Bodas con la luz

Un día temprano, súbitamente florecí con la luz
ese día la luz nació y se hizo carne, se hizo voz,
se hizo huella y amaneció noctámbula dormida
entre mis brazos como abeja sin madre.
Más tarde me desperté con ella y descubrí
en mi abrazo sus terribles abismos: fui su esposo,
su esclavo, su mutilado mártir, y en los naufragios
reinaba como la voz del miedo y la sombra
acudía a su encuentro, con la cruz invertida
de los vastos naufragios y las esquirlas que la noche
puso en su casto cuerpo de doncella indomable.

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Canto de Orfeo

Y el canto, el canto, oh Dioses, que religaba
al hombre con la tierra: la dulce y beatífica
que penetrará en tus huesos y abrirá tu esqueleto
a la luz de los cielos, al viento de las sierras,
al mar, al mar, sus infinitas olas y todas las estrellas
que marca EL destino de dioses y mortales,
el canto humano y celestial, demoníaco o santo,
El que ha huido del mundo
dejando tras de sí el desierto que crece,
la gran voz de los muertos,
las cenizas de la memoria que nada nombra
sino el precipicio que se adelanta de la nada:
Pronto Caronte, pon a tus remos alas
y que mi sombra y yo fulminados
seamos por el rayo que animó el canto
y es hoy solo negra mortaja,
solo hiedra ya seca sobre el muro que cierra
el desierto que crece, aquí en mi corazón
y en la voz de las zarzas hablaron a Moisés.

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Claroscuro

I

El duro pan de soledad
El zarpazo del tigre agazapado en la noche
El invisible en el día,
La sed del infinito que se agota
En el infierno del desierto,
La sangre coagulada vuelta
A sus orígenes, el sudor y el miedo
Y el cansancio que el trivial comercio
Con la efímera eternidad del verbo
Se hacen oscuras obsesiones,
El yo condenado a sabiendas y el cobre de la
Campana del crepúsculo
Que llama a reunión de vivos y de muertos
Y qué harás hoy sombra de sombras
Que finges no conversar con las augustas
Sombras de los muertos
Tú que sigues el camino que termina
En el corrupto círculo que se repite
una y otra vez una y otra vez
‘vox clamantis in deserto’ y la campana
llamando al ángelus y la madre
traslúcida mirando desde la luna
la soledad donde se acunan las mortales
caricias de los sueños sigue sin embargo
sigue muriendo que en tu principio esta tu fin
aunque aquí no existan ni principio
ni fin sino la corrupción que los segundos
preparan en silencio para que el círculo
se cierre y nada como el alud de las montañas
se cierne sobre ti.

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Como Constantino

Cuando los Dioses nos retiran el habla,
soplo por el cual el alma canta y da
calor y neuma -todo soplo de vida-,
el ánima, empalidece y calla.
Como podría ser en su mudez
la roca, y preparar encuentros
con la luz de nuevos Dioses?

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Cuadros

A Marina Bofill de Portela,
mi madre

Madre sentada en mecedora
levitando sobre perfume de magnolias.
Ni su densa presencia ni el rumor de
las vagas estelas del alba
deslizándose sobre rayos de urgencia
en las cálidas noches
donde sueñan las densas aguas
del deseo y algo más hondo que el abismo
u oscuro que la pasión de un muerto,
danza en la noche la danza
extática del mito.

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Cuando yo estuve aquí

Yo estuve aquí: esta fue mi alma, mi altura, mi verdad,
el vendaval, la tempestad en la que zozobraron mis ansias, ¡ay!
y el tumulto, las volcánicas lavas que arrasaron todo lo vivo:
el oro que sepultó tras sí todo lo índigo, las ardorosas manos
y los cielos caídos como píos de la rama más alta,
yo Calibos, yo Ariel, yo el Mago, también estuve aquí,
pero fue el otro, el otro, que despertaba minuto tras minuto
tras de las marejadas que las auroras dejan tras de sí.

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El día

Llegó un día a mi puerta con un claro
silencio sobre la frente.
Era solo
respuesta tras el dintel vacío,
pura interrogación su boca
sin ninguna pregunta,
que guiara sus pasos.
Serené entonces mi corazón
agobiado
por el recuerdo innúmero
de lo que fue combate provocación,
y éxtasis.

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El final

Antaño sobre el azul, la deriva del sueño voluptuoso
‘el mundo interpretado es solo sueño’,
y no el tempestuoso mar que ahora lanzo contra mi
para olvidarlo todo. El gran ojo del cíclope que me abandona
a los designios del azar.

