LUNÁTICO septiembre:
Cinco albas de sangre
Deslavazó la hiena.
De miel como de luz
Deslizándose entre la niebla.
Álamos
Hacen hogueras
Y corren corren
Con las bufandas de cascabel.
Caballo albo
Disuelve crin de oca en su silla de enea:
Es el gitano auriga
Que ríe desnudo por la oleada láctea.
Copo de nieve
A ras del río ácido, en el codo
Que Celan se ausentara.
Vocal oval
De su verso primero.
¡Oh tele divinal, envés contraprogramas!
Su cráneo medioevo, su culera de túnel,
Ya viene el fugitivo del París de Doñalda.
Caravaggio lo trinca, perillán olifán.
¿Y tú, pópule meus, quién nutre de tu rumia,
tu quotidia panzada de reality show?
Si al fin ella dijera: ven.
Baja el aliento de las vigas
Y emerge luz del alba como cuarzo.
Si al fin ella dijera
El silencio monosílabo de la libertad
Se abrirían los cerezos
Esparcidos a través de la tela de niebla.
…LAUDES sean donadas
A quien concelebra de tal donosura:
Laúdes.
DEL RASO de la escarcha
Blanda pavesa deslizándose
En la anfibia memoria de la tarde y el día
Así la estrella de tu diversidad,
Alba del labio,
Iris de reflejo de fuego.
Ceniza de cigarro aristotélico
Aquieta la corteza de naranja
Balanceando el óvalo de la sobremesa.
Es difícil saber
Si el azar es a dúo:
Torres más altas.
CÓMO HA SUFRIDO la que se examina de música
Que el violín niño corría tras de los caballos.
Un arpa para ella de palmera grande
Y melodías de sus cajas de oro.
Dos noches la que se examina de música
Trenzando sombras de semicorcheas.
Estrena la llanura.
Ojos frescos de sombra
Larga lira del agua.
EL DÍA de ira
No quiere llegar.
Cadáver papáver
Abrir y cerrar.
Pompa generala
Terrece partir.
Cochero Caronte,
Bórrala de aquí.
FUEGO de fuga
Por la corola de cirros
Se bifurca
Boreal de la salva,
Aves ya grises, ya mecidas.
AIRE terco en el hierro
Ventanal de presagio:
Plenilunia pupila.
Felicidad se llama la figura:
Un clavel escarlata y un Cohíba.
Y el verso blanco que en el humo iba.
Aleluya la mano posmoderna
Que exangües maniquíes añil espacio rota.
Nostalgia de Van Gogh se deshora la tarde.
No hay más verso que arde.
Tú, poeta leopardo,
A dos carrillos papas del embrollo.
Espejismo zegrí tu perifollo
En la zona viciada del leotardo.
Poeta navicol, lázido neo,
Veinte años princés del Pirulí:
Loca va tu Victoria,
(h)olas tus alas de papel de plata
hasta jamás. Y besos a los sinos.
Toda la Historia cabe en un vaso de agua.
Y todo el agua vuela en el ala de estío
De un gavilán soñado.
Esparaván de sol, tu lanzallamas verde
Ni de lejos otea
El silencio del rostro del mundo.
POR EL OJO de lluvia
Vuelan dos faisanes.
Velo de viento
El sepulcro vacío.
Por el ojo de lluvia
Van acordeones.
Unísono vaso
Ocaso de yedra.
¿Por qué escribir cuando regalan tanto?
Fueran los labios tanta lira sorda,
El ojo marabú, la plata gata.
Le llamaban Claraboya.
El suelo do nació
Está partido en dos:
Rioseco y Tapia.
De veinte años
Saliera de su Ser.
A los cuarenta
Cocía de mañana los hexámetros ácidos
De la ferralla de lunas de la pastora Eiffel.
La máquina del tiempo se enrosca la pelambre
Y rosicler desata eneidas por un tubo.
Es la era del cubo.
Qué más verso becar en milenio de estambre
Hace milenios
Me enseñaron a escribir.
Y hace una hora
Aprendí a borrar.
Proletarios del cénit,
Leve lid el fonema.
Ya no está el Maestro.
Impostaba la voz con el guante de guata.
