Aceite humano

Aquí
sobre la noche
y sus virtudes
deambulo
en estas líneas
pensando en tu prometido
cielo de caricias,
y ya no puedo escribir
tanta poesía
porque escribir poesía
es tratar de encontrarla
y yo
eterno navegante
de silencios,
triste habitante
del vacío y del miedo
al fin he hallado
la palabra.

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Brindis

Cuando me caigan
las lágrimas,
seguro que el papel
que sostiene
estas palabras
llorará pescaditos de tinta,
que a tristes coletazos
remontarán la meseta
de esta mesa
y escama por escama
construirán el río,
—pongámosle un nombre—
olvido.

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Cómo hacer un pan

Muela los huesos
hasta lograr
la buena harina,
use la levadura
de su rabia,
amase
sobre madera de amigos,
con abrazo amase
hasta el cansancio,
después haga fuego
con ramitas de ‘ganamos’
y en el horno del corazón
que presten sus hermanos
cocine esa esperanza
a repartir.

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De límites y militancias

Yo,
continente de huesos y delirios
milito al sur
con la tierra,
por eso afirmo que ando
sobre mi larga y buena madre
arrastrando un edipo
que no quiero que muera.
Limito al norte
con un supuesto reino celeste,
mi cabeza,
mi corazón,
—estados influyentes—
no aceptan esa monarquía
y sus embajadas terrenas.

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Exilio de Julio en Café «Fedra´´

Estiro los cielos,
amarro los momentos,
juego con fantasmas
muy queridos;
en definitiva,
vivo tan lejos
de esta diagonal…
Lo más triste es que no puedo
contarle mis cuitas
al vecino de mesa,
él se empecina
en mirar a otro lado,
en aferrarse a ese pocillo
como si fuera
el eje fundamental
de su existencia.

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En memoria

Sospecho que tus huesos
no se asustan
de este frío, padre.
Agosto como siempre
y yo, vivo,
me hago el sordo,
no acepto el río
de tu sangre
desembocando
a la nada de un piso.
Los peces de plomo
son como los salmones,
padre?

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Interrogante

Cómo jugar a las escondidas
en esta Patagonia
que te alcahuetea,
dónde esconderse
en esta estepa?
Cuando niño tuve
columpios de corceles,
toboganes de nieve,
y después
de esa feracidad lúdica
fui ropa colgada,
llorando,
luchando al viento
sin mácula y solo
en el extremo sur
de este cordel desmesurado.

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Manifiesto

No creo en los grandes
hacendados de la poesía,
en los latifundistas de la tinta.
Creo
en el ovejero de las letras,
que con los perros rigurosos
de las situaciones cotidianas
van transhumantes
con su piño de ideas
afrontando cuero al cielo
la palabra,
para darnos abrigo.

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Mar sin Ana

Todo se mueve,
el cielo se estira,
se achica,
se anuba…
el mar no descansa,
sus negros,
sus verdes,
sus azules
se mezclan
en espuma de espera.
—Soledad salada
como estas lágrimas—
la plataforma se mueve…
Sólo mi corazón
está callado…
duerme un beso tuyo.

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Nuestros padres

Tal vez
algún gusano itinerante
cruce el mar de tierra
que separa
a esos viejos continentes
de hueso
y recorra falanges
que fueron
tus caricias
o las mías,
tal vez se instale
en las cuencas vacías
de uno u otro
remedando miradas
que nos pesan
y alivian.

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Paisaje invernal

(no apto para turistas)

En cada chimenea
hay un puñadito
de bostezos azules
y cuchillos brillosos
por pupilas.
Invierno
rima con odio,
pega con hambre,
mata con carámbanos.
El vino y la madera
para esos niños
no es un abrigo,
para esos hombres
la madera y el vino
son el refugio…
Afuera,
señorea la indiferencia.

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Primera impresión

En Buenos Aires
los edificios
son árboles
cargados
de pájaros
muertos.
Mirando el techo.

Un descascarado
caballo de ajedrez
relincha desde el cielo
a la humedad
que avanza las paredes,
en el tablero
del silencio
el corcel de ladrillo
presiente como yo
que en esta casa
está en jaque
la esperanza.

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Ventana ebria

Dieciocho cuadraditos
de cielo
con lombrices y cables…
—digámosle ventana—
azules, rojos, brillos—.
La noche tiene garras lentas,
Algodón de pezuñas
Que te matan
en forma horizontal…
Más allá del cerco
y sus colmillos de madera,
algunas jirafas
tuercen sus cuellos luminosos
para comer
pastito de banderas…
VIVA LA PATRIA.

