POR DENTRO

Mis ojos grandes, pegados
al aire, son los del cielo.
Miran profundos, me miran
me están mirando por dentro.

Yo pensativo, sin ojos,
con los párpados abiertos,
tanto dolor disimulo
como desgracias enseño.

El aire me está mirando
y llora en mi oscuro cuerpo;
su llanto se entierra en carne,
va por mi sangre y mis huesos,
se hace barro y raíces busca
con las que brotar del suelo.

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SEPARACIÓN

Mi soledad llevo dentro,
torre de ciegas ventanas.

Cuando mis brazos extiendo
abro sus puertas de entrada
y doy camino alfombrado
al que quiera visitarla.
Pintó el recuerdo los cuadros
que decoran sus estancias.
Allí mis pasadas dichas
con mi pena de hoy contrastan.

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SÓLO SÉ QUE ESTOY EN MÍ

Sólo sé que estoy en mí
y nunca sabré quién soy,
tampoco sé adónde voy
ni hasta cuándo estaré aquí.

Vestido con vida o muerte
o desnudo sin morir,
en los muros de este fuerte
castillo de mi vivir,

o libre por los confines
sepulcrales de los cielos,
desgarrando grises velos,
ignorante de mis fines,

no sé qué cárcel espera
ni la libertad que ansío,
ni a qué sueño dará el río
de mi vida cuando muera.

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Granada

Mexicana para cantar tu canción
sueño a Granada.
Para cantar tu canción
Granada se pondrá un día
sus ríos como zarcillos
de menuda platería,
Taxcos filigranas de la morería.
Antes de cantar ha de probarse
la voz en la Alhambra
con el arroyo y el ruiseñor.

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Soleá del amor desprendío

Mira si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío,

y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.

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A LA PEREZA

¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oír cantar un ave la alborada!

¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora, y otra hora!
Comer, holgar…, ¡Qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!

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ADELFOS

A Miguel de Unamuno

Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
??soy de la raza mora, vieja amiga del Sol??,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer…
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna…
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.

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ANTÍFONA

Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca…
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.

Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura;
Amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.

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ARS MORIENDI

I

Morir es… Una flor hay, en el sueño
—que, al despertar, no está ya en nuestras manos—,
de aromas y colores imposibles…
Y un día sin aurora la cortamos.

II

Dichoso es el que olvida
el porqué del viaje
y, en la estrella, en la flor, en el celaje,
deja su alma prendida.

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CANTARES

Vino, sentimiento, guitarra y poesía,
hacen los cantares de la patria mía…
Cantares…
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra…
Cantares…
Algo que acaricia y algo que desgarra.

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DOLIENTES MADRIGALES

I

Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro…
Mirándome las manos
—como hacen los enfermeros de continuo—
veo en la faceta de un diamante, en una
faceta del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientras piensas
que divago o medito
o sueño… He descubierto,
por azar, este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.

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EL JARDÍN GRIS

A Francisco Villaespesa

¡Jardín sin jardinero!
¡Viejo jardín,
viejo jardín sin alma,
jardín muerto! Tus árboles
no agita el viento. En el estanque, el agua
yace podrida. ¡Ni una onda! El pájaro
no se posa en tus ramas.

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EL JARDÍN NEGRO

Es noche. La inmensa
palabra es silencio…
Hay entre los árboles
un grave misterio…
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.

¿Te acuerdas?… En vano
quisimos saberlo…
¡Qué raro!

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EL PRÍNCIPE

Siete soles forman
el solio del príncipe
de los siete soles.

Su cetro de oro
es un haz de llamas
de mil arreboles.

Su rostro, que nadie
miró porque ciega,
las nubes esconden.

Su imperio, los mundos,
Él todo lo puede,
todo lo conoce…

Y en sus ojos, cuyo
mirar mata, brillan
¡todos los dolores!

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ELEUSIS

A Miguel Sawa

Se perdió en las vagas
selvas de un ensueño,
y sólo de espaldas
la vi desde lejos…
Como una caricia
dorada, el cabello,
tendido, sus hombros
cubría. Y, al verlo,
siguióla mi alma
y fuese muy lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

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ENCAJES

Alma son de mis cantares,
tus hechizos…
Besos, besos
a millares. Y en tus rizos,
besos, besos a millares.
¡Siempre amores! ¡Nunca amor!

Los placeres
van de prisa:
una risa
y otra risa,
y mil nombres de mujeres,
y mil hojas de jazmín
desgranadas
y ligeras…
Y son copas no apuradas,
y miradas
pasajeras,
que desfloran nada más.

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FANTASÍA DE PUCK

A Silvio Rebello

El hada pequeñita
de las piedras preciosas
que vive en un coral
busca al gnomo que habita
la corteza rugosa
de un antiguo nogal.

