El que medita a la sombra de una torre,
o el que canta
en la cima de ese Everest moldeado de nieve,
puede ver cómo el mundo vuelve hacia atrás sus
ojos
y olvida sus cabellos caídos por la historia,
puede observar también cómo allá en lo
profundo
quedan lagos por descubrir, selvas
blanquísimas
y todo un reino de bondad nativa
que iguala ante la ley aves y hombres.
todo termina
por ser prescindible
la violenta fuga
de unas gotas en el baño
la traducción de mis plegarias
el dormitar sereno
en la habitación de cualquier hotel
prescindible
y torpe
a la larga
cuando el oyente
concluye su viaje
y dice ligereza
en vez de hastío
cuando las mudanzas nos cruzan
por casualidad
en el roce bestial
de no pocas ganas
Helada en el susto verde
te soñé
latiendo en las claridades
Vientos sin rumbo alumbraban
tu sangre viva en la nieve
crucificada en las venas
Por tu candor de aluminio
claveles degollaría
en invisibles licores
Y en transparencias vacías
galopando en los confines
te raptaré nadadora
Nunca reclines un ángel oh bellísima de estío
hacia el violín sibarita
Hay que dejar caer la voz
para hacer pie sobre las amapolas.
Bien sé que una mejilla
es tan mortal como las pompas de jabón
Bien sé que los transeúntes
están hallando el área de las flores
Por eso te ruego ruiseñor
que te adhieras a la caída de la hoja
Alista tu materia prima para las talas de amor
Disfrázate de ciervo descalzo y sin autoridad
sobre el mar
y rescatarás su alma de las traidoras
golondrinas
uno termina amando
el fastidio de los cuerpos
se nos llama santas
o putas
el caso es que andamos
por allí
intentando un homenaje
de techos bajos
un descuido
de lo indecible
La lengua es un sistema de signos que procede como el
juego de ajedrez
Saussure
La dejadez, la intemporalidad
subsiste como el humo,
inaugura conjuras de silencio
de fe sin ficciones
como vanas sombras de juventud.
vigílame
en tu cuerpo abierto
que no haya prisa
ni brazos
desvelados
solo yo
arrimada
seca
El 28 de julio de un año sin gloria
nací a la extrañeza,
y al bienestar de los rincones familiares,
discontinuo y sin sueño
como el que no espera visitas.
Nunca necesité afanes para diluirme,
ni testigos para la emancipación al menudeo;
sin transacciones ni pretextos
he rechazado el clima de esas horas inevitables
vana escoria de una imagen desenfocada.
Tu comba en puro croquis de sirena
late en el lirio del usted primero
y en catarata azul de marinero
regula la oración mensual de arena
Mujer elaborada en la verbena
a sol y sombra del paisaje al cero
cauta sonrisa de papel soltero
que disciplina el labio y la cadena
Tu banderín subasta y equivoca
el gato limpio que al fluir te invoca
en un alga nacida bailarina
Dime la situación de tu pañuelo
y en el esquí dormido de tu vuelo
abre el cilicio en ascensión de harina
Lo que hubo en ti de roca, sangre y sigilo,
fue del último viento estéril,
de la última nevada transitable, a los ojos
ya las banderas abatidas, solas.
¿Por qué nuevos caminos vas
acumulando noche, noche para siempre?
En qué colinas toma rumbo a los cielos
tu fluir de testigo delgado, actitud del alba?
Si observáis fijamente comprobaréis la
redondez de la tierra,
veréis una naranja por la que corren ríos,
gacelas, vientos frío y aureolas de héroe.
Pero veréis también cuerpos abandonados,
cumbres desconocidas para los hombres y las
aves,
besos de familia, afectos que una latente polilla
va carcomiendo todos los días un poco,
hasta dejar sólo su recuerdo.
La luna el firmamento plateaba
pálida y bella la serena frente,
y el ruiseñor la orilla arrebataba
de aquella mar tan música y doliente.
E.G.
La luna se avecina
a solas con su huella
espía de los trigos
mártires hacia el alba
Alejaba la flauta
los durmientes fluviales
los durmientes sin brío
que anhelaron violetas
Se olvidaba la voz
a la sombra más lenta
y la almohada cedía
sus oros desvelados
Vierais delfines limpios
arribar a lo débil
y entristecerse el pie
vislumbre de las aves
Vierais el ruiseñor
centro de los verdores
nivelar su plumaje
sin eco sobre el mar
Los degenerados morales,
los incorruptibles de delicadas maneras,
los exquisitos de la usura,
exigen a veces muy poca luna para morir de
amor.