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Yarken

Cuando sólo era un peñasco
prominencia oscura
y siempre,
monotonía
recortando el cielo.
Cuando la sal
y las gaviotas
no perdonaban
mi antipáramo
y competía yo
con graznidos de roca,
con rugidos
más salados y constantes,
cuando el abandono
de las algas,
cuando la falta
de quillangos,
cuando la impertinencia
de los vientos,
cuando ya no daba más,
Ana,
cuando ya no daba más,
encontré
tu cántaro de luz.

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Yo mesa

En ésta,
mi memoria de árbol,
a pesar de la tortura
de la sierra
y del darme cuenta
que al caer
el cielo se me iba
para siempre,
me han quedado
ráfagas de nidos,
chisporroteos, digo,
que confundo
con viruta y garlopa
—lágrimas de madera—.

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Cholo Vallejo

Si el mundo fuera cuerdo,

si lo fuera –digo, es un decir-

acaso yo sabría, después de tantos años,

de tantos accidentes, catástrofes, combates,

humillaciones, navajazos, intoxicaciones,

pánicos, muertes, esperanzas,

caídas de caballos, de dientes, de cabellos,

y esa legión de oscuridades,

si el mundo fuera, entonces, cuerdo,

-digo, es un decir-

tal vez acaso yo sabría

por qué me ha condenado la letra

en que nació la pena

a estar aquí de pie, a solas con la vida.

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Delicias

Escapaba hacia los grandes templos,

catedrales del Gin,

santuarios del comercio la política,

puentes y cárceles, delicias.

Y el astillero sagrado

de la Ciencia.

Abandonaba

algunas plantas amistosas

y una morada invisible.

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Festejo

Señora de alta pluma,

la noble Tierra se ha secado

bajo el orín de tus preciosas amenazas.

Mi terror es verte en los paisajes,

sobre un caballo afeminado,

desdichada y gloriosa

como una lengua herida.

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La alondra

El niño rompe sus juguetes

en busca de la alondra.

la oveja con ruedas,

el caballo de lechero,

el oso negro de la tía Blanca,

el tíovivo con música,

la locomotora alemana

y hasta el fonógrafo infantil

con aquella marcha espantosa

norteamericana.

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Las ciencias naturales

Junto a las rocas,

la negra sal radiante.

¡Oídos!

Crujen las pieles de la Tierra

gastadas por el sueño

bajo una calma infernal.

¿Dónde está el hombre que renace

en las cenizas de una gran poesía,

la mano de oro

que bautiza y desarrolla

las ciencias naturales?

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No llores, América

No llores, América
No llores, América, no llores
por la sangre vertida en las
esquinas
del Sur, no llores por los hijos
de tus mercenarios, no llores
por tus bombas, tus cohetes,
tu napalm,
tus viajes a la luna, tus calles
de navaja,
tus dólares amargos, tus negros
de precinto
con sus bastones relucientes como
krugers
golpeando a sus hermanos de
algodón,
no llores por los amos de Wall
Street,
su polvo del mejor, sus trajes bien
cortados,
sus tiradores de pelo de gacela,
no llores América, no llores,
tu atronadora voz es la más bella
entre los tules del sol,
no llores, dueña del mundo,
amada América, no llores,
irás al cielo cuando mueras,
tienes los ojos azules como Dios.

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No llores, América (II)

Telemacus
Desde la isla de pájaros de lentes
y corbata de lazo,
la tonta dama francesa de cincuenta
metros
gobierna la ciudad de bocadillos de
pastrami
y coca cola
en los carteles de Times Square.

Sin vagabundos o putas no hay
ciudad,
dice Telemacus Malone, que nutre
las palomas
con veneno para ratas.

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Raíces

El hombre que habla

y devora sus palabras,

teje una fábula en su Tierra.

Y el aire invade

los verbos de su raza.

Así cayó esta zarpa

en mi inocencia.

Así creció mi orgullo

en este mundo.

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Rencores

País,

¿quién es feroz

sino tu niño acurrucado

en la pureza del desierto?

País, ¿quién ha quemado

tu carne de luz negra,

quién es el príncipe en tu fiesta

de rencores podridos por el sol?

