¿No te veremos más?

…¿Conque estás decidida? ¿No te detiene nada?
¿Ni siquiera el anuncio de este presentimiento?
¡No puedes negar que eres una desamorada:
te vas así, tranquila, sin un remordimiento!

¡Has sido tanto tiempo nuestra hermanita! Mira
si no te desearemos buen viaje y mejor suerte,
…tu decisión de anoche la creíamos mentira:
¡que tan acostumbrados estábamos a verte!

 » Leer Mas…

Palmera brasileña

Palmera brasileña, que al caminante herido
ofrendaras tus dátiles de pasión y de olvido,
en el desierto único: tu eres la apoteosis
que, nimbando de incendios sus fecundas neurosis,

cruzas por los vaivenes de su hondos desvelos
como si fueras luna de sus noches de duelos.

 » Leer Mas…

Ratos buenos

Está lloviendo paz. ¡Qué temas viejos
reviven en las noches de verano!…
Se queja una guitarra allá a lo lejos
y mi vecina hace reír al piano.

Escucho, fumo y bebo en tanto el fino
teclado da otra vez su sinfonía:
el cigarro, la música y el vino
familiar, generosa trilogía…

…¡Tengo unas ganas de vivir la riente
vida de placidez que me rodea!

 » Leer Mas…

Si de estas cuerdas mías, de tonos más que rudos

A Doña Sylla da Silva

Si de estas cuerdas mías, de tonos más que rudos,
te resultan en ásperos sus rendidos saludos,
y quieres blandos ritmos de credos idealistas,
aguarda delicados poetas modernistas

que alabarán en oro tus posibles desdenes,
coronando de antorchas tus olímpicas sienes,
devotos de la blanca lis de tu aristocracia,
con que ilustro los rojos claveles de mi audacia,

o espera, seductora, decadentes orfebres
que graben tus blasones en sus creadoras fiebres:
trabajo el acero de temples soberanos:
los sonantes cristales se rompen en mis manos.

 » Leer Mas…

Te vas

Ya lo sabemos. No nos digas nada.
Lo sabemos: ahórrate la pena
de contarnos sonriendo lo que sufres
desde que estás enferma.
¡Ah!, te vas sin remedio,
te vas, y, sin embargo, no te quejas:
jamás te hemos oído una palabra
que no fuera serena,
serena como tú, como el cariño
de hermanita mayor que por nosotros
Se olvidó de ser novia…
No te quejas,
no quieres afligirnos, pero lloras
cuando nadie te mira, y tu tristeza
silenciosa no tiene una amargura…
¿Por qué serás tan buena?

 » Leer Mas…

Tus manos

Me obsedan tus manos exangües y finas,
¡tus manos! puñales de heridas ajenas,
cuando en el teclado predicen, en notas,
las inapelables deseadas condenas…

Tus manos, amores de nardos y rosas,
cuya histeria tiene sangre de pasiones,
como aquellas suaves que guardan ocultas
en venas azules sombrías traiciones.

 » Leer Mas…

Y pasas, y no sola, presintiendo dorados

Y pasas, y no sola, presintiendo dorados
orientes, los propicios a los enamorados,
como una novia enferma que evoca espirituales
promesas en las largas noches sentimentales;

o esperas al amado, sonriente, como algunas
heroínas que aguardan al amor de las lunas
hojeando florilegios alegres de la Galia,
con manos de Giocondas poéticas de Italia.

 » Leer Mas…

Cuaderno del paracaidista

Sólo encontré dos pájaros y el viento,
las nubes con sus mapas enrollados
y unas flores de humo que se abrían buscándome
durante el vertical viaje celeste.

Porque vengo del cielo
como en las profecías y en los himnos,
emisario de lo alto, con mi uniforme de hojas,
mi provisión de vidas y de muertes.

 » Leer Mas…

Edición de la tarde

La tarde lanza su primera edición de golondrinas
anunciando la nueva política del tiempo,
la escasez de las espigas de la luz,
los navíos que salen a flote en el astillero del cielo,
el almacén de sombras del poniente,
los motines y desórdenes del viento,
el cambio de domicilio de los pájaros,
la hora de apertura de los luceros.

 » Leer Mas…

Golondrinas

Que me busquen mañana.
Hoy tengo cita con las golondrinas.
En las plumas mojadas por la primera lluvia
llega el mensaje fresco de los nidos celestes.
La luz anda buscando un escondite.
Las ventanas voltean páginas fulgurantes
que se apagan de pronto en vagas profecías.

