Se iniciaba el ritual.
La espada viva abrió aquel vientre flor
y comenzó la búsqueda…
Fue abriéndose camino
hasta llegar al cáliz.
Se hizo la luz
al detenerse el tiempo,
no se supo si fue solo un instante
o cupo la eternidad en aquel sueño…
El trueno y el relámpago
sacudieron la piel asidos de la mano
y la vieja tormenta solitaria
se irguió en el centro de la vida.
Poemas mexicanos
I
Perdido en ese túnel de sí mismo
creyendo ver la luz en la luciérnaga
y el infinito en la línea de la mano,
llevando por delante
solo cinco sentidos…
¡y lo sabía todo!
Angosto y frágil intelecto,
astillado y dudoso.
Desde el paisaje huraño y desvelado
que acogió entre la niebla mi figura,
rescata mi memoria la más pura
imagen que guardara del amado.
Revivo silencios del pasado
en el beso amarrado a mi cintura,
y descubro una llama que perdura
en el minuto ayer eternizado.
Más allá de la línea del destino,
buscó en su mano la perdida huella
que indicara la ruta hacia la estrella
o encendiera la luz en el camino.
Siguió avanzando en paso peregrino,
es busca siempre de la clave, aquella
que traspasara el paredón que sella
la puerta entre lo humano y lo divino.
Rosa fragante, enseña desplegada,
rosa de miel, de luz, de primavera,
entre todas las rosas la primera,
de la inquina y las sierpes alejada.
Rosa, por dulces sorbos habitada,
de las palabras laboriosa obrera,
en ‘tela de concierto’ delineada
y del sutil aroma prisionera.
Tendida bajo el ala de la vida,
De par en par abierta la mirada,
Bebiéndose de un sorbo la jornada
Que en el tiempo dejara suspendida.
Vuelta sombra la piel estremecida,
Mariposa que yace traspasada,
Blanca vela que ondea desplegada
En la quieta llanura humedecida.
Pincelada que baja desde el cielo
a repartir un bien incomprensible,
larga y triste figura
que quiere llevar miel entre las manos;
rayo de sol que besa los labios de la amada,
una amada que a los ojos del mundo
está desvanecida.
Tres años resumidos en una bolsa plástica
se ha cerrado la puerta
y todavía guardo las llaves en mi bolso
se ha volteado la página
y aun quedaron capítulos pendientes,
pero no he de leerlos
y no habré de quedarme
a mirar a través de las rendijas
ni intentaré falsear la cerradura.
Abre el libro en la página que reza:
‘Donde se ve que Amor sólo es tristeza’,
y con tu voz de oro
que tiene sortilegios peregrinos,
¡ahuyenta, como pájaro canoro,
la sombra de esa frase, con tus trinos!…
Porque es tu voz tan dulce y lisonjera,
que si dices que Amor tiene dolores,
el dolor se resuelve en primavera,
y todas sus espinas echan flores…
¡Deja escapar tu voz, oh, dueño mío!,
y haz de esa frase triste sólo un canto:
tú puedes, con las lágrimas y el llanto,
hacer notas y perlas de rocío.
-Hallarás en el bosque mansa fuente
que, al apagar tu sed, copie tu frente.
Dijo, y le respondí: -No tengo antojos
de ver más fuente que tus dulces ojos;
sacian ellos mi sed; son un espejo
donde recojo luz y el alma dejo…
-Escucharás, entonces, los latidos
del gran bosque en los troncos retorcidos;
o el rumor de la brisa vagarosa
que huye y vuela cual tarda mariposa…
-Bástame oír tu voz; tiene su acento
gritos de mar y susurrar de viento.
Llévame a lomo de sol
a hundirme en las aguas
a respirar follaje y luna
que quiero morir en las arenas
y mis pies ya no bailan.
El chillido/relámpago
suspenso del cuerpo
forma un círculo
abrazando nubes
El pico se enfila hacia el mar
El aliento es soplo
que baila hasta extenuar su piel
Los pies
alas
que se acunan
en playa borrada.
