De «Santa deriva»

Desvalido orgullo

Pues sabemos del viento,
la aristocracia somos, desvalida,
de lo que el viento lleva.

Somos sólo el cobijo transitorio
del arraigado sueño que en la pasión pervive,
y en la noble tarea de alimentar un sueño
nuestra vigilia apuesta su cumplimiento altiva.

 » Leer Mas…

Ahora

De dios es este instante,
y él lo ignora.

Es polvo del cristal de la alegría,
es la rosa que encaña
de la sangre en su entera majestad.

Bien se ve que sabéis de la honda llaga,
de este andar a derechas
sobre la brasa pura.

 » Leer Mas…

Alargaba la mano y te tocaba

Alargaba la mano y te tocaba.
Te tocaba: rozaba tu frontera,
el suave sitio donde tú terminas,
sólo míos el aire y mi ternura.
Tú moras en lugares indecibles,
indescifrable mar, lejana luz
que no puede apresarse.
Te me escapabas, de cristal y aroma,
por el aire, que entraba y que salía,
dueño de ti por dentro.

 » Leer Mas…

Almuñécar

Durante un anochecer en esta playa te amé tanto
que una respiración
para los dos bastaba.
Suspendieron el mar, para mirarnos,
su armonioso escalofrío,
y su unánime vuelo de gaviotas.
Se divertía el agua, sonrosada,
como si fuera a amanecer,
y se posó el silencio sobre el aire
lo mismo que un jilguero en una rama.

 » Leer Mas…

Aún eres mío, porque no te tuve

Aún eres mío, porque no te tuve.
Cuánto tardan, sin ti,
las olas en pasar…

Cuando el amor comienza, hay un momento
en que Dios se sorprende
de haber urdido algo tan hermoso.
Entonces, se inaugura
-entre el fulgor y el júbilo-
el mundo nuevamente,
y pedir lo imposible
no es pedir demasiado.

 » Leer Mas…

Bagdad

Tenía tanta necesidad de que me amaras,
que nada más llegar te declaré mi amor.
Te quité luces, puentes y autopistas,
ropas artificiales.
Y te dejé desnuda, inexistente casi,
bajo la luna y mía.
A las princesas sumerias,
cuando fueron quemadas con joyas rutilantes,
les brillaban aún sus dientes jóvenes;
se quebraron sus cráneos antes que sus collares;
se fundieron sus ojos antes que sus preseas….

 » Leer Mas…

Bahía

¿Cómo comer sin ti, sin la piadosa
costumbre de tus alas
que refrescan el aire y renuevan la luz?
Sin ti, ni el pan ni el vino,
ni la vida, ni el hambre, ni el jugoso
color de la mañana
tienen ningún sentido ni para nada sirven.

 » Leer Mas…

Bajo los fuegos de fugaces colores

Bajo los fuegos de fugaces colores
que iluminan el aire de la noche,
dame tu mano.
Mira abrirse las palmeras doradas, rojas, verdes;
caen los frutos azules de la altura;
rasgan el negro terciopelo
las estelas de plata…
En tus ojos yo veo el frío ardor,
artificial y efímero
de los castillos que veloces surgen
y veloces se extinguen.

 » Leer Mas…

Cómo comer sin ti

¿Cómo comer sin ti, sin la piadosa
costumbre de tus alas
que refrescan el aire y renuevan la luz?
Sin ti, ni el pan ni el vino,
ni la vida, ni el hambre, ni el jugoso
color de la mañana
tienen ningún sentido ni para nada sirven.

 » Leer Mas…

Condena

A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

Ni concibe mi mente mayor pena
que libertad sin beso que la trabe,
ni castigo concibe menos grave
que una celda de amor contigo llena.

 » Leer Mas…

Ella

Bebió en tu boca el tiempo enamorado
y la cuajó con besos de paloma.
Casto tu cuello, sobre el oro asoma
tan sólo por el oro acariciado.

Lunado el pelo, el corazón lunado,
rubor apenas por el aire aroma.

 » Leer Mas…

Maitines

Callad, amantes, y ocupad el labio
con el beso. No pronunciéis palabras vanas
mientras se busca vuestro corazón
en otro pecho, jadeante y pobre
como el vuestro,
ya al filo de la aurora.

Cuando te poseí por vez primera
tocaban a maitines
en el Convento de las Mercedarias.

