Esperarás aquí y aprenderás le dijo
de los hombres que se mueven de un lado para el otro suben forzados bajan de un sótano a otro sótano como cojos ligeros ¡uuupa! gritan al paso de sus manchas de sangre y aserrín.
Hace frío sobre ese piso lejos del techo,
las cúpulas rajadas llenas de telarañas.
I
Si la indolencia es tu norte,
alma loca y atrevida;
si no te importa la vida,
nada perderla te importe.
Deja que la muerte corte
mi esqueleto baladí;
porque extranjera ¡ay de ti!
en el mundo en que no cabes,
lo que te falta no sabes,
pero tú sobras aquí.
Doblado entre sus ramas
los miedos se deshojan unos a otros.
El oscuro silencio le humedece los huesos.
Y pedirá perdón, si regresan de nuevo
a revisar la cama con un golpe
mojado por la noche.
El sueño sueña un bosque para evadir la culpa.
I
¡Ay infeliz de aquel que en torpe sueño
ama a la virgen que soñando ve,
y al despertar de su febril beleño
sueña que existe lo que sueño fue!
Y pierde ¡ay! su venturosa calma,
y corre ciego de una sombra en pos,
y busca un alma que comprenda su alma
cual se comprende la virtud y Dios.
El vecino Domingo ha desollado un cerdo
adentro de su cuarto.
La sangre salpicó el marco de la puerta.
Unas gotas quedaron suspendidas en el mosquitero
hasta que se secaron con el viento.
Comimos sobre el piso quebrado por la higuera
después
las mujeres lavaron en voz baja
y los hombres durmieron vestidos a la sombra.
Yo di un eterno adiós a los placeres
cuando la pena doblegó mi frente,
y me soñé mujer, indiferente
al estúpido amor de las mujeres.
En mi orgullo insensato yo creía
que estaba el mundo para mí desierto,
y que en lugar de corazón tenía
una insensible lápida de muerto.
En esta casa alguien vivió antes.
Dejó clavos de punta en las paredes
la forma de sus manos en un viejo jabón
olores a tabaco, el lavadero sucio.
Huellas poco confiables.
Vivió esperando un ruido que lo llame
desde el amanecer?
En una vieja foto está escrita una fecha
y por detrás los nombres de nosotros
(sobrenombres y apodos en paréntesis).
Los que pudimos ser
de haber nacido antes o después
de esta historia
si los hijos que fuimos jugaran de este lado
no en aquella niñez
que siempre entorpecía la música de fondo.
Es muy lindo sorber trago tras trago
y beberse botella tras botella,
y adormirse en el seno de una bella
y devolver halago por halago.
¡Ruja la tempestad! Terrible estrago
cause a mi expatria su maldita estrella.
La muerte imprima por doquier su huella,
mientras yo mis caprichos satisfago
llámese a la tontera patriotismo,
truene el cañón con estampido sordo
y cargue el diablo con el diablo mismo.
Entre los jeroglíficos hallados en tu almohada
enfrentarás la mueca de los días.
La distancia idealiza.
El sueño solamente demora esa costumbre.
Las miradas de entonces no quieren saber nada.
La mano que aún extrañas acostumbró su piel
al paso de tu ausencia.
Entre la sombra del dolor me hostigo
sin que una luz ante mis ojos radie,
y bostezando mi existir maldigo
sin creer en nada, sin amor a nadie.
Para mí la esperanza está perdida,
nada me importa mi futura suerte,
ni tiene objeto mi cansada vida,
que al conizón se anticipó la muerte.
Esos fantasmas llegan a casa
recogen en la puerta la soledad y pasan
pasan dentro de mí como esos trenes
contra barreras bajas
esos fantasmas pasan van sin rumbo.
Esos fantasmas llegan
se instalan en la silla y en la mesa
y sin que pida nada ellos hablan
esos fantasmas hablan con mi sombra
recorren la distancia amarrada a mis sueños
cantan mi compañía
esos fantasmas hacen mi morada.
Hay una hora de Gólgota en la vida;
hora fatal, en el infierno suena,
hora en que Dios a padecer condena,
hora en que el mundo con desdén olvida.
