Clase práctica

Excavar por todo el arte. En busca de las víctimas de la prestidigitación y del azar. Dilatar el paisaje de los cuerpos hasta que se tenga la medida más impropia de los desastres. ¿Cuántas son las muertes que se repiten en cada tumba violada? Objetos devorados por la ausencia de sombras, deshechos en sí mismos sin remedio.

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La mesa

Esta mesa que construyó mi abuelo
para mi padre joven, guarda cosas
dispersas de mi alma, versos, prosas,
fragmentos de ilusión y desconsuelo.

Toco sus pobres tablas, el abuelo
ahora soy yo para otro niño, rosas
tuvo mi madre joven, misteriosas,
las nubes pasan en sereno vuelo.

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Dos mentiras, X

Disecados ahí sobre la mesa: el rostro y la máscara,
dilema minucioso de interferencias de espectros
cuyo juicio no les compete ni aún a ellos mismos. Aunque
se incorpore el diablo a los procesos sangrientos
de la Iglesia, toda la repugnancia vendrá de Dios,
por la presunción de que podría salvar a todos.

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La profesora

Cuando tocábamos el tiembre
al fondo del corredor inerte,
se oían sus tacones por el cuarto
como en una angustiosa novela.
Estaba sin duda arreglándole el lazo al perrito,
dándole el último toque a las flores
en el jarrrón de Frankfurt.

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La sala del pobre

La sala del pobre gigantesca, nocturna y decorada
por manos tan seniles que ya tocan el brocado persa del
serafín
dilucida mi pecho minuciosamente, abre su diálogo
como tristes fauces.

Allí los mechones grises y los lazos de luna y cenefa
indeleblemente cantan la majestad del rayo, allí la efigie
del difunto
liga el marchito abalorio a la oreja, el corazón a su
canosa lámpara.

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Mecánica del abismo

Las escaleras desmayan arrancadas como si no dieran señal de la caída que representan, si esculpen el perfil de una nueva vorágine o si sólo enredan la memoria de quien no sabe cómo esbozar una falta. Las escaleras son poseídas por una inclinación natural cualquiera y tienen pesadillas con tumbos hambrientos.

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No me pidas

No me pidas falsas
colaboraciones, juegos
del equívoco y la confusión:
pídeme que a mi ser
lo lleve hasta su sol sangrando.

No me pidas firmas,
fotos, créditos para un abominable
desarrollo de la doblez: pídeme
que estemos como hermanos
abriéndonos el corazón hasta la muerte.

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Oculto

Oculto he sido y acunado por el mar
cual si estuviera mi madre en otro iris,
alhaja inmóvil de tristeza para el sol, que anocheciendo
los fríos tulipanes del traspatio, me rodeaba
de amargo alero al mediodía. Sin voz purpúreamente
los muros y los lunes otorgáronme una pálida provincia
donde franquear el cuerpo que desgasto, y en las noches
de junio
el barco al desoírme completa mi distancia,
hunde su maquinaria en mí cual la mejor estrella.

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Sedienta cita

Cito textualmente las estrellas
y el hogar complejo de la naranja herida.
Diminuta es la luz en que el buey se esconde
lejos del ave, asoleando eternamente
las estuidosas manos del guajiro,
sus diez uñas sonoras de cavar el viento.

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Sellada vigilia

I

En aquella ciudad morada y mustia
los mulos del carbón, los níveos pescadores
escanciaban la forma serena de mi angustia,
iniciaron el fúnebre ajedrez de sus rumores.

Era mi vida un sueño confuso de hondos seres,
los ojos inflexibles de ilusión se me abrían
a beberle a las cosas sus graves menesteres.

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Trabajo

Esto hicieron otros
mejores que tú
durante siglos.
De ellos dependía
tu sensación de libertad,
tu camisa limpia
y el ocio de tus lecturas y escrituras.
De ellos depende
todo
lo que te parecía natural
como ir al cine
o estar triste, levemente.

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Ultimo epitalamio

Pero si al cabo vienes, despojada
de tus flores nupciales, a la hora
en que el mundo hasta el fondo se desdora
y la ceniza cubre a la mirada;

pero si entonces, con la boca helada
del ocaso postrero que devora
toda ilusión, fatal coronadora,
al oído me dices: soy la nada,

te daré gracias por dejarme verte
y abrazarte desnuda, y por ser mía
siquiera en el instante de perderte;

y dormiré en el tálamo que hacía
mi corazón, soñando que la muerte
es tu último velo, poesía.

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Desde fuera

¿Quién sería el extraño que quisiera
conocer un paisaje como éste?
Desde fuera, la isla es infinita:
una vida resultaría escasa
para cubrir su territorio.

Desde fuera.

Pero Ítaca está dentro, o no se alcanza.
¿Y quién querría descender al fondo
de un silencio más vasto que el océano?

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Desmesura

A Javier Statié

Dijo que no. Y el Tiempo se quedó sin tiempo.
Luego, la vida hizo una pausa
y todo pareció recomponerse
como esos acertijos infantiles
en los que sólo falta una palabra,
una palabra necesaria y rara.

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El préstamo

A Esperanza y Manuel Rico

Apenas si veía pájaros.

Se oían voces y ruidos de vasos,
y una música triste, derrumbada,
una canción distinta, pero intensa.
Todo se hallaba absurdamente detenido
dentro de una burbuja de desdicha,
de distancia sin aire, de muralla de hielo.

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Hace tiempo

A Nati y Jorge Riechmann

Recuerdo que una vez, cuando era niña,
me pareció que el mundo era un desierto.
Los pájaros nos habían abandonado para siempre:
las estrellas no tenían sentido,
y el mar no estaba ya en su sitio,
como si todo hubiera sido un sueño equivocado.

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Ultima nieve

A Pedro García Domínguez

Una hermosa mentira te acompaña,
pero no llega a acariciarte.
Sólo sabes de ella lo que dicen,
lo que te explican libros enigmáticos
que narran una historia fabulosa
con las palabras llenas de significación,
llenas de claridad y peso exactos,
y que tú no comprendes sin embargo.

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Aldea andaluza

De toda tu belleza en mí solo perdura,
entre el deslumbramiento de la intensa blancura
de la cal luminosa que tus muros enjarra,
la queja de una copla que los aires desgarra,

y en el calcinamiento de la estéril llanura,
aquel rincón de paz, oasis de frescura,
perdido en la planicie donde el sol achicharra
y su crótalos roncos repica la cigarra.

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