 » Leer Mas…

Mediterráneo

Mi cinturón aprieta tu cintura,
y tu sonrisa, mi corazón.
Sobrevolamos las islas indecibles
y a nuestro paso las nubes se disipan.
¿Cómo regresar al beso la armonía
sin que la respiración se entrecorte?
¿Cómo planear la noche compartida
después de tanta ausencia?

 » Leer Mas…

Nadie mojaba el aire

Nadie mojaba el aire
tanto como mis ojos.
Me decías: «¿Trabajas?»
Me decías: «¿Ya es la hora del té?»
Y yo no te decía: «Te amo»;
no te decía:
«Eres todo lo que tengo»;
no te decía:
«Eres la única rosa en la que caben
todas las primaveras».

 » Leer Mas…

Quién pudiera morderte lentamente

Quién pudiera morderte lentamente
como a una fruta amarga en la corteza.
Quién pudiera dormir en tu aspereza
como el día en la sierra del poniente.

Quién pudiera rendir la hastiada frente
contra el duro confín de tu belleza,
y arrostrar sonriendo la tristeza,
rota la paz y el paso indiferente.

 » Leer Mas…

Y la luna eras tú

San Juan de Puerto Rico

Y la luna eras tú.
Una luna creciente, blanca, fría.
Mirabas hacia el mar y hacia las cosas
que no eran yo.
Y con cuánto silencio te gritaba
-creciente, blanco, frío yo también-:
«Mírame, mírame,
ay, mírame mirarte…»

 » Leer Mas…

Canción

No piense nunca el lloroso
que este cantar dolorido
es un capricho tejido
por la musa de un dichoso.
No piense que es armonioso
juego de un estro liviano;
piense que yo no profano,
ni con mentiras sonoras,
las penas desgarradoras
del corazón de un hermano.

 » Leer Mas…

El amo

En el nombre de Dios que las abriera,
cierro las puertas del hogar paterno,
que es cerrarle a mi vida un horizonte
y a dios cerrarle un templo.

Es preciso tener alma de roca,
sangre de hiena y corazón de acero,
para dar este adiós que en la garganta
se me detiene al bosquejarlo el pecho.

 » Leer Mas…

La mujer

Cuando pueda arrancar de los infiernos
legiones de cariátides humanas,
cuando pueda traer de los edenes
almas de luz con luz apacentadas;
cuando sepa sondear el de los réprobos
infame corazón, lleno de llagas;
cuando sepa sentir el de los ángeles
sentir divino de purezas diáfanas…

Cuando aprenda un idioma no creado
para la grey humana,
que tiene, para hablar, artificiosos
idiomas de paupérrimas palabras,
y no percibe músicas mejores
que el resbalar de las corrientes aguas,
el rebullir de mañaneras brisas,
el arrullar de las palomas cándidas,
y el dulce son de los canoros pájaros,
y el hojear de la alameda gárrula,
ni músicas más hórridas describe
que el fiero aullido de la loba escuálida,
la carcajada del siniestro cárabo,
los alaridos de la hiena flaca,
el silbo horrible de falaz serpiente
y el grito ronco de feroz borrasca…

Cuando aprenda a vibrar todos los rayos
de la tremenda maldición que mata
los gérmenes maléficos
que anidan en las llagas,
y a dar aprenda en bendiciones puras
del alto Edén anticipadas ráfagas,
¡entonces te diré, curioso amigo,
lo que son las mujeres!…

¡Qué!… ¿Te extraña?

 » Leer Mas…

Los sedientos

Vagando va por el erial ingrato,
detrás de veinte cabras,
la desgarrada muchachuela virgen,
una broncínea enflaquecida estatua.
Tiene apretadas las morenas carnes,
tiene ceñuda y soñolienta el alma,
cerrado y sordo el corazón de piedra,
secos los labios, dura la mirada…
Sin verla ni sentirla
la estéril vida arrastra
encima de unas tierras siempre grises,
debajo de unas nubes siempre pardas.

 » Leer Mas…

¡Quiero vivir!

De «Nuevas Castellanas»

Dios me las hizo de fuego…
¿Por qué no les dio dureza
si quiso su fortaleza
probar golpe a golpe luego?
¿Por qué enriqueció con riego
de sementera de amores
huerto que sabe dar flores,
si luego le manda días
de matadoras sequías
y vientos asoladores?

 » Leer Mas…

Epitafio

Aquí yace Jazmín, gozque mezquino,
que sólo al mundo vino
para abrigarse en la caliente falda
de madama Crisalda,
tomar chocolatito,
bizcochos y confites,
el pobre animalito,
desazonar visitas y convites,
alzando la patita
para orinar las capas y las medias
con audacia maldita,
ladrar rabiosamente
al yente y al viniente,
ir en coche a paseos y comedias
y ser martirio eterno de criados,
por él o despedidos o injuriados
con furor infernal y grito horrendo.

