Trópico

Amargas lunas mates de estero hechizan, muertas,
noches de frutos altos y de tácitos vuelos.
Ríos de cocodrilos y de tortugas lentas
descaman las estrellas de un calcinado cielo.

En urgencia arterial, por roja tierra tibia
discurre el agua madre de las inundaciones,
mientras corolas túrgidas como sexos encienden
la lámpara votiva de las insolaciones.

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Tus manos

De las más hondas raíces se me alargan tus manos,
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
y tejer en mis ojos su ramazón desnuda.

En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
ellas la adolescente de tu placer columpian.

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El verano

Tendrán que venir los ojos del estío,
ojos perfilados al horizonte como lunas
o albercas turbias de espejos más recientes.
Tendrán que venir con los vivos y los desconocidos,
con los abandonados por la brasa de agosto
y el metálico juicio de un cuerpo al que yo amé
al calor que hoy le impide brotar sobre esta noche,
como un hueso botánico del sur oliendo a tierra
dejada, clausurada al verde desarrollo,
apenas arrancada del sol de los preludios,
de los arcos y fustes que sujetan al hambre,
al afán de vivirnos rebasando paisajes.

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Sagrada materia

Mientras la condición humana nos inquiete,
mientras capacitados para la conmoción y el trance,
este avance difuso, esta maraña de barrio ignorado
donde ahora vivimos sin hallarnos siquiera
mitad de lo que fuimos en aquel paraíso.
Mientras acuciados y convulsos, y aún doliendo la tarde,
ese sol que se hunde en la dulce pestaña,
y en la pierna crecida por la fresca vereda,
y en los valles perdidos, y en las calles desiertas,
y este mundo presente nos ponga en cada parte
la suma que obtuvimos con el amor y el lastre.

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A medida

Cada vivir ha de tener su espacio,
su dolor y su fiebre,
su ramo de congojas.
También su propio aire hecho a medida,
aunque a mares le sobre, porque encoge,
aunque a trozos le falte, si tallece.
Pero es la vestimenta que lo tapa
y la caricia fresca que lo aroma.

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En la mirada

Cuando el instante mismo se diluye
en su propia amargura
y ya no queda
cielo de qué color, nube
a qué rumbo,
toda la pena salta a la mirada,
la incertidumbre salta a la mirada,
la soledad sin nombre a la mirada,
la desnuda tristeza a la mirada,
y el asombro también, todo el asombro,
el cansancio del mundo, la agonía
de no saber por qué ni en qué camino
estamos,
llueve,
llueve
dolor y más dolor en la mirada,
¡qué preguntas sin fin, a qué la vida
para tanto morir, en la mirada!

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La guerra

La guerra tiene labios azulados,
ojos de soledad, carne de frío,
campos de noche eterna, gesto airado,
inviernos sin otoño y sin estío,
la guerra…
tiene niños asombrados,
manitas de miseria y extravío,
cierzos que cortan vidas y sembrados,
grises atardeceres, sol sombrío,
la guerra…
tiene dientes afilados,
cuchillos de acerado desafío,
boquitas de hambre triste y rostro helado,
inmensa podredumbre hacia el vacío,
la guerra…
tiene el ceño ensangrentado,
harapos y negrura de atavío,
alaridos sin nombre y sin soldado,
desbordadas las venas, turbios ríos.

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Pasiva refleja

Se ha de cruzar el puente
para alcanzar la orilla
donde la vida arde,
se ha de matar la sombra
con la espada del labio…
¡Y te nombro cobarde!

Se ha de cegar la noche
para alumbrar el alba
donde el amor se expande,
se ha de cubrir el llanto
con ternura infinita…
¡Y te nombro cobarde!

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Sólo allí

Salpiqué los rincones de gotas de esperanza,
y a la alcándara muda
encadené los trinos del pájaro encantado.
Sólo allí renacía,
allí sólo, en silencio,
la mágica certeza de la vida que canta.

Emborroné las horas de luces y de espigas,
y en los huecos del aire
dejé escurrir la lava del oro del poniente.

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Tu nombre

Voy perdiendo tu nombre
por caminos y plazas,
por cristales sin vidrios,
por resquicios
sin sol;
hace frío en mis ojos
-era hoguera tu nombre-,
y una lluvia de olvido,
sin querer,
lo apagó.
Todo lo era tu nombre:
los sabores, la fruta,
el color de la tarde,
la caricia,
la flor…
Sólo quedan dos letras
que tiritan, perdidas,
en desvanes sin dueño,
esperando
el adiós.

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Violeta

Aromada de amor, dulce y discreta,
escondida en la hierba y vergonzosa,
nace al sol de febrero que la esposa,
semioculta al abrigo de una grieta.

Eremita sin dueño y sin maceta,
humildemente bella y olorosa,
viene envuelta en verdor y es mariposa
que aletea en los versos del poeta.

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A una señora muy hermosa

No lo consiente firmeza
ni lo sufre la piedad:
combida con la belleza
y despedir con la bondad.

Como los descaminados
siguen a tino de lumbre,
así ban los livertados
a vos dar su servidumbre;
y apenas vuestra belleza
les ha dicho: «Reposad»,
cuando les dice nobleza:
«Andad, amigos, andad.»

