Composición: La primavera

(para Víctor Hugo Quintanilla C.)

La silla blanca con sus huesos
descansa en el jardín.
Los pinares se encienden
cerca de otras playas.
Ningún árbol camina
hasta las raíces de aquí.
Una mujer y un hombre
con cada pie traspasan
el asfalto las piedras
y tocan un terregal
de costras coaguladas.

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En el jardín

(para Alberto Chimal)

Voces llaman voces.
Un pueblo de nombres
se levanta.
Cada rosa consume
sus pétalos terrestres.
Un gato polvoriento
retira espinas de su piel.
El agua se disuelve
entre baldosas rojas.
Una araña prepara
su cocina traslúcida.

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Hombre esperando

El hombre se acuesta
con sus mudas palabras
trepándole por la boca.
Hay miedo en esas palabras
miedo en esa lengua
miedo en la espalda enterrándose
entre las vaciedades de la sábana
miedo en el cuerpo que no encuentra
ahora la suave sombra carnal
que lo sustente
miedo en los relojes
que se gastan
miedo en el grito que solamente
las orejas del hombre
pueden escuchar.

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Ladridos

¿Quién es ese otro perro
que ladra
en un dialecto que nadie conoce?
¿Por qué debe echar
en los aires chirriantes
de cualquier ciudad
grito a grito los coágulos
de la última voz
de la última tribu?

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Lapsit Exilla

(para Julio Ricci, in memoriam)

Sobre estas piedras
tomadas de cualquier calle
habrán de abrirse
los pasos extranjeros.
En cada suela de estos
esos aquellos pies
se acumulan sedimentos
de toses perdidas
y babas de gorriones enfermos
y lágrimas de caracoles condenados
y las migajas de un rostro
que no podremos contemplar
bajo ninguna lluvia.

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Libélulas

El viento salta
desde los más lejanos
verdores de la ceiba:
rompe las confusiones
de la luz:
destruye el perfecto temblor
de un vuelo transparente.
De espaldas en la alberca
la libélula
no puede gritar
los colores de su muerte:
sus quietos dientes
aún se ocupan
de un hígado de mariposa
de una leve víscera de cínife
de los muslos de un gusano
macerados por el sol.

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Lluvia en Coayacán

(Para Carlos López)

Detrás de los vidrios lastimados
por sudores de insectos
y la cagazón de suspiros y derrotas
y el previsible olvido
está la lluvia.
La lluvia disuelve carreteras de polvos volanderos
mete aquí sus uñas fabricadas por el frío
escupe sus lenguas de dragón moribundo
arrastra sus sandalias de papel en trituración
balbucea por los caños burbujas babeantes
expulsa orines y alimentos masacrados
perturba el idioma de los teléfonos
interrumpe colores luces nieblas siluetas
mezcla y entreteje sus gotas sus goterones
sus chorros sus escurrimientos
sus filtraciones sus violencias.

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Morir en Medellín

(al uruguayo Carlos Gardel, 65 años después)

Todavía en Medellín / el cielo reconstruye / sus hojas
de espuma / sus fibras de agua verde. / Al cielo agregan/ los ladrillos bermejos / las torres coloradas / las tejas de
sustancia enrojecida/ el óxido de la sangre cotidiana / el
púrpura enredándose / en las lluvias que se mezclan / con
un aire de violento metal.

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Muertes

Morirán tres pollos mañana
tres hijos de una gallina
tal vez inmortal.
Sus alas de dedos disueltos
estarán en tu plato
y las salsas que ensabrosen
sus muslos no serán
los sémenes del emplumado amor.
Sus pechugas partidas
no darán raíz
a un brevísimo corazón
y sus tripas despreciadas
entrarán en los ciclos
de quién sabe qué vísceras
de quién sabe qué especies.

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Para una muchacha en la lluvia

Usted tú vos señora señoría
señorita vuesa merced doncella
sacerdotisa actriz astronauta
viuda virgen profesionista amadora
amante sirvienta sibila emperatriz
mendiga moza del partido campesina
cocinera poeta suripanta:
cada día de cada noche
he visto
cómo las lluvias
de esta desplomada ciudad
ensucian también
todo su llanto
suyo de usted
todo tu sollozar
tuyo de ti
todas vuestras
nuestras gotas
y chorros y humedades
y lágrimas.