 » Leer Mas…

Madrid

Esta es la villa, Coridón, famosa
que bañada del leve Manzanares
leyes impone a los soberbios mares
y en otro mundo impera poderosa.

Aquí la religión, zagal, reposa
rica en ofrendas, fértil en altares;
en las calles los hallas a millares;
no hay portal sin imagen milagrosa.

 » Leer Mas…

El enemigo

Cuando estés un poco malogrado
O te importune ese personaje
Que la derrota, muy sutil urdiera,
Puede hacer asomar en tu rostro,
No arrojes tu sueño como un anillo al río,
Sobre aquello que amas no puedas renunciar.

Cuando estés un poco malherido,
Quizás también oscuro, puede que un tanto harto
Y, al procurar verso, no encuentres
La música apropiada, lo que te exige el canto,
Recuerda que algún día fuiste dueño,
Que guardar silencio puede ser causa grande.

 » Leer Mas…

La rosa

Esa flor que posabas
En el vértice agudo de tus días
Que eran también los míos -si me lo concedes-
y era un peligro audaz, un tanto dulce,
Dejarla allí, invocarla
A través de la canción de los solitarios
O de las grandes derrotas; esa flor

Por ti acostada
En la trémula frontera que tu pecho
Hace con lo terrible, con lo que queda lejos,
Con lo que cae allende nuestros sueños,
Se mustió durante cien albas bien frías;
De su ceniza brotó la única rosa.

 » Leer Mas…

Plaza del mundo

Tantas veces canté tu profundo
Vacío de teatro,
Que hace del hombre gárgola indefensa
En la turbia plenitud de las auroras
Pero no dije dónde.
Fui estancado río y llegué junto a ti;
Fui feliz en las estaciones de la flor
Y buscaba tus noches.

 » Leer Mas…

Promesa

Quizá fuesen mejores
Nuestros corazones cuando eran frágiles
Y algún golpe de mar, o la noche de julio
Pudieran abrirles las calladas heridas
Que ahora, y para siempre, llamaremos nostalgias.
Quizá fuesen mejores cuando eran
Cual regatos ligeros o lluviosas tardes
Que mojaban la infancia y partían
Un dominio común; un valle abierto,
Inmensos arenales, aquel balcón
Detenido en la presencia de pulidos geranios.

 » Leer Mas…

Rito menor

Incendiar los orígenes como se queman labios
Y rechazar la máscara que el día nos prepara,
He ahí la forma secreta de pasar por otoño
Sin perder la ebriedad de los culpados jardines.

Que nunca aquellos ojos a los que dimos
El reposo de las aves solitarias,
La lejanía clara de los ponientes
Se claven en los espejos de la tarde.

 » Leer Mas…

Tierra

Diles que te quería,
Lo sabía el cerezo que da flor en abril
Y el torsión que llega a nuestras playas
Con su leyenda efímera de rumbos.
Pero núnca comprendí ese rencor
Que oprime el corazón de tus gentes;
Que ofrece hiel cuando se pide agua,
Ácido pan cuando una voz se pide.

 » Leer Mas…

Viajero

En este lugar extraño
Penó doce lunas. Tres riachuelos partieron.
Uno se fue hacia el otoño,
El otro besó los arenales del verano y las quillas vencidas,
El tercero dos ciudades
Y un jardín
-El que llamamos Sur-.
Pero ninguno fue secreto manantial
Donde bebe la aurora y calma tu sed

Aquel dolor de escalas partiendo a ningún lugar
No pudieron borrarlo
De las íntimas bahías en las que fue tan feliz.

 » Leer Mas…

Blanco marfil, en ébano tallado

Blanco marfil, en ébano tallado;
suve voz indignamente oída;
dulce mirar -por quien tan larga herida
traigo en el corazón- mal ocupado.

Blanco pie por ajeno pie guiado,
oreja sorda a remediar mi vida,
y atenta al son de la razón perdida,
lado -no sé por qué- junto a tal lado;

raras, altas fortunas, ¿no me diera
la Fortuna cortés durar un hora
de alto bien desde vos reparte

o el sol, que cuanto mira, orna y colora
no me faltara aquí, porque no viera
un sol más claro en tan oscura parte?

 » Leer Mas…