Primavera

Hoy pienso en el amor, siento la Vida
Bullendo en torno a mí. En cada arbusto
revelase, palpita enardecida
con lascivias y mimos de querida
y yo la miro así triste y adusto.

Las magnolias entreábrense incitantes
Con senos desnudos
En que ponen luciolas palpitantes,
Con raudos vuelos
Y fugaces nudos,
Sus collares nocturnos de diamantes.

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Brindis

Magníficos anillos, brazaletes, diademas,
oro y plata relumbran en rica pedrería;
la sal de la fiesta a luz de antorchas luce
tejidos de vicuña, cerámicas, plumajes.

Curacas, Apus, Mallcus, entrañables señores:
ya pasaron las lluvias, todo florece hoy dia.

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Incompletamente

en el filo de la belleza
que corta la vida/la devuelve
a su no ser/la vida
grita el no ser de la belleza/

en ese estáramos se quema la
cebolla descuidada/la tristeza/
el amor al revés/¿cuándo se llora
en este valle?/ciudadanos

entreguen su dolor para hacer tiempo/
insoportalbe es todo viaje
al fondo del cubil/calienten

su pescuezo en la mano que aprita/
cierren la sufridera alta/abran
el sueño que no quiere dormir/

*

las aguas de tu vientre cantan al fondo del país/
así estás hecha/
hoy que la lluvia duele
en todo el mundo te posás/

¿dónde escribís tus estaciones?/
¿las trémulas de tu candor?/
¡panadera!/

¡brillás para que nadie sufra!/
¡amigas compañías que empiezan en tu piel!/
¡cómo penumbras del furor!/

¡así a tus pechos viene el ido!/
¡el que pasaba por tus jugos contra
la olvidación!/
¡apretando los huesitos prestados/

*

vos/que miraste como
mar asomado a su ventana/
y en medio de la furia medis
lo que de cuerpo a la palabra va/

¿qué será eso?/¿animalito
que en la boca si hició?/¿paciencia como
viejos amantes?/¿brazos
que pensaron su límite?/

¿por qué/serena/en tu garganta hay miedo?/
¿por qué del uno al otro habrá?/
por qué de abajo y por afuera

el siglo fuera infancia?/
¿por qué en el viento blanqueás sábanas?/
¿de rama en rama?

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El justo

Al borde del abismo, el roble erguido,
del huracán resiste al recio embate,
y su lozana copa no se abate
ni aun al golpe del rayo que lo ha herido.

Así, la condición que le ha cabido
sufre el justo, en su vida de combate:
exento de temor su pecho late,
y el dolor no le arranca ni un gemido.

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El zorro y el perico-ligero (Fábula)

Es necedad de marca
tragarnos el elogio
mentido de algún pillo
que después dice «!tonto!»
y ríe en nuestras barbas:
Vaya al caso un apólogo:

A un perico-ligero
así le dijo un zorro:
«Tu agilidad, perico,
excita grande asombro:
dicen que bien mereces
el epíteto honroso
de LIGERO; que corres
mas que el galgo y el potro;
que saltas mas que el tigre;
que brincas mas que el mono.

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El amor

Ídolo falso que el mortal adora
Y que insensato te erigió un altar,
Por quien el hombre su miseria llora,
De quien recibe solo un gran pesar.

Jamás cante tus triunfos, niño ciego;
No herirme pudo tu terrible arpón;
De tus saetas, de tu ardiente fuego,
Conservo ileso y libre el corazón.

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Los Cuerpos

Amo mis huesos
su costumbre de andar rectos
de levantar un semicírculo
para abarcar el cielo
de encadenarse en filigranas diminutas
para favorecer el movimiento;
amo mis huesos con sus curvas
sus salientes
y sus cuevas profundas.

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Los Oscuros

La fruta estaba hecha
para que la gustáramos,
para olerla y gozar su lozanía.
Pero nosotros no podíamos comprarla.

El sol estaba hecho
para amar nuestra piel,
estremecer la vida de todo nuestro cuerpo.
Pero a nuestra guarida el sol no entraba.

