Otros bares

Ahora es diferente. Las tabernas
genuinas quedaron desbordadas
por bares de paredes decoradas
y asientos para incomodar las piernas.

En la noche, parejas nada eternas
perseguidas por las ciegas miradas
de otros, presentidamente envidiadas
por el futuro goce.

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Otros poetas

Cimadevilla, ¿qué hubieran dicho de ti
Antonio y Nicolás,
Manuel del Cabra! y Blas
si hubieran en ti vivido
y probado lo que das?

Digo: empapándose de lo salobre,
de seres riendo sus miserias en tandas,
de calles pinas, ropas azul mahón
—desteñidas, desflecadas—
o colgando en galerías
como banderas humanas.

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Red

—Arría, chacho.
y desciende la red hasta el panel.
—Va boya.
Preludia el va boya la saliente cuerda
donde el corcho se ha de atar.

Quedas plegada en el fondo,
arrebujada como un monstruoso gato, red
Del puerto zarpas hacia el dudoso mar.

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Un hombre

Con qué precisión de troquel me hablas, hombre
Sabes de la mar salada
más que el Emperador Celeste,
más que los Coleccionistas,
más que los Catedráticos,
más que los Buzos y Directores de Museos;
también más que las gaviotas
que en el mar deyectan, comen, duermen.

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Viejas y colegiata

Mujeres no tan viejas
como la erosión inmemorial de tus sillares,
Colegiata vieja;
mas sí tanto como las indefectibles viejas
acuclilladas en el escalón
de tu siempre ¿por qué? cerrada puerta.

Fuman a veces como fieras,
dando viabilidad de huída al humo
su sumida desdentadura
—por la forzada desdentadura
de sus faltriqueras—.

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Canción a los elementos

A Moraima de Semprún Donahue

Muchacha, Alberta, extrae la poesía de los átomos.

Descubre, por ejemplo, las notas del canto del agua,
porque en cada gota, el agua es vida de un mar,
de un gigante verde, de tigres veloces,
de pueblos peregrinos, guerreros e ilusos;
y porque decir agua es casi beber,
y en su ínfimo y transparente grano
vives la humedad perfecta del engendro,
un beso líquido de amante y madre.

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El altar de los espejos

Los piratas sabían
guardar a sus cautivas;
entre espejos y espejos
las tenían…

Aquí sólo leo tu cuerpo;
los tesoros de la otra isla
fueron la posesión del banquete
entre vinos de un parral en primavera.

En esta roca el dolor
nos distingue de los dioses;
las olas nos roban
una y otra vez la cercanía.

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Herencia

Hijo planetario de mi heredas solamente
una explicación que te explica:
vienes desde donde yo mismo
he venido a tientas.

Acaso este tesoro contenga
algunas de las claves
del crucigrama incompleto
que configuras con tus pasos de tierra.

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Nómada del silencio

A Hawad, voz del Tuareg

Pronto se acabarán los puentes.
Los ríos, los mares tragarán la tierra.
Mendigaremos, si acaso,
aire para los ojos
vientos para la mudez de las arenas.

Y qué puedo hacer yo con las mareas
con estas islas que son rocas oscuras
con las nubes que pasan desnutridas
volando grises cargadas de tristeza.

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Paisajes de EE.UU.

Si cada ladrillo hablara;
Si cada puente hablara;
Si hablaran los parques, las plantas, las flores;
Si cada trozo de pavimento hablara,
Hablarían en Español.

Si las torres, los techos,
Los aires acondicionados hablaran;
Si hablaran las iglesias, los aeropuertos, las fábricas,
Hablarían en Español.

