Envío

¿Recuerdas todavía el débil canto
del ruiseñor perdido en la enramada?
Viste temblar conmigo aquella noche
la copa del ciprés.
Desmadejó
el cielo hilos de luna por tu rostro.
Pero después del pájaro y la luna
se apagaron los astros.

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Homenaje a Tiziano

He visto arder tus oros en los otoños de Murano,
en la cera aromada de los cirios de invierno;
tu verde en madrugadas adriáticas
y en los ciruelos de los jardines de Navagero;
tu azul en ciertas túnicas y vidrios
y en los cielos enamorados
de nuestra adolescencia
que nunca más veremos;
los ocres en los muros cancerosos
mordidos por la sal, en las fachadas
de granjas y herrerías;
tu rojo en cada teja de Venecia, en los clavos
de las Crucifixiones
o en los labios con vino de los músicos;
un poco de violeta
en los ojos maduros de las jóvenes;
tus negros
en las enredaderas funestas
sobrecargadas de Muerte.

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Laderas de la Peña Trevinca

Vamos hacia el techo de las montañas,
a las praderas del cielo
vuelven las vacas más hambrientas que al alba,
helados sus hocicos, helados van los mocos
del zagal, mas se siente
un dios viendo abajo la noche
donde humean los techos de pizarra, las cuadras
aún aquí lame el sol gramíneas arrasadas,
raíces negras, urces, zarzas indomables,
son de cadmio las piedras, la soledad espanta,
sienten temor los burros subiendo más arriba
(qué horrorosa la idea de volver derrotados)
lame, sol, lame láminas de cielo tu miel,
pues no puedes ya entrar por los valles,
robar la niebla al lago muerto,
suspender el paseo de la loba

(hombres duermen abajo
sobre la hoz y el heno, tenebrosa
noche de los cubiles, ¿comerían
los cerdos a aquel niño?

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Megalítico

Esa enorme piedra torturada
sostiene el techo de la Noche.
Esta enfebrecida carne penetra la oquedad de los siglos.
En torno un vacío que deshace o sustenta
la soledad del mundo, una luz que ilumina
las heridas producidas en el acero.

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Nocturno

Duermes como la noche duerme:
con silencio y con estrellas.
Y con sombras también.
Como los montes sienten el peso de la noche,
así hoy sientes tú esos pesares
que el tiempo nos depara:
suavemente y en paz.

Te han llovido las sombras,
pero estás aquí, abrazando en la almohada
(en negra noche)
toda la luz del mundo.

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Novalis

Oh Noche, cuánto tiempo sin verte tan copiosa
en astros y en luciérnagas, tan ebria de perfumes.
Después de muchos años te conozco en tus fuegos
azules, en tus bosques de castaños y pinos.
Te conozco en la furia de los perros que ladran
y en las húmedas fresas que brotan de lo oscuro.

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Sepulcro de Tarquinia (Fragmentos)

Se abrieron las cancelas de la noche,
salieron los caballos a la noche,
campo de hielos, de astros, de violines,
la noche sumergió pechos y rosas,
noche de madurez envuelta en nieve
después del sueño lento del otoño,
después del largo sorbo del otoño,
después del huracán de las estrellas,
del otoño con árboles de oro,
con torres incendiadas y columnas,
con los muros cubiertos de rosales
tardíos.

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Canción de glicina

MIRÉ un rayo de sol,
combado en el azul, hasta la tierra,
y allí vi un pájaro atrevido:
¡oh, qué encantado y dulce!

Bajábase y subía, parpadeaba, en círculos
volaba por el rayo de soleada niebla,
con sus ojos de llama y con su pico de oro
y todo su plumaje de amatista.

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El arpa eólica

¡Mi Sara pensativa! Reclinada
tu cabeza en mi brazo, es dulce estar
junto a nuestra cabaña recubierta
de jazmín y de mirto (los emblemas
de la inocencia y del amor reunidos)
y ver los montes rebosar la luz
de la tarde, reunirse lentamente
y mostrar el lucero refulgente
como la sabiduría.

