Tomo la miel y duermo
y el pesado párpado en llamas
no cesa de mirar el mundo.
Qué decir de la ciudad,
sus espacios baldíos.
Las luces carburantes de los anuncios
rozan las nubes,
el sabor crispado de unas tardes de muladar,
el círculo enrejillado
de una plaza gris.
Poemas venezolanos
A San Fernando quiero ir en el vapor Delta.
Desde las escalerillas ver cómo el barco separa
las cargas de troncos de los aserraderos
y los lomos florecidos de los caimanes.
Llegar a su puerto de tablones
donde el río entrega las aguas de cien barrancas
y el recuerdo de algún pueblo orillero.
a esto
le llaman fugarse
pero
insisto
lo que duele
lo que asusta
no es la herida cerrada en la mesa
ni el vientre asombrado de una virgen
hablo de mecerse
y dejar caer el deseo
arrojarse uno
con todo y cuerpo
con la lengua recorriendo
un país de sexos inválidos
sin perderse
sin admitir apodos
asuntos indebidos
sin aferrarse
a esos muros sostenidos en la carne
a fuerza de ciudad
a uno le gusta echarse
sobre cualquier intento
saberse lo mejor
universo particular
cielo de infelices
llegan entonces
los elegidos
ofrecen llaves de aire
damos una cita
huimos hacia dentro
alguien
deberá perpetuar mi necedad
ser el vástago
entre ninguno
serás elegido
no habrá preguntas
sólo tú
vuelto náusea
ante la paciencia de ajenos
heredarás mi soledad
te otorgaré
un destino sin pudor
en la escuela
aprenderás a conquistas mapas
a multiplicar esperas
pero sobre todo
aprenderás a rendirte
el corazón del paciente
bombea con parsimonia
el nuestro sucumbe a las arritmias
del solazo estival
el tránsito del viernes
las palabras cometidas
el moribundo nos convoca
para recapitular su vida
forzado como está
a respirarse a sí mismo hasta el fin
su confesión es de segunda mano
carece de voluntad
para ocultar ciertas lealtades
en la vastedad del adiós
la verdad es siempre un escándalo
en la víspera de cualquier acontecimiento importante
salvo la furia y mis desiertos
defiendo a dentelladas el permiso de escapar
por si me aburre la falta
el periplo enmendado con que muchos pronuncian
sus recovecos
insisto en mis aplausos
la tardanza que recoge migas
síntomas de una erupción esperada
vuelvo al calor
me maquillo de negro
uso sandalias y mastico en el cine
se me antoja irme seca
desmembrada
vestirme de roca o macho
en vacaciones no hay casa
los apartamentos prestados
huelen a calcomanía
aún tres semanas después
reclaman un cierto orden
aspiran contener la sustancia de los desvaríos
a nadie importa la alfombra remendada
el sucio abandonado
el apartamento fue asunto de playa
hornilla de rápidos almuerzos
si acaso nicho
catástrofe mínima
comodidad de ajenos resguardos
hay un tiempo
de esperas
y calles altas
un hombre
un ángel
un sueño
que escribo
desde siempre
en la madera
del deseo
en los últimos rincones
de lo que
simplemente
no puedo deci
hay una mujer
destinada a la sombra
una mujer que como yo
repite sus rostros
en las grietas
de una calle sin nombre
ambas resistimos
a la mentira
de hacernos las buenas
las del árbol solo
colgamos el miedo y las ganas
y cuando nadie pregunta
cuando por fin
nos dejan sostener
raíces en los ojos
iniciamos el regreso
permitimos a extraños
adivinar lo que nos detiene
la familia espera en la cuerda floja
en el vientre acicalado
de una sala de emergencias
espera una retahíla quejumbrosa
para luego desarmarse
tantos días fraguando el dolor
el terco dolor
y el enfermo que no muere
ni mejora
ni desespera
la familia resiste en la cuerda floja
no ya en la duda
ni en la variación del miedo
no en la lágrima
ni en el temblor
de los hombros hundidos
su tibieza ha alcanzado el pudor
el hermoso rostro
de quienes claudican
para luego reconfortarse en el olvido
nunca fue en vano la espera
el regreso a casa arderá en la frente
pero será leve
I
tomo su herencia
de edades en quiebra
los oficios tristes del abandono
sus muertos
II
más ebria y más sola
sufriendo viajes incompletos
distancias que no resisten otra calle
su puño agotado
su país ardiendo
III
diálogo de pasillos diurnos
raíz
memoria que soy
IV
casi deja su tiempo
en esa casa que nombra en voz baja
mordida por un quejido de gases
una madrugada difícil
V
esa frontera larga y desnuda