El hombre entonces con el alma herida
maldice al hombre, de rencor se llena,
baja su frente que rugó la pena
y ni quiere llorar su fe perdida.
I
Me diste un ángel ¡Dios mío!
era su faz peregrina,
un lampo de luz divina
en mi horizonte sombrío.
Su espíritu celestial
brotó de mi corrupción,
como la santa oración
del labio de un criminal.
La que leyó la vida de vecinos y amigos
la que predijo novios con fortuna
cartas de amor y bodas en futuro
esa adivina nunca tuvo tiempo
para alejar los dedos de la mesa
y viajó por las líneas de las manos ajenas.
Tú despertaste el alma descreída
Del pobre que tranquilo y sin ventura,
en el Gólgota horrible de la vida
agotaba su cáliz de amargura.
Indiferente a mi fatal castigo
me acercaba a la puerta de la parca
Más infeliz que el último mendigo,
más orgulloso que el primer monarca.
Coplero a quien inspira el desencanto,
trovador sin futuro y sin amores,
sobre la tumba de mis sueños canto
al colocar mi búcaro de flores.
Odia el mundo mi canto descreído,
el estigma social tiznó mi frente…
cárabo del dolor, cada gemido
me concita el sarcasmo de la gente.
I
El mundo es comedia,
no sé quien lo dijo,
pero es una farsa
de risa y gemidos,
en que hacen primeros
papeles los pillos.
Aquel que de honrado
se precia, por digno,
no pasa en la vida
jamás de borrico.
Todo está color de tumba:
egoísta el firmamento
ha escondido las estrellas
entre nubarrones densos.
Disfruta, noche callada,
la paz de los cementerios;
y mientras que tú reposas,
yo saturado de tedio,
de bilis y de cansancio
dormir ¡oh noche!
La ciencia es, niños, de virlud asiento,
raudal que no se agota,
corona del estudio y el talento,
fúlgido sol que en el espacio brota,
dando calor y vida al pensamiento:
limpio fanal de blanca trasparencia,
emanación ingente
de sublime, sin par, omnipotencia;
porque es fecunda cual de Dios la frente;
porque forma su luz de Dios la ciencia.
Es una virgen. Su mirar de cielo
brilla en la noche como brilla el día;
al venturoso aumenta su alegría,
al desgraciado sirve de consuelo.
Va con el mártir a remoto suelo,
visita al preso en la mansión umbría,
acompaña al guerrero en lid bravía
y al náufrago infeliz tiende su vuelo.
I
Ha terminado la creación sublime
el Ser que habita en la sublime altura:
al virgen seno de la tierra oprime
blando corsé de sin rival verdura.
Rico traje talar de ricas flores
cubre a la tierra que bendijo el cielo,
y fantásticas gasas de vapores
a su faz virginal forman un velo.
Ella le daba alpiste a su pasión más fiel
le daba agua en el pico
le daba de su almohada los algodones blancos
mientras los ‘pobrecitos’ esperaban silbando
que vuelva hablando sola.
Poco a poco no pudo sostenerlos
y ellos se debatían de pico en los alambres
entonces dio sus manos por la fruta golpeada
los grises de su frente hurgando en las verduras
y ellos se debatían de pico en los alambres
se negaban criar y cantar y bailar
alegrarle la vida las visitas.
I
Tiende, noche, tu lóbrego manto,
y en un mar de tinieblas, al sol,
ahoga, noche, que quiero mi llanto
esconder en tu negro crespón.
Ya no quiero ni gloria, ni amigos,
ni esperanza, ni amor, ni virtud;
quiero sólo quedar sin testigos;
quiero sombra; detesto la luz.
Es la vida risa y llanto;
y los hombres, a fe mía,
son locos que en romería
marchan para el camposanto.
Y veo con placer profundo
que los cuerdos son tan pocos,
que es un hospital de locos
todo el ámbito del mundo.
Se dice que llegaron hasta aquí en un tren nocturno, con las lluvias de agosto que cubren las sequías. Su amor dio que fumar que beber que decir. Fue la cosa más grande después de la mujer araña en los años cincuenta.
Eran irreverentes aquellos alaridos
incesantes se oían a la sombra del sol y las vecinas
como una cosa oscura que espiar, murmurar
y hubo anuncios de prensa y apagones en las horas jadeantes.