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El recuerdo

…El heno removido y los primeros frutos,
el heno removido y las mieses de un campo
dicen: se fue el estío. La digital, muy alta,
esparce campanillas de púrpura en el viento,
o cuando se remonta, rozándola, una alondra
o se posa un pinzón en su tallo.

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Kubla Khan

EN Xanadú, Kubla Khan
mandó que levantaran su cúpula señera:
allí donde discurre Alfa, el río sagrado,
por cavernas que nunca ha sondeado el hombre,
hacia una mar que el sol no alcanza nunca.
Dos veces cinco millas de tierra muy feraz
ciñeron de altas torres y murallas:
y había allí jardines con brillo de arroyuelos,
donde, abundoso, el árbol de incienso florecía,
y bosques viejos como las colinas
cercando los rincones de verde soleado.

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De «Flores para Hitler» 1964

(Versiones de Antonio Resines)

«Me gustaría leer uno de los poemas
que me arrastraron a la poesía.
No recuerdo ni una sola línea,
ni siquiera sé dónde buscar».

«Hace algún tiempo este libro se habría llamado

SOL PARA NAPOLEÓN

y antes aún hubiera sido llamado

MURALLAS PARA GENGHIS KHAN»

Nota de Leonard Cohen

* * * * *

Cielo

Los grandes pasan
pasan sin tocarse
pasan sin mirarse
cada uno sumido en el gozo
cada uno en su fuego
No tienen necesidad
el uno del otro
tienen la más profunda de las necesidades
Los grandes pasan

Registrados en algún cielo múltiple
grabados en alguna risa sin fin
pasan
como estrellas de diferentes estaciones
como meteoros de diferentes siglos

Fuego inalterado
por el fuego que pasa
risa inatacada
por el confort
se pasan los unos a los otros
sin tocarse sin mirarse
necesitando saber tan sólo
que los grandes pasan

* * * * *

Destino

Quiero que tu cálido cuerpo desaparezca
educadamente y me deje solo en la bañera
porque quiero considerar mi destino.

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El Cabo de la Buena Esperanza

Entre 1915 y 1917 Jean Cocteau compuso este poema, en algunos aspectos
según los principios de la escuela Dada. El personaje central es Roland Garros,
primer vencedor del Mediterráneo, muerto en combate en 1918.

23 septiembre 1913
aeródromo de Túnez

una seria turba árabe, francesa prevenida
por los radiotelegramas hormiguea Islam el calor
negrillos en los árboles el vendedor
de buñuelos con miel el severo servicio de orden
los reporteros los fotógrafos
seis mil espectadores
caras mirando hacia occidente esperan
prestos al entusiasmo
por una liza
el anuncio espléndido

el-joven -que-ha -cruzado-el-mar

tres torpederos
chafados en su baba

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Ayer por la noche

Ayer por la noche quise tomar un comprimido para dormir; me he dicho que si tomase más, dormiría mejor,
y que si los tomase todos, dormiría, sin sueño, sin despertar, estaría muerta. (Llora.)…
He tomado doce…en agua caliente…
…….Como una masa. Y he tenido un sueño.

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El poeta es exacto. La poesía es exactitud

El poeta es exacto. La poesía es exactitud. Desde Baudelaire, el público ha comprendido, poco a poco,
que la poesía es uno de los medios más insolentes de decir la verdad.
No existe arma de mayor precisión; y para defenderse, con una defensa instintiva, de la angustia de la
exactitud y de las claridades reveladoras, se obstinan las gentes en confundir la poesía con la mentira,
la viveza de espíritu con la paradoja.

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Hay gentes que lo poseen todo

Hay gentes que lo poseen todo y no consiguen hacerlo creer; ricos tan pobres y nobles tan vulgares
que la incredulidad que suscitan acaba por hacerlos tímidos y les da una actitud sospechosa.
En algunas mujeres, las más hermosas perlas resultan falsas. En cambio, en otras las perlas falsas parecen
verdaderas.