que la atravesó
su recuerdo
su patria de trasnocho
VI
no habla de las primeras ventanas
que desnudó su fatiga
para ella todo es escombro
tiempo de elegidos
VII
cambia de sombra
para obligarme a padecer
una herencia a la que sólo se pertenece a ratos
con el cuerpo a cuestas
intentando siempre un segundo desvelo
una estancia en otro lado
VIII
una aldea cambiada de frontera
muchachas escondiendo el deseo
en sus faldas largas
un poco de sombra
un poco de miedo
y Luba atrapándose en un retrato
bella
sola para siempre
IX
vino de muy lejos
sus ojos arrastraban
una fuga de pieles y derrotas
X
busca el tiempo
en que perteneció a la tierra
se deja llevar de un labio a otro
sorprendida ante su eternidad
XI
golpea
se mira y llora
duelen las heridas húmedas
el espacio en que se respira
XII
alza el viejo candelabro
repitiendo las plegarias
de nuestras fiestas más temidas
hunde en su frente el amargo pudor
de haber sido una extraña
sitio de gloria
muro
ceniza
XIII
comprendería ese desvelo
que le inventaron al otro lado del mundo
esas casas de regreso
esperando por quienes no admiten otra muerte
XIV
detenida en las puertas más temibles
esperaba una carta
un desafío
su eternidad
XV
esta noche no intentaremos recordar
se abrirán sombras
bocas de duendes
caerá el alboroto en la mordedura de sus pájaros
estaremos felices
arrepentidos
XVI
duelen estas ganas de luto
de amanecer recogiendo plumas
en patios ajenos
ganas de ser ella
XVII
ni acercarme
ni consumar en mi lengua
los pecados de su historia
me hago a fuerza de extenderme
por donde nadie pasa ya
me vigila un párpado
un monte
una mujer de sal
XVIII
me asusta la sangre de gallo
espantando espíritus
la condena indecible de su memoria
la pertenencia
XIX
soy oficiante de sus incendios
sábado merodeador
que no se asusta ni grita
viajo en sombra
recorro los techos de sus pesadillas
mi palabra no logra detenerse
ando de cicatriz en cicatriz
buscando algo que nos duela
XX
sus retratos persiguen en mi carne
un poco de esa edad discreta
en que solíamos parecernos todas
bellas
con la única mancha que deja el deseo
acostumbradas a sostener cualquier guerra
en lo más terrible
lo más amado
XXI
suenan lejos los pasos del padre
que la vio vuelta océano
mintiendo para no asistir
a su fatal ebriedad
XXII
me acerco a su lengua dolorosa
amaso un discurso de puertos extranjeros
casas abandonadas al borde de lo presentido
XXIII
hay un sitio atado a su carne
sitio de temblores
y mujeres felices
donde nada recuerdan
XXIV
Luba asiste a cuanto soy
detiene sus raíces
sufre de nuevo
me he vuelto ceremoniosa
han dejado de interesarme los ruidos
el silencio de los demás
prefiero una copa dando vueltas por mi casa
desayunar sin asuntos pendientes
regodearme en eso de ser absolutamente solitaria
absolutamente vieja después de todo
aunque no tenga andares suficientes
ni siquiera uñas cuarteadas
quizás en otro lado
el ánimo se recupere
por lo pronto
no aspiro a más rutina
que mi cama deshecha y vuelta a armar
una cierta efusividad que conduzca a ventanales cerrados
al bocado de sal que me hostiga
a mis dientes suplicando cepillo
al cabo de muchos días
muchos encierros
demasiadas ceremonias
nadie creería que el verano
permutó su fiereza
por las insípidas nalgas de unos adolescentes
que posó su crecido desangre
en toallas afiladas en la orilla
que prefirió huracán David
a cinco días más tour
por el norte de la península
el verano produce aguajes
brisas truncas
cierto rencor de isla
queda el otro encandilamiento
el de torcer
día más
día trenzado en las rodillas
cortina azul
para despreciar los brebajes frescos
de un último verano
emprendido como siempre
a tropezones
no hablen de huidas
porque de ellas me hago
vuelvo intacta
al desastre natal
no saben
piel adentro
todo es puerta
agua
no me interesa
el milagro de los cuerpos
juntándose en el sudor
ya nada me importa
apenas duermo
y sobrevivo
por ti
por ese lamentable orgullo
que somos
pertenezco
al otro lado del cuchillo
a la memoria
de ciertos pudores
mi viaje es la ebriedad
del desalmado
herida dispuesta
carne
que se echa a los dioses
rota
en los comienzos
sin tierra
sin nadie que me siga
con la única puerta
atravesada
en la piel
será inútil mi empeño
