El otro (II) (viendo vivir)

Esperarás aquí y aprenderás –le dijo
de los hombres que se mueven de un lado para el otro suben forzados bajan de un sótano a otro sótano como cojos ligeros ¡uuupa! gritan al paso de sus manchas de sangre y aserrín.
Hace frío sobre ese piso lejos del techo,
las cúpulas rajadas llenas de telarañas.

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EXTRAVAGANCIAS

I

Si la indolencia es tu norte,
alma loca y atrevida;
si no te importa la vida,
nada perderla te importe.
Deja que la muerte corte
mi esqueleto baladí;
porque extranjera ¡ay de ti!
en el mundo en que no cabes,
lo que te falta no sabes,
pero tú sobras aquí.

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FATALIDAD

I

¡Ay infeliz de aquel que en torpe sueño
ama a la virgen que soñando ve,
y al despertar de su febril beleño
sueña que existe lo que sueño fue!

Y pierde ¡ay! su venturosa calma,
y corre ciego de una sombra en pos,
y busca un alma que comprenda su alma
cual se comprende la virtud y Dios.

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El vecino Domingo

El vecino Domingo ha desollado un cerdo
adentro de su cuarto.
La sangre salpicó el marco de la puerta.
Unas gotas quedaron suspendidas en el mosquitero
hasta que se secaron con el viento.
Comimos sobre el piso quebrado por la higuera
después
las mujeres lavaron en voz baja
y los hombres durmieron vestidos a la sombra.

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Flor de un día

Yo di un eterno adiós a los placeres
cuando la pena doblegó mi frente,
y me soñé mujer, indiferente
al estúpido amor de las mujeres.

En mi orgullo insensato yo creía
que estaba el mundo para mí desierto,
y que en lugar de corazón tenía
una insensible lápida de muerto.

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FUEGO PATRIO

Es muy lindo sorber trago tras trago
y beberse botella tras botella,
y adormirse en el seno de una bella
y devolver halago por halago.

¡Ruja la tempestad! Terrible estrago
cause a mi expatria su maldita estrella.
La muerte imprima por doquier su huella,
mientras yo mis caprichos satisfago

llámese a la tontera patriotismo,
truene el cañón con estampido sordo
y cargue el diablo con el diablo mismo.

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GOTA DE HIEL

Entre la sombra del dolor me hostigo
sin que una luz ante mis ojos radie,
y bostezando mi existir maldigo
sin creer en nada, sin amor a nadie.
Para mí la esperanza está perdida,
nada me importa mi futura suerte,
ni tiene objeto mi cansada vida,
que al conizón se anticipó la muerte.

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Esos fantasmas

Esos fantasmas llegan a casa
recogen en la puerta la soledad y pasan
pasan dentro de mí como esos trenes
contra barreras bajas
esos fantasmas pasan van sin rumbo.
Esos fantasmas llegan
se instalan en la silla y en la mesa
y sin que pida nada ellos hablan
esos fantasmas hablan con mi sombra
recorren la distancia amarrada a mis sueños
cantan mi compañía
esos fantasmas hacen mi morada.

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GRATITUD

Hay una hora de Gólgota en la vida;
hora fatal, en el infierno suena,
hora en que Dios a padecer condena,
hora en que el mundo con desdén olvida.

El hombre entonces con el alma herida
maldice al hombre, de rencor se llena,
baja su frente que rugó la pena
y ni quiere llorar su fe perdida.

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HOJAS SECAS

Tú despertaste el alma descreída
Del pobre que tranquilo y sin ventura,
en el Gólgota horrible de la vida
agotaba su cáliz de amargura.
Indiferente a mi fatal castigo
me acercaba a la puerta de la parca
Más infeliz que el último mendigo,
más orgulloso que el primer monarca.

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INSOMNIO

Todo está color de tumba:
egoísta el firmamento
ha escondido las estrellas
entre nubarrones densos.

Disfruta, noche callada,
la paz de los cementerios;
y mientras que tú reposas,
yo saturado de tedio,

de bilis y de cansancio
dormir ¡oh noche!