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Patria perdida

Ya no puedo volver
¿cuál es mi patria?
Me han pedido
que descanse el corazón
que resucite
la insistencia lograda
tenazmente
que reitere mi atención
por el perfume
de las pálidas estrellas imprevistas.
En el principio de las huellas
allá lejos permanecen
un símbolo enfermo
y una gastada bandera
sosteniéndose.

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Pax

El día es nuestro Señor:
han llegado
el reposo de la espada
la quietud de la flecha
la inocencia del misil
el frío de los fusiles
el crujido de la ceniza
el cansancio
de todas las banderas.

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Perro con palabras

Estas palabras así tan otras
empiezan con un perro.
Nuevas y ya contaminadas
palabras que traen entre hilos
y fibras de silencio
el pedazo envejecido
de este solo perro.
Porque todo animal toda
pulsación de mugre o de energía
todo pétalo todo océano
toda mínima mancha de materia
en su momento de arder o morir
o estallar súbitamente también envejece.

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Respiración

El hombre respira
con su pecho de alambre:
arterias de cobre como fuego joven
venas de fierro adelgazadas
por el oxígeno negro de la asfixia
tubos obturados por mantecas de sangre
espinas huecas con su mensaje de ácidos gases
pelos de acero oscurecidos por las flemas
filamentos rígidos como coágulos de esperma
hilachas pegosteadas entre espumas y glándulas
estambres revolcados encima de sórdidos gargajos
redes de seda como calcinantes roncares.

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Respiraciones

La piel de esta bestia posible
acumula deshojadas láminas
y un hálito herrumbrado
se apega a sus raíces.
Esta piel que cruje así
entre ínfimas tormentas de sal
viene quizá
desde las primeras respiraciones
de una larva enroscándose
en sutiles gelatinas.

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Tercer mundo

(para Pilar Cabrera)

Aquel hombre sostenido
por su rostro de ciego completo
sufridamente iluminándose
en la carnal oscuridad:
¿le adjudicamos estos versos
un cuenco de arroz
unas monedas pálidas?
Aquella sirvienta
o costurera de a sesenta centavos
o hembra leprosa pariendo
o negra nada más
o puta de a una piastra
picándose las várices:
¿le ofrecemos otros versos
agua fresca en las manos
preservativos píldoras proyectos?

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Gallo de allá

esta noche vuelve
a cantar el gallo
rayo chirriador
despierta
memoria de los fondos
gallo remoto
erguido
con el pico trémulo
apunta al cielo
y lanza su cacareo
removedor
como entonces la ventana
como entonces está de par en par abierta
sábana húmeda
grillos luceros y luciérnagas
el calor agobia
quieto espero
la entrada de la brisa
olorosa a madreselva
sigilosos
dispersos
ruidos por la ilimitud
cedazo oscuro silente la noche
puntiagudo punza en la inmensidad
de esta penumbra penetrante
en esa bóveda
resuena
la llamadora llamarada
del quiquiriquí
¿cuándo?

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La cifra

entre millares de grillos que gritan al unísono
hay uno que te canta
entre las nubes de libélulas
batiendo sus élitros zumbantes
hay una que algo te susurra
entre el revuelo de la mariposas
hay una que tremola en tu busca
en sus alas se cifra tu signo
también están tu cuervo tu rata tu murciélago
te rondan
te están destinados
y no los distingues

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Señora del bel mirar

nadie que los viera
nadie dejara de abrir
baja tus ojos graciosos
no mates a quien te mira
sino con bajar mis ojos
juraré que nunca os vi
no hay quien mire que no adame
juraré que siempre vila
cual nunca la vio
vuestros son
mis ojos
¿cuándo nos veremos?

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Cavilando

¡Qué porquera es la vida! ¡Puro dirse’n amagos!
Nos pasamos los años enfrenando esperansas,
que soltamos despiadas, a lo largo’el camino,
sin poder apariarnos a la dicha desiada.