El mundo nuestro
se fue acumulando
en la ceniza
Presencia del humo
Memoria del cuerpo
Los gritos de los borrachos
y el mal avenido trío
se espantaban con el cacareo
del traspatio
ambiente sórdido para olvidar
los arañazos de las palabras
Las fichas sobre la mesa
inermes ante mis ojos
al mirar los tuyos abotagarse
de tanto silencio
Cuántas veces recorrí los caminos
apretados de tierra
para sacarte dormido
con sueños de caballo en relincho
Luego llorabas viejo
porque se te ablandaba el tiempo
y el corazón no se te encogía
Y dejó de existir
la secuencia de las semanas
El mes era levantar un pie
detrás de otro
para ver la costa de mar revuelto
o echar la vista
en trampa de dado
hacia la sierra
y morderme el vientre
creyendo que en algún momento
el vendaval me arrancaría
de ese camino y de esas piedras
Cuando encontraba la limpidez de tus manos
la tarde se mecía
Si me confiaba
hallaba un tanto de luz proveniente del mezcal
No sabía quién era más cobarde
si yo
por no beberme la vida de un trago
o tú
que la bebías minuto a segundo
Tal vez lo que me ató
fue el rumor del tiempo
el oleaje antiguo de sal
el estruendo
No lo sé
Miro mis manos
y da lo mismo
en el fondo del vaso
está mi rostro
No necesitas ningún otro lugar.
En la mesa de tres patas
enfilaban los «tintos»
La muerte giraba
con ojos de lechuza
y yo bailaba al compás de palmas
que rasgaban el espacio
Esa vida no era la nuestra
Sumergidos en papeles
o en números contables
se nos iban los meses
vagones cruzando las calles
de una ciudad en llamas
Cerraba los ojos
porque la vida corría más rápida
que el líquido que envenenaba tu sangre
Eras tantos que nunca conocí
Al llegar la noche
la navaja ácida
atravesaba la vigilia
y el horror del pulso
el crujido de las paredes
me envejecían hasta el sopor de las sábanas
En el torrente
hablar con ese polvo
que se hacina en la boca
y paraliza el silbo
Sólo el latido en relámpago
tratando de salirse del tiempo
Qué larga diástole
Qué lento suspiro
Dentro del compás
«punta / tacón» «braceo en alto»
el cuerpo se arquea
para perderse en el trasvase
de la tierra al aire
Tu mirada detiene mis pies
la madera de los crótalos me astilla
Tu mirada aún me bebe
ajenjo que nubla tu sueño.
La vida huyó en el lamento de no tenernos
imposibilidad que me aventuró a otras tierras
y a ti a otro cielo.
La piel se nos fue transparentando
Dejaste hijos que contarían
que el abuelo en vez de ojos
tenía mordidas de noche
Yo me enredé en papeles
de tonalidades blancas
que olía en busca de una tierra
que me punzaba el vientre
Los perros se morían
y las carreteras ya no eran cruzadas por burros
Recordaba tu mano recogiendo
humo hacia tus labios
y la música lenta adormecía hasta ese lamento
que subía desde los pies
No recuerdo con claridad la última vez de tu rostro
no conservo más que una fotografía en una feria
ni siquiera sequé una de esas flores que me diste
mordiéndote el amor como si dijeras por descuido
una blasfemia
No recuerdo tu cuerpo
ni tu olor
ni un poco el tono de tu voz
pero sí el vibrar del aire
el embestir del miedo
al sentirte arrebatándome
Y hubo otros días
con otras historias
y tardes fumando
ante un tinto sin paladear
con la resignación absurda
de no pronunciarte
Y cuando el mundo se acortó por un sol
que ya no iba a ser para nosotros
oí tu risa como cascada rota
y fue la primera vez que tomaste mi mano
para bailar en un kiosco vacío.
Muero sin morir en ti
y de tanto morir
nunca llegar a la muerte en sí
Tener sed y no encontrar el agua que sacie la lengua
Sentir temblor y no palabra que apacigüe
Buscar sin entender que el cuerpo no se rompe
que la boca es insuficiente
para limitar manos y pies que no andan
aunque mucho polvo hacia el templo hayan dejado
Sopla el viento
primera pulsación de la presencia
aire que alienta las palabras de la garganta
y del pensamiento hasta los labios
Las palabras se pronuncian entrañando gesto
brazos que tocan a través de las manos
que expresan su conmoción para llegar
pero nada tocan sino el aire
y a veces otras manos
que no son abrazo
que no son sino sólo manos
y las tuyas van perdiendo su propio movimiento
bailan en la fluencia del tacto que nada dice
por qué si hay dentro
las manos
los dedos
las uñas
olvidan el soplo del viento.
