El sembrador sembró la aurora;
su brazo abarcaba el mar.
En su mirada las montañas
podían entrar.
La tierra pautada de surcos
oía los granos caer.
De aquel ritmo sencillo y profundo
melódicamente los árboles pusieron su danza a mecer.
El sembrador sembró la aurora;
su brazo abarcaba el mar.
En su mirada las montañas
podían entrar.
La tierra pautada de surcos
oía los granos caer.
De aquel ritmo sencillo y profundo
melódicamente los árboles pusieron su danza a mecer.
I
Vida,
ten piedad de nuestra inmensa dicha.
De este amor cuya órbita concilia
la estatuaria fugaz de día y noche.
Este amor cuyos juegos son desnudo
espejo reflector de aguas intactas.
Oh, persona sedienta que del brote
de una mirada suspendiste
el aire del poema,
la música riachuelo que te ciñe
del fino torso a los serenos ojos
para robarse el fuego de tu cuerpo
y entibiar las rodillas del remanso.
Y moví mis enérgicas piernas de caminante
y al monte azul tendí.
Cargué la noche entera en mi dorso de Atlante.
Cantaron los luceros para mí.
Amaneció en el río y lo crucé desnudo
y chorreando la aurora en todo el monte hendí.
I
Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,
agua de mis imágenes, tan muerta,
nube de mis palabras, tan desierta,
noche de la indecible poesía.
Por ti la misma sangre -tuya y mía-
corre al alma de nadie siempre abierta.
I
Tiempo soy entre dos eternidades.
Antes de mí la eternidad y luego
de mí, la eternidad. E1 fuego;
sombra sola entre inmensas claridades.
Fuego del tiempo, ruidos, tempestades;
sí con todas mis fuerzas me congrego,
siento enormes los ojos, miro ciego
y oigo caer manzanas soledades.
I
Mi voluntad de ser no tiene cielo;
sólo mira hacia abajo y sin mirada.
¿Luz de la tarde o de la madrugada?
Mi voluntad de ser no tiene cielo.
Ni 1a penumbra de un hermoso duelo
ennoblece mi carne afortunada.
Trópico, ¿para qué me diste
las manos llenas de color?
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Nadie llegó hasta mí con este paso
de tu esbeltez en mármoles reflejos.
Tu sangre lio a sus vínculos espejos
de imágenes ligeras al acaso.
Cristal de sangre cuya luz traspaso,
tu cuerpo enardecido de reflejos;
tu cuerpo de reflejos circunflejos,
tu cuerpo oscuro desenvuelto en raso.
Ay de mi corazón que nadie quiso
tomar entre mis manos desoladas.
Tú viniste a mirar sus llamaradas
y le miraste arder claro y sumiso.
(El pie profundo sobre el negro piso
sangró de luces todas las jornadas.
Ante los pies geográficos, calladas,
tus puertas invisibles, Paraíso.)
Tú que echaste a las brasas otro leño
recoge las cenizas y al pequeño
corazón que te mueve junta y deja.
A veces uno toca un cuerpo y lo despierta
por él pasamos la noche que se abre
la pulsación sensible de los brazos marinos
y como al mar lo amamos
como a un canto desnudo
como al solo verano
Le decimos luz como se dice ahora
le decimos ayer y otras partes
lo llenamos de cuerpos y de cuerpos
de gaviotas que son nuestras gaviotas
Lo vamos escalando punta a punta
con orillas y techos y aldabas
con hoteles y cauces y memorias
y paisajes y tiempo y asteroides
Lo colmamos de nosotros y de alma
de collares de islas y de alma
Lo sentimos vivir y cotidiano
lo sentimos hermoso pero sombra
I
Es tu nombre y es también octubre
es el diván y tus ungüentos
es ella tú la joven de las turbaciones
y son las palomas en vuelos secretos
y el último escalón de la torre
y es la amada acechando el amor en antemuros
y es lo dable en cada movimiento y los objetos
y son los pabellones
y el no estar del todo en una acción
y es el Cantar de los Cantares
y es el amor que te ama
y es un resumen de vigilia
de vigilancia sola al borde de la noche
al borde del soñador y los insomnios
y también es abril y noviembre
y los disturbios interiores de agosto
y es tu desnudez
que absorbe la luz de los espejos
y es tu capacidad
de hacerte mirar en las cosas
y eres tú y soy yo
y es un caminarte en círculo
dar a tus hechos dimensiones de arco
y a solas con tu impulso decirte la palabra
II
Te amo ahí contra el muro destruido
contra la ciudad y contra el sol y contra el viento
contra lo otro que yo amo y se ha quedado
como un guerrero entrampado en los recuerdos
Te amo contra tus ojos que se apagan
y sufren adentro esta superficie vana
y sospechan venganzas
y muerte por desolación y fastidio
Te amo más allá de puertas y esquinas
de trenes que se han ido sin llevarnos
de amigos que se hundieron ascendiendo
ventanas periódicos y estrellas
Te amo contra tu alegría y tu regreso
contra el dolor que astilla tus seres más amados