Cuando semos gurises, de ganosos por criarnos
pa ser libres y dirnos po’ande quieran las ganas,
nos parece qu’el tiempo march’a tranco’e tortuga
y que nunca yegamos a la edá’mbicionada.

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Hembra

Pa dentrarme’en el alma juiste artera y mañosa.
M’engrampastes a juersa de tarimba y carpeta.
Con dispacio y baquía, como quien cincha’l monte,
preparaste la trampa pa embretar mi soncera.

A ocasiones mansita como yegua’e piquete
y a ocasiones lo mesmo que un venao de matrera;
di a ratitos tristona, redetida en suspiros,
y otras güeltas beyaca, negadora y perversa;

rebenquiando ese cuerpo cimbrador com’un’unco
-and’hicieron tuitas mis miradas querencia-,
y enyenando’e promesas esos ojos dañinos
que almarean más juerte que la mesma giñebra,

pecho adentro, di a poco, te me juiste ganando,
sin temor de qu’el güeso se pudiera dar güelta,
pues jugándola en vaca con mandinga, ¡dejuro!,
cualquier cancha te sirve y ande quiera echás güena.

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A propósito de Dios

Esta trama es un fragmento decoroso de una absoluta circunstancia: evoco la
víctima hoy desde mi escondite la observo detenidamente como si estuviera
inmediata a vista de ojos Está afligida pero holgada de calma. Sabe que la miro
con rareza. El fuego prematuro me alerta me turba y te confunde
Le incita mi diferencia la enardece le enciende la apatía de su ánimo
de joven doncella Es únicamente la decorosa esencia de la materia casta:
la duda casta la razón casta que vislumbra la cercanía de la destemplanza.

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Advenedizos

Los advenedizos copiaron las Tablas de la Ley
a mano diestra a puño alzado con faltas de ortografía
falsificaron mal los patronímicos y los sobrenombres
Así fue posible que lo sumo se hizo vulgar y manifiesto
el unicornio minucioso en la polvareda
y de la cañada a un paso del precipicio
del barranco del despeñadero
Adulteraron mal los alias y los apellidos
Qué puede inventar un individuo que se consume en la vida
resistir al sueño cargado de apetitos y de ansias
durante el copular primaveral de
los pardillos en el pajar medianero
Difícil concebir que un mortal es el fruto de la más
pura abstracción de la apetencia carnal
Los advenedizos copiaron las Tablas de la Ley
a mano diestra a puño alzado con faltas ortográficas
remedaron mal los apelativos y los nombres
sofisticaron mal los apodos y los títulos
no fue la quebrada ni puente sobre un río
las semillas precipitándose en la vaguada
y los lagartos
que llegan a cientos
del polvo a la grava brillante en la que vagan entre los arenales
Raro es lo que atraviesa un duplicado en la naturaleza intacta
la trenza impregnada de lluvia en noches de borrasca
Miro entonces las olas desde la orilla del vestisquero
con los pies próximos al vértigo
la tierra recién llovida en la pradera devastada
escasamente sé ahora bosquejar en donde la pesadilla
es capaz de trasponer los sueños
para deambular desnudo sobre un cuerpo mojado
y sentir que no ha habido imperfección ni culpa
Los advenedizos copiaron las Tablas de la Ley
a mano diestra a puño alzado con faltas ortográficas
calcaron mal los seudónimos y las gracias
calcularon mal las rentas y los intereses

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Adversario

La humanidad ha quedado vacante. Un mortal aspira
un último soplo de vida
(la vaciedad quimera su certeza
hechiza los artefactos que integran la esencia de su materia).
Nada es ulterior ni siquiera perenne bajo su razón
una mezcla de argumentos de cosas que pasan y cimentan este asombro
con atavíos y pendones
en un fragmento de territorio hostil donde yace
donde reposa donde convalecen sus huesos fríos
Los esqueletos tienen todo la muerte por delante
las osamentas trasponen la travesía de las sombras para abismarse
en el cese de toda energía (cada uno en su heroísmo)

La mochila obscurecida y estéril
siempre preparada para alguna nueva escaramuza
Es sólo un pensamiento que emergió de su cerebro alguna vez
¿En qué lugar nos encontraremos entonces donde no haya repugnancia
para que sepan de mi preñez de loba?