Los discípulos ya no están.
Mojaban un dedo en la dirección del viento.
Limpia mañana que se escribe sola,
Mozalbo marzo como tan campante,
La acequia fria que escabulle el mirlo.
Tal de contraste el ir del cercanías
Do esposas progres tersamente leen
La prensa oblicua de la madrugada.
Hesperia toda fue croar de jueces,
¡Oh barriguillas de las juececillas1
Uña de angustia en el diafragma cero.
Suena vieja música de esparto
En las estancias negras, en el ojo gris.
Viejo polvo de muerte baja
Sobre los hombros a las piernas óseas.
Cera del candelabro se alza
En metralla de lenguas de sangre.
Surca el techo una punta de lava
Dilapidándose en dos, allá y acá.
Lluvia de acero taladra la noche de chapas.
Gotas de plasma resbalan el quirófano de cristal.
Olor a cadáver esponja los vastos pasillos.
Linternas sangradas velan bisturíes.
Batas de nieve enarbolan estrictas agujas,
Clavan en los muslos la fláccida calma.
…Hoang:
Escucha…
¿En qué otro mundo de cerezas raras
oí tu voz? ¿En qué planeta lento
de bronces y de nieve, vi tus ojos
hace un millón de siglos? ¿Dónde estabas?
Fuiste agua hace mil años.
Yo era raíz de rosa, y me regabas…
Fuiste campana de Pagoda, yo era
nervio del ojo que miró a tu bronce.
Alferéz del navío, cuya vaca
es la ballena; y por reloj la brújula.
La palmera encendida en papagayos
y el negro azul; cañaveral de azúcar.
Marino del Caribe o Filipinas
que cruza suaves playas de criollas
con faldas rojas y pañuelos blancos.
Los tanques rusos, nieves de Siberia,
sobre estos nobles campos españoles,
¿qué puede la amapola contra fría grasa?
¿qué el álamo del río a su furor opone?
Teníamos aún bueyes y arado de madera,
Castilla no es científica; no surge en sus terrones
la fábrica, su arcilla produce como Atenas
teogonías y olivos, batallas, reyes, dioses…
Para ganar a España, hay decir, cual Cristo,
«Mi reino no es de este mundo»; no levantar las hoces
ni prometer al cuerpo paraísos terrenales.
No llores, Abedelazis;
no llores, que vas a España.
Que el fusil te lo da Franco
y en el fusil su palabra;
está el jardín del Profeta
al otro lado del agua.
–Ya están girando las hélices
ya en el avión te embarcas,
ya vuela sobre las nubes
la flor morena de Africa.
Una linea de tierra nos separa.
Pero estamos tan lejos…
Para llegar hasta vosotros, trenes,
rutas extrañas, playas extranjeras,
y sin embargo, hermanos enemigos
¡que cerca nuestra sangre!, que aclararon
las mismas frutas, que encendieron, roja,
primaveras y labios parecidos.
Y cambiastes la rosa por las algas amargas,
la muchacha terrestre, por la fría sirena
y has cruzado, volando, el jardín de los buzos.
Donde el pez, de ojo inmóvil ve brotar la tormenta.
¿Dónde vas por la noche peligrosa del fondo,
tripulante de un barco sumergido y sin fuerzas?
¿Qué puede vencer, dime, la distancia entre el sueño
y las islas blanquísimas?
El mastín de la noche dormirá entre jazmines.
Mástil mitad del sol y mitad de la luna.
Caen fardos de estrellas
en las barcas.
Aquel que anduvo sobre el agua
y murió tan abierto
cuelga como una lamparilla en el rincón de los murmullos.
Abolida la estrella al final de la aurora de falda forestal,
abro al viento mi mano con huella de crisálida
y digo la palabra más dulce de mi tiempo, la gran Sílaba
que prolonga el rumor del olivo solar
y brilla en el coral de los ojos de la paloma.
