Despertar

Ese hombre que camina
con las manos sujetas a la espalda,
nos saluda al pasar, comprueba su reloj,
acude a su quehacer sin preguntarse
si va en su dirección y en su sentido.

No sabe que a su espalda se libra una batalla,
que su mano derecha
aferra sin piedad a la otra mano,
la retiene a su antojo por la fuerza,
prisionera, infeliz, sin voluntad.

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Corazón

UN CORAZÓN QUE NUNCA HA obrita,
NO POR SABER LO QUE SE DAR .
EL VIENTO UN BUEN Soplo,
AL SOL UNA VEZ DE NIEVE,
EL FRIO UNA ALFOMBRILLA Y
LA NOCHE UN FUEGO,,, DE LUZ.
SI ME DICES QUE TU HAS obrita,
AD ELLA TU CORAZÓN .

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Aquí

FRANGIL MIEDO ES LA AMISTAD,
QUE CON ELLA SIENTO YO.
MIEDO A QUE DIGA QUE NO,
QUE EN MI NO ENCONTRÓ EL AMOR.

AQUÍ, LLORANDO UN POETA
SANGRE DE AMOR QUE SE FUÉ,
OPORTUNIDAD PERDIDA HABIENDO OCASIÓN
CREADO POR EL MIEDO AL DOLOR ATROZ.

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Ars Vivendi

I

Hay que destruirse. Incendiarse. Romper con los recuerdos.
Asaltar el crepúsculo. Robar la rosa extraña del jardín.
Vivir en la violencia y no en el gris. Convertir
el tiempo en pasión, hiedra sutil devoradora.
No huir jamás de la mujer ni de la poesía,
difíciles, pero reconfortantes.

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Cancioncilla

Qué clara paz interior
qué dulce y grata
la sombra del naranjo,
sus amarillos y sus pájaros,
todo tiene un aire provinciano.
Recuerdo la infancia,
el rezo,
el ángelus
de mi alma. Estoy así, tan íntimo y tan pleno,
que soy uno más del pueblo,
de este pueblecito apartado del mundo
donde todos los días
el cura repica las campanas,
el cartero reparte las cartas atrasadas,
y los músicos vienen a tocar,
a falta de otra cosa,
una cancioncilla,
tan íntima y tan plena
como el agua.

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Olor

‘…Los Alejandros con olor a mar’.
Roque Dalton

Vengo con olores extraños en el cuerpo,
con olor al canto de las ranas
que llaman a sus esposos en la vera del río,
con olor de potreros que se queman en la oscuridad,
con olor a ubre de vaca en mis senos dilatados por el deseo
con olor a manantiales sudoríficos
nacidos en la ranura de los cuerpos en batalla.

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Destierro Voluntario

(Fragmento de Obra)

A veces,
en la pausa de alguna piedra a la vera del destierro,
se oye susurrar al viento, alborotando a las estrellas.
Y la agonía de un hombre solo
camina ancha y errabunda en medio de los pastizales,
en medio de la noche estentórea
tan llena de murciélagos y de esperanzas muertas;
alguna luz en la otra orilla
-en la otra orilla del sueno-
nos guía hasta las fogatas de los hombres
(fogatas hidroeléctricas
llamas cuadradas, incendiadas nieblas).

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El loco de PuertoCortés

Es otro el Mar Caribe de los barcos mercantes;
insectos venenosos y verdes platanares abatidos
enturbian el color del mar casero.
Tahúres, vagabundos,
marineros varados en noches torrentosas,
montañas de ginebra y de sexos estériles,
explotan, rugen, pasan…
y vuelven con la ronda de otros barcos…
¡Quién no se vuelve loco como tú′,
en medio de esta usina paralítica!

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Gladys, morena sílfide

En este medio día del trópico
tu cuerpo se iba amotinando pájaros,
pequeña sílfide del Caribe;
el sol, vertical y broncíneo, caía en plena calle,
hesitando en la prisa de los hombres reverberándote…
Nada te ha vulnerado al descubrirnos
tu apoteósico escorzo;
mariposa fugaz,
vela blanca que hinchaba el Mar Caribe.

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Al Volcán de Agua

Sobre la gran muralla americana
altivo torreón, vecino al cielo,
su cúspide levanta soberana,
a do jamas osó llevar su vuelo
la reina de las aves atrevida
que en la cuna de Júpiter anida.

Gigante es Almolonga entre los montes,
fuerte, soberbio, grande entre los grandes
¡Cuál domina millares de horizontes!

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Cuento

Una vieja soltera se moría
y sin cesar pedía
al confesor que estába cerca de ella
la palma y la corona de doncella;
y su afán era tanto
que era capaz de impacientar a un santo,
aunque no lo mostrase el padre cura,
hombre muy ponderable de dulzura.

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Suicidio

Llegó en fin a este presido
inserta en El Semanario
(periódico literario)
la contienda del suicidio.
Para matar el fastidio,
por no decir otra cosa,
saco mi Musa quejosa
de vivir arrinconada,
cómo quién saca su espada
para ver si está roñosa.

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Yo pienso en ti

Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lobrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a traves de una boveda sombria
al roto mármol de una sepultura.