Y, juntos, de la mano
para hacer travesuras,
aquella noche van,
como hermana y hermano,
por las sendas oscuras
de la selva ideal…

Detrás va su cortejo
de dudas y sospechas…
Y una marcha triunfal
saluda al crimen, viejo
que ruge y canta endechas
con su voz de puñal.

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FELIPE IV

A Antonio de Zayas

Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.

Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.

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FIGULINAS

A Jacinto Benavente

¡Qué bonita es la princesa!
¡Qué traviesa!
¡Qué bonita!
¡La princesa pequeñita
de los cuadros de Watteau!

¡Yo la miro, yo la admiro,
yo la adoro!
Si suspira, yo suspiro;
si ella llora, también lloro;
si ella ríe, río yo.

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GERINELDOS, EL PAJE

Del color del lirio tiene Gerineldos
dos grandes ojeras;
del color del lirio, que dicen locuras
de amor de la reina.

Al llegar la tarde,
pobre pajecillo,
con labios de rosa,
con ojos de idilio;
al llegar la noche,
junto a los macizos
de arrayanes, vaga,
cerca del castillo.

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LA CORTE

A Jean Moreas

El conde, orgullo y gloria, las damas galantea
y a los nobles zahiere —madrigal y epigrama—,
cuando un paje, de lejos y por señas, le llama.
No lleva el paje escudo ni señorial librea.

«Venid —le dice quedo—; seguidme… ¡a donde sea!

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LIRIO

Casi todo alma,
vaga Gerineldos
por esos jardines
del rey, a lo lejos,
junto a los macizos
de arrayanes…

Besos
de la reina dicen
los morados cercos
de sus ojos mustios,
dos idilios muertos.

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LOS DÍAS SIN SOL

A M. Leo Rouanet

El lobo blanco del invierno,
el lobo blanco viene,
con los feroces ojos inyectados
en sangre helada, fijos y crueles.
¡Maldito lobo invierno, que te llevas
los viejos y los débiles!

¡Reunámonos, que todos
tengan una familia,
un libro y fuego alegre!

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MELANCOLÍA

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno…
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan… Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía… Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.

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NESSUN MAGGIOR DOLORE

¡Qué tristes almas en pena
son las viejas alegrías…
Y qué fantasmas de días
las noches de luna llena!…

¡Qué lamentable cadena
de pobres melancolías
las horas largas y frías
de la barquilla en la arena!

¡Qué broma absurda y pesada
es la aventura de amor,
hoy sin amor evocada!…

¡Dolor!… ¿Dónde lo hay mayor
que recordar la pasada
alegría en el dolor?

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OASIS

Sueña el león.
Junto a las tres palmeras
se amansa el sol. Existe
el agua. Y Dios deja un momento
que los pobres camellos se arrodillen…

Junto a las tres palmeras,
el árabe, tendido, al fin, sonríe
y suspira… Damasco
lejos aún le aguarda.

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OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde… El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

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OTOÑO

En el parque, yo solo…
Han cerrado
y, olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejado.

La hoja seca,
vagamente,
indolente,
roza el suelo…
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada…

Solo
en el parque me han dejado
olvidado,
…y han cerrado.

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REGRESO

Largas tardes campestres;
alamedas rosadas;
aire delgado que el aroma apenas
sostiene de la acacia;
huerto, pinar… Llanuras de oro viejo,
azul de la montaña…
Esquilas del arambre
y balido, sin fin, de la majada,
en el silencio claro…
¡Adiós, adiós!

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RETABLO

Ya están ambos a diestra del Padre deseado,
los dos santos varones, el chantre y el cantado,
el Grant Santo Domingo de Silos venerado
y el Maestre Gonzalo de Berceo nommado.

Yo veo al Santo como en la sabida prosa
fecha en nombre de Christo y de la Gloriosa:
la color amariella, la marcha fatigosa,
el cabello tirado, la frente luminosa…

Y a su lado el poeta, romeo peregrino,
sonríe a los de ahora que andamos el camino,
y el galardón nos muestra de su claro destino:
una palma de gloria y un vaso de buen vino.

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YO, POETA DECADENTE

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente…,
y la noche de Madrid,
y los rincones impuros,
y los vicios más oscuros
de estos bisnietos del Cid:
de tanta canallería
harto estar un poco debo;
ya estoy malo, y ya no bebo
lo que han dicho que bebía.

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Con sangre

Escribiré con sangre este momento
en que nieva en los montes del ocaso,
y escarcha en las laderas del fracaso,
con blancor helador y ceniciento.