habrá noches afiladas
por la ausencia
golpes amargos
sobre las arrugas de mi cama
te hablaré de mentiras
países masacrados por la dulzura
hablaré y hablaré
hasta pedir perdón
aunque no me creas
si el paciente emana de su encierro
sabrá que hay enfermeras de piernas largas
que el verano arreció con las quemaduras limpias
que aún es sensato buscar un trago
y pensar en grotescas ceremonias
si sale
si vuelve
si quiere
habremos de animarlo
caerá del cielo
más silencioso
quizá torpe
relleno de habladurías
ojalá pueda
al menos
contemplar las robustas confusiones
el mundo en llamas
que guardamos para su resurrección
si quedara un hombre
un sólo hombre para después
y la eternidad
corregido en su mínima condición
desechado
si quedara para más nunca
postergado al tropiezo
la triza infinita
si existiera y nos viéramos
y me explicara el secreto que lo mantiene solo
alumbrado y solo
pleno de encierros
si existiera
y pudiera irme lejos
no desear
arrimarme única
sola sin palabras
también los quirófanos son un sermón
en ese paisaje malogrado
que abarca el padecimiento
se entra a ellos
con el mismo cuerpo horizontal que atrinca la muerte
se sale
con los ojos virados
sobre algún amparo
alguna pequeña verdad
que renueva el estremecimiento
el camino
entre la familia y el viscoso recinto
es una medianoche lentísima
un atisbo de terquedad
un lujo que conspira
contra todo empeño
teniéndome cerca
de espaldas a mi nombre
interrumpida tantas veces
por desconocidos
sin misión
con restos de agua en las manos
y esos locos
ese imperio tras de mi
todo termina
por ser prescindible
la violenta fuga
de unas gotas en el baño
la traducción de mis plegarias
el dormitar sereno
en la habitación de cualquier hotel
prescindible
y torpe
a la larga
cuando el oyente
concluye su viaje
y dice ligereza
en vez de hastío
cuando las mudanzas nos cruzan
por casualidad
en el roce bestial
de no pocas ganas
uno termina amando
el fastidio de los cuerpos
se nos llama santas
o putas
el caso es que andamos
por allí
intentando un homenaje
de techos bajos
un descuido
de lo indecible
vigílame
en tu cuerpo abierto
que no haya prisa
ni brazos
desvelados
solo yo
arrimada
seca
Una mujer de facciones imperfectas y de gesto apacible obsede mi pensamiento. Un pintor septentrional la habría situado en el curso de una escena familiar, para distraerse de su genio melancólico, asediado por figuras macabras.
Yo había llegado a la sala de la fiesta en compañía de amigos turbulentos, resueltos a desvanecer la sombra de mi tedio.
La golondrina conoce el calendario, divide el año por el consejo de una sabiduría innata. Puede prescindir del aviso de la luna variable.
Según la ciencia natural, la belleza de la golondrina es el ordenamiento de su organismo para el vuelo, una proporción entre el medio y el fin, entre el método y el resultado, una idea socrática.
Yo quisiera estar entre vacías tinieblas, porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige, impertinente amada que me cuenta amarguras.
Entonces me habrán abandonado los recuerdos: ahora huyen y vuelven con el ritmo de infatigables olas y son lobos aullantes en la noche que cubre el desierto de nieve.
Yo era un hombre cuando cierto día
encontré a mi padre parado en mi vía.
Alto como torre, duro como bloque,
firme como prócer, fuerte como padre.
– Apártate, padre – yo le dije entonces.
– Apártate, padre.
Con el vaso en la mano, mirando las montañas,
le acaricio el lomo a mi perro.
Estas montañas nuestras
del interior,
casi olvidadas de tan familiares,
casi invisibles de tan vistas,
no es seguro siquiera que no sean
enseres en un sueño.
Me gusta acariciarlas siguiendo con los ojos
morosamente
sus líneas abruptas,
mientras en sus dorsos la luz
de modo imperceptible
va del verde al azul
al violeta.
Me gusta acariciarlas con los ojos,
como acaricio
el lomo de mi perro con la mano
libre.
A los grandes muertos,
al linaje glorioso,
a los que ven más allá de la muerte,
ofrendo.
Sitting Bull, águila.
Moctezuma, príncipe.
Netzahualcoyotl, poeta..
Cuauhtemoctzin, tigre.
Caupolicán. Manco Capac,
a los grandes muertos,
a todos ellos
a los que no conozco, a los muertos oscuros
al alma de la raza,
ofrendo.
