Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.
Poemas españoles
sonámbulo siniestro y solitario
a través de una larga noche sin consuelo
van y vienen y van
los sucesos las olas los peces de tu alma
quién te dará su alivio
atormentada senectud en vilo?
quién
adónde
eres tú mismo?
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
(fragmento)
Yo bien vos provaré
sus fechos e la su vida.
De Alcalá fablaré,
en commo fue conquerida,
e si asanchar quisieren,
yo gelo sabré contar;
aquellos que lo sopieren
sienpre abrán de fablar.
Dixo: «El el león d’España
de sangre fará carnino
del lobo de la montaña
dentro en la fuente del vino.»
Non quiso más declarar
Merlín el de gran saber:
yo quier paladinar
como puedan entender:
el león de la España
fue el buen rey, ciertamiente;
el lobo de la montaña
fue don Juan, el su pariente;
e el rey, quando era niño,
mató a don Juan el Tuerto;
Toro es la fuente del vino
a do don Johán fue muerto.
Altas estrellas sin respuesta,
también oscuro transcurrir,
vida acaso también indagadora.
(Por esta ausencia sufro, sufro
su presencia era tuya y era nuestra.)
Algo brilla sin fin, mas no vosotras,
mientras ansioso yo pregunto
La muerte brilla cegadora
en el aire que apenas
es un manso susurro.
A Maj-Britt
Estas noches de lluvia las oigo en los cristales,
estas noches de viento y no puedo moverme.
A la puerta del miedo vigila el celador,
prisionero infantil, no se desencadene.
Otras noches de lluvia profunda en los cristales,
otras noches de viento y vuelvo a interrogar.
Pero aún pudo verte, un eco
que caería a tientas
con la antena de las palabras, lomo
de la separación.
Su rostro suavemente resignado,
la lámpara que ardiera;
mas de repente surge
dentro de mí una llama
en que susurras con dolor.
Compañera de hoy, no quiero
otra verdad que la tuya, vivir
donde crezcan tus ojos,
dando tu luz, tu cauce
a lo que veo y siento…
Deshacer ese ovillo
oscuro del temor,
encontrar lo perdido,
quebrar la voz del sueño…
Y lenta, lentamente
aprender a vivir,
de nuevo, de nuevo,
como en una mañana
cargada de riqueza.
Contemplo
el monte frío,
la lenta paz,
la cumbre…
Mas volvería
a andar
el mismo camino,
a amar la misma tierra
honda y desposeída,
apasionadamente
la misma incertidumbre.
De noche en noche más alto parecía
en la memoria ardiente el árbol de los sueños,
como si tú tuvieras de nuestra vida el fuego,
el poder de una hoguera.
Tantas y tantas veces
de este mundo irreal, prisionero y rehén,
con qué esperanza hoy veo el contorno vivísimo
del día, la realidad de un momento,
con qué avidez, con qué fervor distingo
la voz, la mano, el pecho.
No puedo hablar; aunque quisiera
no puedo hablar con alegría.
¿Qué he de decir? Ni tan siquiera
presentar puedo una página limpia.
No puedo hablar, sólo tinieblas crecieran
sobre la hierba maldita.
He de callar, pero yo diera
mi vida.
Ha muerto mi padre.
Se repite su ausencia cada día…
(De «Nuestra Elegía»)
Ella quiso seguirte, encerrada en su sueño
arañaba las puertas para que tú la oyeras,
para que respondieras a gritos te llamaba.
Su palabra vencida, se sentó gravemente
como si un pensamiento profundo la ocupara,
y entre su propia sangre fue entretejiendo sombras,
en su fe, en su armonía, en su sustancia humana.
Los años que se perdieron están aquí, ahora.
Los sueños que he vivido crecen entre mis manos.
Siento cómo han pasado tantos días y seres,
tantas cosas a mi lado sin que las viera.
Pero de pronto todo regresa y se reúne en la memoria,
y tantas vidas
en un solo deseo hoy he encontrado.