No fue la embriaguez del tinto
o la de las semillas de agua
la que ardió en nosotros
fue esa inutilidad
de no poder romper los trazos
que ataban tu cuerpo a una mesa
y el mío a la danza.
Tu voz
Vibración de espacio sellado
no me ata a la luz de la noche
Nada dice del viaje
por los siete cielos
ni sobre los círculos del mar
Distante como erupción de diáspora
batalla para unir las puntas de la hora
Los pies no se han desprendido
pero los ojos hace mucho pisaron
las arenas de Odiseo
y en el vuelo las sirenas fueron cómplices
Edipo oráculo
y Delphos sólo rastro de «lirio»
Tensas la cuerda
para elevarte en canto
y en un fragmento de aire
te echas a cuesta los montes
Desgastadas tus sandalias
me preguntas si el amor
fue algún día nuestro
Entonces recuerdo los ojos de Helena
y el oro de una manzana
convertido en moneda de cobre
con la cual compraste la muralla de Troya.
… dice Durrell que la pareja
es un animal bicéfalo
por eso yo
prefiero andar a solas con mi propio cuerpo
yo se que
el beso casto enloquece a las bestias
haciéndolas bramar
Y eso es hermoso
Lo mejor sería
un solo cuerpo sin cabeza
un corazón radiante y bueno
que pueda sublimar el recuerdo salado
de las futuras lágrimas, digo
cuando los cuerpos vuelvan a sus cabezas
y se digan adiós
Sí, inventar un espejo de cuatro dimensiones
en el que reposar despiertos
haciendo el amor en otro mundo.
Si te dejara conocer mi cuerpo
y penetrarme
quedaría atada a ti
Tu macho dominaría a mi hembra
y mi animal satisfecha
soportaría gustosa todos tus caprichos
Verás… esta distancia de las pieles
es ¡tan saludable!
Libre de ser
sin saber
sin ser juzgada
estar en mi
con mí
conmigo misma
y contemplarte así
como quien mira una flor:
con los ojos del amor infinito
Por fin he logrado amarte a ti
sin ti.
La nostalgia es azul
aire sutil de todo extrañamiento
eres tan sólo un nombre
una imagen
Aunque quisiera amarte
¿cómo podría
si lo que ves en mi también es sólo imagen?
Me temo que
este deseo no puede tocarse con las manos
Si te besara desaparecerías.
La Voz
I
El viento recorta el perfil
de su lomo inclinado
El corazón del volcán está encendido
fiesta de luces, cuando el sol caprichoso
aparece quemándolo todo
En el centro de la tierra estallan nubes
Piedras y ceniza
brota de un corazón de fuego
cálida intocada
Apenas un mal presentimiento
una vaga tristeza que se escucha
el panal de la memoria
con su miel de humo.
Hombre de mar
como una ola
Viene y se va…
Suenan al aire las campanas
y esa nube canta silenciosa
como una alondra de luz en el oído
Valle de Bravo
¿Quién sabrá que mi herida es
una gran hendidura del cielo,
que encierra dentro las palabras
que yo destinaba a la sombra?
Tahar Ben Jelloum
I
Los tonos cambian entre la noche y el alba
Recuerdos niños, vagabundos
Donde me siento a deletrear el océano
II
Este rayo de luz naciente no es otra cosa
que mi poema natal
oigo el silencio que se llena de voces
de voces que no son la tuya
que nunca son la tuya
Desde que tu estás muerto en mi silencio
la enredadera no ha dejado de crecer
como la mala hierba…
III
Tuve que regresar
tan sólo para ver morir a las amigas de mi madre
siempre volver
desde la nada del instante anterior
hasta la nada del instante que le sucede
Lo abismal abre su boca y por su abismo
Mutamos.
