GALOPE

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.

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Carta a Rubén

Hijo mío,
harina, ternura
de mis ternuras,
ángel más leve que los ángeles:
desde hoy en adelante
eres el exiliado,
el que bajo otros cielos
organiza su cama y su mesa
donde puede,
el que en la alta noche
despierta asustado y presuroso
corre por la mañana
a buscar debajo de la puerta
la posible carta
que por un instante
le devuelva el barrio,
la calle, la casa
por donde pasaba la dicha como un río,
el perro, el gato,
el olor de los almuerzos del domingo,
todo lo bueno y eterno,
lo único eterno,
cuanto quedó perdido
allá atrás, muy lejos
cuando el avión como un pájaro triste
se fue diciendo adiós.

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El agradecido

A Nati Revuelta

Toda mi vida ha sido un desastre
del que no me arrepiento.
La falta de niñez me hizo hombre
y el amor me sostiene.

La cárcel, el hambre, todo;
todo eso me ha estado muy bien:
las puñaladas en la noche,
y el padre desconocido.

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El juego

A Daniel

El juego está marcado desde el comienzo.
El niño, con esa oscura intuición de niño,
lo sabe,
y entra en la vida
haciendo de policía o de bandido,
o de ambos alternativamente
si es un niño complicado.

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Las hojas en el cine

A Rufino Fernández
y María Luisa Mardones,
mis suegros.

Yo recuerdo, cuando muchacho,
que las hojas de los árboles caían
rápidas en el cien para significar
el paso de los años. Un gran viento
las batía, algunos copos de nieve,
y las hojas caían
sin angustia.

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Poema de amor

Te devuelvo tus manos, tus muslos, tu silencio,
todo lo que fue bello entre los dos
y, como tal,
quedará para siempre en la fotografía.
Me quedo con once calcetines por casar, sin refrigerador
ni junta pra la olla de presión, sin el reloj;
y el canje de los libros, pendiente;
y mis dudas sobre el radio.

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Teatro

Ya esto se acabó. Vestido de rey
él sigue tomando baños de sol en la terraza,
y un periodista extranjero, alguien
desconocedor de las magias del difunto,
diría equivocadamente que a pesar de sus achaques
el enfermo resiste. Pero tú y yo, Señor,
sabemos que esto se acabó,
que todo ha terminado, que los pronósticos
se cumplieron.

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Aurretrato

Un árbol luengo, deshojado y seco,
pero que enhiesto, sigue todavía;
una culebra en línea vertical;
un poste de telégrafo en la vía,
eso soy por mi bien o por mi mal.

Soy un hombre de chicle que los dioses
del Popol-Vuh jalaron de los pies
y la cabeza a un tiempo: y que, después
(entre risas y toses,
al mirarlo tan largo y tan delgado)
sin reparar su mísero destino,
dejaron a la vera del camino,
irreal y abandonado.

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Balada de los últimos amores

Ya tengo medio siglo y sin embargo
los ojos se me van tras las muchachas.

He seguido a mis hiijas en la calle
si no me dan la cara.

¿Qué hacemos, corazón, porque envejezcas?
¿Cuándo envejeces, alma?

He amado sucesivas floraciones
del mismo tronco o de la misma rama
y dirigí cumplidos a las nietas
de las mujeres en un tiempo amadas.

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El caricaturista Mom Crayón (José C. Morales) Caricatura

Tiene una vista aviesa; una vista embozada
en un párpado grueso. Parece su mirada
una mano con guante que ha blandido una espada.

Cámara fotográfica es su oscura retina.
Es bajo. Es su cabello negro como la endrina;
tiene un rostro moreno: fue algo de tinta china

que un día de trabajo cayó de su paleta,
porque tuvo la audacia de trazar mi silueta
sin recordar que siemrpe fue inviolable un poeta.

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Ars poética

Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir
brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme.

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Dificultad

El actor destruye todo lo que pueda reflejarlo. En vez de la vía directa prefiere el interminable rodeo. Vive entre dilaciones, aguzando su capacidad de perder de vista, pasando por alto, mirando oblicuamente, escondiendo pruebas, alterando los hechos, elaborando versiones, poniéndole a todo su oscura sal.

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Inquisidores

Van de un sitio a otro midiendo, anotando, mordiendo aquí, más allá, llenos de baba de pasado, muecas, rótulos. Indician, señalan, dictan, corrigen, acosan. Ahí, dicen, está el culpable. Nuestros códigos amaestrados lo perseguirán ladrando día y noche. Ahí está, nuestros mastines olisquean el rastro sucio.

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Mirar

Veo otra ruta, la ruta del instante, la ruta de la atención, despierta, incisiva, ¡sagitaria! Pico de víscera, diamante extremo, halcón, ruta relámpago, ruta de mil ojos, ruta de magnificencia, ruta de línea que va al sol, reflejo del rayo vigilancia, del rayo ahora, del rayo esto, ruta real con su legión de frutos vivos cuyo remate es ese lugar en todas partes y ninguna.

