Isótopos

A la Abuela, a mis Hermanas, a mi Madre

Palomas.

Todo es reposo en el hogar
la puerta sin discordia, el pan
sale de sus manos tan llenas de nosotros
siempre a cobijar
las mañanas de sus dedos que relucen
palomas olorosas.

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La calle

La calle es un burdel donde las horas
toman cuenta.
El vagabundo gris
a un paso de anotar la despedida
recupera el mortecino
brillar de las farolas.

Se alarga la calle, en su desdén se pierde
la visión hasta tocar el fin del mundo
a estribor, bordea la primera estrella
las grutas sin salida, el precipicio
en que un fantasma envenenado
duele en la mujer que busca
un puente y la razón fracasa.

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Las cosas en su vacío

El haber sido,
la duda al menos;
pizca, señal, asomo, idea…
la muerte que tuvo sus rasgos de vida
la pisada que no ha dejado huellas,
aún la palabra que nunca se dijo
o la humedad de cuando
en una misma ansia de dejarse acompañar
la oscuridad y el tiempo se colmaron
franqueando el perfil de la luz que no había muerto,
es este siempre dispuesto silencio.

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Los enredados

«Estoy perdido en el bosque de las comunicaciones»
Miguel S. Aparicio

Todos se pierden
los felices, los que tienen esperanza
los que engullen el pan de la pobreza
los que niegan, los que aciertan
los que se aprestan a destapar sus partículas
los que no escuchan
los que no hablan
los que hablan y los que escuchan
¿y eso qué?

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Me niego

He estado a punto
de emblanquecer como los ángeles
cuando el labio con que soplo el talco de los días
borraba la esfera del reloj
cuerpo de pájaros que aún me late.

He estado a punto de salir volando
en el ala lenta de las hojas
que espera una mano sin nombre
llenando crucigramas en la inercia,
sin profanar la mansedumbre
retenida en la blandura de la espalda.

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Morder lo breve

A causa de mis vestidos rotos
de mis estrellas fracturadas
de mis paisajes eternamente cosidos al recuerdo
alunizan tus avispas de seda buscadas en el aire
lo que no nace adentro
capitombe tuyo y mío, toca
nos toca, tocamos… sus flores
su rodante cielo aburrido
ahora nuestro tomados de la mano.

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Nadas

[1]
Enraizada la costumbre confluye sin reposo
en ti, en mi, en nosotros verso adentro
no te busca el letargo en otro cuerpo
en lo que ha quedado de todo en ti
en lo que ha quedado de ti
en lo que ha quedado
sin ti.

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Olvidado de silencio y mancha

Los silencios deben parir por ende
silencios para permitirte sentado en el origen
nuevamente elegido tú mismo rey de tus melancolías
encontrarte.

Una oscuridad nace en tus alas
te amordaza los pulmones novios
bajo el humo en la basura trazada
con el pelaje disperso de las fieras
peleándose un pedazo de luz…
sombra raída abismo recorrido
maletines con secas melodías
por donde la voz ya no asoma.

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Pasos

Plata encendida tus pasos de romero al sol
mis pasos
bruma y montaña el mundo nuestro
aposento en que te ríes
reímos la extensión de transvelar
nuestras naves al desvelo
volar volar volar

única circunstancia
de ti sin ti descarnado
tan tuyo, tan mío sin ti
sin aquel que nunca fuiste
no vale un astro, no vale mar
no vale cielo cegándonos.

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Residuos

Primero.

Duelen las farolas. Un papel
volante gris escapa
la calle que me lleva al parque
regresa a mi
al ojo de mi padre
abriéndome la puerta.

Segundo.

Alrededor las formas
que vagaron
la vida más querible
cuando aún no la sabía.

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Saltar

Saltar de alguna forma el mediodía
crecer en el crepúsculo
tocar la yema
fruncido el llanto. Vernos
inmensamente labios desnudos
enfrentar tu nombre
mi nombre, nuestros nombres
nunca abandonados en los parques.

Acaso el polvo en sus cuatro estaciones
nos sepulte.

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Sin domingo

Era de granizo el verde derramado
junto a la blancura el pájaro de hielo.
El cielo nace al hombre atento
que mueve el pan nerviosamente,
lanza migas, borra la pregunta
y atado a su parque ya es carámbano.
Digan lo que digan no te importe
el canario comprimido que no muerde
ni que crezcan retoños a la ausencia.

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Súplica

Déjenme entrar allí
donde pastan las hormigas de otros cuerpos.
No me cierren las puertas
donde muero
sin olor a poema
sin reloj
sentada en el último banco de mis versos.

Déjenme entrar allí
donde no hay bruma en la palabra
donde mi cuerpo
siente el equilibrio de los ojos despiertos;
allí, donde los muertos
tienen su propio corazón latiendo.

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Tu lengua

Tu lengua es el país de fuego
donde no hay relojes,
donde la palabra dura y difícil,
da vueltas y vueltas
peregrinando a trancos
donde el salivajo
mancha los manteles
sin cortarle el paso.

Cuando un solo de tripas la sorprende
en el deseo de ahorcarse
envuelta en una tira de bacon,
queso horadado suizo
y un pedazo de pan,
tu lengua de azúcar
rompe las murallas de la mala palabra,
se instala en el café
después de la certeza de ser dios
prendido al paladar
por las diptongaciones.

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Un deseo

Un deseo de ríos y palmeras
me tiembla entre los dedos
enredándose
en la voz del tiempo
tan cansado
que va nombrando las calles
donde nadie ha pasado llorando desde entonces
y está en juego el recuerdo de la piña
fermentándose en las venas,
en mis labios que desean el azúcar,
o ese tiempo del regreso
al amarillo de un girasol despierto
centro de fieltro
encrucijando tiempos.