En esta casa alguien vivió antes, y antes.
Dejó clavos de punta en las paredes
la forma de sus manos en un viejo jabón
olores a tabaco, en el lavadero sucio.
Huellas poco confiables.
Vivió esperando un ruido que lo llame
desde el amanecer?
Y le pido de nuevo que no me deje solo
que todavía siento miedo a la oscuridad
a las voces que indagan el pasado
que no me deje solo
que otros duendes resuelven
lo que cuesta subir desarmado las alas
que anuncia el gallo nuevo
que no me deje solo con el eco
que me acompañe siempre
que respire y respire
nubes bajas se internan al agua donde bebo
que no me deje solo repitiendo esa luz
que despierta viviendo a contracielo
atrás de los retratos donde una vez
soñé con otro rostro
que no me deje solo en esta huella
que siga respirando por los remos
que siga respirando
que respire
que no diga hasta aquí.
Esa mujer tenía ojos azules
cuando entró lastimando con su carga el revoque.
Valijas de cartón, jaulas de alambre.
Si no fuera que un día le dejara pintarse
los labios a sus hijas, sería un pestañeo
la melodía fácil que le cambió el acento,
aquel olor a sal que se fue con las lluvias
y la costumbre húmeda del tiempo.
Ese buen amor de manos transparentes
y ese gusto tan especial que tenía
ese buen amor
por robar vino blanco en los supermercados
si una planta escapada de la reja
o un trofeo de losas cascadas atrás del vidrio
deshacía los nudos de corbatas
con labios apoyados alrededor del cuello
y la audición vibrosa de Nat Cole en castellano
perpetuaba los besos en la piel.
Si no tuviera alas como tiene
si no hablara y cantara
si no fuera de fiesta de velorio
si no amara tus piernas como ramas de un niño
si no tuviera acaso componentes políticos
estaría diciendo que el corazón
es sólo el corazón
no esta mancha que cambia pasos bodas y viajes
no este pájaro huído que carga una maleta
pesada como un pueblo
no esta sombra que emigrra en mala hora
qué va.
Quién sabe cuál sería la solución buscada
o si fue algún atajo una salida huyendo
de los perros del tiempo
que no entienden dialectos
ni gestos de esos hombres
que un buen día llegaron en un barco
o encallaron de tercos
perdieron el sombrero en esta costa blanda
cielo limpio agua dulce tierra para sembrar
la semilla no dio como esperaban
el arado y la furia no estaban
en sus cartas de navegación
sólo encontraron paz cabeceando entre sueños
al filo de la mesa
no se reconocieron en la virgen
criaron el ganado atrás del muro
bautizaron por miedo desearon y desearon
no preguntaron nada o casi nada.
I
Bajo la sombra de saúz añoso
frente a un albergue rústico apartado,
se hallan, un joven de naciente bozo,
y un viejo descreído, mutilado.
Los surcos de la frente marchitada,
las escépticas frases que congelan,
la irónica sonrisa y la mirada
del viejo, su pasado nos revelan.
Soy el coplero cuyo cinismo
ha muchos años que celebró
en el estruendo de las orgías,
los funerales de corazón.
Mi cráneo, que antes se enardeciera
de los sueños con el calor,
de lindos sueños está despierto,
porque no es cierto lo que soñó.
Lejos de ti, mujer encantadora,
sólo encuentro fastidio en derredor;
fastidio horrible al corazón devora,
porque sin ti no alienta el corazón.
Lejos de ti, el triste pensamiento
tu imagen halla sin cesar doquier,
y tu imagen divina es mi tormento,
y tu imagen divina es mi placer.
Derramando en mi ser dulce beleño
grato sueño mi frente acariciaba;
mas disipó la densidad del sueño
mi niñito Raziel, porque lloraba.
Abandoné mi lecho sin demora,
quemado por la fiebre de los males,
y al abrir el balcón, vi que la aurora
empañó con su llanto los cristales.
Tigre y León en lides irritantes,
promovidas por bajas ambiciones,
determinaron con sin par bravura
conducir con presteza
al campo del honor sus batallones.
(Se llama así, y se llamaba antes,
el sitio do se rompen la cabeza
multilud de asesinos ignorantes).