Has crecido, raíz,
en el cuerpo, en las manos,
en mí como una parte
visible de mí mismo,
en el pecho febril como un sueño palpable.
Dejaban su guarida
de pronto esos temores
oscuros de la sangre,
mi vida, frente a frente, y el fulgor
de un sueño interminable.
Decías tú palabras
íntimas, silenciosas.
Palabras que se dicen
del amor al amor,
de una boca a otra boca.
El poema secreto
para todos se hacía,
las pequeñas palabras
memorables, dichosas.
Las hazañas diarias,
ilusiones del día,
las más pequeñas cosas;
palabras compartidas,
útiles, generosas.
Pienso en mis límites,
límites que separan
el poema que hago
del que no puedo hacer,
el poema que escribo
del que nunca podré escribir.
Límites también, en consecuencia,
de lo que amo
y de lo que nunca podré amar.
Los pájaros vinieron y desaparecían.
Regresan las palabras a su sueño remoto.
¿Quién habla de esperanza ? Siento frío.
Sobre el dolor y aún más en la alegría,
-sobre estas rosas y en los ríos-
antes como después sobre la vida.
Sobre lo que más quiero, sobre las cosas mías,
tu ley y tu poder se imponen.
Años atrás, años ya en lejanía,
de mi propia morada alguien que yo no soy,
las llaves más secretas te ofrecía.
Tú las guardaste, quedan
sin ser recuperadas todavía.
Te dieron vida y ahora vives
aun más allá de sus deseos.
Les fuiste una quimera necesaria
y te apoderas de tus dueños.
Y no diremos que no existes
aunque tenaces te neguemos:
si son en el desierto de su vida
sólo espejismos tus soñados reinos,
en nuestra mente estás, estás, acaso
más que nosotros eres cierto.
No sé de dónde vienen
tu risa, tu alegría,
en qué instante aprendiste
a mirar frente a frente
todo lo que tememos.
A mirarlo en los ojos
como si nada hubiera
que temer
y tu mirada
hubiese descubierto
entre tanto desorden
un principio de luz.
Y si algún día el aire viene bueno
y todo se ilumina,
nada cabe esperar.
El propio corazón rehusa el vuelo.
el dolor pesa más que la alegría.
Ha muerto mi padre.
Se repite su ausencia cada día
en el hogar vacío.
Yo pregunto,
y además de la ausencia y además
de perder los caminos de esta tierra,
¿qué es la muerte?
Yo te pregunto, padre, ¿qué es la muerte?
Mi corazón se me va de mí.
¡Oh, Dios! ¿Acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿Cuando sanará?
¡Cómo me entristece la paloma del valle
que se balancea sobre una rama trémula y tierna!
Juega porque nunca sufrió la altanería de Zaynad,
ni la aparición constante de su imagen en sueños.
No esperes vivir, si Zaynad te ha roto el corazón,
porque no se puede vivir sin corazón.
Ella era tan bella que si a la luna
le hubiesen preguntado: -¿Qué quieres luna?
La luna hubiese contestado: -‘Un destello de ella’
¿Qué haré o que será de mí?
¡Amigo mío
no te apartes de mí!