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Nuevo mundo

1

He quemado las fórmulas. Dejé de hacer exorcismos. Lejos, lejos queda el antiguo poder, mi legado. Hálito de fogata en mis narices, mi idioma desintegrado, la sombra todavía húmeda de un sortilegio. Como vena de agua en la oscuridad otra vida avanza.

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ASÍ TE QUIERO

A Conchita Piquer

El día trece de julio
yo me tropecé contigo.

Las campanas de mi frente,
amargas de bronce antiguo,
dieron al viento tu nombre
en repique de delirio.
Mi corazón de madera
muerto de flor y de nidos,
floreció en un verde nuevo
de naranjos y de gritos,
y por mi sangre corrió
un toro de escalofrío,
que me dejó traspasado
en la plaza del suspiro.

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OJOS VERDES

I

Apoyá en er quisio de la mansebía
miraba ensenderse la noche de mayo;
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo.
«Serrana, ¿me das candela?»
Y yo te dije: «Gaché,
ven y tómala en mis labios
que yo fuego te daré».

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PENA Y ALEGRÍA DEL AMOR

A José González Marín

Mira cómo se me pone
la piel cuando te recuerdo.

Por la garganta me sube
un río de sangre fresco
de la herida que atraviesa
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos
y cuchillos en los dedos
y en mi sien una corona
hecha de alfileres negros.

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PROFECÍA

«Y me bendijo a mi mare;
y me bendijo a mi mare.
Diez séntimos le di a un pobre
y me bendijo a mi mare.
¡Ay! qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande.
¡Qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande!»

¿A dónde vas tan deprisa
sin desirme ni ¡con Dió!?

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TRINIÁ

I

Al Museo de Sevilla
iba a diario Juan Miguel
a copiar la maravillas
de Murillo y Rafael.
Y por las tardes, como una rosa
de los jardines que hay en la entrá,
pintaba a Trini, pura y hermosa,
como si fuera la Inmaculá.

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El rayo de tus furiosas libertades

Oh simón, andariego dios andino ¿por qué no soltás
De una vez el rayo de tus furiosas libertades
Sobre esta voraz mala yerba que pudre tus
Amadas praderas de américa?

Vos, el infatuado, el incansable,
El sembrador de huracanes, único y verdadero rostro
Del fuego aquí en nuestro fuego, el perseguido y
Perseguidor del buitre criollo, decime ¿cómo no ibas
A irrumpir cabalgando impertérrito con tus épicas hogueras
Errantes caballerías en un libro
Donde se dicen libertades?

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Ars mística

Hoy gozo en la poesía obedezco creo en sus oráculos como también empecé
a creer en dios sus profetas potestades desde aquella noche en que falto de fe
me arrastré convalecí hasta ti chorreando tristísimas escamas
amamantando salamandras con mis más negras raíces glaucas lágrimas
que no sé de dónde y a poco me abriste el milagro de tus piernas
angélicas y supremas para que yo amor amor me santificara a perpetuidad
y entonces nazco brillo dolor también adiós.

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Epigramas a Angélica (Cuatro epigramas)

MANUSCRITO ENCONTRADO EN EL
MONTE PÚBICO DE ANGÉLICA

‘No te lamentes ni rezongues, Angélica,
que en este diario heroísmo
de empuñar entre tus piernas
esta brava y testaruda espada mía
nada ha cambiado
desde aquel primer combate
en que dos pieles desanudaron, temblorosas, su traje
de barro detrás de una higuera:
yo soy tan sólo el paria suicida que acude gozoso a
(la agonía de su propio degollamiento
tú sigues siendo, aunque a veces herida, la más temible,
(inderrotada gladiadora del amor’

ANGÉLICA VERSUS POESÍA

Entre
escribir
apasionados poemas de amor en verso libre
o
vivirlos contigo
en carne viva
he
decidido esto último angélica.

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Roguemos que mañana

No hay remedio, compañera.

En este país
hasta las hormigas confabulan contra la alegría.

Roguemos que mañana
lluevan sobre nosotros
bestias de amnesia
para quedar, ahora sí, soterrados todos
bajo
un
alud
de
bruma

de la que nunca, oh efímeros, debimos haber salido.

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Si acaso es tiempo, ay ingratitud tan iracunda, para darte las gracias hoy

Gracias, compañera, por haber
rescatado mi corazón cautivo
en la maldita región de la bruma,
acaso solitario vicio de mirar por el ojo de una caverna,

gracias por esta ventana abierta al viento,
por esta victoriosa amapola,
por esta palabra ahora cobijada
y ayer apenas flotando, sin tregua y sin mañana,
como un tronco viejo deriva debajo de la esperanza.

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