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Sombrero de perro

No hemos tenido suerte,

amigo mío,

aunque haya quienes digan

que siempre la tuvimos.

Cuando miramos hacia atrás

y recordamos las calles

de ese París que se ha ido

con nosotros,

no sabemos ya qué hemos tenido,

no sabemos siquiera

si hemos tenido alguna cosa

o si todo ha sido solamente

nuestro disfraz de saltimbanqui,

nuestro sombrero de perro

y nuestras ganas de vivir.

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Ah, las lágrimas

Al Dr. Abraham I. Lis

Cuánto dolor camina por la ausencia
—hay tanto—
grito feroz que nada nada dice
ni expande
y en un pequeño pliegue se escabulle

—¿es grito?—

—A qué sitio extraño irán las mañanas
que una a una viven en el pan tostado
el té y el comienzo temprano del día—

El tacto en su lenguaje habla
—¿de qué país regresa?—
la voz en su registro emerge
—dí Dios, de dónde—
ninguno vio caer el rayo
—mi dulce bien, fue imprescindible un rayo—
de hierro el yelmo el peto y gasa en la visera.

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Bajo continuo

Marta Cwielong

La tarde parece andar morosa en el Torreón del Monje
luego un lago
lejos
lujo del verano
en el rosal solitario calle abajo
varilla de ámbar encendida por el mar cercano y rumoroso
y arriba
vaho y vida entre los músculos
olor salobre
áspero.

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Boca muda

Boca muda
¿boca-fauces al acecho?
no no
muda
muda
labios en doma y aplanados
brazos como las ramas de un sauce
se confunden y beben la savia de sí mismos
todo musgo las piernas.
Impresiones digitales
¿lenguaje del código genético?

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El tiempo

Fue en la mañana aquella que en un dejo amargo
dijo
dos días comunes faltan
dos días igualmente paralizados
para que el cielo sea por esta vez amable
pero por qué dos días si el mundo ronda
si los caminos viven y se hacen solos
si hay un sendero en claroscuro que va hacia adentro.

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Nureyeb

Resopla el mar
como caballo encabritado
girando
girando
salvajemente etéreo sobre las alas extendidas
quietas
de un águila en planeo.

Resopla el mar
en un tazón de metal
y bailas
delicadamente bailas
y saltas
majestuosamente saltas
mágico tártaro viajando a Irkutsk
todavía suspendido en el líquido nirvana del vientre de tu madre
(¿sabrá el Transiberiano de aquel niño nacido
sobre el rodar cansino de sus ruedas
entre los bosques
y los humosos pantanos del Baikal?)

Caminando de Ufa a Leningrado
fue tu porte
tu soberbio porte ahí
una bolsa de obstinación por equipaje
las puertas del Kirov de par en par abiertas.

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Por qué temerle

Por qué temerle
hay algo de retorno en su mirada
una cierta piedad
quizá ese cansancio de recoger desde el principio de los tiempos
hojas que se asoman sin pausa
y con prisa
se sueltan de las ramas.

Ella viste de luz para fingir que huye
mientras paciente observa vagar las nueve lunas.

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Barco encallado

cuando se quiere oxígeno
y hay sólo oscuridad para tragar
¿qué se respira?

cuando se quiebra el cuerpo como un barco encallado
en la tardía luz de una bengala

y el ciclo del fastidio
arroja contra el muro frontal de la locura
la edad de una mujer

cuando la piel expulsa su madera podrida
y el corazón bombea su mensaje de náufrago

qué duelo se anticipa al funeral
qué desencuentro escarba en la sequía
quién anda en esa furia cortando el eslabón
que la sostiene en la cordura
como unida a un desgarro

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Cash

una mujer en caída libre
rajando el aire en dos como un cierre relámpago
¿piensa en velocidad
o puede desmembrar escena y escenario?
¿borra cada pregunta la respuesta anterior cayendo en caída libre?
¿recuerda algo vital o prioritario dadas las circunstancias
ha combinado esa mañana los colores de su ropa interior
cerró con llave
o impactará contra el cemento
como en los brazos del hombre que la ama?

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Escrito bajo el agua

desciendo de un secreto

trazado bajo el agua por la quilla de un barco

un siglo de silencios me niega cada vez

me devuelve a una isla en donde soy la única habitante

privada del reflejo

caigo a una cifra indivisible

cadena trunca

¿qué cantaban los hombres en rumania?

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