La pared cruje.
Grieta en lo blanco.
Allá va, desunido,
el cuarto.
Detrás del tragaluz
un rostro, otro,
mirándose,
mirándonos.
Un cubo despegado.
Pegada la oreja a la pared.
Oye.
Algo va a romperse. Algo
crece.
Lo que en el muro
hierve.
Abierta, no,
entrejunta.
Esa ranura mira.
Detrás de lo blanco,
blanco.
Ahora el silencio.
Las paredes se cuartean.
El cuarto desmoronado,
navega. Y ese brillo.
La puerta transparente.
La raya negra y el battello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
No hay silencio
sino
cuando el Otro
habla
(Blanco no:
colores que se escapan
por los bordes).
Ahora
que el poema está escrito.
La página está vacía.
El sueño no:
la pérdida.
El blanco roedor,
que ciega.
Pierdo pie. Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.
¿Qué se hicieron los cantantes?
¿Qué se hicieron los cantantes,
los reyes, los Matamoros
de dril nevado y los oros
de las barajas de antes?
¿Quién las tardes del Cervantes
recuerda, y aquel grabado
del Diario, desdibujado,
y los bailables de Sagua?
Que se quede el infinito sin estrellas,
Que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
Un planeta en su abismo y en las huellas
Del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil.
¿Qué se hicieron los cantantes,
los reyes, los Matamoros
de dril nevado y los oros
de las barajas de antes?
¿Quién las tardes del Cervantes
recuerda, y aquel grabado
del Diario, desdibujado,
y los bailables dSagua?
(Las guitarras llenas de agua
están, y el tambor rajado.)
¿Los dioses
se fueron, se quedaron,
murieron con Beny Moré
ellos que con él alucinaban,
o habitan aún las orquestas habaneras,
las trompetas como dos lluvias de flechas,
los cascabeles roncos,
y las tardes de músicos y monos?
Si hija,
quisiera ser
la madre más normal del mundo
para vos.
Aunque me veas siempre
pateándole la cola
a mis sueños
corriendo
ensimismada
agotada
loca y feliz
a pesar de tanta angustia.
Mi sueño más dulcito
sos vos
y
quisiera fugarme
en esta mañana de trabajo
a saltar caballito tun-tun
tomada de tus manos
a plancharte el uniforme
darte la comidita calientita
dejarte en la puerta del colegio
y que me des un beso
y me digás hasta la tarde mamá
como la mayoría de las niñas
y yo te diga hasta la tarde mi amor
con la cotidianidad
de una mamá normal
en un día común
sin sentir hecho nudo
el corazón.
Alguno que otro día
me amanece el deseo de invitarte un café,
de abrazarme a la certeza
con la que me nombraste para siempre.
Quiero escuchar como respira en vos el universo
y descubrirme en el milagro sin edad de tus pupilas.
Además de poeta,
media madre,
un rato por las noches
y los fines de semana
costurera diplomada
nutricionista empírica
médica autodidacta
artesana inspirada
un poco bibliotecaria
articulista inédita
algunos estudios
en letras y sociología,
habría que agregar :
hilvanadora de lunas
coleccionista de sueños
– con el respectivo costo
de lágrimas, risas
y desvelos –
es decir,
enamorada indómita
del milagro universo
del movimiento eterno
….
Yo
te quiero desnudo
intenso en tu paisaje
de paraíso mío
noche-día fundidos
fuego
estallando en mis manos.
Yo
me quiero desnuda
emergiendo del polen
líquida en tu lenguaje
de rosas subterráneas.
Venada de tu pasto
me quiero libre
y ávida.
Lloveme cuarenta días
y cuarenta noches
colmame de humedad
hasta la transparencia
Que no hayan faros
para marcar el rumbo
del existir salvaje
ni islas
que contengan
la plenitud
arrasante
de las aguas.
Conjurá los ríos
que un día
se petrificaron
en mi pelo
y
desbordémonos.
I
Un buen libro
es como tú.
Podría pasarme
un domingo completo
leyéndote la piel
y amanecer el lunes
con la necesidad de volver
detenidamente
a leer
desde el principio.
II
Nunca dejes tu cuerpo
sobre la madrugada
No me tiendas tu sangre
como quien deja un lienzo
al descuido en la cama
No me insinues un bosque
un cielo horizontal
Mira que soy un cuerpo
Adentro de mi ropa
unos ríos fluyendo
sin desembocadura
sin playa donde estallar
oye que ríen mis duendes
que lloran mis princesas
que he perdido la brújula
entre tanto desierto
y aunque respire el frío
que hace casa en tu bosque
y me tiendas tu sangre
como un lienzo al descuido
después de todo el llanto
no sé como llegar.
¿Encontrarás el camino a mis manos?
¿Borrarás con tu beso
el abismo del tiempo?
¿Cómo palpitarás
si un día olvido
que no tengo luz verde
y decido cruzar en rojo
hasta tu espalda?