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Aquellas preciosas

Acerca de las masnarras hay poco escrito
son especies que sufren de fotofobia permanente
de escasa irrigación de capilares
Seres vaginados
como los ángeles del convento de las Jerónimas de Sevilla
ejecutores genésicos de una progenie extinguida
Las masnarras magman la coherencia urden la analogía
y fraguan las equivalencias en medio de la noche
sueltan su cabello para tapar su tímido talante
y hacen el amor en algún recodo de la estación de Antón Martín
Las masnarras palidecen con frecuencia
debido a su nocturnidad prolongada
se imprecisan al amanecer se equívocan de manera contínua
en las noches de luna llena

Las masnarras son criaturas confusas indecorosas y mal nacidas
sin embargo hermosas y rubias después de entregarse al amor
aventurero
ambiguas de carne y hueso procaces de lengua y brío
estuosas de muslos enardecidas de ardor
las maznarras son individuas de mala educación

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Autopista de Ploeisti

En los suburbios de Bucarest la nieve se transforma en lluvia en el otoño. Las grullas errantes que vienen camino de las estepas rusas bajan en las verdes colinas del Otopeni y se aparean. El Danubio no está lejos de aquí y los bogantes cantan al ritmo de los remos.

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De mala muerte

El enladrillado conducía al castillo de alcurnia
En el interior del atrio – recuerdo – una escultura desnuda
de una princesa alelada
Más lejos eran la primeras luces
los menoscabos
los tiras y aflojas de intemperantes y proxenetas
Era junio – dicen – alguien me confirma desde un escondrijo
un anciano tocaba un tango medio dormido en un tablado
Más lejos era ya la madrugada y las putas fragorosas
perdían sus colores se esfumaban los feligreses
La ciudad disonante sin fundar aún por la
imprecisión del paisaje en la mirada
el suburbio chillón de tamboreo y huifa
El corazón palpitaba profundo:
un fragmento de vida …….una fracción de tiempo con malvados
Empero no había reino ni había tanta claridad
sólo una mañana a punto de deflagrar en la licencia
¿Qué estaría haciendo su alteza a esas horas?

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Dogma

El dolor al pecho me hace olvidarte unos momentos: evito la muerte me arrepiento. Es sólo la digna esencia de la materia: la duda la razón
invadida que conoce el miedo
He visto una alondra deflagrarse en el crepúsculo esta mañana. Nuestros huesos tienen aún identidad
son parte importante de un sujeto que respira.

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En la madrugada de Testa allé

Cuatro cervezas Tuborg para apagar la sed después de un crack.
La anochecida es más oscura en Tensta allé en este invierno del siglo octogenario
Hay nubes ornamentales en la persistencia de la noche
náufragos bacantes que
celebran una ocurrencia como si fuera a concluir el universo
Un rubio maniquí convertido en basura
corre semi desnuda hacia la calle porque teme por su vida
– cargada de cicatrices –
da pasos inciertos en la sombría mugre del cemento
Quién sería el que le dio el último volumen del residuo níveo
para lacerar su puta piel con aguijones
Mira hacia el cielo pero no ve nada
luego sorbe irascible un trago más y deja un poco de bebida
en el fondo de la lata
para quien quiera disponer por entero de la náusea
antes de la madrugada
Otro ángel blanco va dando tumbos entre los pilares del bulevar
y la ninfa se pierde en
una maraña de escaleras automáticas donde sube con su minifalda
de figurilla de escaparate de Hennes & Mauritz
más arriba de sus muslos macilentos
Sus compinches se rien de ella a carcajadas.

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Gentil dama de Helsinki

Descalza en la piedra donde no queda huella visible junto al rompeolas en el Kaivopuisto. La piel ardiente los atuendos despojados por el fervor de haberte conocido huyendo de un cuadro de Gallen Kallela con plantas silvestres que expelen su aroma fresco en la rambla.