contra lo que puede ser y lo que fuiste
ceremonia nocturna por lugares fantásticos
Te amo contra la noche y el verano
contra la luz y tu semejanza silenciosa
contra el mar y septiembre y los labios que te expresan
contra el humo invisible de los muertos
III
Antes del reino
de las aldeas flotantes
de los pies mensajeros
ya eras tú primera sombra
el presagio desatándose
en lenta destrucción de ángeles
ya eras la mano y la espada
y el rostro los dos rostros
y el cinturón que anuda los vientos contrarios
Ya eras la ventana última
los ojos últimos
el incendio de luz
y la noche sucia
con toses de enferma por las calles
eras tú misma
y tu doble atrás como un espía
Antes del reino
todavía no eras tú
sólo premonición
y ya eras la presencia
la señal como saludo
los cuerpos
la cópula cayéndose a pedazos
IV
Donde el ensoñado y el soñado
van por un solo camino
se levanta un cuerpo
Por ese adentro de mujeres que hablan
de pasadas contiendas en las que no estuvimos
otro cuerpo se abre
Y todo aquello que los cuerpos forman
es en la sombra
un brillo solitario
Tú eres la que no se acaba de decir
en una noche de verano
la que viene del mar
la que me precede
la que en tardes de lluvia
se acuesta en los campos
para que yo la ame
No veo tu sonrisa entre mis labios
apurar la prolongada espera
en tu abandono de luciérnaga a la noche;
sólo tengo asida entre mis brazos
la inexpresable lucha
de penetrar en el bosque sin fondo de tu sueño
que empieza en la penumbra.
Tu paso, como una sombra,
era difícil de seguir,
y al perderte en una esquina
sólo quedaba en mí, como en la calle,
un vago sentimiento de vacío.
Tu cimbreo, tu cintura
me estremecían
y el jardín parecía tener más rosas
y el verano calor,
pues en mis labios de niño aún no había
la palabra que define al amor.
Cae la lluvia sobre junio
El espíritu de la mujer que ama
corre en tu cuerpo…
se desnuda en las calles
La vida en los rincones
sostiene el equilibrio del mundo
con un algo de Dios que asciende de las ruinas
Los hijos del hombre hacen su universo
sobre un barco de papel que se destroza
pero la alegría no está precisamente allí
sino en la proyección de otro universo
Nada debe detenerse
volverá septiembre y después abril
y los amigos que no acudieron esta primavera
estarán con nosotros en un invierno previsible
Amo este tiempo
donde los perros son sagrados
y los insectos titubean en los vidrios
Te amo a ti por efímera por susceptible al frío
La ciudad se ilumina para nuevas proezas
I
Cirabel
llego siempre a tu aposento
con una confusión de bocas
y una zozobra de hombre
a traerte la ofrenda cotidiana
de mis manos huecas
Más o menos
cuando la ceniza de la noche
se derrama sobre tus pupilas
igual que ante una ciudad inerme
Anudado tu grito de silencio
no me dices nada
y nos contemplamos
como si no existieran nuestros cuerpos
II
Sé que piensas en mí
porque los ojos se te van para adentro
y tienes detenida en los labios
una sonrisa que sangra largamente
Pero estás lejos
y lo que piensas
no puede penetrarme
Yo te grito Ven
abre mi soledad en dos
y mueve en ella el canto
Haz girar este mundo detenido
Yo te digo Ven
déjame nacer sobre la tierra
III
Te me vas haciendo alas
ya eres menos física que una palabra
flotas sobre mí ligera como aire
Te me vas haciendo imagen
porque cuando estoy contigo
quiero decirte algo
y la voz se me hace una paloma abstracta
Estoy lleno de ti como la tierra
me tienes inundado con tus ojos
eres más inaplazable que un segundo
Todo lo has podido haciéndote aurora
yo no puedo nada soy demasiado noche
canto de luz muda luciérnaga
IV
Yo el antiguo el nuevo
por el derecho que me da mi cráneo
hablo
en nombre de los que no tienen la segunda boca
para romper sus cápsulas de angustia
y digo
Nadie ha sido penetrado
el hombre
en su siniestra vocación de polvo
es intocable
Cuando la sombra duerme su cuerpo se ilumina
su rostro reflejado atraviesa cristales
y finalmente se instala en todo brillo
Sus dedos trenzan en el aire
los bellos frutos de los días de mayo
Muda en la respiración muda de las cosas
la voz de una mujer pasa buscándola
Desnuda en el esplendor irreparable
sus ojos se abren como un río
de luz y de sonido
Déjame
estoy lleno de ti,
no te perderé,
llevo conmigo tu esperanza invicta
y los diluvios de tu claustro;
he visto levantarse de tus pupilas
el sentimiento inaugural del hombre,
pero todavía no tengo la sangre
y la tierra y la palabra
no me pertenecen
Déjame entrar a tu íntimo alfabeto
para saber lo tuyo por su nombre
y a través de tus letras
hablar de lo que permanece
y también de auroras y de nieblas.