 » Leer Mas…

Inventario de mis únicos bienes

La nube donde palpita el vegetal futuro,
los pliegos en blanco que esparce el palomar,
el sol que cubre mi piel con sus hormigas de oro,
la oleografía de una calabaza pintada por los negros.
las fieras de los bosques del viento inexplorados,
las ostras con su lengua pegada al paladar,
el avión que deja caer sus hongos en el cielo,
los insectos como pequeñas guitarras volantes,
la mujer vista de pronto como un paisaje iluminado por un relámpago,
la vida privada de la langosta verde,
la rana, el tambor y el cántaro del estómago,
el pueblecito maniatado con los cordeles flojos de la lluvia,
la patrulla perdida de los pájaros
-esos grumetes blancos que reman en el cielo-,
la polilla costurera que se fabrica un traje,
la ventana -mi propiedad mayor-,
los arbustos que se esponjan como gallinas,
el gozo prismático del aire,
el frío que entra a las habitaciones con su gabán mojado,
la ola de mar que se hincha y enrosca como el capricho de un vidriero,
y ese maíz innumerable de los astros
que los gallos del alba picotean
hasta el último grano.

 » Leer Mas…

Régimen de frutas

La naranja es el día o la mejilla fresca,
sorbo de claridad, copa del clima;
la pera ahonda sus heridas de agua
con memoria de témpano y agujas de delicia
y los melocotones
acumulan su rubio material de alegría.

La manzana sobrina, fragante del corozo,
a morir se resiste en vano entre los dientes.

 » Leer Mas…

Vocación extraña

No he venido a burlarme de este mundo.
Sino a amar con pasión todos los seres.
No he venido a burlarme de los hombres.
Sino a vivir con ellos la aventura terrestre.

No he venido a hablar mal de los insectos
a descubrir las llagas del ocaso
a encarcelar la luz en una jaula.

 » Leer Mas…

A veces cruza mi pecho dormido

A veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos,
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que sólo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel
el arañazo de la ortiga más dulce
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir…

A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar.

 » Leer Mas…

El olvidado

A Jorge Gaitán Durán

Ahora tengo sed y mi amante es el agua.
Vengo de lo lejano, de unos ojos oscuros.
Ahora soy del hondo reino de los dormidos;
allí me reconozco, me encuentro con mi alma.

La noche a picotazos roe mi corazón,
y me bebe la sangre el sol de los dormidos;
ando muerto de sed y toco una campana
para llamar el agua delgada que me ama.

 » Leer Mas…

Elegía suspirante

El amor enlazaba nuestros pasos, ¿recuerdas?

Hacia mi corazón con indolente gracia
caía tu cabeza, ¿recuerdas?, como cae
sobre el hombro del viento una rama de acacia.

Nos tendía sus brazos desnudos el aroma
de las frutas; tu alma se iba y regresaba
como si por instantes entreabriera los párpados.

 » Leer Mas…

Muchacha

A Gerardo Diego

1
Dos mariposas de seda,
detenidas en su pelo.
La mañana, como un velo,
atrás flotando se queda.

El sol en su red enreda
esa presencia de vuelo.
Saetas de luz, en rueda,
cautiva la dan al cielo.

 » Leer Mas…

Soneto a la rosa

En el aire quedó la rosa escrita.
La escribió, a tenue pulso, la mañana.
Y, puesta su mejilla en la ventana
de la luz, a lo azul cumple la cita.

Casi perfecta y sin razón medita
ensimismada en su hermosura vana;
no la toca el olvido, no la afana
con su pena de amor la margarita.

 » Leer Mas…

Soneto insistente

La cabeza hermosísima caía
del lado de los sueños; el verano
era un jazmín sin bordes y en su mano
como un pañuelo azul flotaba el día.

Y su boca de súbito caía
del lado de los besos; el verano
la tenía en la palma de la mano,
hecha de amor, ¡ Oh, qué melancolía!

 » Leer Mas…

Tema de sueño y vida

Suéñame, suéñame, entreabiertos labios.
Boca dormida, que sonríes, suéñame.
Sueño abajo, agua bella, miembros puros,
bajo la luna, delgadina, suéñame.

Despierta, suéñame como respiras,
sin saberlo, olvidada, piel morena;
suéñame amor, amor, con el invierno
como una flor morada sobre el hombro.

 » Leer Mas…