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A quien pueda interesar

hago constar que no la conocí en forma alguna
ni ahora ni en otra de sus vidas y reencarnaciones
ignoro si alguna vez comí un muslo suyo de gallina
si bebí leche en una ubre vacuna de su propiedad o
acaricié sin saber su pelambre de gata del tejado
quien suscribe en perfecto estado de salud
a duras penas
hace conocer su decisión de alimentarse por ahora
con flores del desierto solamente

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absolutamente nada

(él es el mensaje)

ciento cincuenta canales
de televisión y nada que ver
absolutamente nada
la misma mujer el mismo
hombre los mismos
repitiendo infinitamente
el absoluto sin sentido
de sus vidas en pantalla
chica sus vidas chicas
en pantalla donde
únicamente es noticia
verdadera la apariencia
el control electrónico
saltando de la nada
a la sometida existencia
que muele sobre ti

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La casa de los signos

(a Luis Beltrán Díaz)

??Alabada sea toda/ Semejanza/ si el hombre a la orilla/
de la nada/ se atreve/ y levanta la casa de los signos??
Humberto Díaz Casanueva

I

en el sepia de la tarde/ frente al enceguecido sol de mi silencio/ la
pretensión de hablar/ con estos papeles amarillos desde siempre

II

si arrancó sus ojos/ fue únicamente/ para contemplarse/ para
buscar dentro de sí/ la luz que no se extingue/ la que no cesa/ en
la larga noche/ de la casa de los signos

III

¿se acaba el hombre?/ preguntaste/ y el enigma sobrevive/ este
salto que señalan/ los viejos signos/ el oráculo/ las terribles cartas
del Tarot/ las tres monedas/ a las que asignamos/ tres al cielo/
dos a la tierra

IV

el enigma de la luz/ te opongo/ el enigma de las sombras/ ¿en que
orilla cabalgamos?// ¿me das tu todo/ y te devuelvo nada?// la
casa habita/ en su silencio

V

hoy es el día/ ¿cómo preguntarse por otra cosa?/ lo terrible de
este momento/ esconde la grandeza que señala/ un pacto inédito
entre luz y sombra

VI

sobreinfinito/ el hombre interroga/ o musita un deseo/ un trueno
lejano/ en el llano sin nombre

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ríos

(a matth y a bery)

mi infancia saltaba de piedra en piedra
las ágiles corrientes del pueblo

así ha ido mi vida desde entonces
resbalando cayendo saltando de nuevo

ahora que atónito contemplo
los cauces secos de tantos ríos

saltar o caer ya no tiene importancia

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Aún

¿Quién llora
que no pueda llorar
desde los cuencos secos?
José Ángel Valente

Ha dicho el oscuro:
Todo es fuego
Pero no al mismo tiempo
Aquí es al mismo tiempo
todo fuego
Aquí el sonido es fuego,
la mácula es fuego
los árboles son de fuego, de fuego los hogares
y el cielo una gran sombra de fuego

Aquí todo es al mismo tiempo
todo sucede y acaba mientras el resto sucede
sucede que todo acaba
porque todo es de fuego
todo acaba y todo sucede
el fuego sucede y acaba
pero la llama persiste
porque todo es
al mismo tiempo
Todo es aquí y ahora
el cielo y la niebla son aquí
son ahora los niños de fuego
y la memoria de fuego es ahora
Yo soy ahora, soy aquí una llama
un nombre ígneo

Debimos llamarnos de otro modo
más oscuros, más sigilosos
pero es tarde
y la tarde es también de fuego.

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Consagración de la primavera

Alabada sea tu alba carne, mi telúrica. Bendito el tuyo vientre que me consume. El centro sin centro de tu cuerpo, una esfera que lentamente nos llueve. Unidos por lo frágil me conmueve la suave trama de tu piel.
En la lenta corrupción de las horas, la soledad y su húmedo poso de caricias nos callan.

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El auxilio de los idiotas

Nada, ni la pequeña letra de cláusula
en falso contrato
ni la angustia en la mirada
que me sueltas en un dejo de lejanía
ni la atolondrada cabeza con que montan
los andantes el caballo por pascuas
ni el lento arremolinar de tu postiza cadera
minando mi costado por frotar despacio
ni el recitar agónico de los proverbios
o el Eclesiastés que de memoria
aprendimos a tu madre

Nada, ni la fingida carcajada
ni los malos hábitos que trasatlánticos
nos señalan
podrán frenar el duro encuentro
de encontrarnos
desnudos de golpe
asustados como quien no entiende
la mala broma, la gracejada
esperando en la infinita esperanza
que no llegue a tiempo la hora
de amarnos despacio
en un franco ademán desprevenido.