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Un nuevo oficio

Mirar desde la altura de un padrenuestro las azoteas envueltas
en la niebla, los amores furtivos, las peleas de vecinos y las
cabezas de los paseantes, es un oficio que se pierde en los
balcones de las viejas usureras y escurridizas como lentejas en
días de hambre.

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Van los trenes

Los trenes pasan
a ambos lados de Dios
sin arruinar la muerte
que lima cada paso.

Ausentes de palabra
de leyes, de constelaciones
caminan lentamente
mordiendo las arenas sin pudor.

Se anaranjan
descienden, almas en pena;
después de las campanas
anochecen.

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Yo, tú, los árboles

I
Yo, tú, los árboles perfectamente
juiciosos entre el día y la noche
las calles blancas largas dóciles
desatándonos
llenas de ti, llenas de mí
quitándonos el polvo.

II
Dejé de besar
de silbar al lunajero de tus pies
para que nada
interrumpa, me interrumpa
tu carrera tantas veces proscrita

Equivocadas entre sexta y nona
emigran ocasiones
llevándonos de en medio
lo que más queríamos.

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Holocausto

Quebrantaré en tu honra mi vieja rebeldía
si sabe combatirme la ciencia de tu mano,
si tienes la grandeza de un templo soberano
ofrendaré mi sangre para tu idolatría.

Naufragará en tus brazos la prepotencia mía
si tienes la profunda fruición del oceano
y si sabes el ritmo de un canto sobrehumano
silenciarán mis harpas su eterna melodía.

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Unico poema

Mar sin nombre y sin orillas
Soñé con un mar inmenso,
Que era infinito y arcano
Como el espacio y los tiempos.

Daba máquina a sus olas,
Vieja madre de la vida,
La muelle, y ellas cesaban
A la vez que renacían.

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Afecto 45 (I)

Deliquios del Divino Amor
en el corazón de la criatura
y en las agonías del Huerto.

I

El habla delicada
del Amante que estimo,
miel y leche destila
entre rosas y lirios.

Su meliflua palabra
corta como rocío,
y con ella florece
el corazón marchito.

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Afecto 45 (II)

Al monte de la mirra
he de hacer mi camino,
con tan ligeros pasos
que iguale al cervatillo.

mas ¡ay Dios!, que mi Amado
al huerto ha descendido,
y como árbol de mirra
suda el licor más primo.

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La resolución

¿Qué yo escriba? No por cierto,
no me dé Dios tal manía,
antes una pulmonía,
primero irme a un desierto.
Antes que componer quiero
tener por esposo un rudo,
mal nacido, testarudo,
avariento y pendenciero;
educar una chiquilla
mimada, traviesa y boba;
oír vecina a mi alcoba
la Giralda de Sevilla.

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El amor

Ídolo falso que el mortal adora
Y que insensato te erigió un altar,
Por quien el hombre su miseria llora,
De quien recibe solo un gran pesar.

Jamás cante tus triunfos, niño ciego;
No herirme pudo tu terrible arpón;
De tus saetas, de tu ardiente fuego,
Conservo ileso y libre el corazón.

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Berceuse

Duerme. Tus juguetes se durmieron ya.
Si la niña duerme, dormirá mamá.
Y, ¡pobre mamá! bien lo necesita!.
¡Se doblan los brazos de la mamaíta!
y aunque eres en mi alma un montón de luna,
te mezo, te mezo tierna y fatigada …
¡Duerme ,mientras llenas de luna mi almohada
y vuelves contigo de plata la cuna !.

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Berceuse (2)

Me estoy durmiendo poco a poco,
me estoy durmiendo sobre el mar.
Un hierro sólo me separa
de su viscosa inmensidad
y yo me duermo poco a poco
con blando y dulce cabecear.
¿vendrá el naufragio si me duermo?.

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Expansiones

¡Ah! ¡Mi vida! Te amo, te amo ¿has entendido?.
Estoy loco por ti, loco de mil locuras,
y aun digo palabras que son siempre las mismas,
te amo, como se ama sólo una vez, sólo una …
¡Te amo ! ¿ Me comprendes?

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In memoriam

¡Muerta!, dicen los suyos, muerta dice la gente,
y muerta digo yo cuando la siento helada.
Y el sol alumbra como no pasara nada
y sigue el corazón marchitando indiferente.

No sé por qué no muero cuando beso su frente,
junto al mutismo trágico de su boca cerrada.

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Madrigal de Mujer

La fortuna te dió un escaso privilegio.
Van sus cadenas áureas a tus manos prendidas
tornándote más bello su extraño sortilegio …
¡Y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!.

Los honores doblaron en reverencia grave
su multitud de frentes a tu valer rendidas.

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Me pesaba su nombre

Me pesaba su nombre como un grillo de hierro,
me pesaba su nombre como férrea cadena,
me pesaba su nombre como un fardo en los hombros,
como atada a mi cuello me pesara una piedra.

Ya no está junto al mío la injuria de su nombre, y… me pesa!

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Palabras de un Amante

a Luisa Ackermann

Como yo del amor me entrego a la corriente
y sumerjo, en las aguas a que me he abandonado,
mi corazón, y estrecho contra mí , locamente,
un ser idolatrado.

Yo sé que sólo estrecho como una quebradiza
forma, que puede helarse de pronto, sombra vana,
y que ese corazón de llama y ceniza
será polvo mañana.

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Pensamientos de otoño

I

Inquietud de Otoño,
soledad de los parques,
tristeza de las cosas,
languidez de los árboles,

cielos de esmaltes grises…
Otoño, oro y blancura,
¡tu sol es blanco y frío
como la luna!…

Nacen en ti los vientos,
hijos son del Ogro,
y roban a los parques
sus tapices de oro.

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