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Luna (La misoginia de hombre con todo es un elixir final)

La misoginia de hombre con todo es un elixir final
para el ave rapaz cegada de pánico
en tu piel morena
los huesos ubicados en el lugar que corresponde
como paisaje anatómico
sugestivos en estructura al tacto y tu cavilante
bajo el follaje del viejo arce la luna fúlgida
la espesura profanada
resignada en el atractivo de estos otros huesos
débil – aseguro por tu aspecto –
la pálida de la fiesta con otra figura
Una urbanidad desconocida sin embargo reconozco alguna semejanza
donde se ocultan los astros y tu te amparas en mis fantasías
¿Qué difumina tu belleza entonces?

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Muro de Berlín

Hubo muchos que ni siquiera esperaron que me fuera
aves rapaces buitres de mala muerte
entraban y salían de las habitaciones apropiándose de mis cosas
mis escasos libros mis viejas corbatas mi chaqueta de paño inglés
Te guiñé un ojo al pasar y tú te sentiste claramente ufana
el rey se había muerto y el templo tenía las puertas derribadas
alguien destruía la validez del calendario

Allí paseábamos antes de la mano por la plaza pública
Lo había dicho, como si fuera un esmirriado slogan
un ridículo cartel de frontera
los hijos se quedan en casa
El mundo estaba bajo llave como si nada
las ojivas nucleares la Convención de Ginebra
la política de los teléfonos rojos
todo el polvo se barrió bajo la alfombra

Yo tampoco me arrepiento de haber amado en esos días
mis homenajes fueron antiguos humanos cándidos
Una misma moneda que tiene y tendrá dos caras la historia y la barbarie
los textos son ambiguos los burócratas irresponsables
Huelga establecer los límites memoriales ante la nada
la verdad es una refutación kantiana
los poderes se anulan como si fueran una ecuación matemática
que cambian su coeficiente

¿quiénes de los viejos quedan en las oscuras habitaciones del palacio?

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Nos invaden

Un siervo se despide sigiloso de su tribu para evitar la penitencia. Su testuz combada y la frente con signos de ceniza de cara al fuego. Ha sido pues ungido en vida en una causa desvalida de fe, menguado de razón. El hombre diestro, pierde la validez que hasta entonces tenía su argumento.

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Otoño del 96

Miro hacia el jardín y mis pupilas sorprenden la fugacidad de un relámpago
Tal vez no existo
soy sólo un espejismo que amarillea la lóbrega arboleda
una articulada mise en scene una descuidada mentira
La madreselva se resiste a la persistencia del viento
sus hojas mantienen la lasciva humedad de la llovizna y de la pasada noche
La savia se extravía en el camino hacia los pétalos
se tempraniza se prematura entre las ramas
Un hombre se pierde en medio de la bruma ante mis ojos
en la umbría vecindad del mar del norte
Una sirena ulula en la imaginación distante de algún puerto
No hay ni habrá jamás lejanía en su mente
sus huellas se disipan con torpeza en la profunda nieve
Los cuadros cuelgan ahora en la blanca perpetuidad del muro de mi casa
con casual destreza con un orden de estética doméstica estudiada
En la cocina una olla expide un intenso olor a comida
Riitta esculca la profundidad del tiesto
la paleta arrebata en su madera
el secreto al metal y a su forma
Una fotografía refleja tenuemente la silueta de un árbol deshojado
cubren el vidrio que la envuelve
El color de la vida se destiempla se descontextualiza
se humilla ante la realidad que modifica su única existencia
Un zorzal apresura su vuelo para evitar la calma
y elude ser una figura pedestre
semejante a la pasividad de los cuerpos en reposo
Las flores se marchitan
desangran su íntimidad desde las corolas
hacia la mohosa nada
Qué puede urgir ahora la vieja memoria me pregunto
El otoño se confunde en la opacidad de la mirada en los gestos
y hace frío en todas las habitaciones de esta eruginosa casa
Una ráfaga de viento estremece la vidriera de la ventana más cercana
La garúa perla insistente la rama extendida de una palma
algo insinúa la sequedad en su aterido cuerpo
En la penumbra se escapan figuras que reconoce mi cerebro
algunos objetos figuras ambulantes una decena de rostros quietos
La evocación me obliga a rondar como temeroso fantasma
intangible próximo a una desesperada tristeza
Vuelvo a pensar que no existo unas pisadas en la nieve
la presteza de un relámpago en la oscuridad de la arboleda