Esto es obvio.
Nadie lo reconoce con el plumaje de la
vanagloria
ni como proveedores de la real casa
ni como contribuyentes al erario público.
Los desengaños del Mundo
Cristela Lozano
Los poderosos centellean en su oro pálido,
las clases pudientes aman su dialéctica,
no su ignominia,
vituperan la edad de oro totémica
pero creen en su plenitud.
Como titanes que emergen del asfalto,
esbeltos testimonios de obcecación temporal,
no los salva el amor, sino el dinero,
de la tierra, del caos, de donde exhuman la
plata.
Te encontraré tal vez
en esa esquina del paraíso
o en el aire trivial de una playa nocturna
donde se ata la sombra
y se extenúa el infinito.
Plenitud en que se abisma la atracción
del violonchelo apenas oxidado
junto a una vida escorada a estribor
por no llorar con las manos crispadas.
Muerta en rigores de mármol
el aire se te rendía
y en ángulos te quebraba
Sola
desceñida de las aguas
Pistas de sueño y naufragios
imantadas de claveles
en el mundo sin distancias
La luz te resucitaba
y el silencio te escondía
en paréntesis de nieve
sin pestañas y sin hojas
Por sobre los escombros llegados a las puertas del insomnio:
veinte, treinta años doblado
en las esquinas del viento,
susurrante de palabras dormidas:
pan, hambre, a las puertas del insomnio.
Tierra, qué fríos tus senos de ciudad.
Hermano, una limosna, por favor.
Escribía sobre el amor,
¡Como si no tuviera otras que decir,
más importantes!
Sobre cosas que pasan,
sobre miasmas de siempre,
acerca de pólipos y amibas, y eso
sobre el amor.
Caía sobre de ello,
sobre de ellas tres,
hembras de mi alquimia.
Se solicita un patio
con macetas rojas
y vaho de ladrillo recién regado.
Árboles de altura
con pájaros silvestres
que hagan su ritual de baño
y desayuno
en una fuente de labra sencilla
que enmohezca a ritmo su apacible trazo.
Puedes perderte así un día de fiebre sin saber por dónde
la sangre corriendo emponzoñada puedes perderte así
un día de rabia
Éste es aún el aguerrido mundo de los sueños
Nacerás hoy con buena estrella
Mirarás y serás reconocido
Tomarán tus palabras como justas
Crecerás en boca de los años
Procrearás bestias desbordantes como espejos
Reirás del cura que visita a su sobrina cada jueves
Irás a misa los domingos
Tu llanto en las cantinas
Tu amor en los prostíbulos hasta que
santo día de fiesta
de sed y de atropello giman tus huesos de por tierra
Día de fiesta en parques y alamedas
Día de flores y lamentos
Voces graves en latín pronunciarán tu nombre
al cantar emocionadas la oculta importancia de tu vida
Y nada todo ello una tarde así
de asco de deseo de sol balanceando
sombras de eucalipto sobre un mármol casi blanco
Casi tuyo
Habrá niebla en los tejados
Caerá como nunca sobre largas formas líquidas de luna
Tardaremos en llamarle invierno
entretenidos en el grisarse de árboles y cosas
Será diremos el tiempo que se viene como otoño
Pero el año se dará redondo y perfecto
como previsto en nuestros viejos libros
Aprendiendo a estar aquí
nos dejaremos llevar por los eneros uno
por los agostos viernes
Volverá la paz será la lucha
Y en algún corazón recién acariciado
la espina del tiempo toda
Se harán más viejos los ruidos y la noche
Vendrá el sexo sobre el sexo a fecundar la dicha
Se perderán tus ojos tus palabras
Tomando el cuerpo como mazo
desearás golpear la tierra que te niega
Será la risa
Será el deseo
La mancha de tu cuerpo
doblada en las paredes
meando oscuras golondrinas vaporosas
Será la noche que te abrigue
entre guitarras y hombres en mangas de camisa
dados a no olvidar pequeñas cosas
Será el toque secundado
de alguna campana colmada de sorpresas
autorizando el flirt de las muchachas
a la hora del rosario
Será el rostro reluciente del chiquillo
paseando un caramelo entre los dientes
Habrá ciertamente niebla corriendo
entre estas torres
y estos pinos perdidos casi en la blancura
Será Xalapa o San Cristóbal
Seremos tiempo anudado a nuestros huesos
Falta, en el desorden,
una palabra.
