Estoy al borde de ser borde,
me lo noto.
El precipicio crece
estoy cansada.
Estoy al borde de ser borde
estoy a punto
de nieve, mucha nieve.
Estoy helada.
Estoy al borde de ser borde
y duele mucho.
asomarse a un pecho
que a un abismo
Parecido
haber sido amado
que haber sido herido.
Semejante
el aulllido de un lobo
y el de un amante.
Es lo mismo
asomarse a un pecho
que a uno mismo…
La presa recobra su forma primigenia, lee las líneas secretas de su mano para evocar su estirpe, descubre la cicatriz del tiempo en su índice, se contempla en el Cenote Azul con la guirnalda de la boda. Bajo los túneles secretos que dan al mar se reconoce en el canto, en la curva final de una cola milenaria de escamas y se recuerda ayer gacela, gato, hoy mujer que guarda el secreto de un índice marchito.
La nota roja encontrará la flecha, el arco, el tizne de la luna; una mujer con olor a pescado putrefacto, espinas, escamas y una cabellera de serpientes. Al ver sus senos, un camino de sanguijuelas será la columna vertebral del reportero. Reconstruirán la historia los hombres de blanco, la nombrarán medusa.
(Conviene recitarlas inmediatamente después del siniestro)
Y PARA MATIZAR LA SALVAJADA
no te perdono nada, nada, nada.
Y para matizar el holocausto
me has dejado en el alma mucho asco.
Y para matizar la puñalada
que le llenes de herpes a tu amada.
Afuera, un hombre rondará con su olfato por los cajones de la morgue, por la fosa común, por las tumbas de tierra fresca, por las olas del mar.
Esa noche en que los médicos miraban en silencio el plenilunio, un canto emergió del cenote, una voz milenaria de escamas enloqueció a los hombres. Los que tuvieron suerte son esos sordos que caminan con un arco en la mano.
Mi cuerpo es un silencio con forma Que respira.
Sólo te veo a ti Surges en todo.
Me pierdo en esta casa que me grita.
Voy buscando rincones escondidos
Para pensarte a brotes Y que nadie
Te vea en estos ojos.
Se vende corazón
o se traspasa.
Urge la transación
por desamada.
Sin ti lato en latón
no carne maleada
sin ti ni ton ni son
desfinada.
Se vende corazón
o se traspasa.
Mucha luz con stop
mucha putada.
me suenan muchas cosas
Cruje todo el somier
que sostiene mi historia.
Que soy sólo una sed
de unos ojos. Y estorba
la noche y el cassette
que suena en mi memoria.
Soy sólo una mujer
dilatada y sin horma.
sin preserva-libro.
Publicable orgasmo,
publicable hechizo.
Ser poeta a pelo,
ser poeta a gritos.
Sordos corazones
rimando este sino.
Pasar por la piedra
de un jurado altivo.
Ser poeta a pelo
sin preserva libro.
El amor es como dos piezas dentarias.
Cuando una se va…
la otra se descuelga se descuelga…
de la encía de la vida va y se desengancha.
Poco a poco y puerilmente,
inútilmente sube o baja.
Hasta llenar el hueco que dejó su antagonista,
hasta besar el espacio que ocupaba.
Debería existir algún seguro
igual que los de vida, o los del coche,
a los de a todo riesgo.
Debería haber:
seguro de que me llama,
seguro de que siente,
seguro de que me ama,
seguro de que vuelve.
Por supuesto que es posible
pegarse un tiro
volverse loco
olvidar de golpe al ser amado.
Arrancarse el alma
vivir muerto,
follar por follar
beber con asco.
Es posible todo y no hay límites.
Descojonarse de risa en un entierro.
Suena y sus ruidos me hablan de Madrid.
Temo a la noche que ronda esquizofrénica,
Como un sereno loco que no me quiere abrir.
Los coches muy sumisos como perros de chapa,
Esperan a sus dueños dispuestos a vivir..
El camino de siempre, el recorrido idiota,
De la casa al trabajo…(Hoy me acuerdo de ti).
Llegó la noche de rostros acabados
la flora muerta, la fauna extinta
¡Lecturas erradas desde milenios!escribía ella
mientras el agua dejaba como grieta seca
el alma.
Algún día regresará
el canto verde
de las cosas dijo.