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Albañil

Al que madruga
no lo ayuda nadie. Solo,
con su pan bajo el brazo
con su manzana brillante en el bolsillo
con las rodillas que le suenan
llena la calle vacía,
a las seis de la mañana
ladrillo sobre ladrillo asegura
con las manos partidas cementosas
la manzana madura de mañana.

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Este hombre

Este hombre quisiera
romper el cascarón que lo aprisiona
despojarse de su piel gastada
rasgar jirones de escamas resecas
sacar a la luz un cuerpo limpio.

Este hombre está harto
de que le pesen los hombros
le suenen los huesos del cuello
y su pecho comprima aire prestado.

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Horizonte

He cambiado de piel tres veces
Me ha costado darle la vuelta al mundo
Para llegar al punto de partida
Mis piernas me sostienen mejor
Tengo una cicatriz en el pecho
Más bien una costura, un bolsillo roto
Acceso directo al corazón

Estoy de regreso de mí mismo
Noches enteras buscando una estrella fugaz
Que me conceda un deseo
Nada extravagante
Tan sólo la habilidad de reconocer
La verdad de la mentira

Es otoño aún y los días son largos
La luz se recuesta cálida sobre la montaña
Quiero decir que el horizonte se distingue
¿El horizonte es una línea firme?

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Ocaso

Después de la lluvia se instala la noche
nube negra que desgrana su tinta
en el fondo de la ciudad, mientras
las cimas se rozan aún con el día.

En la montaña una luz fresca recobra
la nostalgia anticipada
de lo que en este instante miro,
el paisaje que conservaré desde hoy
con el sabor agrio de la pérdida.

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Reflexiones en la hora de las flexiones

Ayer cuando hacía el amor entusiasmado
comprendí de pronto toda la verdad
de tanto esfuerzo húmedo y pujanza.
Señores, se nos pasa la vida
tan sudando
queriendo regresar los pasos siempre
extraviar el espejo que nos mira
recobrar el estado cálido inicial
grandulones, peludos, encorvados
pretendiendo ilusos
el estrecho refugio que una vez perdimos.

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Test

¿Qué es Bolivia?

¿Un conglomerado de cadáveres?
¿Un colectivo lleno de militares?
¿Una masa enorme de tierra silenciosa?
¿Una planicie de rostros terrosos?
(Impasibles miradas cansadas de esperar)
¿Una altitud de cartón-piedra?
¿Una caída vertical de la pobreza a la nada?

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Orquídeas amazónicas

Se agarra un pedazo de luz del alba
y se dobla la punta
dándole forma de bastoncito.
Se le agrega goma
para que prenda la bolita de masa
preparada de antemano.
Con ésta se hará el pistilo.

Se agarra un poquito más de masa
y se le pone tinta verde bajita.

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Salsa de ají

Se añaden sal y pimienta
a una cucharada de ají amarillo molido
con una cucharada rasa de pesares.

Se pone sobre el sueño
como se pone mantequilla al pan.

Después de sacar del sartén
a las fragatas invasoras
se pone caldo o agua.

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Altiplano

1

El Altiplano es inmensurable como un recuerdo.
Piel de kirquincho, toca con sus extremos las cuatro puntas del cielo,
sopla su densa brisa de bestia.
El Altiplano es resplandeciente como un acero.
Su soledad de luna, tambor de las sublevaciones,
solfatara de las leyendas.

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Calígula

Es la hora que más odias,
cuando la tarde cae
como si se desplomara del tejado.
Lobregueces rastreras
corren bajo tus pies y sientes
que eso que pasa enfriándote la cara
no es el viento.
Comienzas a oír voces
que nadie más oye.

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El miedo

I
No es el sonido de mi sangre
o el ala de un insecto
ni siquiera
la luz
acercándose
oscilante como una mano
en la indefensa
sombra.
Lento rebota un grito
en las piedras de la calle
– y oyes el sueño de una hoja.

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Epigrama

Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;

después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
¿qué nos queda?

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La esfera y el río

Se engaña y engañándose te engaña
sin querer. No ve más que el dolor lento
de las cosas. Ignora el movimiento
de la luz. El ve sólo la montaña
Es su realidad una maraña
de símbolos, un puro sentimiento
o un sueño donde el sueño es pensamiento,
cristal de tiempo que la sangre empaña.

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