Héroes de carnaval, hijos mimados
de la casualidad, siempre oportuna,
en el poder os miro, sin que alguna
admiración me cause, que menguados
los pueblos, desde tiempos olvidados
fabricaron, sin lógica ninguna,
palacios, para audaces con fortuna,
presidios, para audaces desgraciados.
I
Es la estación de brisas y de flores,
y son bellas las flores y las brisas;
y los pájaros cantan sus amores,
y natura prodiga sus sonrisas.
II
Hermosa noche tiende
su manto. Hermosa luna
de su óvalo desprende
blanquísima la luz;
la luz en que derrama
ilusiones tan lindas,
que por ella se inflama
de amor el cielo azul.
Nadaba entre la nada. Sin empeño
a la vida, que es nada, de improviso
vine a soñar que soy; porque Dios quiso
entre la nada levantar un sueño.
Dios, que es El Todo y de la nada es dueño,
me hace un mundo soñar, porque es preciso;
Él, siendo Dios, de nada un paraíso
formó, nadando en eternal ensueño.
¿Y temes que otro amor mi amor destruya?
Qué mal conoces lo que pasa en mí;
no tengo más que un alma, que es ya tuya,
y un solo corazón, que ya te di.
¿Y temes que placeres borrascosos
arranquen ¡ay!
En la senda, Virgen santa,
que con llanto humedecieron
los seres que el ser me dieron,
imprimo mi tierna planta.
Luz que la gloria abrillanta,
Madre del Verbo hecho hombre,
haz que la zarza no alfombre
mi camino.
Es la vida un enjambre de ilusiones
en cuyo extremo están los desengaños,
pues plugo a Dios que el árbol de los años
produjera terribles decepciones.
Brújula del mortal son las pasiones;
el hombre es germen de sus propios daños,
y embriagado con fútiles engaños
busca felicidad, tiene aflicciones.
Según Pedro, un borrico desgraciado
tuvo en la tierra tan contraria suerte,
que hambriento siempre trabajó azotado,
y un golpe fue la causa de su muerte.
Al expirar el mártir se alegraba,
creyendo que después de su agonía,
el descanso perpetuo le esperaba,
y la ausencia del palo que temía.
No hay otro bien que al de vivir iguale:
es la existencia una ilusión mentida:
la vida es nada, porque nada vale,
y todo acaba al acabar la vida.
—Mas cuando el alma de su cárcel sale,
¿el alma adónde va?
Domingo y Juana al frente del ‘vapor’ Asimina.
Faustino y su tabaco y el mismo delantal
de su trabajo. Doña María y Carmen con sus cabellos
jóvenes (que cuesta recordar) tomadas de la mano.
Mi abuelo en sus botines y todo el desarreglo
de aquel saco de lana con el que lo encontraron
(suerte que se bañó, dijeron en la casa
el día de su muerte en el mercado).
Flores hermanas, como yo despiertas
en tranquila alborada
de existencia feliz: niñas que inciertas
avanzando con planta inmaculada
del templo del saber tocáis las puertas;
yo con vosotras, por ventura unida,
bendiciendo mi aurora,
feliz piso el umbral de ignota vida,
porque aquí nuestra ilustre directora,
es mi estrella polar, mi noble egida.
Fue un ángel de pureza y de ternura
a quien temprano persiguió la suerte;
pero de pronto su llanto de amargura
vino a enjugar el ángel de la muerte.
En la tumba encontró lecho de flores,
los abrojos dejando en el camino;
y su noche de sombra y de dolores
la luz del cielo a disiparla vino.
¡Pobre de mí! Las horas que pasaron
horas de luto y de pesares fueron;
y las horas que aquellas remolcaron,
saturadas de lágrimas vinieron.
¡Pobre de mí! Fatalidad sombría
me persigue doquier amenazante,
y en mis horas salvajes de agonía
es un nuevo martirio cada instante.
Tres dioses hay en uno soberano
del romanismo en los celestes lares;
dioses hay del salvaje en los aduares,
y en el Nimbos también, del bonzo ufano.
En el absurdo Olimpo del pagano
los dioses se registran a millares;
dioses hay de Vischnú en los altares,
y de Mahoma en el Edén liviano.