.
La menor de mis hijas tiene esqueleto de ángel
y una mirada de atestiguarlo todo
(me creé como una vasta cicatriz.)
Le sigue una que tiene mi respuesta
con su séptimo día para los escondites.
La mayor es misterio de esa trinidad.
Fue de un susto:
verme fugar aquella madrugada
del vientre de mi madre
ascender por el tronco de los años
sangrar
introducir los dedos en la herida.
silbar en medio de la luz
(trunca la boca)
y arrancarme las vendas.
Le pido al ángel que te traiga aquí a rastras.
Quemo esa vela virgen.
La noche flota fuera
floja como un enfermo.
Las chicharras alisan el reposo, parece
como si hubiera esperanza.
Salgo aunque no sé adonde.
Es impune.
Por las calles la llevo y nadie nota
su aplicación tenaz de corroerme.
Azúcar vivo
respóndeme: ¿y aquellos?
los de ir contigo a cuestas al ingenio
con la sentencia que por ti propagaron
¿volverán?
Mira cómo tu furia cavó sus cabelleras.
El agua que me lava
no se queda en el cuerpo.
Dejarlo todo no ha sido fácil
las cosas y los seres son espinas:
nos clavan.
Sin embargo hay gangrenas
que no se curan nunca.
Y sé que estoy viviendo
pero sólo a pedazos.
Mamá persigue, es el juego.
Al final del corredor la pared nos detiene.
Se adelanta el instante desde lo asegurado:
llega el abrazo, mimoso.
La mano izquierda sobre su pecho firme, pequeño
bajo un pañuelo de pico.
Su cuello huele a árbol de té.
De pronto tengo sed
no basta el agua dentro.
Tanta resequedad al paso
entre azúcar y hormona.
En cualquier río claudico
del grano saco lodo.
Es una sed sobrante
la que me retrocede
hasta el mar de mi madre.
A veces pienso que podría arrancarme
esa marca de cuajo, echar la hueca
palabra al ascua de otra rancia escritura:
Paso junto a la piedra, como ese pájaro chino
que sólo entiende su mundo. En otro sueño
vienes a mí tocada únicamente
por una mano de loca.
Cuánto me harta
desaguarme de noche.
No resisto
el calambre en la espalda
no recordar de pronto
el día, la hora, el rumbo
la sed atroz.
Al olvidar tus dones
te maldigo.
Repites y repites tus estragos
de melaza en mis piernas.
Uno se queda solo
sin entrar en detalles.
Uno se queda a medias en su vaso de vino,
a medias en su pan. Y cómo puede
no volverse su embozo tan pesado,
tan gastado en el hombre, que alguien sepa
poner allí más verbo
que este que da comienzo a la altura del pomo,
este que se interroga
entre la voluntad y la añoranza.
Convalezco de mi
de mi cabeza
que se calle ése ruido de gárgolas
rumiando mi carroña.
No respiro
ni compongo la tabla que me amarra.
Sube marea de azúcar a la boca
no hay saliva
solamente un termómetro.
¿Y ahora me preguntas si he hecho cosa alguna del tamaño
de la felicidad o del tamaño de la tristeza?
¿Ahora vuelves hermosa y saludable, decidida a la barra de
mi insatisfacción, para lucir la insignia de un licor deseado?
¿Te he conocido en tantas
para ir a perderte precisamente en ti?
Cada mitad de mi fundó a la otra:
Salud a Enfermedad
Augusta a Nomeolvides.
Y en el último día descansaron
otorgándome aliento.
Qué laberintos sus descomposiciones
de agudo, viso y tono
acorraladas
entre jolgorio y duelo.
Y quien se rinde al sueño
de luchar contra un ángel
¿cómo verá a los otros?,
¿con qué desenvoltura irá pagado
y andará descubierto entre los hombres
sin verdugo posible
ni horizonte bastante? ¿Y cómo luego
dormirá entre su amante y su tarea,
para volver mañana
a la soberbia de su acabamiento,
si en nadie se conoce,
si desconfía de su vaso claro
y se avergüenza de su sed oscura?
Acabo de mirar tu nombre sobre el cuadro
y oí la levedad:
eso que se hace a espaldas
de lo que dicen vida
te llamabas dos siglos
solicitud del mar
seis veces la gaviota
que nos hizo caer
la consagrada
la viuda por más de medio siglo
la eterna por efímera
mi madre.
‘Ya raya la aurora del día de Mayo,
sagamos, salgarnos a esperar el rayo
que lance primero su fúlgido sol.
Mirad: todavía no asoma la frente.
Pero ya le anuncia cercano al Oriente
de púrpura y oro brillante arrebol.
¡Eres un cohete, mujer!
Le dijo á Pepa Fray Diego-
¿Si? dijo esta…Señor lego,
Si soy cohete, ¿cómo ayer
A pesar de vuestro fuego
No me pudiste encender?
Blas en un corro decía:
‘No hay mujer tan apegada,
Tan fiel, tan enamorada,
Tan tierna como la mía.’