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El Gólgota

El azul que ayer poblaba
mis ojos y el infinito del azul del mar y el viento
la arena mezclada al roza del deseo
las lágrimas y los secretos demonios
que mantenían mi corazón en vilo y la danza coral
en la estación del aura primigenia, la inocente infancia
que se negaba a abandonarme y los dioses
con sus huellas dibujadas en mi sudorosa piel
todo ahora sucumbido y mirado con los ojos del cíclope
el desfiladero de la locura la pesadilla del vampiro,
el pavor de las sombras el insomnio que acecha
como un tigre agazapado tras las leyes inexorables de
la fragilidad humana el tiempo irredento las fuerzas
de los Daimones de la poesía que me mantenían despierto
y la sueñera de mi alma el Gólgota amaneciendo frente a mi,
la cruz negada y afirmada cien veces cien antes del canto
del gallo y la gota de sangre cayendo sobre mi frente
cayendo sobre mi frente…

Poema inédito proporcionado por el autor

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Escombros

El mas inhóspito de los huéspedes
habita ahora mi corazón;
escombros y más escombros
sobre el norte de la soledad
donde se incuba el huevo de la
serpiente que engendró fuera de
tiempo mi alma. ¿Mas qué hacer?
Horror es todo que llenó de infantil
alegría el podré que ven ahora
mis ojos.

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Espera

Toda la música
que afluía a mi boca
el lago de mi boca
los peces de mi boca
la gran mar estrellada
de mi boca
el infinito azul
perfumado de mi boca
perdidos ya
ya perdidos
el mismo ceto,
la misma esquina,
la misma desazón
la misma culebra
sibilante de la noche,
la misma noche perdida,
con notas disonantes
y el recuerdo como el piano
de Holderlin con las
cuerdas cortadas.

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La gacela

Que la muerte a la mano esté
solícita y dispuesta
a guiar esta sombra que persigue el amor
negado y prometido sea promesa de la muerte.
Ay rememoración de un imposible origen,
más allá, lo que rompe el espejo del corazón
que alumbra el claro de la razón
y nos refleja en los ojos luminosos
del felino.

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La ira de Dios

Si el corazón como un durazno seco
y sin vitales sabias, y el verano, como un buitre
que sin cesar golpea las puertas del destino
para recordarnos, que sólo sombras errantes somos,
recuerdos de un pasado aferrado a la pequeña inmortalidad
del deseo (ser no es querer perseverar en su ser Spinoza, no),
sino desaparecer, trasponiendo umbrales, ir más allá,
del otro lado, porqué siempre existe lo abierto y el
vuelo de lo abierto -lo sabe el pájaro, si, lo sabe-,
y el deseo jugando en ese espacio, también abierto
de otra memoria más profunda que esta.

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Misterios

Misteriosos son los caminos de la vida.
Tortuosas derivas, violentas cascadas,
vientos huracanados, crepúsculos que reflejan
el vértigo del mundo y la otredad del prójimo.
Y todo está en las manos, ojos labios y música
que pone melodía al corazón y a los misterios.

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Niño solar

Que burla señor, que has puesto en mi boca
preces y bendiciones, y en mi cintura
el fuego de los dioses que dominó la muerte,
ahora que solo clamo por ti, noche,
por tu desasimiento, yo , como exiliado, condenado,
solo en la noche libre, odiando toda luz, odiando
toda belleza, señor que burla, que burla ,
el largo camino
que conduce del sueño del niño solar,
a éste que ahora su cuerpo baña con las cenizas del
recuerdo,
– porque nadie puede saltar sobre su sobre su sombra,
ni coincidir con ella, cuando el mediodía se retrasa-,
– Oh señor- , y en mi solo crece el desierto,
el olvido que no puede olvidar el olvido
que lo revela todo-, las pequeñas muertes,
los pequeños duelos, abiertos en las confesiones
de las encenizadas lagrimas, – las que lloro por mi -,
y por aquella belleza que no engendró mi corazón
aquí, en ésta soledad a la que me condenaste,
al igual que Timón, Calibos, Catilina.

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Prevalecerán las aguas

A Ricardo Mosquera Eastman

Las aves van a migrar
en qué corazón y de que flores libarán las aves
que ahora me abandonan en el desierto
de los años
muerto de sed, y de visiones
o espejismos acerca de aquello que se fue
y de lo que no vendrá,
ahora que desando el camino
de los muertos
que hicieron de mi alma
un nido, y sus plumajes se muestran
mientras los años pasan
y nada adviene, como no ser
la barca de Caronte, arrastrándome
hacia el mito del ave
que yo temo en mis sueños,
y que golpea a mi puerta
por qué señor?

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Réquiem

Como Tiberio frente al mar azul, como Tiberio
al infinito tiempo de la espuma sin memorias ninguna,
como Tiberio el Dios atisbando sin ver,
más que el abismo del pasado y sentir vagamente
las incendiadas gemas arder en su corazón de niño,
así, como Tiberio, como Tiberio el Dios,
frente al inabarcable órgano del océano
siento subir en mí, contemplando como Tiberio
el elíptico vuelo de las aves,
el horror del pasado, el pánico quebrándose
sobre mi corazón, el quiasmo de lo no sucedido,
hundido como Tiberio, el Dios, entre tinieblas,
con las ardidas naves del verbo proferido por el deseo
del otro que fui, o de los Otros que hablaban
en nosotros, el infinito misterio del pasado.

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Silencio: A M.