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Al ropero de Córdoba

¡O, Ropero amargo, triste
que no sientes tu dolor!
Setenta años que naciste
y en todos siempre dixiste:
«ynviolata permansiste»
y nunca juré al Criador.
Hize el Credo y adorar
ollas de tocino grueso,
torreznos a medio asar,
oyr misas y reçar,
santiguar y persinar,
y nunca pude matar
este rastro de confeso.

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Dime, Señora

Dime, Señora, di,
cuando parta de esta tierra,
si te acordarás de mí.

Cuando ya sean publicados
mis tiempos en mal gastados
y todos cuantos pecados
yo mezquino cometí,
si te acordarás de mí.

En el siglo duradero
del juicio postrimero,
do por mi remedio espero
los dulces ruegos de ti,
si te acordarás de mí.

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Partiendo un largo camino

Hoy comienzan mis dolores,
hoy pierde placer mi vida,
hoy será la despedida
y la más triste partida
que se hizo por amores.

Hoy tan grande pensamiento,
señora, llevo conmigo,
que muero porque no digo
a vos, mi bien, lo que siento;
adiós, adiós, los mejores
gozos de mi triste vida,
qu′ hoy será la despedida
y la más triste partida
que se hizo por amores.

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En un jardín de estatuas que no existen

En un jardín de estatuas que no existen
donde juegan los niños al verano,
en un jardín donde transcurre el tiempo.
En las sillas de lona abandonadas
junto al mar de setiembre y limoneros
y ventanas azules con veleros.
¿Por qué tiene la torre de la iglesia
sus relojes parados a las doce
de la noche de otoño y por qué se oyen
los pasos de la muerte en los pasillos
de la casa del bosque y por qué el viento
enturbia el aire blanco de la tarde?

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Los niños se adormecen en las fuentes

Los niños se adormecen en las fuentes
las madres se levantan y levantan
como ángeles que vuelan en la muerte
los sueños se despiertan y se espantan

ya llaman los relojes para el alba
la ropa está teñida en sus tendales
se levantan las faldas y la enagua
pasan los hombres por los ventanales

van las niñas desnudas con los cubos
a buscar agua al mar lloran y cantan
en sus sueños los dioses van desnudos
las niñas se levantan y levantan

en las torres del mar se oyen campanadas
en la orilla de sal duermen las algas
las niñas se abandonan en la cama
en los bosques del cielo están sus nalgas

en las casas oscuras duerme el agua
en los pubis de rizado encaje
los cuerpos se levantan y levantan
en sueños a merced del oleaje

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Conducida en su galera

…Conducida en su galera
prisionera
fui cruzando el mar azul;
mucho lloré; sordos fueron;
me vendieron
al sultán en Estambul.

Él me llamó hurí de aroma,
que Mahoma
destinaba a su vergel;
de Alá gloria y alegría,
luz del día
paloma constante y fiel.

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2.000 light years from home

The Rolling Stones

Náyade imperceptible emerges poco antes
del desayuno en sueños imposible
de guardar en las páginas del libro
de cabecera
Sota de la baraja rota
en la que mato el tiempo haciendo solitarios
gritando soliloquios trazando planetarios
viajes para los dos en un metro cuadrado

Nereida suburbana flor entre los escombros
sé de sobra el color que no tienen tus ojos
sé de sobra el sabor que tiene la presencia
de dos guardias civiles en cualquier estación
y fauno ciudadano sigo y sigo tu pista
y la pierdo en un charco de luces de… mercurio
o en una mala esquina que da a ninguna parte

En un astro lejano a dos mil años luz
hay dos platos dos velas y champán para dos

No sé cómo decírtelo dónde se meten las
cosas que ya te iba a decir y no digo…
…aunque de todos modos es igual:
he olvidado el camino
y el champán bostezando -no llegamos- explota
y las velas ya queman el mantel y los platos
-ya platillos volantes- cansados de esperarnos
se han largado y han vuelto
cada uno por su lado a su antigua alacena.

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Se más feliz que yo

Sobre pupila azul, con sueño leve,
tu párpado cayendo amortecido
se parece a la pura y blanca nieve
que sobre las violetas reposó:
yo el sueño del placer nunca he dormido:
se más feliz que yo.

Se asemeja tu voz en la plegaria
al canto del zorzal de indiano suelo
que sobre la pagoda solitaria
los himnos de la tarde suspiró:
yo sólo esta oración dirijo al cielo:
se más feliz que yo.

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AA. en una esquina

Aquí, al volver el sol, han confluido
mi sangre con tu sangre de noviembre:
verde seco es vasija de otro verde
seco que abarca toda la costumbre
de renacer -cenizas son
los días diecinueve y cada noche
en que Saturno manda en las estrellas-

No hay lugar para ti y para mí juntos
en esta ciudad rota en la que somos
tú y yo, no lo mejor de cada uno
sino tú y yo.

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Amiga te contemplo mientras suena

lusi indescai uiz daiamons
tus dos trenzas nostálgicas
del colegio de monjas caserón
donde el amor tendiera sus acechos
en los libros de misa las señales
que te dejó en la frente varicela
te veo la boca amor acantilado
donde rompe tu voz…
y como veo también
las señales del tiempo consumido a mi lado
-la música cesó- recojo la mirada
y la vuelvo pasando por tu brazo
por tu muñeca donde son
las siete de la tarde
y la llevo hasta el cielo inanimado
que hoy amenaza lluvia.

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