Para Sofía
Ana descubre las palabras
Las palabras aparecen vestidas de cosas:
Árbol tierra
Lago agua
Viento aire
Vida fuego
Ana descubre que la palabra es un misterio
Un misterio es algo que no se ve
pero se vive, como abrazar un árbol
o meter la mano en el lago
o desplegarse como una mariposa
mientras la voz estalla en el aire
como una estrella fugaz…
Ana sabe después que las palabras
pueden volar más alto
en el silencio.
Este hueco de lágrimas
transparente y salvaje
como una estalactita
Olas del cielo
desde el horizonte azul de tu mirada
tumulto fiero el de tus ojos
celta y sarraceno
tu nombre que se abre como una flor de sangre
en mi garganta
Tú, puñal en el pecho
Incandescencia sorda de un amor que nunca fue
Pozo donde alojé tu cuerpo
Manantial de mi voz que te amortaja
en medio de un desierto alejado
Conjuro que me haga recordarlo así
si lo he olvidado
Amor de desamor cantado
¿Dónde fue a encallar el barco naufragado?
Un hombre bello entra en el vagón del metro
por un momento lo miro intrigada
pues me recuerda a ti
rubio, alto y escandalosamente joven
(pienso escandalosamente
al mirar mi rostro en el vidrio)
Él ha sentido el deseo que te llama en mis ojos
ha sentido desnudado su torso
(al que imagino sólo por comparación con otro
que eres tú).
¡Qué pase la luz! ¡que pase!
mientras la algarabía amaga el aire
explotando en luces de colores
hay una fiesta y es la de la virgen
(mas el día está sumido en una vasta niebla)
el ladrido de los perros, los pájaros invisibles
y el grito helado de un niño que pide una toalla
convergen en el silencio de
una mujer que sueña como el día
entre vapores de agua.
Así llegó la madre de mi abuela
a la Habana,
altiva hija de un continente antiguo
y ni el sol de las Antillas pudo arrancar una destello caribe
a sus mejillas
Así llegó la bisabuela a la isla
asombrillada.
Leo:
??Toda la vida por un minuto de gloria??
Me pregunto:
¿Valdrá la vida un minuto de gloria?
o
¿No será la vida, la gloria sin minutos?
o bien
¿Será el minuto la vida o la gloria?
Ya lleva el viento su canción por el valle
y en la rama estalla una flor de plumas con su canto
batir de alas en el silencio de la campana
Son casi las seis y en el árbol
los pájaros tienen una fiesta.
Vengo del futuro
a vivir la vida de mi sombra
He venido a buscarla
para llevarla conmigo
a ese lugar sin tiempo.
Quiero vivir
arrancando palabras al silencio
y que el amor crezca como una enredadera sin amo
quiero escuchar la música hasta encontrar mi nombre
quiero vivir con un rayo de luz en el corazón
en fin, saberme despierta y ardiendo…
a José Luis Ruiz Abreu.
Queríamos crecer
como la hierba
y estuvimos huyendo muchos años
sin tierra, sin raíces.
Navegamos en islas, inviernos y castillos.
Volamos sobre puentes y molinos de viento.
Recorrimos las hojas de panteones antiguos,
los urinarios públicos y los barrios judíos.
El balcón de la avenue Gambetta
donde las estaciones se marcan en los árboles
en la vegetación inmensa de Père Lachaise
Desde este sexto piso
París no es más que un cementerio
el musgo crece sobre él
apariencia de viejo
viejo mundo
confiture y baguette
Desde el 74
autobús parisino
quiero
no quiero
dirigirme a nadie
a ningún sitio
a menos que se trate
de un cementerio
donde todos estén muertos
menos yo.
A don Jaime Sabines.
‘Habría que bajar a bailar ese
danzón
que tocan en el cabaret de abajo’.
Jaime Sabines.
I
Habré de regresar a ese bar
Donde la gente bailaba y reía
A esa forma tan fácil
De hacer amigos
De conocer a alguien
Que te cuente su vida
Sus pequeños problemas
sus proyectos y amores
Esos que quizás nunca realizaron
II
He de volver al puerto
Donde cualquier barco o destino
Era bueno
He de poder comunicarme con desconocidos
Que no hablan mi idioma
III
Ahora
La casa me aprisiona
La casa y su torrente
De vida cotidiana
La pequeña burbuja
En que respiro
A duras penas
He de cortarme
Mi propio cordón umbilical.