Estoy sentadito en un banco de niebla
pensándote conversándote extraviado
conversándome pensándome cautivo
separado de vos por la lluvia
el enjambre de cipreses
la punzada de la tarde
aquí reiventándome la fantasmagoría de las palabras
la magia del trance vértebra tras vértebra
en la piel de la herida perpetua la posibilidad del vuelo
pajarito / machete
que volás con mi muerte alrededor de la mesa
al acorde de las horas
intento un gesto para tu cabello de lentejuelas
rostro de cristal azul
para tu voz adormecida en el teléfono
intento un desabroche del duelo en la cintura de tus ángeles
espuelita de mango en la noche de gangoche
para patrullar mis cementerios
intento pero retrocedo intento en el mangle de tu deseo
litoral encrespado por el temporal de tu vientre
ola que rueda y muere y rueda por todo el universo
espera la luz del encuentro en el fragor de los cuerpos
dentro de tu sexo de astros empapado por la semilla de polvo
la nieve amarilla del tiempo
retrocedo pero intento retrocedo cisne calcinado en los abetos
canto de rosario de reyes destronados estrella del sur palma venus
cascada de más estrellas astros estrellas que persigo
para descubrir nuestro pesebre sin mulas ni bueyes sino musgo hierba seca
ciudad fragmentada de los diciembres
rehuyo entonces pero peleo rehuyo
empapelo las paredes con estos ideogramas
parpadeos gritos contraespalda caballo desbocado
en tu falda salto lanza salto
caigo
viacrucis de luciérnagas vasos botellas velas apagándose
cristus rotos
vírgenes guardadas en anaqueles con azafrán de medianoche
olor a azufre sudor hierbabuena pasos en la otra habitación de arena
golpeo finta golpeo finta
paredes de humo
puertas de avena
golpea bajo golpean arriba golpeamos en el centro
sombras en la caverna me llevan
caigo
caigo
caigo
caído
mi descanso es una camilla sin descanso una camilla de niebla
no descanso los miércoles ni los sábados
tu santo es mi santo grial mirasol en el portal en el oratorio
en el altar de flores papel crepé con su mantelito de gamuza
mirame como rezo en tus rodillas me poso nuevamente en tus pechos
beso tus manos tus ventanas tus pies beso todo tu cuerpo
lo beso en la noche del milagro
paseo por tu jardín de alucinaciones con riesgo me incendio
paseo pero el milagro no sucede
sucedo fuego transparente interno externo
no me digás que sos arrepentimiento
decíme que me querés pero no en tus secretos
en tus viajes de notas muertas en tus cadáveres
no por teléfono decíme que me querés
como en aquél pueblo donde ahora dibujo incinero manoteo
detallo una vez más tus pechos tus volteretas en la almohada del silencio
para no despertar a la niña que llevabas por dentro
dormida a nuestro lado
decímelo suavemente ¿tenés remordimiento?
No, con las manos tiranas de Rodin no
sino con las del poeta de Las Elegías…
o las de Camille (o Clara) la mayor desprotegida
Con ellas o las tuyas para aspirar al escriba
que logre modelar tu silueta en la noche
donde se confunden brazos torsos y sonrisas
O tal como el otro poeta
el de la frontera
que con bastón y boina
hiciera de María su amazona primigenia
Porque no espero el almuerzo ni la cena
mientras das los últimos toques a una figura
Se trata de tus huellas en los modelados
las que atenazan el barro como tus muslos
con el fuego que enloquece a los hombres
Porque el barro y su envés
en la alquimia de tus destrezas de mujer
son el aguafuerte donde nunca escribiré
acaso el vano intento de abarcar tu onda expansiva
para expresar que tus manos, no las del tirano,
propician y elaboran todas las formas de la vida
Sería difícil escribir esta carta sin evitar las justificaciones
digresiones de caída y vela hinchada hacia el poniente
en el fósforo del Báltico un amanecer de lluvia y lágrimas
con el rostro frente a las paredes blancas de un hospital invernadero
¿Será difícil inventariar las lunas los cruces de esquina
los caballos estivales galopando a ambos lados del transiberiano
las noches de vodka alrededor de la ausencia sin tus pasos?