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LA CIENCIA

La ciencia es, niños, de virlud asiento,
raudal que no se agota,
corona del estudio y el talento,
fúlgido sol que en el espacio brota,
dando calor y vida al pensamiento:

limpio fanal de blanca trasparencia,
emanación ingente
de sublime, sin par, omnipotencia;
porque es fecunda cual de Dios la frente;
porque forma su luz de Dios la ciencia.

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LA ESPERANZA

Es una virgen. Su mirar de cielo
brilla en la noche como brilla el día;
al venturoso aumenta su alegría,
al desgraciado sirve de consuelo.

Va con el mártir a remoto suelo,
visita al preso en la mansión umbría,
acompaña al guerrero en lid bravía
y al náufrago infeliz tiende su vuelo.

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LA MUJER

I

Ha terminado la creación sublime
el Ser que habita en la sublime altura:
al virgen seno de la tierra oprime
blando corsé de sin rival verdura.
Rico traje talar de ricas flores
cubre a la tierra que bendijo el cielo,
y fantásticas gasas de vapores
a su faz virginal forman un velo.

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La mujer de los pájaros

Ella le daba alpiste a su pasión más fiel
le daba agua en el pico
le daba de su almohada los algodones blancos
mientras los ‘pobrecitos’ esperaban silbando
que vuelva hablando sola.
Poco a poco no pudo sostenerlos
y ellos se debatían de pico en los alambres
entonces dio sus manos por la fruta golpeada
los grises de su frente hurgando en las verduras
y ellos se debatían de pico en los alambres
se negaban criar y cantar y bailar
alegrarle la vida las visitas.

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LA NOCHE

I

Tiende, noche, tu lóbrego manto,
y en un mar de tinieblas, al sol,
ahoga, noche, que quiero mi llanto
esconder en tu negro crespón.

Ya no quiero ni gloria, ni amigos,
ni esperanza, ni amor, ni virtud;
quiero sólo quedar sin testigos;
quiero sombra; detesto la luz.

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Los amantes del pueblo

Se dice que llegaron hasta aquí en un tren nocturno, con las lluvias de agosto que cubren las sequías. Su amor dio que fumar que beber que decir. Fue la cosa más grande después de la mujer araña en los años cincuenta.
Eran irreverentes aquellos alaridos
incesantes se oían a la sombra del sol y las vecinas
como una cosa oscura que espiar, murmurar
y hubo anuncios de prensa y apagones en las horas jadeantes.

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MCMLXXXIII/5

En esta casa alguien vivió antes, y antes.
Dejó clavos de punta en las paredes
la forma de sus manos en un viejo jabón
olores a tabaco, en el lavadero sucio.
Huellas poco confiables.
Vivió esperando un ruido que lo llame
desde el amanecer?

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MCMLXXXIII/7

Y le pido de nuevo que no me deje solo
que todavía siento miedo a la oscuridad
a las voces que indagan el pasado
que no me deje solo
que otros duendes resuelven
lo que cuesta subir desarmado las alas
que anuncia el gallo nuevo
que no me deje solo con el eco
que me acompañe siempre
que respire y respire
nubes bajas se internan al agua donde bebo
que no me deje solo repitiendo esa luz
que despierta viviendo a contracielo
atrás de los retratos donde una vez
soñé con otro rostro
que no me deje solo en esta huella
que siga respirando por los remos
que siga respirando
que respire
que no diga hasta aquí.

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Memorias de inmigrantes

Esa mujer tenía ojos azules
cuando entró lastimando con su carga el revoque.
Valijas de cartón, jaulas de alambre.
Si no fuera que un día le dejara pintarse
los labios a sus hijas, sería un pestañeo
la melodía fácil que le cambió el acento,
aquel olor a sal que se fue con las lluvias
y la costumbre húmeda del tiempo.

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Mujer con murmullo

Ese buen amor de manos transparentes
y ese gusto tan especial que tenía
ese buen amor
por robar vino blanco en los supermercados
si una planta escapada de la reja
o un trofeo de losas cascadas atrás del vidrio
deshacía los nudos de corbatas
con labios apoyados alrededor del cuello
y la audición vibrosa de Nat Cole en castellano
perpetuaba los besos en la piel.

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