Es un crimen vestirte,
cubrirte con cristales.
Una inconsistencia, rociarte de
fragancias
ajenas a tu humedad de niña y
holocausto.
Totalmente imperdonable
no arrancarte perezas,
polvo,
andrajos
y contemplarte
desnuda
intacta
vital
palabra.
Estoy de pie,
en la calle
donde desembocan los destierros,
esa tierra sin amo y sin esclavos.
Vengo de algún lugar que tuvo
nombre,
de la persecución mortal de la
esperanza.
Vengo para dejar libres mis raíces
en el suelo fecundo
de mi origen.
Desde que te cabalgo,
desde que me cabalgas
y la ansiedad de mi piel
y el reclamo de mi boca.
El incendio diseminado
y tu nombre
y tu voz resonando
y la humedad
y el sol
y el bosque
y el mar
y el universo dentro de mí
haciéndoseme lágrima,
risa,
dibujándome tus ojos
prendiéndome fuego
fuego
fuego…
sé
que los demonios no me son ajenos
que el estado de posesión en el que habito
lo engendró un infierno
profundamente
humano.
Hay un hombre desnudo que resume
una plegaria de astros milenarios
una ecuación silvestre de gemidos
y un misterio de dios excomulgado
Un hombre que se viste con la tarde
y desangra el dolor que enciende el alba
un hombre, en el pecado de llamarse
epicentro del deseo que me estalla.
He abierto mi puerta
…para que incies hoy
tu ruta de salida.
No intentes
sospechar el calor,
no lo interpretes.
Si no fuiste escenario
del incendio,
jamás sabrás
esa dulce agonía
de la llama.
Mujer de treinta y tres,
desaforadamente loca
-pero de apariencia cuerda-
jefa de una familia
que no le respeta
su nivel jerárquico,
sólo cuando se lo toma en serio
y haciendo uso legal de sus derechos
ejerce la violencia maternal
establecida.
En este planeta
la luna ya no gira
abandonó su cara obscura
en la hondonada.
Su luz se esconde
en la rueca de una bruja.
No juegues con ella,
podría ser cruel
y pincharte
hasta que brote un sol
del dolor contraido de tu sangre
y se sume a la vida una galaxia
y el movimiento fluya rotativo
y vuelva el sentido para ser día y ser noche
y despierte así, del sueño-para-siempre
esa lunita triste y detenida.
Yo nací con la lluvia
En el mes más apretado
de los temporales.
Yo que soy tierra
Fértil-desierta
Que guardo el fuego
Y no lo dejo pasar de largo,
Que me respiro
Que vuelo a veces
Que soy el viento.
Si vamos a hablar de amor
pido permiso,
debo dejar mi piel
sin envolturas
sin artificios,
los zapatos, la ropa
se quedarán a un lado
vamos a correr descalzos
a beber la alegría
de la tierra nuestra
que andamos.
Inútil la soledad
Si te habita el misterio
Si el asombro te arroja a una luna de enero,
Si el dolor no es estéril,
Si renacen las flores donde lloró tu sangre,
Si tus sueños se niegan a rasgar sus vocales
Y te derraman su saia sobre el miedo y las sombras.
El amor vuelve
de los abismos
como un viejo milagro
en nuestra edad de niños.
Y nos desgarra
con su voz torrencial
para gritarnos
que aún estamos vivos.
El deseo: pájaro negro en la noche,
abre sus alas y golpea.
Muerta el alma el deseo la hace espuma,
los caballos del mar ya no están quietos,
se exaltan y pierden.
El hombre se mueve, en esa marea
ahoga sus sentidos.
Porque no tengo necesidad de hablar
estoy callada.
Suena triste pero es más verdad que el silencio.
Anoche hablé hasta que me dolió la comisura
de los labios.
Pero anoche era un tigre.
Ahora soy aquella, la hija del hombre:
sin mañana
sin semilla
sin voz.
I
De la ciudad
no puedo decir nada
porque llegué dormida
como quien llega al mar
a no pensar.
II
Vivir en la ciudad
es como un sueño largo
uno no sabe nunca
cuándo va a bostezar
y empieza el despertar.
No oí un tango argentino
Ni comí en las manos de un pájaro;
Un pájaro es una hoja expuesta
Acribillada de vacíos por todos lados,
Un bulto de ceniza, casi blanco,
Está sentado delante del verdugo
Esperando el alimento de los justos;
Hay un grito en las montañas,
En la cumbre de aquel vaso de flores,
En los gestos obscenos de la tarde,
Que abriga a un dinosaurio
Congelado por la rústica luz
De mi pensamiento.
¡Ah, nada, nada es mío!
Ni el tono de mi voz, ni mis ausentes manos,
ni mis brazos lejanos.
Todo lo he recibido. Ah, nada, nada es mío.
Soy como los reflejos de un lago tenebroso
o el eco de las voces en el fondo de un pozo
azul cuando ha llovido.