Déjame entrar para aprenderte
y girar en tu órbita de voces
hablándote de lo que me acontece
describiéndote a ti.
Donde el ensoñado y el soñado
van por un solo camino
se levanta un cuerpo
Por ese adentro de mujeres que hablan
de pasadas contiendas en las que no estuvimos
otro cuerpo se abre
y todo aquello que los cuerpos forman
es en la sombra
un brillo solitario
I
El aliento es el dios que la penetra
e insuflada da a luz
habla un instante
y su voz queda en el aire
aun cuando ha partido
II
Por el día que se mueve
la sabiduría erige templos
quien ama el sol
siente en su corazón el fuego
las palabras tocan el aire y arden
el ser viaja hacia la luz
III
el río por el valle tiene fondo
y por el monte es aire
rayo de sol
serpenteando
deja tras de sí sombras transparentes
y el hombre
aunque pobre en el mundo
vestido va en su desnudez de luz
IV
viaje por la enorme variedad de la mujer creada
por baños y templos como solemnes minas
por el silencio de tu cuerpo después del amor
por seres que despiertos en el sueño hablan de la creación
caminos de luz llevan al ser al borde de sus propios ojos
en siglos como pozos el ser amado cae
la carne abierta bajo el sol sufre de azul que pasa
V
éramos 8 seres
cada uno como un fruto
y a veces este fruto
era todos los frutos
y era el árbol mismo
y como un ojo solo
ardía azul en el aire
y ardía toda la noche
Ella violenta y pública
en el peregrinaje lento de las horas
que resbalan coloreándose hacia el alba
ella
exterminada y recobrada
por batallones en su misma mano
faz que se dobla en el arco
haciéndose durar
plenitud quebranto inclinación
centro donde el esplendor se esparce
o se concentra con el instante a la deriva
con los fetiches
con los proscritos de las calles
con las mujeres que llaman con susurros
con los que esperan que lo oscuro amanezca
para que su techo sea un techo dorado
ella con lunas negras
pareja y cada uno de los oponentes
sobre el hallazgo y el trance
al fondo de su secreto brilla
alberga alas que la ascienden
ojos que develan sus brumas
la noche es su aurora
sacude en el pasmado al desertor
teje un manto de espanto en torno
de aquellos que niegan la justicia
Globos
El deseo perfora
en la clara dureza de su cuerpo,
delgadeces empujan en su vientre
un temblor que si se agita salta,
ritmos balancean bajo su pecho
viva abundancia que el deseo persigue
con una sombra flaca.
Es tu nombre y es también octubre
es el diván y tus ungüentos
es ella tú la joven de las turbaciones
y son las palomas en vuelos secretos
y el último escalón de la torre
y es la amada acechando el amor en antemuros
y es lo dable en cada movimiento y los objetos
y son los pabellones
y el no estar del todo en una acción
y es el Cantar de los cantares
y es el amor que te ama
y es un resumen de vigilia
de vigilancia sola al borde de la noche
al borde del soñador y los insomnios
y también es abril y noviembre
y los disturbios interiores de agosto
y es tu desnudez
que absorbe la luz de los espejos
y es tu capacidad de trigo
de hacerte mirar en las cosas
y eres tú y soy yo
y es un caminarte en círculo
dar a tus hechos dimensión de arco
y a solas con tu impulso decirte la palabra
Ad aeternam un hombre y un perro semejante a un caballo de oro; dos guerreros como esculpidos por el polvo; un rey y un yelmo donde el sol reverbera; una reina blonda cautiva tras un muro que rodea afiladas fortalezas.