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Acabo de partir de mí mismo

no soi chema cuellar
ny soi amigo de nadie
ny tuve una abuela paralítica
ny soi poeta
ny ciudadano
ny nada
me vale un pyto que nadie se acuerde de my
me llevo a san salvador en el volsillo
i hablo con gentes
que no se conocen
ni me conocen
no importa si una puerta se cierra en nicaragua
si una muchacha se declara en santiago
sy una paloma vuela por el yan-se
si el mejor libro se está escribiendo en lima
no me importa
estoi vacío
solitario como un abrigo de invierno.

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Elegía

Floté nueve meses en el Vientre de mi madre; apenas abrí
Los ojos me los vieron azules.
Con el tiempo serían tal como son.
El abuelo se internó en las montañas buscando el copalchí
Para la leche y el amuleto para el mal de ojo.

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Guerras en mi país

En mi país hubo guerras donde parieron los fusiles
Su huevo de sombra
Y los aviones de mil novecientos cuarenta
Pasaron secando la leche de las cabras
Todo fue mayúsculo y los pequeños gestos se volvieron
Dorados
En mi país hubo una guerra
Con generales y campos de batalla
Con héroes y antihéroes
Con sangre
Y despedidas llorosas a la puerta de las habitaciones
Con asalto a bayoneta calada
Y ametrallamiento de niños y mujeres
En mi país hubo muchas guerras
(y las balas eran ríos aéreos)
En mi país hubo muchas guerras
Pero ésta si la vieron mis ojos
Y la sintieron mis nervios
Y la palparon mis sentidos
En mi país hubo la guerra de independencia
Y la guerra de Anastasio Aquino
Y la guerra de los confederados
Y la guerra de los idealistas
Y la guerra de las cien horas
Y la guerra de los guerreros
Y nunca hubo vencedores ni vencidos
Sólo mujeres sin seno
Hombres sin testículos
Niños con la lengua de fuera
Ovillados junto al terror
Como una estatua antigua
Como un terreno baldío
Como el paisaje más triste de la segunda guerra.

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La tristeza es más larga que todos los caminos

No es necesario decir que han caído las primeras lluvias
Y que los árboles visten las primeras flores
No es necesario decirlo
Aunque el río descienda con huesos y madera de la más dulce estirpe
Porque el invierno tiene una gran similitud con la tristeza del hombre
El hombre aprendió a llorar
Cuando cayeron las primeras lluvias sobre su corazón
El hombre es un pequeño pozo de agua
Pero no es necesario decirlo
Basta saber que es poco lo que sufre
Porque un día antes o después
Él puede quedar dormido entre la tierra húmeda.

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Mil novecientos treinta y dos

1932

Para siempre el recuerdo de la carne agujereada y la tierra llena de moscas.
De gente colgada en los postes del telégrafo y amontonados
A la orilla de la carretera como animales.
Para siempre el recuerdo de cuchillos pegados a la cintura
De los hombres, de la muerte que ronda en el secreto de las aves
Migratorias y desciende a la techadumbre ennegrecida de los ranchos
De paja como una paloma de San Juan;
Esparciendo su voz como guante de hierro de un caballero
Antiguo; sobre las costillas o el fémur de todos estos muchachos
Muertos de hambre que se levantaron en 1932;
Que apagaron las cocinas en la vieja heredad y subieron
A las ciudades para encender todas las luces.

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Pueblo

Este pequeño pueblo rendido de nostalgia,
incorporado de amor a los balcones
donde hierve la voz de todas las distancias.

Este pequeño pueblo con sus espectros blancos,
con sus juguetes viejos,
y sus dinteles hijos de la niebla.

Este pequeño pueblo de mis dulces hermanas,
del color de los bueyes que humedecen la sombra,
de la vejez azul de los portales.

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Recuerdo

Para siempre el recuerdo de la carne agujereada y la tierra
llena de moscas.
De gente colgada en los postes de telégrafo y amontonados
a la orilla de la carretera como animales.
Para siempre el recuerdo de cuchillos pegados a la cintura
de los hombres; de la muerte que ronda con el secreto de las aves
migratorias y desciende a la techumbre ennegrecida de los ranchos
de paja como una paloma de San Juan;
esparciendo su voz como un guante de hierro de un caballero
antiguo sobre las costillas o el fémur de todos estos muchachos
muertos de hambre que se levantaron en 1932,
que apagaron las cocinas en la vieja heredad y subieron
a las ciudades para encender todas las luces.

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Te pido todo menos el corazón

Te ofrezco este ramo de rosas
Para que tu mirada se lo vaya comiendo poco a poco
Porque llegarán los días
En que no podrás luchar más conmigo
Y tendrás que ceñirte
Tú sola la corona
Pero
Te pido todo
Menos el corazón que dejo a quienes honren tu nombre
Y se sienten a tu mesa y hablen de la amargura
De este cielo
No llores
Puedes agotar el agua de tu país
Y hacer que las fábricas se paren
Eso
Te provocaría una muerte violenta
Por todo eso
No me esperes para cenar
Y procura que nadie me recuerde
A no ser que sean amigos de la casa

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