Sólo el silencio, el silencio que guarda
y como ‘guarda’ de los misterios y secretas
imágenes que duermen en lo profundo del lago
transparente de los sueños, saben lo que somos,
hijos de las primeras hojas del otoño,
de los largos inviernos y los veranos ásperos
como frutos de nísperos, cuando nuestras bocas
eran fanales abiertas a la lascivia de la infinita
luz, del infinito sueño de la plenitud,
en la cual no estamos dormidos ni despiertos.

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Sol amargo

(a José Luis Dasilva Navia
por su poesía y por la poesía)

Tú, sol que has crucificado mis sueños,
incandescente que has cegado mis ojos
con el ansia temprana de la muerte,
aquí, en esta tierra de terror y de espanto
que me empuja al gran vacío de la nada.

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Sólo ostras me quedan

(a Graciela Sacalotto)

olor de garzas
pudriéndose ahora en la memoria
de la infancia de la escritura:
por fin he descifrado en tu ausencia
-en tu eterno presente-
las llagas del deseo del leproso,
el nombre que hace florecer la luz,
la presencia de lo presente,
el vacío lleno de tu aroma
que amanecía azul entre mis dedos.

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El visitante

Sepa que aun entre los miserables como yo, un mercenario por vocación, la poesía tiene sus defensores, sentenció. Y me entregó la página de un libro mío con una dedicatoria a un joven supuestamente muerto por subversivo.
No lo había visto nunca y no sé cómo llegó hasta mi lugar de trabajo.

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Dolor tremendo

Pienso en los niños pobres de mi tierra…
En Colorado Springs no hay gente mala.
Cómo quieren al perro y a su perra,
¡son los mejores muebles de la sala!

Aquí perros con suéter y bufandas,
con la alegria azul sobre los ojos.

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Acelguate

No les bastó el sudor de los obreros
no les bastó el llanto de las madres
querían inundar tus orejas con viudas
querían asfixiarte con cadáveres
Te soñaban ‘Museo Nacional del Genocidio’
‘Espejo del Horror’
‘Lámpara de Sumisión’ te soñaban
Y vos siempre vecino de los miserables
anunciando el mar con tu sombrero de ninfas
hermano del invierno y de su furia
fuiste fluyendo hasta todos los puertos del mundo
llevando en tus bolsillos
todo el humus amor de nuestros errantes cadáveres
toda las imple agonía de tu pueblo en llamas.

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an tu anet

a Antonia Giroldo.

Introduzco mi mano en el interior de este cuerpo de Rimbaud para abandonar lo sucio y deleznable, para arrancar lo rancio y lo raído, la desesperanza, el sordo vivir sin poder juntar las manos cuando llueve, sin poder elevar una oración cuando el terremoto atraganta.

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Cabellera

Tu pelo bien sería la risa de los árboles
si no fuese por su loca manía de enredarse en los labios

Tu pelo es como un grito de ternura
tratando de volar de tu cabeza

tu pelo es una inmensidad abierta

tu pelo es la guarida
donde cierne travesuras mi soledad

tu pelo es corazón de seis oídos
para mis doce cuerdas incendiarias

tu pelo fue sembrado por un dios
para que yo le celebrara sus aromas

varios lugares, de 1986 a 1996

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Celestial

a Tatiana Sledzinski

Bien: engañémonos:
Procuremos el bien a los descalzos
Abonemos el huerto y los trabajos
Ofrezcamos amor sin condiciones
Evitemos rascarnos los temores
Creamos en la virgen y en la patria
Demos la vida por nuestro semejante
Seamos como el Che como Jesús como el Demonio:

Ángeles hartos de cualquier esperanza

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Ciudad

San Salvador:
un tren
sobre los guijarros de la noche
Vagones apestados de mendigos
Avenidas de Dante y Diosmeguarde

San Salvador no tiene nombre propio:
se llama miseluz guarhumo puñaluna

Un fósforo se enciende
y brillan las heridas

San Salvador ya no echa de menos a la lluvia
Se convirtió en maroma que observamos
con la boca redonda
de sorpresa
y de hambre

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Contracorriente

En mi infancia
corría un río que me pertenecía

Me hizo creer que su aroma de piedra encantada
era como las simples palabras de mi madre

Lo contemplaba adquirir el color de las cosas
que iba resucitando:
una rama con hojas transparentes
la indecible alegría de mis compañeros
o el fresco ángulo errático de mi pie desnudo

Mi río me arrullaba a la hora del sueño
en lugar de mi madre

Hay ocasiones en que despierto
soñando con él

Y agradezco al agua el no haber aprendido a nadar nunca
para poder ahogarme en paz en la corriente
de mi interminable río perdido

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De ayer

a Patricia.

¿Cuánto dur?la escena
en que mi trastornado aliento se dibuj?en tu cuello?
Ahora veo que nada. Ahora estoy seguro
que del clamor con que mis manos recibían tu cuerpo
quedan tan solo retazos nebulosos de momentos.

Si no hubiera tenido tan roto el corazón.

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