COMO AQUELLA NUBE BLANCA

Ayer estaba mi amor
como aquella nube blanca
que va tan sola en el cielo
y tan alta,
como aquella
que ahora pasa
junto a la luna
de plata.

Nube
blanca,
que vas tan sola en el cielo
y tan alta,
junto a la luna
de plata,
vendrás a parar
mañana,
igual que mi amor,
en agua,
en agua del mar
amarga.

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Con las piedras sagradas

Con las piedras sagradas
de los templos caídos
grava menuda hicieron
los martillos
largos
de los picapedreros analíticos.
Después,
sobre esta grava, se ha vertido
el asfalto negro y viscoso
de los pesimismos.
Y ahora… Ahora, con esta mezcla extraña,
se han abierto calzadas y caminos
por donde el cascabel de la esperanza
acelera su ritmo.

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CREDO

Aquí estoy…
En este mundo todavía… Viejo y cansado… Esperando
a que me llamen…
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita
y condenada
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro
y me ha dicho severo:
No, no es la hora todavía… hay que esperar…
Y aquí estoy esperando…
con el mismo traje viejo de ayer,
haciendo recuentos y memoria,
haciendo examen de conciencia,
escudriñando agudamente mi vida…
¡Qué desastre!… ¡Ni un talento!… Todo lo perdí.

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DROP A STAR

¿Dónde está la estrella de los Nacimientos?
La tierra, encabritada, se ha parado en el viento.
Y no ven los ojos de los marineros.
Aquel pez —¡seguidle!—
se lleva, danzando,
la estrella polar.

El mundo es una slot-machine,
con una ranura en la frente del cielo,
sobre la cabecera del mar.

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ELEGÍA

A la memoria de Héctor Marqués, capitán de la Marina mercante española, que murió en alta mar y lo enterraron en Nueva York.

Marineros,
¿por qué le dais a la tierra lo que no es suyo
y se lo quitáis al mar?

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QUÉ LÁSTIMA

¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!

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QUIERO… SUEÑO

No me contéis más cuentos,
que vengo de muy lejos
y sé todos los cuentos.
No me contéis más cuentos.
Contad
y recontadme este sueño.
Romped,
rompedme los espejos.
Deshacedme los estanques,
los lazos,
los anillos,
los cercos,
las redes,
las trampas
y todos los caminos paralelos.

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ROMERO SÓLO

Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

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SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.

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VENCIDOS

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.

Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.

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Soneto a Don Alonso de Ercilla

Mil bronces para estatuas ya forjados,
mil lauros, de tus obras premio honroso,
te ofrece España, Ercilla generoso,
por tu pluma y tu lanza tan ganados.

Hónrese tu valor entre soldados
envidie tu nobleza el valeroso,
y busque en ti el poeta más famoso
lima para sus versos más limados.

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El Niño Dios, la Virgen

El Niño Dios, la Virgen y parida,
el parto virginal, el Padre Eterno,
el portalico pobre, y el invierno
con que tiembla el auctor de nuestra vida.

sienta (señor) vuestra alma, y advertida
del fin de aqueste dón y bien superno,
absorta esté en aquel, cuyo gobierno
la tenga con su gracia guarnecida.

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Círculo

A José Antonio Gabriel y Galán

Concibieron el círculo radiante, su forma
partiendo desde un centro
y en realidad
fue lo exterior, el universo, esa silla,
un caballo
todo lo externo modulado
para finalizar esa esfera

tu ojo no emite
atrae

ese niño con un balón entre las manos
juega
con el último punto de la materia
con el fin del mundo.

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Con los pies en la tierra

a Mario Trejo

Hay un instante
en que la mesa vuelve en sí
en que el árbol se reúne
y es de nuevo
ramas, hojas y un pájaro lógico

todo recompone la escena
los límites
que hagan verosímil a ese hombre mirando la siesta

él
considera que realmente ha aparecido
que tiene tiempo
y para sobre la sombra del árbol
cree que toca tierra

dentro de un orden
el conocimiento
es eternidad que se pudre

pero el azar absuelve:
el pájaro ya no sostiene
al árbol
torcido por el cielo.