El poeta es otro yo
cuando paga el alquiler
los recibos de la luz o el agua
los víveres en el super
los libros las cervezas
el préstamo en el banco
la sonrisa en el programa
o cuando pide de a fiado
se expropia de sus versos
se emborracha gruñe
lanza denuestos
y se pavonea en la fiesta
a la cual nunca fue invitado
pero cuando escribe es él
el propio el real
aquél que afeita la mañana
ante el espejo de la comedia
y la escama de la función cotidiana
Emergiste una mañana cuando la nieve
en mechones se congregaba alrededor
de pinos cipreses empalizadas setos alerces
Tu madre en el desafío de sangre y júbilo
había cruzado vidrieras entre lentejuelas algodones
leyendas de un padre desaparecido
abandonada la abuela en el jardín del desconsuelo
y en trance de improvisar oficios y afectos
vender empanadas amasando el barro
o en traslaciones a ferias de artesanía como auténtica cazadora
para armonizar la savia desde barrio Escalante
La Granja alrededores de Muñoz y Nanne
o en las casitas de limo de San Antonio Escazú
Así logra arrancar la descarga a los alcahuetas
alborotando la academia y los estilos
hasta alcanzar las galerías con el ritmo de boleros
merengues tangos algarabía de cimarronas
o crucificando el tedio en la resina del rezo
y la fantasía del abrazo en regocijo de la ostra
por parques playas habitaciones largas avenidas
El brío venía de lejos por la sangre de los ancestros
por los cocoteros de Parque Vargas allá en Puerto Limón
donde arrecian las olas con la cadencia negra
de escarchas y aguafuertes del malecón
o en las brumas de El Molino y Las Ruinas
en el Cartago donde la catequizara el amor
Con tu mama a cuestas emigraría a San Carlos
regresaría y viceversa entre decisiones
deseos oscuros posibilidades inciertas
hasta que las líneas se cruzan en un estanque
para edificar la estancia en Vargas Araya
o en las manos de pianista de tu madre
que levantaron el vuelo de San José hasta Lake Tahoe
donde en definitiva irías a nacer
Pero te asombraste antes con el agua
lámina azul escarminada por la piscina
espuma desbocada por los arrecifes
con su batir en el rema que rema del riachuelo
con todos los animales en la travesía
sol que cae sobre el Pacífico como una hostia de sangre
por los canales de Tortuguero luna que riela en la bravura del Caribe
en Cahuita Puerto Viejo o Manzanillo
en las aguas quietas y alisadas de Cabuya o Manuel Antonio
las estrellas que parpadean y viajan
imperceptibles como tus cumpleaños
o la lluvia cortando en dos la carretera
la monotonía del limpiaparabrisas
mientas abuela y madre entonan su rumor
de luciérnagas y venados en la niebla
En duermevela ves las figurillas de otros animales
más dulces y menos feroces que los reales
vienen a abrevar a la orilla de tu cuna improvisada
mientras el auto avanza y avanza por la inmensa alameda
los días vienen con sus pájaros humedecidos
la lente te captura con saltarina sonrisa correteando
tras la pelota en tanto tus amiguitos
hacen ronda en la hierba o saltan las verjas
y el auto veloz se desplaza por el tobogán
seguido de tu algarabía para caer en manos de Toto
igual perseguís a Lucas que atosiga a las palomas
se desplaza orejas al viento por la playa
o alrededor de un lago que se te antoja amplio como el mar
Todo es viaje porque todo gira y se mueve
como los peces multicolores arriba
en el cielo de tu sueño que resguardamos con melodías
o los delfines que cabalgan las olas
de tus primeras palabras ensortijadas y hechizas
en la patineta que salta se convierte en arlequín o en esquíes
deslizándose veloces por la lechosa colina
El galope de un auto te lleva desde Clermont hasta Oregon
la carretera rectilínea
árboles escasos como la primavera en nuestros días
montañas lejanas se acercan se van se acercan
se suceden como siluetas de dromedarios
y se pierden y aparecen como luz en el polvo al anochecer
Ciudades musicales como Atlanta Georgia
Nashville Tennessee Missouri
acres estados acres pueblos acres ciudades acres estados
Saint Louis Illinois Kansas City Iowa
montes cañones ríos polvo y más polvo
Omaha Nebraska Cheyenne Wyoming
Salt Lake City blancura desarbolada de horizontes
Reno Nevada Carson City alambradas y cowboys
moteles de paso restaurantes de comida rápida
chatarra como el alimento de los vencidos
Medford Ashland Oregon
aberturas abismos de la memoria
y la amplitud del lago en el espejo del regreso…
Así seguirás este viaje
Así vamos todos
La vida marcha al compás del embrague
hasta que el panorama se nos acabe
Nací en este pequeño país. Pero vengo del sol, del viento, del fuego, del socavón en el agua, del arroyo de la sangre. Del barro rojo, de las arenas calcinantes, del vuelo de las primeras aves. De los cráneos que brillaron en la noche de multitudinaria caza o en las innúmeras batallas contra la espada de nuestros contrincantes.