Ad aeternam una imagen vagarosa, que no toma forma definida en la imaginación del hombre; un ave de rapiña; un montón de cuerpos hacinados desencarnándose, resplandeciendo al sol; brotes de sangre negra en el vasto coágulo de musgo oscuro, en la piedra.
He de perseguir tu cuerpo
hasta donde dos cuerpos pelean
tu callejón oscuro
y peligrosamente el día
tiene contacto con una luz que no le corresponde
para sentirse propio y poseído
hasta donde la demolición de los conjuros
no perdona el rumor de las palabras
he de perseguir tu cuerpo
hasta el fin de tus calles
donde los saludos forman esquina con el viento
y la seguridad imposible de manos conocidas
hace vivir deseos constelaciones
en el solo equilibrio de la sombra
1
Si pusiéramos un espejo
debajo de la escalera
se prolongaría en otra escalera,
o nadaría en su nada.
2
Si cortas una escalera de humo, continuará subiendo.
Si rompes una de madera, se hará dos escaleras.
I
Ánfora para la fluidez implacable del origen
para la libertad de los cuerpos
yo te escribo sin nombre
así abro mi jaula de pájaros siniestros
así prefiguro la seguridad de las manos
así comprometo mi tiempo en tu tiempo
así me descubro entero en ti compacta
Éste es mi incendio de cauces y de cuencos
mi confusión de estaturas y edades
Tú eres la impenetrable la siempre nueva
la que dices a media voz tu movimiento
yo te escribo sin nombre en alianza
con los fervientes de los ojos inmediatos
Tú elevas la densidad de las raíces
tú afirmas lo que las otras niegan
tú eres la verdad de mis días
la espiral de mi comienzo
tú eres la inaplazable
la mujer desnuda
yo te escribo sin nombre
en las ciudades brumosas
en los antemuros en la piel
en las escaleras que no ascienden
Ni un momento
he dejado de ver en este cuerpo
la forma de tu ausencia,
como una esfera que ya no te contiene.
Pero dos cosas constantes te revelan,
te tienen de cuerpo entero en el instante,
y son la cama y la mesa de madera,
hechas a la medida del amor
y del hambre
La noche muere sobre una manzana rota
La creación recomienza
El alba crece insuperable
compacta en sus disturbios
El hombre pulsa la memoria
abre el instante nuevo
con manos transparentes
Por todas partes la fantasía
de ser entre las horas
la proeza el grito la resurrección
También de la tierra húmeda
de los hechos ya ocultos
llega el movimiento
el segundo perpetuo
la presencia
Una palabra corta en dos tus labios
En el hálito ardiente de su propio sonido quema
y en su ámpula germina la crisálida
La libélula transcurre bajo el sol
Rompe la quieta corriente del instante
el río que ha pasado comparece
al golpe del nuevo movimiento
Se recuesta en el agua el esplendor
Otras criaturas tañen las olas bajo el mar
Aire de su aire mueve la gaviota
el soplo el verbo el yo soy de esa muchacha
como los árboles etéreo
Nuevas existencias toman superficie
toman cuerpo en Sus ojos Los astros son pupilas
Siempre un poeta canta entre los muertos
hasta que las puertas de tu ciudad
fortificada con estatutos inviolables
me acojan como habitante
de la vida que en ti se desenvuelve
igual que la lluvia de silencio
sobre tu cabeza
Gradualmente me impregnaré de ti
hasta que sea humo en tu voz
luz en tus ojos
y haga sobre mis hombros tu futuro
Cuando llegue el otoño
te descubriré al rostro de los hombres
para que en tus vasos alimenticios
vengan a nutrirse de esperanza
I
Hay frutos que suben intensamente por la luz que los toca
y en el aire se encienden cayendo hacia el arriba
hay que maduros se derraman a izquierda y a derecha
en un borbotear ardiente de brillos en el árbol
hay que se cierran para que la luz no los abra
y se entregan al aire ligeros de sentidos
hay como vasos rotos en su ruina espejean
y en sus pedazos se puede ver el fruto entero