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Oda a Picasso (fragmento)

Recuerdo de Montparnasse

«Oh mi bella»

los sitios de sombra

fuma su pipa
sentado en sí
y contra sí

cita en casa de Nadar
con
la eternidad

el oro del hielo
gira alrededor

del domador

de musas
que cuelga

una cacerola
al perro de la troupe

a su vez amordazado
medita
un golpe bajo

una zancadilla

inesperada

pues

habiéndose
bufado de ellas

fue
hecho prisionero
en su ronda terrible

y allí

busca

por
donde
salir

Versión de Cristina Peri Rossi

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Un amigo duerme

Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas. Mi otoño era un amor por tu verano.
El viento del recuerdo resonaba en las puertas de lugares que nunca visitáramos.

Permití la mentira de tu sueño egoísta allá donde tus pasos borra el sueño.

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Contra ti

Jugar con pieles
rojas
o dejarte estoicamente arrancar la cabellera.

Encarcelado tras las rayas de un tigre
o, dentro de él,
ir deshojándole uno a uno los rugidos como pétalos
comestibles de una rosa en dulce árabe de miel.

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Corazón de nunca jamás

Abandoné Nunca Jamás
para entrar en tu corazón.
No supe
cómo me sucedía. Sólo intuí
-pero no quise interpretarlo- algún
obscuro signo: la escritura
similar al insomnio y el ensueño
igual a la escritura, evitar
a mis años la amenaza
ingenua del horóscopo o negarme
tres veces mi espejismo
en un espejo roto a medianoche.

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Escrito en el libro

Si ladra cinco veces el perro en el jardín,
tus ojos, como entonces, vuelve hacia la ventana.

Aunque ahora diga te prometo
regresar cuando apunten
las yemas en el tronco por el que ascendíamos
a nuestra antigua casa,
cuando sea la luz de noche en tu mesita
la de quien en su vuelo
repetía
imbécil,
imbécil…
creo que me olvidaré.

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La isla

No la busques, la Isla
te encontrará a ti.
En esos bares
en los que siempre cenas solo,
en la obsesión por contemplar un día
la aurora boreal, en las horas
de fiebre cuando desde el escalofrío
de la sábana mirabas
cobijarse de la lluvia
a los inflados gorriones.

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La sonrisa visitada

Despatriado entre el olvido y hadas,
qué otro todavía soy yo.
Si aún conservo
mi primera sonrisa y a veces
esas tardes envenenadas que el corazón escarchan
como fruta de Navidad,
que lo empañan como fiordo en bruma, que lo dejan
de nuevo en aquel mismo andén
lluvioso donde nos despedimos, me atrevo
y otro que soy yo todavía -su sombra
de puntillas- se acerca
y la visito:
intacta
mi ex-sonrisa en el formol, se finge
-al verme- copia
de esa copia sin fin que es la Gioconda.

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Menos uno

Tanto tiempo ha pasado y vuelvo
a ti, poema, ten piedad.

Ten piedad,
porque no puedo, no sabré
ya escribir muerte
como antes de la muerte
vivida de mi padre.

Ni amor
será la palabra que fue
y, sin metáforas, conocí
como el amor.

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Mientras tuvo alas

En las piscinas celestes flota tu adolescencia ahogada.
Ahora el salto del ángel
sí es mortal
desde el vértigo
– altísimo
trampolín último-
se lanza
y cae.
Cae el cuerpo insumiso desnudo :
ondas
concéntricas abriéndose
hasta fingir disiparse en las prohibidas
láminas del reflejo donde, ahogada, flota la adolescencia.

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Nada o los dioses

Tendrás que decidirte.

¿Y si el príncipe entre ser o no ser elige «o»?

Algún día tendrás que decidirte.

Los recuerdos dispuestos para cera y alfiler de vudú, eso
o la nada: la nada o el presentimiento de quien se lava las manos, se enjabona
con la roja pastilla de su propio resbaladizo corazón: el corazón
grabado en el árbol, su flecha o la manzana sorprendida por un gusano de oro:
veneno, amor.

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