Allá en la niebla del amanecer donde mugen
en los inmensos potreros cegados por alambradas
con árboles inmensos donde anidan los rayos
en la vastedad vegetal con horizonte de lluvias
allí pastan y mueren las vacas
Son el trazo de una infancia sanacarleña marchita
que regresa en el viaje a la aldea de entonces
devorada por el fast food y la basura del éxito
Allí permanece tranquila
rumiante en su propia esquina
arreada por el viento y algún perro
o disciplinada en la columna que aparta el prado
presta para el ordeño y para la siesta
Siempre nos espera en lechada
variopinta en sus colores andante o pajarota
la más pacífica de las bestias
madre lejana del semental o del bovino
que muere exhausto en la lidia a la tica
Démosle su lugar en el rocío de la palabra
en el insomnio de la memoria
que reverdezca con sus cuernos y sus ubres
en los cuentos y canciones de peones y arrieros
con luna colmada alrededor de la hoguera
Que permanezca su tierna estampa
en una época que se escapa y no alcanza
para el yogurt quesos y natillas de una colectividad
que se disgrega en la combustión de la semilla
Costa Rica es mucho más que un hombre y una mujer.
Mejor dicho: un hombre y una mujer juntos, abrazados,
tomados de las manos y retozando por los surcos de
fábricas, aulas, ríos, bajuras, playas incendiándose,
ensenadas, lagunas, canales, riberas del viento,
el azogue de edificios y máquinas roto en las ciudades.
Asombra la lujuriosa sombra veteada color violeta
casi azul del espumante cristal
contrastado contra el rojo mantel
donde la erótica tropical del aguacate
con faldas de lechuga y otras viandas envuelven
la severidad de tu rostro transparente
por donde pasan hombres mujeres niños niñas
amores odios pasiones silenciosamente
correría de deseos tensas calmas después del éxtasis
por las calles soleadas de la ciudad extranjera
con sus aceras desiertas un domingo a media tarde
avenidas partidas en dos por la luz herida e hirviente
el repiquetear de campanas lejanas
tamizado por el bramido de algún auto desdentado
un perro ladrando la desventura del tiempo que se va
mientras el desahuciado equino cruza cabizbajo la rotonda
Borbotean esquirlas de luz en el cóncavo cristal magenta
un silencio ambiguo acaricia el temblor de tus manos
esas mismas que horas atrás atenazaban las sábanas
en un amarre y desamarre de tus muslos bajo el agua turbulenta
abrazados furiosamente al movimiento centrífugo / centrípeto
de mi espasmódico braceo de náufrago en el encumbramiento
Ahora aletean suavemente alrededor del vaso y de la tarde
recogen en espiral precisa tus cabellos
bajan rítmicamente las escala de tu blusa tu falda de flores
Volteás el rostro y muchas ciudades arden dentro de tus ojos
brevemente interpuestos en la memoria de los míos
tratan de encubrir inútilmente el puente tendido
andante desandado
en los pliegues nocturnos del fuego sagrado de tu canto
tiempo insumiso en la península de la madrugada
con las imprecisas meditaciones de alcoba donde tu llanto
se confunde con el zumbido del aparato refrigerante
gemidos de la noche por la culpa desnuda del cristal
sin sabernos amantes derrotados por las ansias perennes
y enlutadas en el deseo del otro espejo
Tu mano derecha avanza hacia la sangre vegetal
levanta el cáliz
un sorbo eterno de ojos cerrados
comunión en la imagen gozosa de labios y durazno
Baja armoniosamente la bebida
hasta el rojo extendido sobre blanco donde yacen las ofrendas
un imperceptible color grana enciende tus otros labios
donde bebo ávida pero suavemente
la rabia contenida de estas palabras en la soledad
del avión al despegar
mientras las luces de la ciudad
se difuminan lentamente tras el alcohol de la ventanilla