Llevo treintiséis años viviendo
y me parecen tan sólo unos segundos.
Aún no sé respirar,
aún me nutre
la misteriosa arteria de la vida.
Respiro sin pulmones el Misterio.
-Aún no saben que vivo-.
Todavía no he llorado.
Es hora de prolongar el ritmo donde reposa el silencio
crear vértigos
tal vez el horror
afilar la ironía
morirme de risa de mí misma
acariciar los bordes del mutismo a pura palabra.
Al sol oculta su luz cada amanecer
En el tiempo mi espacio se agranda o disminuye
Y mi amor enloquece
Las palmeras se agitan altas tras su fondo verde
las hormigas en fila disponen bajitas
faenas largas en corta vida
mas ni alta ni larga es mi espera.
Me levanto del nicho de mi cama.
Me suelto los versos por la espalda.
Inyecto en mis venas tu mirada.
Y descoso del pecho las puntadas
Que a la luz de tu ausencia me hilvanaba.
Y me pongo a vivir cuando me llamas..
En mi casa vivían magrebíes.
Se fueron sin pagar, dice el casero.
La portera me paró en el descansillo:
-qué bien que hayas venido, tú no sabes..
lo guarros que eran estos moros.
Vivían un montón y entraban y salían,
recogían muebles de la calle,
no sabes que trajín tenían..
lo que nunca se dice.
Que Dios tiene un amante,
que mi amante, varices.
Que Hussein es guapo.
Que el dolor es un chicle,
que se mastica a solas
(menta que pica y tiñe).
La Pitita Riduejo
se lió con la Virgen,
a cambio de un milagro
publicable y vendible.
Lo terrible….
lo más terrible de todo
Mientras Dios
nos mira y calla. Es…
que todo el mundo puede decir misa
(inclusive el Papa)
Ya asimilo la broma de quererte.
Me crecen por los pechos carcajadas….
No fué ni en 28 ni en diciembre,
y tu cuerpo me dió la inocentada.
Quisiste darme luto y no la lata,
y metiste tu altiva y seria pata.
I
Hay que destruirse. Incendiarse. Romper con los recuerdos.
Asaltar el crepúsculo. Robar la rosa extraña del jardín.
Vivir en la violencia y no en el gris. Convertir
el tiempo en pasión, hiedra sutil devoradora.
No huir jamás de la mujer ni de la poesía,
difíciles, pero reconfortantes.
Qué clara paz interior
qué dulce y grata
la sombra del naranjo,
sus amarillos y sus pájaros,
todo tiene un aire provinciano.
Recuerdo la infancia,
el rezo,
el ángelus
de mi alma. Estoy así, tan íntimo y tan pleno,
que soy uno más del pueblo,
de este pueblecito apartado del mundo
donde todos los días
el cura repica las campanas,
el cartero reparte las cartas atrasadas,
y los músicos vienen a tocar,
a falta de otra cosa,
una cancioncilla,
tan íntima y tan plena
como el agua.
I
Adiós digo al vecino,
al hermano,
al dios que me empuja,
al aire, a la tormenta.
Adiós a la muchacha que se quedó
perdida en mis poemas y nadie pudo
borrar, ni el tiempo, ni los viajes,
ni las lluvias.
Gloria Fuertes que estás en los cielos
Con el Dios del anciano del parque,
con el Dios que tejiste en tus versos…
Con el dios que te hizo payaso
Gloria Fuertes que estás en los cielos…
Gloria Fuertes que estás en los niños
En los hombres y mujeres del pueblo.
Corazón,
te pareces a las grandes ciudades.
En ti viven hombres soberbios y terribles.
Sobre tus altas torres de silencio
dejan su protesta.
Nada les detiene. A veces huyen a sus habitaciones
y se esconden de la noche.
Sucede que mi boca es una herida
Los ojos de las monjas son medallas.
Mirando al mar de espaldas a la vida.
La espuma es una novia destrozada.
Sucede que es muy tarde para todo
Los niños saben cosas y se callan
Mirar el mar sin ti, me da tristeza.
Yo sé que es vida esto que se mueve
entre estas venas rotas y cansadas.
No hay célula que tienda a resistirse.
No quiero ser inmune a nadie, a nada.
Yo sé, porque me duele cuando escribo,
que Amparitxu se acuerda de Celaya.