Transformará Minerva tus cabellos
en serpientes y un día al contemplarte
como en un templo oscuro, con destellos,
seré de piedra, para amarte.
Quiero otras sombras de oro, otras palmeras
con otros vuelos de aves extranjeras,
quiero calles distintas, en la nieve,
un barro diferente cuando llueve,
quiero el férvido olor de otras maderas,
quiero el fuego con llamas forasteras,
otras canciones, otras asperezas,
que no haya conocido mis tristezas.
¡Que pronto llegue lo horrible!
¡Que lentamente llegue lo maravilloso!
Seguid la carretera que tendida
entre prados está
como inmenso reptil de fina escama
parado a descansar,
y una plaza, antesala de una aldea,
por fin encontraréis
donde la vieja iglesia está orgullosa
de su misma vejez.
Y allí donde agrupadas las acacias
al declinar el sol
parecen los guardianes que se estrechan
para velar mejor;
allí donde las brumas misteriosas
flotan entre la luz;
donde corta el escueto campanario
el horizonte azul;
allí donde las negras cordilleras
parecen a mi afán
negras perlas formando de los valles
el sombrío collar,
está la pobre aldea que idolatro
porque en ella nací,
cuando el otoño descolora impío
de la selva el matiz.
Por la simple fricción de las palabras
se llega al éxtasis.
En ésta, mi primera relación con el texto,
textualmente me revuelco en el lenguaje.
Entreabro los labios para decir ‘esta boca es mía’,
pero no sé si soy yo la que por esta boca está hablando.
Me sepultaron a los veintiocho,
durante junio,
inesperadamente cavaron el pozo
y arrojaron sobre mí la tarde.
Ni siquiera el grito,
sólo el canto de la cigarra
en plena liturgia.
Desde entonces,
solitaria en el jardín
y repleta de furia,
germina mi ausencia
en los árboles
que tanto cuida mi madre.
A través de este hueco respiro
las palabras que los otros lanzan al exilio,
siento su dolor
en el intento por descoser tardes
a su piel prendidas,
¡cuánta desesperación en sus dedos,
separan las carnes!
resulta difícil cortar los hilos
que sostienen al sol a fuerza de lágrimas.
La distancia es cementerio de ausencias,
nopal cosido al pecho
cuerpo tendido en la autopista.
Es humo
que lanzan los olvidados
a la noche,
himno a la soledad,
refugio de los trastornados.
Es el bajel que abordan los suicidas.
A Minerva Margarita Villarreal
Serán estas cuatro paredes la hoja
que por años has buscado,
a la vuelta de tus días
escucharé de ellas las palabras
que tropezaron con el ápice de tu lengua
para quedar estancadas en tu mirada.
Para Alí Chumacero
Más allá de la primera imagen
de la mirada que arrojó Dios Padre sobre estas piedras
del mármol que revienta las cuencas de los muertos
de las palabras y sílabas
y nombres que faltan por nombrar
de las sombras aún ocultas en el vacío
y los últimos pellizcos de luz
que contemplan los sentenciados.
Ya no quiero dormir,
no deseo buscar entre los rescoldos de la noche
la máscara del día siguiente
ni darle tranquilidad a mi espíritu;
para mí la paz es ajena,
no la conozco, nunca la he visto
y no pretendo encontrarla cerrando mis párpados.
Siente mi corazón una alegría
extraña, a flor de piel vaso de esencia;
aunque yo desnudase su presencia
su desnudo integral me cegaría.
Es esta milagrosa sinfonía
de mi risa y mi danza, adolescencia
en mi sereno rumbo de inocencia,
trompo de luz y pétalo de un día.
Grácil volar de leves ruiseñores,
núbil campaña de cristal tallado;
el ensueño del sueño de mi Amado
es el prístino amor de mis amores…
Rosal de amor que da sus rojas flores
en un desvelo reposado;
y cuanto más amor, más desvelado
abrirá el corazón los surtidores.
Por sentirme despierta en la cautiva
morada oscura de su sangre, llevo
este amargo laurel de gajo nuevo
y esta miel de cilicio rediviva.
Y no quiero saberme fugitiva
de la celda de amor en que me muevo;
porque el ángel te encuentre, yo renuevo
mis llamadas de intacta sensitiva.
El viento peina la sombra
que se ha mojado la luna.
La luna besa la huella
de su esperanza desnuda.
¡Media luna de los vientos,
media luna de la espuma…!
(la sombra dejó olvidado
su peine de media luna…!)
En el cáliz de un lucero
una oreja azul fulgura.
¡Oh rosa, plenitud de muerte y vida!
Esencia, luz y ser, belleza. ¿Tanto
adoró tu deidad el sol y el llanto
para engarzar tu imagen definida?
Rosa del goce sin dolor, nacida
de la nada a lo breve: dulce canto
del ruiseñor, que enseña en su quebranto
con la novia, vestal entristecida.