Proyectan los resultados de la primera división
velocidad de los atletas sobre la hierba
y rememoro a mi equipo de provincia
ascendido con record nacional:
campeón de tercera y de la liga mayor consecutivamente
como los guerreros de La Venta Cobá Chichén-Itzá Copán o Iximché
en los glifos de las estelas carcomidas
por el ojo de la noche de los katunes bajo el cielo de la sangre
cuyo trofeo era el fulgor de la muerte
Ahora los guerreros son legionarios
de ligas globológicas donde las guerras floridas
son cotizadas por altos créditos de la Bolsa y la FIFA
en el trueque de sol y sombra sin los jaguares
sobre la gramilla industrializada por el soccer
y entonces pienso en la posibilidad de una auténtica
selección centroamericana
sueño lúdico de unionismo morazanista
para aspirar a la copa del mundo con un equipo invencible
de jugadores multicolores en su doble transparencia morena
porque la mejor danza se hace con el vaivén de jugadores negros
según Rafael el teatrero de El otro lado lejano de Tegus
Pero bien se ve que no alcanzaremos la ansiada integración regional
ni en el campo de juego ni en el de batalla
pues mientras se suceden los resultados de la liga
comprendo cuánto se ha balcanizado y se difumina
la mestiza pelota de tlachtli.
Amor, he aquí tu casa
construida por manos obreras
erguida con la argamasa de las trincheras
en años de silencio laboral
cuando el canto era plaza pública
palabra sortilegio del avance nocturno
Lo nuestro
es la línea del horizonte con el Irazú de las nubes
las altas torres de las iglesias
los pájaros madrugadores
que nos despiertan con su ventaneo
la lluvia al golpetear sobre el asfalto
por las tardes de paraguas cuando te diviso de regreso
desde el balcón desguarnecido
Ésta tu casa
en la ciudad más triste del invierno
descolgada por la cintura del continente
Ésta donde habita la poesía
como una antorcha para buscarnos
en el susurro de los animales blancos
el abrazo profundo donde gimen nuestros cuerpos
para alcanzar las cimas del tiempo
donde me derramo
frente a la verdad contundente de tus pechos
la transparencia púrpura de tu deseo
Estas ventanas abiertas, amor
sus silenciosos habitantes
este mural de palabras
constituyen la Caza del Poeta.
El cósmico basurero de luces
no es la última botella
que acabamos en Bolero barrio Escalante
o Rayuela San Pedro Montes de Oca
tal vez Ceferinos bar Ciudad Quesada
ya avanzados los 80
tampoco los amigos sentados en la acera
tras la humareda de cigarrillos dobles
o la lenta marcha de un furgón
hacia la guerra
como dedos que desabrochan
el vestido de una muchacha
en el silencio de la clandestinidad
laberinto de imágenes temblorosas en la llanura sos
selva vaciada de la memoria
reverso en el daguerrotipo de lo contrario
paraje oscuro de otras voces
palabras que no pronunciamos
ni escribimos
promesas hechas en la ebriedad
del círculo de señoritas universitarias
que no se lo creyeron hasta la caída de sus calzones
el ronroneo alto de sus pechos
la nalgueada
el mordisco de la camisa en el rostro
la paliza de amor al verde ramazón del hipo
lo simple en la sublimación de estrellas sobre el agua
sos eso y nada y todo
gesto que se expande por la ventana
como aullido o disparo
en el edificio del pánico donde palmaste
o la mano humedecida que apaga la luz
para enviarnos a la cama sin una colilla siquiera
tristes y ajenos como vos
aldea hipertrofiada por el sueño que no llega
Visitar el pueblo de la infancia
es saber que muchos perros ladraron
las pozas las rondas
el temblor del primer beso
desaparecieron
que las nubes arriba
en la ceniza del volcán
son apenas el indicio
todo es desalojo
los habitantes ya no son los mismos
los fantasmas susurran
nos escoltan
en el autobús del regreso