¡La espuma de tu rostro fugitivo,
bello Torbes, dejástela en mis manos,
y con el vuelo de tus saltos vanos
coronas me tejiste y ramo altivo!
¡Oh, Torbes labrador! Margen furtivo
entre angélicos campos ciudadanos;
dulcífero galán que a los veranos
de dulzura te fuiste, pensativo
Joven Torbes de alzada vestimenta;
voz de poder y magna cornamenta
que muge por los campos su fragancia.
Pregúntale a ese mar donde solía
llorar mi corazón, si por su arena,
con dulce silbo de veloz sirena,
cruzó la virgen que me viera un día
contar los granos de la arena mía.
Y a esa virgen nocturna de serena
vestidura lunar, túrgida y llena,
pregúntale si el mar que la veía
despedirse llorando en mi memoria,
escribió por la arena aquella historia
con su pulso de espuma, triste y suave…
¡Tú también, corazón, ve a la ribera,
y con voz de esa brisa que te oyera,
pregúntaselo al mar, que el mar lo sabe!
Mi cuerpo es el lugar donde momentáneamente
he encontrado asilo. Lo que más temo en este nuevo
estado es que pueda ser víctima de una orden de
desocupación y que entonces no tenga yo
otro cuerpo a donde ir.
A menos que me asignen cupo en un galpón del cielo.
Asuntos de economía metafísica
_¿Qué buscabas en los semblantes
perdidos entre los cuerpos de la multitud?
_A alguien que, porque nunca existió,
no ha desaparecido.
O a alguien que, porque no estaba desaparecido,
Nunca existió
O a nadie.
El poeta está prestado a todo,
incluso a sí mismo.
Prestado en comisión de servicio
A cualquier ramo
del Mi(ni)sterio
de la existencia.
El camino se recorre a sí mismo.
No eres tú el que lo recorre.
Tú te recorres a ti mismo,
así transites de arriba abajo
dejando atrás linderos, cuerpos, orígenes.
No te hagas ilusiones pensando
que partes por regresas
que abres camino.
Cuando la naturaleza respeta tu vida
Y te salva por un tris en el momento
En que estás a punto de perecer
Es porque ya se la habrá arrebatado a otro.
La naturaleza no suelta prendas.
Pero cuando es a ti a quien, en una segunda vuelta,
La arrebata, es porque sabe que
No tienes derecho a réplica.
Si todo está permitido, nada es imprevisible.
Por tanto, no hay secreto, no hay misterio,
No hay enigma, no hay originalidad.
Apenas un catálogo a la mano.
Los dioses de la zona tórrida
llevaban macanas.
Ahora llevamos macanas
pero no somos dioses.
La visita que a la pirámide Tikal iba a efectuar la
comitiva concluye en el desastre aéreo donde todos los pasajeros
de la nave perecen
sin que ninguno de
estos
acertara a divisar desde el aire, momentos antes,
cuando el avión sobrevolaba el aeropuerto de Santa
Elena en un último intento de aterrizar, la famosa
pirámide maya.
Según los griegos, un atleta vale más por lo que pudo hacer después de recibir el premio que por lo que se le reconoce con el premio. De modo que lo mismo da que lo haya recibido o no si siempre tendrá que merecérselo.
Comparen esto con la rebatiña actual.
Yo estoy bastante satisfecho de que
pueda hablarme a mí mismo
y de que, además, pueda ser oído por alguien
que como yo es de mi entera confianza.
Y que me presta tanta tanta atención
como la que yo a mí mismo me presto.
Decía Pessoa que enloquecer es un derecho natural.
Lo que no me parece natural es que el que enloquezca
por derecho propio no llegue a estar consciente
de su locura que pueda uso de tal derecho para
recobrar la razón.
Por eso, debemos estar siempre listos para enloquecer.
Entre los agostadores
los que mantienen abiertos los ojos del cuchillo,
entre los crueles, los monstruos del relámpago,
entre los animales humanos de la guerra,
entre las patas, heridas, llamas, alaridos,
brotando de la sangre, despunta al fin Bolívar.
Más joven que su muerte andante y próxima
tan joven para los años que le esperan
tan lleno de furor puro, de esperanzas,
tocado por el crimen, como todos,
ebrio de un fuego por vencer la muerte
pero también capaz de detenerse
para aspirar la flor gratuita, vana,
para soñar algún sueño en que se mira
con los pies en el lodo, con la frente en la estrella.
Estaba allí, exacto, sin hora,
a toda hora, en el sitio asignado,
existiendo en la existencia pasajera.
¿Dónde está ahora, cuando vencido
el tiempo de tocar corriendo,
deslumbrado por el sol del juego,
acosa el tiempo de escribir su nombre?