«Quiero que me hagas el olvido
como antes me hacías el amor»
Vendrás.
No tengo ganas de arreglar el cuarto
donde descansaremos o haremos el amor
(según el ánimo, la luna llena
el tráfico con que te hayas enfrentado).
a Raúl Garduño
«Conduce el mar un carruaje de pájaros
la mujer desnuda mira desde el puerto
la embarcación ardiente
a la luz de la luna se construyen las islas
martillos suenan como la frialdad
como el aviso de la resurrección»
Raúl Garduño.
«Chiapas, perdónanos tan lejos
este llanto»
Daniel Robles Sasso
En el país de las etnias
de las más altas montañas
del bosque de los pájaros azules
de los lagartos tristes
de los lagos pintados de colores
de la selva hecha humo
y pozos petroleros
la sangre penetró bajo la tierra
el eco de los árboles
anuncia la muerte
el sueño más real
quedan los restos enterrados
escondidos
el niño que gritó
el niño huérfano
y la sal de sus ojos
que cae sobre las piedras
no duerme
el musgo le da vuelta en la cabeza
algún día hallará
el valor
la palabra precisa
al recordar
las grietas de su historia.
I
Eso ya lo sabes
Estás en todos
En los pequeños ruidos de la calle
En cada esquina de este cuarto
Y en los miles de años de mi vida
Pero hoy
Te busco en las intimidades de mi cuerpo
En cada impulso de mi sangres
En los papeles atesorados
En esa música lejana
Que me trae el viento de la madrugada
II
Te busco inútilmente
Sin brújula
A destiempo
Lejos
Lejano
A doce mil kilómetros de las Ramblas
Donde deambulas tú también
Buscándome esta noche.
Ante el asombro
que provoca mi rostro moreno,
símbolo de barbarie,
no me queda más que sonreír
ante el punk con cadenas,
las plumas de los sombreros bávaros
las botas americanas de los alemanes,.
la cara congelada del guardia real sueco,
las limpias calles suizas
donde el subsuelo aguarda
la penúltima guerra..
A José Luis
La cascada de Xico
Los insectos se posan
Sobre sus frutos rojos
Protegidos apenas por las sombras
De bananos enormes
Que la lluvia abrillanta.
Mis ojos juegan a detener la marcha
El resplandor, el halo
De millones de gotas
que se volverán cauce entre montañas.
Ya no podemos poetas
fingir demencia
inventar frases célebres,
tratar de ser auténticos,
taladrar las palabras
cada vez más vacías,
sin la fuerza que tiene
la palabra palabra.
Palabra que es inútil
terror, araña, bomba,
siglo veinte..
Yo quería hablar de ti
al recordarte de
un bosque o de una playa,
de la arena y el musgo rozando nuestra pie.
Me hubiera gustado decir
que hicimos sonar un caracol gigante
y que el sol caía sobre el mar
mientras hacías el amor.
París
vuelta de hoja impredecible
anillo al dedo
hoja en el Sena
cuya corriente
no deja de mover
Porque la palabra tiene la capacidad del recuerdo
porque he buscado justificaciones al silencio
cuando tenía la pupila del corazón insomne.
Porque los transeúntes tenían tu misma mirada triste,
Hago de este oficio,
Incitación al verso en noche de febrero incomprensible,
e ansia indagadora que haga constar la integridad
del sentimiento.
¿Hasta dónde la tinta
escribe un verso?
Letras de tinta borro
Vino tinto en la piel
Piel de no verte
Piel a piel la distancia
Tinta el papel de rojo ocre
Y cobre ausente
Está tinto el amor
Voy a beberte.
Hay luces en los ojos de los peces
que los barcos capturan por la noche,
aromas en el aire de cangrejos dormidos,
fósiles transformándose en espuma.
Más tarde
la madrugada tirará otras estrellas
la brisa no azotará más las ventanas.
a Joaquín Vásquez Aguilar.
«Mejor es acostarse a morir
temprano
a solas
sin que nadie interrumpa las alas
ni las hojas
para no estar cansado al mar siguiente»
Joaquín Vásquez Aguilar.