tenía el tiempo metido
en una botella de vino
lo agitabaNacho Buzón
lo emborrachaba
después me lo bebía
y me sentía mejor
tenía mi vida metida
en una botella de vino
la agitaba
la emborrachaba
después me la bebía
y me sentía peor
(a la mañana siguiente
claro)
nunca olvidaré
aquel día que amanecí
a tu lado
recuerdo que sin decir
palabra
nos besamos
nos fundimos
fuimos dos en uno
uno en dos
nunca olvidaré
aquel día que amanecí
a tu lado
máxime
si se vuelve a
repeti
soledad = tranquilidad
tranquilidad = momentos de inspiración
momentos de inspiración = cartas con forma de mujer
mujer = inspiración tranquila con forma de cartas de soledad
el hipódromo de unicornios
es un sitio especial y bien discreto
sólo pueden entrar en él
los aficionados a soñar despiertos
los que aún llevan un niño dentro
los que nunca hayan pisado la cola
a un gato
aquellos que cada noche le dan un beso
a su vieja
los que escriben con el corazón
los que besan a las feas
los nacidos en año bisiesto
quienes duermen con la luz encendida
los que dan sin recibir
los pieles rojas del asfalto
y los de las llanuras
aquellos que siempre dicen no
los que apuestan por lo desconocido
y sobre todo
los que aún creen en la magia
hay un dragón a los pies de mi cama
esperando que un día
me levante con mal pie
entonces ñam ñam
hay un tiburón dentro de mi bañera
esperando que un día
me resbale y caiga dentro
entonces ñam ñam
hay un oso polar metido en mi nevera
esperando que un día
me beba una cerveza
entonces ñam ñam
hay un zoológico metido en mi cabeza
esperando que un día
te metas en mi cama
entonces ñam ñam
agua. cae. mucha.
millones de gotas que forman
una húmeda cortina transparente.
noche. silencio. incesante repicar
de lágrimas divinas en las terrazas.
yo, desde dentro, bajo techo, soy sujeto
pasivo.
tú, proyectil de hidrógeno oxigenado,
allí fuera, eres sujeto activo.
sobre la mesa un cenicero
con siete colillas
sobre las colillas siete
marcas rojas de lápiz de labios
sobre las siete marcas rojas
el recuerdo de
algún beso
no sé que me da más
pena
la muerte
o
la pena de muerte
¿que te has enamorado de mí?
bueno
eso me hace sentir bien
pero yo no estoy enamorado de ti
vaya
eso me hace sentir mal
lo siento
por ti
no sufras por haberle perdido
no te lamentes por las cosas que no
habéis podido hacer
no maldigas
no blasfemes
no reniegues
no te culpes
no le culpes
no decaigas
no te rindas
no llores
no reces
no supliques
no implores perdón
no te hundas
no abandones
no te mueras con él
a Patrícia, en ese día
9 de enero de 2001
si quieres llorar sobre
mi hombro
no te preocupes
llora
así trasvasaremos el mar
de tus ojos
al estanque de mi
corazón
y se entregó a la muerte
encantado de la vida
L.E.Aute
la vida le dijo
a la muerte
¡vive!
pero esta no vivió
nunca
la muerte le dijo
a la vida
¡muere!
la muerte está en todas partes
en los aviones
en las carreteras
tras un árbol
en los pasos de cebra
dentro de un water
en los campos de maíz
en las botellas
en los combates de boxeo
dentro de una ola
en los parkings subterráneos
en las jeringuillas
en los casinos
tras un rayo
en la bombona de butano
acurrucada en un coche
en las pistolas
en los baños públicos
en tus manos
dentro de un furgón blindado
en la noche
la muerte no hace distinciones
de sexo raza o religión
se lleva a tu padre
a tu madre
al repartidor de pizzas
a la portera de la calle 14
al tres veces campeón de tenis
a los aztecas
romanos
fenicios
contemporáneos
al cantante de moda
al derviche de turno
al pobre
al más pobre
al rico
a mi abuela
a los jugadores de fútbol
al muchacho de color
y al blanquito
a las modelos
a los camellos
gualtrapas
santurrones
y filósofos de ocasión
a los tres reyes magos
al vecino de arriba
y también al de debajo
a ti
a mí
ante la inminencia de la muerte
no es necesario precipitarse
en hacer esas cosas que uno siempre quiso
y nunca pudo
teñirse el pelo
matar a un hombre
follarse a la mujer de tu hermano
robar un banco
ir a un concierto de leonard cohen
meterse un pico
tener un gato
comer iguana
bañarse en champagne
visitar egipto
ser político
tocar el piano
tener un hijo
o dos
comprarse un coche
nadar cien metros
casarse
donar un riñon
ver la tele
amar
ante la muerte sólo nos
queda morirnos
si mis sábanas hablasen…
si un día decidieran contar todo lo que
han visto y oído…
contarían por ejemplo lo suave que era mi
piel cuando era niño.
contarían también la cantidad de veces
que se bañaron en mi agüita amarilla.