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Sobre el amor

No creas que tu amor
depende de ti o de ella
de lo que sienten o ven o sueñan
hay metales, movimientos
campos de fuerza cuya acción no
empienza nunca
actos virtuales
que te despedazarían

en algún lugar
esas materias
esos instantes que contienen lo universo
libran una batalla

los que se aman
han sobrevivido.

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Cumpleaños

Un año es como un torpe dromedario
y abrimos sobre él otro desierto.
Hemos venido en un camello muerto
sobre el que cabalgamos a diario.

¿Será cada año otra cabalgadura?
¿Cumplir años será algo más que un reto
o será ir descubriendo ese secreto
que nos espera tras la puerta oscura?

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El espejo

Con los ojos vendados nos miramos
cada día delante de un espejo
para ser sólo imágenes
nuestras que no veremos.

Desfilamos, retratos fidelísimos,
copias exactas, calcos o reflejos,
resbalamos por aguas espejeantes
como narcisos ciegos.

Debo de ser la sombra, los perfiles,
la refracción de ese cristal o hielo;
debe de ser el doble repetido,
el naúfrago en el fondo de ese sueño.

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El mueble viejo

Al carpintero hoy he suplantado
y estoy manipulando la madera.
Los clavos vienen, el martillo espera
y un viejo mueble llora desclavado.

(Nadie recuerda aquel árbol herido
que de su corazón sacó esta tabla,
todavía en silencio ésta nos habla
envuelta de la sierra en el silbido).

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La asamblea

Como en una asamblea nos hallamos.
No sabemos quién es el que nos llama.
Una luz o una lengua se derrama
sobre la mesa. Todos nos miramos.

¿Quién nos reúne? ¿Cuál es el motivo?
La razón del encuentro nadie explica.

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La muerte

‘Yo no puedo vivir mi muerte’
Wittgenstein

Nadie puede vivir su propia muerte.
No es la muerte un afán ni una experiencia.
Morir no es más que un vaso que se vierte,
un motor que ha perdido su eficiencia.

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La pareja

Tenerte cerca. Hablarte.
Y besarte en silencio.
Y sentir el contacto
caliente de tu cuerpo.
Sentir que vives, trémula,
aquí, contra mi pecho.
Que mis brazos abarcan
tus límites perfectos.
Que tu piel electriza
las yemas de mis dedos.

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La ropa en la ventana

Como falsos ahorcados en el aire
sus cuerpos vacilantes y vacíos,
desnudos de nosotros, brazos, piernas,
cinturas, pechos, cuellos, suspendidos.
Pasa la luz de enero entre los blancos
fantasmas con su frío.

Deshabitadas formas desvividas,
huecos humanos ateridos.

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Me espera

Aquí, en la habitación, sobre la cama,
me está esperando un muerto que aún respira.
Mira, como mirar, ya no me mira.
Mirar, como llamar, sí que me llama.

La luz apenas roza su figura
como un pájaro breve que si vuela
es sólo porque pone aire en la tela
que le cubre de frío y de blancura.

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Otra vez

Vamos a repetir la misma escena.
Tú y yo. Nos aprendimos los papeles.
Miles y miles antes lo dijeron.
Pero la vieja historia nunca muere.

Nos vimos… ¿Qué mas da? Viejo escenario
donde el telón de fondo se sucede
en tanto que el guión en rotas páginas
reproduce sus frases indelebles.

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Una mujer en la escalera

Escalón a escalón, una cansada
mujer asciende como si del centro
de la tierra subiera. De allá adentro
honda sombra retiene en la mirada

Implacable le impone la escalera
su destino de tramos sucesivos.
Muertos ahora parecen los que vivos
deseos fueron de la primavera

Al mirarla subir tan abatida,
me pareció la imagen de la vida
resignada, y haciéndose la fuerte.