Un amigo que le oyó,
me dijo: ‘Más la alabara,
Si entre él y ella pasara
Lo que pasa entra ella y yo.’
Allá donde las lagunas son el cielo
Tuve mi vacación de vacas verdes
El viento era un caballo sin escalas
Y yo me le sentaba firme al flete
El sol
Era un melón
La tarde
Una sandía
Y la vida
La vida una pura gana
De morder y morder manzanas
Pero de esto hace mucho tiempo
Aquella vez y allá cuando solía
Allá y aquella vez tengo presente
Pero es sólo un recuerdo solamente
Lo que se dice fue quíen lo diría
Un tiempo nadie nunca lo sabría
Una vez y un allá que hay en mi frente
Un allá y una vez lejanamente
El entones y el donde que decía
Sucede alguna vez de tal manera
Sucede que sucede entonces era
Allá donde te dije que recuerdo
Sin duda qué sé yo pero es el caso
Que lo tengo presente paso a paso
Donde ay tanta cosa olvido y pierdo
Si eres flor cómo no estás fija en un tallo
Apenas balanceada por este aliento que abrasa
Si eres paloma cómo zureando no huyes
Cuando se acerca el cazador rojo de furia roja
Si eres vela cómo te vas ligera
Cuando las velas que el río se lleva entre sus dedos
Si eres mi sangre cómo no estás en mis venas
Pasando y repasando mi corazón que no duerme
Cuando corremos y caemos riéndonos
Abrazados confundidos con la alegría de la tierra
La doble carcajada o centella de dos puntas
Estremece los montes y retumba
De valle en valle y tiembla ese verdor de árboles
Y sube al cielo de ojos rientes celestísimos
Y rueda por el mar de olas que también se abrazan
Y ríen con su risa de gozosa espuma
La blanca carcajada que rodea el mundo
El pájaro que vino de la noche
Vine para decir tu primavera
Digo para nombrar dulce tus aves
Por abrirte las flores que tú sabes
Para hacerte de todas la primavera
Era hermosa la tarde y cómo era
Sí la evoco de pronto ya ni cabes
Eres tarde infinita ya sin llaves
Estás en donde esté y yo te quiera
Que estás en donde estoy hoy y te quiero
Ya no me importará decir me muero
Porque no será cierto de seguro
Pero vino no más para decirte
Que ya no podrás irte ni morirte
Por más que se haga triste y se ponga oscuro
Será la fascinación de lo fememnino
-me digo-
Una y otra vez colmar
esa profundidad
húmeda y receptiva
sentir
que rumores líquidos la inundan
la cadencia
rítmica
constante
la enérgica sacudida final
el contoneo desbocado
meter la mano
sacar la ropa limpia
húmeda
perfumada
Ella dice que aprendió bien las lecciones
del Maestro
y se hace cargo de su doble rol de trabajadora
ama de casa
Sale del trabajo
toma un taxi
llama a la nena por el celular
para que tome los globulitos
con Cyna todo estará bien
Está contenta de comprar una edición en rústica de Alice Bailey
y su maestro tibetano
cree que todo irá bien así
hace falta trabajo interior
y todo estará en orden
Sólo duda
cuando invaden su casa las huestes de costumbre
suegro
madre
amigos de los hijos
o cuando ve que el paso de los años
transformó a su madre en una cáscara
una caricatura de lo que la ancianidad hace con nosotros
Valor
mujer
esto es la vida
un tránsito hacia la decrepitud
Los idiotas se siguen muriendo en las calles
con sus frazadas agujereadas.
Esteban Charpentier
Nadie en la medianoche
de la ciudad segura
sólo idiotas de frazadas agujereadas
arriba de cartones
sólo pendejos sembrando con meadas de cerveza
las paredes
tenés diez centavos para viajar
me dicen
y ya caminé veinte cuadras
sin monedas para el colectivo
para puchos
para invitar a una mujer con una birra
tiene veinticinco señor
me dicen dos bebotas
pantys negras
zapatillas
y sólo por decirme señor
que se vayan al carajo
con sus piernas de apertura veloz
con sus tetas granito
con sus besos franceses en aprendizaje
Nadie en la medianoche
de la ciudad segura
sólo vómitos
de alguno que consiguió diez centavos para el viaje
que lo lleva a ninguna parte
Nos ganaron ¿sabés?
Ella parece una hogaza recién horneada
de tan sabrosa que se ve
de tanta vida que la inunda
Una mujer que espera un hijo es eso
¿qué si no?
Una hogaza de pan recién horneada
Debería cantar y reír
cerrar sus oídos a las tinieblas
las falsas profecías
y buscar a dios en donde está
en el milagro redondo de su vientre.
Una avalancha de silencios confabulan
en la noche.
Se apagan los ecos,
se acallan las calles.
Yo estuve una madrugada cualquiera imaginando desde afuera
el calor de adentro.
Ahora me solazo pensando en la cama que me espera,
vacía pero me espera.