Los pies

Ya que no tengo alas,
me bastan
mis pies que danzan
y que no acaban
de recorrer el mundo.

Por praderas en flor
corrió mi pie ligero,
dejó su huella
en la húmeda arena,
buscó perdidos senderos,
holló las duras aceras
de las ciudades
y sube por escaleras
que no sabe a donde llegan.

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Alerta

Si nombras este fuego, el límite es el margen,
pero no se han quemado las hojas ni la pluma.
Si nombras este llanto, no se moja la mesa
ni se esfuma la tinta en lágrimas de luto.
Pero si no clamaras al cielo, a grito abierto,
un azote continuo de varillas metálicas
arañará tu piel, sembrando arrugas.

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Brindis

Las flechas, rotas, y el jardín, seguro.
El humo nada entre los aires vagos.
¡Traedme el vino, y dejaré que caiga
sobre el tapete la verdad inerme!
Ya tengo más de un muerto en el almario,
más de un cadáver bajo el alfombrado
-de hierbas y de flores- triste suelo.

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De improviso

Después de la nevada, entre la nieve,
quizá se abra una rosa, de improviso,
como milagro súbito de amor o de belleza
que sobrevuele el aire del invierno
de este nuestro vivir menesteroso.
Cuando ya todo ardor nos haya abandonado
y el frío nos imponga sus perfiles azules,
la rosa encenderá la hoguera última,
y se alzará la llama de su aroma
como mano agitada en una despedida.

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El jardín

Está el jardín chiquito en la ladera
de un monte hostil y largo. El panorama
es tan desolador como la flecha
que se lanza imparable hacia el oeste.
Ramilletes de flores y blancas superficies,
letras doradas y ángeles sin vuelo;
algún árbol sumiso y desmedrado,
y caleados muros de tierra pedregosa.

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Pobreza

En una sola mano cupo mi pobre ajuar
cuando partí una tarde de la ciudad de piedra.
En esta tierra seca, ajena y hostigante,
se ha ido engrosando el parco patrimonio.
Ahora ya cuento por docenas sábanas
-para enjugar el llanto- y vasos en que bebo
el odio a tragos y el dolor a sorbos.

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Sesión de jazz

Los sonidos oscuros
que llenaban la noche
serpenteaban sobre los cristales.
Los hielos resolvían
un problema geométrico,
disolviéndose en llanto.
El saxo se alargaba,
inundando los sueños,
en un sordo lamento vacilante.
Se aguzaba la aguja
de la herida trompeta,
ahincándose en la carne.

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Sueño de rosas

He soñado que el mundo amanecía
sin los rostros perversos y alzado sobre el viento:
un ámbito dorado, sobre piedras ingrávidas,
en donde frescas rosas perfumaban la vista.
El horror y la furia, disueltos ya en aromas
de viejos vinos y de flores nuevas.

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FE MÍA

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

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ORILLA

Si no fuera por la rosa
frágil, de espuma, blanquísima,
que él, a lo lejos se inventa,
¿quién me iba a decir a mí
que se le movía el pecho
de respirar, que está vivo,
que tiene un ímpetu dentro,
que quiere la tierra entera,
azul, quieto, mar de julio?

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Mi única flor

A Jorge ?El Cusho?

Ante nuestro golpeante ciclón

era urgente

abrir las ventanas de lo intrépido

y tatuar con todas los caminos ese sol

en la piel de la patria

Ellos bajo tierra

seguirán creciendo

en el idioma del mar depositando sus besos en la arena

en el aleteo de los días viviendo desde alguna mochila

en los árboles que desde las raíces van a la vida

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Rara materia

Rara materia que no cedes razones.
Si tocas el labio del amor es para herirlo,
si llamas al pensamiento es para dejarlo secar.
Cede alguna vez: regresa a tu reino oscuro.

No es justo tu veneno restregando sed
a los sueños, incertidumbre al corazón,
crecimiento a las secretas mutilaciones.

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