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Erradumbre

El comienzo fue la espera
el silencio
el rumor de trenes arribando a la noche y sus gritos

El grito fue la lanza
el silencio
que se parte atravesando las calles

La calle fue la hembra
el silencio
siempre alerta de las golondrinas

La golondrina fue traición y desencanto
el andar cansado de caín y su quijada
la humedad de un río llamado eva

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Heredamos la herrumbre

Heredamos la herrumbre. Heredamos la voz metálica de los muertos. Tenemos de los idos los mismos rasgos y la misma piel. Somos el nombre que nunca dijeron en voz alta. Heredamos los signos del fracaso. Hoy la tierra reclama los hombres que nunca vieron al relámpago estrellarse en el horizonte.

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La doctrina del fuego

Habrá Dios enfurecido y marcando las cartas
lanzado su fúrica mano sobre la mesa
sin importarle demasiado los comensales
y otros reunidos para el pokarito
que han dicho ese Alberto qué calamidad
mira que perder con tercia en un lugar de mala muerte
y mirando a Dios en su berrinche
— terrible pataleta de scholar ante los proverbios—
murmuran ahora es que Arellano está en problemas
más vale correr y no mencionar su nombre
solo apellido que eso confunde
negarle tres veces antes del alba enrojecida

Hay que ser afecto al vodka antes que a la vida
para gritarle así, como si tal cosa
Soy acaso yo guardián de mi hermano
y reír acremente, Pedro desde aquí veo tu casa
eres piedra y sobre ti construiré mi iglesia
una cama, una cómoda cocina, un arbolado espejo

Ahora ya no importa demasiado
ese necio pagará bien la cuenta antes
de retirarse en un mutis oportunamente alegre

Es menester que salgamos en silencio todos del casino
e ignoren este penoso accidente
que al Señor Dios le retiren la bebida
que se olvide ese bruto embrutecido de rimar
cosas que a nadie valen
Y por favor, alguien avise prontamente a su madre
que es sin duda hora de su muerte.

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La manía del viento

De nada sirve volar
rodeado de puro aire
Es mejor remontar las alas entre la negra tierra
Entre el risco metálico
En lo profundo del silencio
Volar ahí
a brazada molida con lo pétreo

Habría que luchar con el polvo desde su origen de polvo
con su condición de roca en desgaste
mancillar directamente al elemento en la química de su primer resuello
ahí volar
mancharse las alas de mullidos
terrones

Habrá que remontar el metal en su pulido osario
para que la roca hable
para que el fuego se escuche bramar sus motivos

De nada sirve respirar siempre aire
habría que respirar fuego
llorar fuego
escribir fuego con los dedos
encendidos
soñar agua
y tener miedo siempre del vacío

Habría que llorar tierra y fuego
metal y viento
O sostener la respiración un largo rato
mientras las alas terminan de crecer bajo los costados
y el aire se ensucia con los rastros de la sangre
que c
a
e

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Manual de herejía

Muere el 28 de agosto de 430
estando la ciudad sitiada
desde junio por los vándalos
de Genserico
Aurelius Agustinus de Hipona

Señor de los excesos y lengua de arena
Tantas lágrimas guardaba Agustín para dios
Tantas voces dejó escuchar quien confiesa a fin de cuentas
que ha sufrido, que la carne
le ha sido grata y el espíritu no lamenta su derrota

Ese dios de Agustín venció años después a
Genserico
a Maniqueo
a los cátaros y su pureza

Agustín se doctoró en iglesias
pero aún tiene noches en que recuerda a las negras
faldas que pecando
lo volvieron santo

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