hay los que la luz penetra y hace lucir en las alturas
los que no poseen ni una luz pero la luz de todo
hay esta lluvia que se convierte
en la cáscara y el jugo del fruto que humedece
II
Rápida maravilla es la luz
que sube baja de los montes
y por tu cuerpo cae
llena de ojos
Trémula bendición es
la que invisible llueve sobre tu corazón
la que deja en tus senos
brillantes puntos de oro de azul
la que te ha convertido en un largo rayo puro
en el alba
III
Cada onda es el agua
uno es el hombre
unidos van las hojas y el verde
las alas y el aire
los ríos son este Río
y sola va el arca por la noche
IV
En abrazo mecido la muchacha recorre
la blanda aventura de su cuerpo
la esfera en la que su ser da vueltas
en torno de la fuerza que asomada a su alma se fatiga
en abierta espiral encierra adentra y desata
el deseado rostro que los dos van formando
y el rasgo casi humano que arrancado de los cuerpos brilla
en rojo funeral consume su existencia
el vértigo meciéndose en su carne
el cuerpo inerme que la semejanza le entrega
y la boca que los hala y succiona
apenas la conmueven
su superficie acoge lo mismo el ademán intruso
que el gesto de su abdomen más abismado y húmedo
en el flujo y reflujo que el instante va creándole
en ese vuelo a tientas por la altura
más de un alma ha caído y más de un ave se asfixia
por esa oscuridad apretada
el cuerpo fugitivo es real muriendo
V
Cuando la lluvia pasa y la ciudad se eleva
y el pájaro vuela por un amarillo iluminado
donde un ocre y un rayo dorado se desprenden
como de hojas otoñales lavadas por el agua
gotas que abandonó la lluvia sobre un vidrio
alentadas por una luz interna
son pequeñas esferas o universos del agua
donde el color es incoloro pero tiene
dos o tres azules y un naranja
que parecen temblar
Estas rápidas gotas de la dicha
bajo el hálito de una breve existencia luminosa
se quedan asombradas en el puro corazón de la alegría
o trazan resbalando diminutos y delgados ríos
como siguiendo la estela despeinada de otras gotas
que encontradas son un pequeño mundo
una transparente cúpula
donde brilla la luz
VI
Sobre este puente donde el tiempo avanza inmóvil
como la podredumbre o la alegría de ser
adentro de las cuerdas
que lo atraviesan de un extremo a otro
he visto al pájaro inocencia detenerse
un momento en su vuelo para decirme adiós
he visto en sus ojos el incendio de luz
que arde sobre las aguas como un tapete
o una lengua siempre más larga y estriada
he visto en su pico el canto y la maravilla
que nunca se levantan un punto más alto
de la tristeza que los encierra como un nicho
he visto la oscura y húmeda cabellera del canto
siempre más radiante y más muda
más color de viento que de amor o vocal
curvarse en sus umbrales como una ola
Sobre este puente que ha mirado con mirada fría
(así como mira el rostro amado y muerto
siempre más distante a la palabra y más imposeíble)
pasar miles de espectros y de autos
miles de cosas y seres que van al infinito
como etapa final
he visto el pájaro de la inocencia
descansar un momento de su eternidad
para decirme adiós
en un hasta nunca apenas perceptible dicho casi
con un rumor de alas sonando en el silencio
VII
La palabra
lleva el sol
lleva la virgen
lleva el pan
la comunión
y lo que invoca
es la dominadora
la que junta
vive en muchas moradas
entra en muchas formas
sopla desde el fondo del agua
silenciosa
sube de todas partes
quema y nombra
Cálida ahí donde te toco.
Grupa vaporosa.
Radiante en cualquiera de sus poros.
Cabalgando.
Y sobre lo espléndido va lo irrepetible.
Y reproduciremos toda vida, y toda melancolía será
ahogada con zumo de tus manos.
situado el cuerpo hasta las nubes para que llueva
enorme, consternado, sobre las pequeñas voces y el
medio movimiento.