Estás cansado, viejo tigre.
La casta te sirvió no del todo.
Tardaste mucho en comprender la vida,
el tiempo se te quiebra en las garras
pero sigues sin darte por vencido.
Lamen las tardes tus heridas.
Más leve ya el dolor de la floresta,
a tu último trecho te recoges.
Aquí estoy, ya dispuesta al sacrificio.
Al preludio se abrieron los salones,
bandos de aves volaron y pasaron,
Los reflejos verdosos de la laguna en los tapices
y el ruido de la seda color antiguo,
los retratos helados, las paredes salobres,
la luz azul de un diamante.
Verano 1985
Sola y bella entre el oro de la seda y los frescos descoloridos,
lenta te veo bajar escaleras solemnes,
las piedras altaneras, las mescolanzas de esta arquitectura
insatisfecha y pretenciosa.
El parque, el río, los sauces,
junto a ti todo y descontento aun hoy
y todavía circulan sin
reposo tus suspiros, tu tedio.
En el que el poeta toma prestadas las palabras
de John Donne para desabrigar infundados temores…
¿Qué haremos en invierno -me preguntas-,
sin un mal cobertor que nos defienda
del frío? ¿ Qué participada prenda
abrigará las desnudeces juntas ?
Todo buen poema de amor es prosa.
T.S. Eliot
Porque estás ahí delante -siempre delante, eso sí-,
pero confieso humildemente que no puedo encerrarte en
un cauce.
No sé cómo poner música a la música,
como dar olor al jazmín,
color al sol que se hunde por la tarde,
como quien dice: esto se ha acabado,
no esperen ustedes que salga mañana por la mañana.
Qué indefinible tristeza, cuando uno escucha
las palabras casi sin sentido
que surten de miles de labios
y que se van, sin orden, amontonando en el aire,
las palabras como insectos que liban
en miles de orejas ambulantes, las palabras
que se disuelven, como olas, sobre la playa de la tarde,
adelgazando, trocándose en espuma,
en humedad, en nada.
Tierra mía, florido campo en el que
sepulto mi raíz, los ojos quedan
en la copa, mirándote, y aún viven
la ocasión más que el resto de la carne
vegetal, o se inclinan con la espiga
que el viento del amor amaga, y besan
vibrátiles el muro de las sombras
desde las que me surto de divina
majestad.
Vuelo inútil: la luna ya ha perdido tu espíritu
y tu canto ya tiene por estela el silencio.
Pronto, estrella llovida, recipiente de nada,
nublarás unas flores o el brillo de una piedra.
Ni un rumor, ni una lágrima multiplican tu muerte,
ni un suspiro da eco tristemente a tu pico:
nadie siente que pierdas tu lugar en el aire
y que, al igual que duermen peces entre las olas
y hombres entre la tierra, no tengas tu descanso
en los azules vientos que acarician tus alas.
Oh aquellos días claros de mi niñez, aquellos
días entre jardines, entre libros y sueños,
a qué poco han quedado reducidos: las piedras
brillantes al sol alto del dulce mediodía
–¡qué amarilla se ha puesto de aquel sol la memoria!–,
las pequeñas calizas, los cuarzos y pizarras
polvorientas, suaves, bajo los almecinos,
aún tienen un rescoldo de recuerdo en mis manos;
el jazmín del estío -¡qué fue de aquella nieve!-,
que daba olor de fiesta a la tranquila noche,
aún lo siento en el pecho, cuando cierro los ojos;
y el rumor de las olas, lenta, lejanamente,
en mi interior florece cuando llueve el silencio.