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Sarajevo

Hay fachadas de edificios destruidos por la guerra
individuos desdoblados en la fugacidad del tiempo
siluetas que construye la noche sus propias semejanzas
Estaciones de tren donde nunca llega el alba
ruidos gritos murmuraciones de gente apresurada
el día se cae hecho pedazos
explosiones sirenas estridencias de fusiles y metrallas
Un relámpago destiempla de súbito la frágil presencia de la tarde
La lluvia surge pronta la ciudad se anega de dolores y de barro
Unos hombres salen en cortejo a enterrar sus muertos
La ciudad es hostil
profundamente hostil y vulnerable
Claman por piedad los desconsolados
los ancianos la multiplicidad de sus penas
La tarde sigue siendo una antojadiza espía
posa su sombría relevancia en los detalles
Los caminos no permiten que la guerra abandone esta destruida urbe
están cortados con una profunda herida
Ella también y el neón
las luces de los escaparates de las tiendas
Ya nadie hace culto al fetichismo de la época
se mata para oficiar la barbarie de los malvados días
y los cuerpos pierden suficiencia
La dignidad descendida a la tierra repugnante
bajo un centenar de escombros yace de vulgares cascajos
La sombra alcanza una atrevida destreza en la zona prohibida
la ruina tendrá después de todo su nefasto epicentro
Un francotirador apunta su villanía al caer la noche
el humo entorpece la visión existente entre los muros y las piedras
se traspone el silencio y brota con claridad una profusión de llanto
una nueva ráfaga parcela las osamentas
cuando acaba el derrumbe los vestigios están allí presentes
¿adónde irán a parar los siervos de la gleba?

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Travesía de Douz

En Gabés cercano al páramo Hamed marcha en una caravana de dromedarios a Douz. La grava se altera en trizas estériles en la aquiescencia del desierto Desovan las lagartijas trashumantes entre los pedruscos yermos de Kebili Se ruinan los ídolos y los peregrinos en los cenobios del rastro agonizan las zarzas y las musarañas de los cenegales Me enternece la claridad de la mezquta en la kashah camino de las ciénagas de Marrkía.

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Bitácora del regreso

¿no es el acto que apresa la ironía
obstinado creador de mis recuerdos?

1

¿dónde están las paredes que viví?
remuevo el barro fresco
de las casas antiguas
y descubro
los rasgos de mi padre

2

porque hay días que no puedo perder
en esta ciudad ciega
yo la amo
aquí la luz se da como los frutos
es un sitio cuidado desde el simple poder
de una mirada
mordiéndose los labios

3

pon las manos en la noche más alta de tu pecho
asómate al abismo
la pregunta
confiesa tu rencor por esta tierra
deseas que vaya al sitio donde el sol
ha secado mis pasos
y por eso al tocarte
me acaricio

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Deseo de raíces

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
Rubén Darío

Esta mañana algo se detuvo
y muy a pesar mío
espero en un sillón,
deseoso de raíces.
Quiero sentirme árbol
no para dormir
ni para morir menos
-bastaría con echar a la basura
mi endeble filosofía de la vida-;
simplemente
me duele la cabeza.

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El otro poeta

Todas las cosas a las que me entrego
se hacen ricas y a mi me dejan pobre.
Rainer Maria Rilke

Esa esclava que obsedió al orfebre
adorna la muñeca del guarura.

La última acuarela del suicida
se multiplica en el papel tapiz.

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Repudia la razón

La razón es inútil,
no es humana.
Es la ínfima parte que nos toca
de Dios.
Y lo demás, lo nuestro,
está en los sentimientos,
la flaqueza.
Porque saberte débil es sentir que estás vivo,
porque la perfección te da la fuerza
y el poder matar.

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