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EL ASTRO PROPICIO

Al rendirse tu intacta adolescencia,
emergió, con ingenuo desaliño,
tu delicado cuello, del corpiño
anchamente floreado. En la opulencia,

del salón solitario, mi cariño
te brindaba su equívoca indulgencia
sintiendo muy cercana la presencia
del duende familiar, rosa y armiño.

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LA MUERTE DE LA LUNA

En el parque confuso
Que con lánguidas brisas el cielo sahúma,
El ciprés, como un huso,
Devana un ovillo de de bruma.
El telar de la luna tiende en plata su urdimbre;
Abandona la rada un lúgubre corsario,
Y después suena un timbre
En el vecindario.

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OCEÁNIDA

El mar, lleno de urgencias masculinas,
bramaba en derredor de tu cintura,
y como un brazo colosal, la oscura
ribera te amparaba. En tus retinas,

y en tus cabellos, y en tu astral blancura
rieló con decadencias opalinas
esa luz de las tardes mortecinas
que en el agua pacífica perdura.

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PARADISÍACA

Cabe una rama en flor busqué tu arrimo.
La dorada serpiente de mis males
circuló por tus púdicos cendales
con la invasora suavidad de un mimo.

Sutil vapor alzábase del limo
sulfurando las tintas otoñales
del Poniente, y brillaba en los parrales
la transparencia ustoria del racimo.

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SALMO PLUVIAL

Tormenta

Érase una caverna de agua sombría el cielo;
el trueno, a la distancia, rodaba su peñón;
y una remota brisa de conturbado vuelo,
se acidulaba en tenue frescura de limón.

Como caliente polen exhaló el campo seco
un relente de trébol lo que empezó a llover.

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BALADA PARA LOS NIÑOS

I

La reina Til desnuda una risa de fragua.
Todos los pájaros de la danza nacen en su pie volátil.
Sus ojos parecen dos lebreles recién castigados…
Desde un país en donde se abre el huevo de las mañanas
vino el Príncipe a caballo de su alegría:
—¡Busco tu risa forjada por herreros musicales
y alegre como la sal gema que hacen arder los brujos!

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CANCIÓN

¡Has de hacer un gran ramo
con todas tus palabras, hilandera!
Con las grandes palabras que llovieron
más redondas que frutas en un día sin hiel;
con tus grandes palabras
caídas como soles hasta el silencio mío…

Has de hacer un gran ramo con tus voces,
y estarán las pequeñas,
las que fueron semillas aventadas por tu carinio de cien manos;
y estarán las que ardieron como sal en la llama de tu júbilo, amiga.

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CREDO A LA VIDA

Creo en la vida todopoderosa,
en la vida que es luz, fuerza y calor;
porque sabe del yunque y de la rosa
creo en la vida todopoderosa
y en su sagrado hijo, el buen Amor.

Tal vez nació cual el vehemente sueño
del numen de un espíritu genial;
brusca la senda, el porvenir risueño,
nació tal vez cual el vehemente sueño
de un apóstol que busca un ideal.

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DE LA ADOLESCENTE

Entre mujeres alta ya, la niña
quiere llamarse Viento.
Y el mundo es una rama que se dobla
casi junto a sus manos,
y la niña quisiera
tener filos de viento.

Pero no es hora, y ríe
ya entre mujeres alta:
sus dedos no soltaron todavía
el nudo de la guerra
ni su palabra inauguró en las vivas
regiones de dolor, campos de gozo.

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DE LA CORDURA

Con pie de pluma recorrí tu esfera,
Mundo gracioso del esparcimiento;
Y no fue raro que jugara el viento
Con la mentira de mi primavera.

Dormido el corazón, extraño fuera
Que hubiese dado lumbre y aposento
Al suplicante Amor, cuyo lamento
Llama de noche al corazón y espera.

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