Pero tú no te reconoces como mía
Luces dispersas te saludan como suya
Siempre igual en todas partes
siempre primero a ti mujeres apagadas
A pesar de ciudades y ciudades
de rostros y rostros de semejanza y semejanza
Lo que tocas me niega
Ascensos y descensos no me tienen
Labios y palabras y engaños
son para mí una muerte verdadera
Silencios tan largos como un segundo
caen sobre mí sin conocerte
He creído encontrarte adentro del sonido
Los espejos confunden las imágenes
No amaneces No eres tú
Eres otra Es la noche
Quedas viva inmune
caminando todavía sobre los muertos
Las piezas de ajedrez están sobre el tablero, esperando no sé qué próximo y exacto movimiento, fijas y creadas para impersonales ceremonias, suspendidas en la vigésima jugada ante el inminente derrumbe de las blancas, cuando el rey de albura ya no puede elegir y las negras deciden la maniobra que ha de realizar bellamente el cataclismo.
Pensabas
que el amor era bueno
y que volabas
en dos cuerpos
que eran el tuyo
y no eran el tuyo
al mismo tiempo
que la tierra era aérea
llena de camas y de puertas
llena de llaves y de ceros
y que la ciudad
con sus charcos y sus perros
eran un cielo sin fin para tu vuelo
pensabas
que tu cuerpo
diferente de su cuerpo
no era tuyo
si te alejabas un instante
de su abrazo
de su sol y de su suelo
Polvo de ti en el suelo ensimismado
cuencos de ti hasta el fondo y por arriba
agua de ti me baña las palabras
Cópula de vulnerables y prosigue
números sin salida te denuncian
el sol la tarde el grito son un mismo ojo
Todo es agua en la noche compartida
Me descubro en tu antemuro como cuerpo
Emerges niebla
Yo los dedos adheridos
Mujer preservas el trigo hasta el verano
Aglomeración de luz es la tiniebla
Hay mesura en tus fugas
me desplazo
Eres causal cuando te heredas
estás llena de afecciones y habitada
qué azul sereno agradecida
Antes de hablar ya tengo tu vestigio
claridad de seres
sacramentos tuyos
Déjame buscarte cuando pasas
Esto es el mundo
sumisión de arena
abrazo de cálida penuria
escribir en tus ojos hacia dentro
La mujer sonrisa doble lo ha sabido
Continua y ascendiendo la luz de la fatiga
Te inmensas por el campo
Ya no estás
Por el silencio sigues
embriagada y sonámbula
Detrás de los espejos
se desnuda tu nombre
Difusa entre las lámparas
es mortal tu pupila
Naciendo con el día
llevas un luto largo
de vasijas y cuerpos
Tu revelación no cesa nunca
en la noche sin huellas
Al fondo de tu voz que niega
hay otra voz que afirma
Tus dioses desplazados
se recrean sigilosos
en la realidad invisible.
Sé que piensas en mí
porque los ojos se te van para adentro
y tienes detenida en los labios
una sonrisa que sangra largamente
Pero estás lejos
y lo que piensas
no puede penetrarme
yo te grito Ven
abre mi soledad en dos
y mueve en ella el canto
haz girar este mundo detenido
Yo te digo Ven
déjame nacer sobre la tierra.
Te amo ahí contra el muro destruido
contra la ciudad y contra el sol y contra el viento
contra lo otro que yo amo y se ha quedado
como un guerrero entrampado en los recuerdos
Te amo contra tus ojos que se apagan
y sufren adentro esta superficie vana
y sospechan venganzas
y muertes por desolación o por fastidio
Te amo más allá de puertas y esquinas
de trenes que se han ido sin llevarnos
de amigos que se hundieron ascendiendo
ventanas periódicas y estrellas
Te amo contra tu alegría y tu regreso
contra el dolor que astilla tus seres más amados
contra lo que puede ser y lo que fuiste
ceremonia nocturna por lugares fantásticos
Te amo contra la noche y el verano
contra la luz y tu semejanza silenciosa
contra el mar y septiembre y los labios que te expresan
contra el humo invencible de los muertos
Tú has escondido la luz en alguna parte
y me niegas el retorno,
sé que esta oscuridad no es cierta
porque antes de mis manos volaban las luciérnagas,
y yo te buscaba
y tú eras tú
y éramos unos ojos
en un mismo lecho
y nadie de nosotros pensaba en el eclipse,
pero nos hicimos fríos y conocidos
y la noche se hizo inaccesible
para bajarla juntos.