Falta una voz, y otra, y otra más,
en el valle de la muerte,
en la estación de los sofocos
rezumados por el fuego y la sombra.
Una palabra que no brote de atarjeas,
sino silencio que habla, vibrante.
Desde las Lomas Heights,
donde aún habitan, gozosos, los políticos enriquecidos,
los antiguos banqueros, con su blanca (o verde)
faz atónita
y una numerosa flotilla
de grandes capitanes de la industria y el comercio
(que siguen nadando en la corriente,
antes de que Neza los devore)
para bajar por la añosa verdura,
polvorienta y asfixiada, del Bosque,
con su serie de templos adjuntos:
el castillo que sirve al culto reaccionario;
el museo que inventa su pasado indígena;
la exquisita pintura del sector privado, a la izquierda;
y la exquisita pintura del sector público, a la derecha.
No se ama mucho o poco.
Se entrega uno, decididamente, en un abrazo
que dura toda la vida
al ser que palpita en el encuentro:
puede cambiar la persona,
el ser sigue siendo el mismo.
No se ama a veces, o porque sí.
1
Mucho antes de que estas montañas
ratas grises en la solapa aguda del sol
antes que cárceles de cieno y luz
fueran para mi espíritu domesticado
por los azotes inmisericordes del Belcebú embrutecido
en mi secreta epidermis
el gran reloj del mar meciendo sus aguas sin escoria
y las terrazas azules infinitamente contiguas
en la proximidad distante
choque de dos olas y el rompimiento de la nuez
aún entre los peces
Y el ruido del parto y la sedición de los montes
hacinándose en los rescoldos de la brisa
Señor al fin del elemento
yo vengo de esa brasa de liqúenes pensantes
de sombra a hormiga a hombre
el hijo nuevamente padre
Prometeo entre los hielos
cavando a uñazos los cuévanos de su oscura madre
Te andan siguiendo, poeta, las fechas
memorables de tu patria.
Te andan siguiendo
la miseria enamorada de tu pueblo,
tu libertad a culatazos,
el aire granadero de tus calles.
Te andan buscando, poeta,
te anda buscando la desgracia…
Es el tiempo inaplazable,
nuestro tiempo,
avejentado mirador hombro atrás
que mira tras de sí.
Sin palabras, sin sucesos.
Dejando atrás paradójicamente la mirada.
Rugosa piel interminable
humedecida entre jornadas.
Es el sol
y es el agua.
Si tengo que mirar un día
la silla como la miro ahora
y tengo que callar a los poetas
para decir tan sólo
es negra
(Y una callejuela de árboles suntuosos
se detiene sombra y sopla en los follajes)
si tengo que mirar de día
la silla y estrecharla
y sostenerla
(como a una ola hueca
que se sabe que se abre y que se cierra)
si me voy a sentar
o me voy a parar
alejándome de la silla negra
(la madera es blanca
rechinante apenas por el uso)
si me voy a quedar quieto
balanceándome en la silla fija
(por una vez no confesar
estoy pensando creciendo madurado)
Por una vez decir que estoy contento
en paz con las palabras
que soy como la silla álamo y cultivo
que estoy en tierra
sólidamente agitado y enraizado
como un abeto decir como la silla
en su acabado negro
Ven ya no rechino
(y rechinar de nuevo)
Si me voy a quedar aquí
o en otra parte
y voy a contemplar la silla
digo qué me cuesta callar a los poetas
y decir tan sólo es negra!
Chillaron los pájaros
desorbitando su silencio de altas copas
Descendieron cóndores y cuervos de aceradas plumas
Cientos de voces desencajadas por la ráfaga
tomaron la forma de los árboles y callaron
recuperaron su silencio
Sobreviene el día
Esa mañana de luz encrucijada
lo vivido del polen,
el ansia en convulsión
y un abrazo que parece ser el último,
dejaban cristalinas
casi transparentes veladuras
en el desasosiego del lecho
tendido entre las flores.
No se mide un instante
ni dura en precisión
más o más.