Escribiré con sangre el nacimiento
de aquella incierta flor del por si acaso,
de vivir tan efímero y escaso
que sólo dejó pena y sufrimiento.

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Cuando retornas

En la desolación del tiempo ausente,
en la tristeza que, de pronto, nace,
en tanto amor perdidamente muerto
inclemente se eleva un insomne cuchillo
que esparce por altas galerías
del renacido otoño sus nostalgias.

En los cantos rodados de su cauce
busco una piedra ardiente, un fuego mío
que habitara mi sangre en otro tiempo,
entonces llegas con el pelo al viento,
entonces gimes como fuera entonces,
entonces miro tu perfil desnudo,
tras miles de momentos renaciendo,
y vuelves a ser tú y yo retorno
a tus frutales labios y a tus besos,
y de nuevo las ansias nos despojan
de instantes y vestidos, entonces, ya
desnudos de nostalgias y de angustias,
nos inundan las aguas que clamaban,
que rompían las ventanas y las tapias.

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La modernidad adosó un squash

La modernidad adosó un squash
al viejo panteón de Trotski
su matadero
es ahora un museo esquina Viena
Morelos
Coyoacán México Distrito Federal

de espaldas a la Historia
los jugadores de squash pelean
contra la edad y los excesos
de grasa en la sangre y en los ojos
ajenos

la pelota pájaro loco en su jaula
de paredes crueles no tiene escapatoria
furia de verdugos que pretenden
envejecer con dignidad
la dignidad de Trotski la puso el asesino
borrón y cuenta nueva de un hijo de sierva
contra el señorito hegeliano pintor
de ejércitos rojos por más señas

salta la pelota hasta reventar
entonces el músculo duerme la ambición descansa
los jugadores beben ambrosías de coca cola
y seven up

cerca
las cenizas de Trotski y Natalia Sedova
entre arrayanes mirtáceos y flores carnales
de su jardín de aroma insuficiente
se suman en el doble fracaso del amor
y la Historia

los jugadores de squash vuelven a su casa
hacen el amor mienten a sus espejos
la esperanza de un pantalón más estrecho
escaparates del Barrio Rosa
unisex y sin edad

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Hoy mi piel despertó lisa

I

Hoy mi piel despertó lisa;
reclamando un silencio que debió,
alguna vez, ser mi reposo;
desmoronada, espero,
y un frío ausente
acentúa tus expresiones,
te dibuja con fugacidad sigilosa
y fascinación.

En tu espacio un vacío languidece y reta;
mi cuerpo se defiende,
traduce gestos,
mis manos bailan inquietas,
fabrican imágenes,
palpan humedad, muerte ajena,
cuando las sábanas que me cubren
buscan tus brazos,
su fuerza,
sabor que empieza a resecar mi boca,
ritual solitario
pecho inerte, montañas sin cielo,
vientre lumbre,
te repasa imaginario,
lengua rosa textura,
retrato enlutado.

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La niña se sienta en la orilla de la noche

La niña se sienta en la orilla de la noche,
no hay fronteras claras
entre la realidad y el sueño,
su piel muestra marcas de fatiga,
enfebrecida le pesa el tiempo
que retarda su fuga de vida.
Triste llora bajo una higuera desnuda,
y se acompaña de voces
que parecen salir de entre las ramas

Ella sabe de quien se trata
siente el abrazo sombrío de sus alas,
a oscuras hace memoria
de sus largos silencios,
lava sus sueños empapados de luz,
y sus pies mojados le estorban ,
desesperada cobija sus ansias
y con sus pestañas,
rompe los cristales de su calma.

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SEMBRANDO

De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.

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Arte mayor (VI)

Estos fluidos nocturnos
quisieran ser cardumen
para en tu cuerpo mar
chuparle sus naranjos
al árbol de tus poros.
Menguar tu flacidez
con mis labios en punta
hasta extraer el sol
entre tus pliegues.

El raspar de mis hélitros
se vacía en suavidades
cargadas de tijeras
entrecortan mi pulso
en espejos filosos.

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Como una línea atada al corazón

Si tanto nacimiento aún aguarda,
cómo cegar las puertas,
someter cauces
o hacer un nudo en la camisa
por redimir el pecho y amansarlo.
Toda mi sien es sombra
que no quiere conocer
fuera de ti,
palabra suspendida,
verso de fuente,
trueno
que me tala sin fruto,
que suplico sin condición o fecha,
depuesta ya hace tiempo mi celada.

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Con esta brida

Con esta brida me despojas
de más de en cuanto creo,
me seduces
y rompes para siempre en dos mitades.
Callas con cuanto sé,
con cuanto sé destruyes mi certeza
y parte alguna de mi casa queda a salvo
de este tiempo de ruido,
columnario de dios,
tormenta dulce.

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