‘Elle a la forme de mes mains
elle a la couleur de mes yeux…’
PAUL ELUARD
Tiene la medida de mi sueño
los ojos de mi infancia
ama lo que yo amo
lo que no retorna
lo que no llega todavía
se levanta en mis párpados
y de ahí hace volar sus sueños
Se desplaza y permanece
siempre es ella en todas partes
saludando al universo
Llena todos los días del mundo
y aún no nace porque no tiene fin
La encuentro en el silencio en la absolución
pero ella está dispersa respirando en todo
Si algún día llego a penetrar su alma
le daré vendimias de su cuerpo
el hombre el pasto la niebla.
Cuando hable con el silencio
cuando sólo tenga una cadena
de domingos grises para darte
cuando sólo tenga un lecho vacío
para compartir contigo un deseo
que no se satisface ya con los cuerpos de este mundo
cuando ya no me basten las palabras del castellano
para decirte lo que estoy mirando
cuando esté mudo de voz de ojos y de movimiento
cuando haya arrojado lejos de mí
el miedo a morir de cualquier muerte
cuando ya no tenga tiempo para ser yo
ni ganas de ser aquel que nunca he sido
cuando sólo tenga la eternidad para ofrecerte
una eternidad de voces y de olvido
una eternidad en la que ya no podré verte
ni tocarte ni encelarte ni matarte
cuando a mí mismo ya no me responda
y no tenga día ni cuerpo
entonces seré tuyo
entonces te amaré para siempre.
Vas creciendo sombra a sombra
abril se desvanece en tus cabellos
papeles sin sueño habitan en los parques
el día negro es una estrella acuática
La iluminación tiene alas del camino
en los muros no pesa el aire
el rostro de la noche en la ventana
es un ser dormido que despierta
Hay un tiempo desvelado que te esconde
y un fantasma que te hace recordar
La primavera oficia en secreto
un diálogo de niños
y en el cuenco de tus manos
pueden volar los pájaros
El mundo es gris en tus pupilas
es un cuerpo desnudo
que se apoya en los párpados
Elástica la luz se cumple en otro asombro
Sólo tu voz rompe la bruma
Vas creciendo sombra a sombra
Y todas las cosas que a mi amor contemplaban
el sonido y la lluvia los parques y la imagen
se asomaron en ella
Y todos los seres que en el tiempo eran árboles
abrieron sus pestañas a los frutos del día
y el sol fue su mirada reencontrada en el mar
Y era un verano de diamante y de polvo
despierto al borde de la noche dormida
y creció entre la luz y la sombra trenzada
Creció sin detenerse y miré la Vía Láctea
perdido entre las negras mariposas fugaces
y las bocas llamando como rojas campanas
Creció con el amante en verde silencioso
vestido de destinos cabalgando las horas
y breves arco iris espontáneos y breves
Y mis manos pudieron ser aire de sus manos
y en medio de la fábula descubrí nuevas fábulas
y el cuerpo de su risa emergiendo del aire
Y tocamos el musgo de sus aguas inmóviles
y sentimos los ojos redondear las palabras
y volamos muy libres adentro de los pájaros.
Tu nombre repetido por las calles
Tu boca
Tu paso que no es nocturno ni de aurora
Tu voz
Sólo tu ser creciendo en las esquinas
Tu tiempo… tus alianzas
Ahora sentada en espiral
Después el humo.
Como si no supieras que la noche
toca ya en los antiguos ventanales,
como ignorando al astro que destruye
las risas de la tarde,
suavemente
persistes en la feliz tarea
de remendar las cosas, ocultar deterioros
y presentar las almas de la casa
‘rotitas, pero limpia’, preparadas
para la prueba de los buenos días.
De nuevo llegas a mi casa.
Conoces el camino
y sabes que mis cosas
se han amoldado a ti.
En el espejo
queda tu reflejo.
En la tarde de la ciudad,
bajo las máquinas;
en la tarde amarillenta,
sucia, habitada de sombras,
manchada por las prensas,
vociferante río de niebla
hacia la noche del tumulto;
en la tarde tus cabellos
serán un recuerdo presente.
A Humberto Saba
El día empequeñece.
Las palmeras, las nubes,
el sol disminido,
las tranquilas gallinas,
la soledad, la tarde,
tus senos y mis manos,
todo se va tranquilo
hacia una noche suave
y sangrienta a su modo.
Nuestras vidas son los ríos…
Jorge Manrique
Desde aquí veo tu casa
rodeada por el aire
de esta mañana lívida.
Veo tu puerta cerrada
y el balcón entreabierto,
siempre entreabierto
para librarte de los sueños malos.