RUMBO A LONDRES

Hasta aquí, amor. Aquí. Fauce abisal
de mi propio deseo, encadenado
y libre como el ancla entre sus limos.
Aquí, ferviente explorador de gozos.
No temas, cuerpo mío, arquitectura
sumergida, ciudad imaginada.
Gusta breve solaz, toca su lumbre,
admira su contorno, prevalece.

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Elegía

Ahora tenés tiempo y tenés tiempo y recordame.
No me perdás en tu cabeza.
Tantas veces que juntaste fuego para mí,
para mis huesos.
Pero yo era leña verde.
Me quemaba con aquella comezón, con aquel chisperío.
Sólo para eso serví.

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Relieves de memoria

En Bonampak la tierra tiene ingravidez de plumas
dibujadas por el sol;
la tarde pinta murales de cadmio anaranjado;
cenizas de volcanes extinguidos se levantan
y en el aire inventan dioses y batallas.
Porque después de todo el sueño es nuestra única heredad,
en Uaxactún me quedo a descifrar la piedra donde duermen
-más que números y fechas- estas huellas de gente que murió,
que amaba, que también cortaba flores y aleteaba
tras el anca del jaguar y las sonoras pisadas de la lluvia.

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Sobreviviente

¡Ay de quien pudiendo hablar no emprende vuelo!
No tengo barco ni avión, no tengo nada más que mi palabra.
En vez de Victoria Alada llevo un ángel de Chinautla.
Navego-o sueño que navego-entre archipiélagos
y el mar es un pasaje estrecho entre las islas de palabras.

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Verdadera Historia

Las desearon.
Se les irguió lo caballo.
Después de tanto navegar,
después de tanto andar
luchando,
batallando,
poniendo nombres,
decapitando ciudades,
templos, guerreros.

Al entrar en sus reinos,
al desflorar universos,
cómputos,
edades para siempre,
¡las desearon!

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Batalla (II)

San Salvador
arde en los ojos.

La sangre corre
a manantiales
abofeteando al dios dormido
para que tire sus flechas.

La piel se estremece
cual si ya lloviera.

La lengua quiere esconderse
la boca ansía cubrirse de pieles y sábanas.

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Campos de Diana

La caravana de los días
pasa con sus falsas ocupaciones.
Busco otra manera
de preguntar por esa facilidad,
de decir sencillamente
la grandeza del ínfimo equipaje del hombre.
Y no hallo más cosa
que contar esta historia
de una semilla ciega
que no subió al carro de Diana.

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Cine Darío

La viruta de la tarde
fluye reina
por el alambique del cine

sos el único
entre los que fuman su lluvia
el único
amo del silbido y el salto mortal de la palabra
el único
que retuerce sus venas
con las de la pantalla
el único el de la saliva
el unico
el que gritaaaaaaaaaaaaaaatrapado
en la pupila de Alguien
que acaba de salir
orientado por las luces a medias.

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El ángel

A Silvia y Delia, en lo que aún no nos perece

Abierta está el arca:
Se renueva el rito de manos enlazadas.
Es noviembre.
Vi tierra nueva al ver
fijamente a tus ojos.

*
Hablábamos, entonces, de los días ya idos,
en los que tú hollabas suavemente,
lo suficiente como para conmocionar
a los peces del abismo.

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Onanística

Te imagino
saliendo recién parida húmeda
de una quebrada que sólo yo sé
el cabello apenas en el lunar
dos lunas líquidas de pronto endurecidas

Te sabés acosada
por las pandillas del deseo
los niños de la bala
aún no se han quitado los pasos

Te sabés acosada por los poetas que te hablan
y luego duermen
acompañados de su mano.

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La copa de mallarmé

EN lo alto, el cristal, invisible, perfecto
donde hasta el sol se equivoca y tropieza.
Y la mano de plinto le sirve.
Por la mano se acerca la tierra
hecha sueño de hombre a través
de la sangre vivida. y revienta
en la espuma con que ahora brindamos:
La pleamar, el final de la oscura marea.

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Luna

¿ SABÉIS? Sobre las aguas cerradas del sueño,
en medio de la noche, la luna baila
pletórica y obscena, gozada por los pájaros.

La luna baila arriba,
tras de ese tragaluz que da a la muerte. Baila
para el mundo invertido de la noche,
circo negro y azul en que la tierra
dura es trapecio y trampolín.

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Seguridad

CUANDO me conocisteis,
volvía.
Mi historia viene de más lejos
que mis días primeros.

y cuando me hayáis visto marcharme, para siempre,
seguiré todavía,
sin tiempo ya, la historia comenzada.

Como un día en el tiempo, como el árbol
en la brisa que cruza, yo no me pertenezco,
ni me termino.

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Ahora

a Francisca Esther, mi esposa

Ahora
cuando la lluvia salpica los costados de mi patria
y el viento
trae en sus enaguas un dejo de tristeza camuflada
mi voz se desprende
buscando apaciguar estas ansias
porque una llama enhebra la ternura
que habita en mis ventrículos…

Ahora
mientras un torrencial cae sobre la vieja ciudad
cual borrasca que sabe a pesadumbre
quisiera
escaparme de este trabajo que me ata
romper los cristales que dividen nuestra sangre
porque anhelo
que se pierda la noche
que sabe a la melancolía que llevo dentro…

En esta noche… repito…
cuando la lluvia trae centellas
y el peligro acecha en las esquinas
de un barrio carcomido por la angustia
te recuerdo, como si fuese ayer,
y sin embargo,
sólo espero que el sol
me dé su última estocada…

Ahora, allá, abajo,
donde camina la ignominia en ancas de la parca
he deseado cantarle a la esperanza
pero sólo me brotan
más que dos verbos furtivos
pretendiendo entender la vida de los niños
que aprendieron a cantar
como la voz de los abuelos
con granos de maíz de raza…

Ahora llueve
sin embargo me pregunto
¿sabrás que este canto
es el pregón del futuro,
el verbo donde podré cantarle al amor
sin más grilletes que la quimera?…

Ahora
he de recordarte que una vez
supe del llanto de una cigarra
cuando el otoño acechaba e insistente
quise enarbolar
la frase más tierna que supo de la ausencia
mientras la lluvia
navegaba entre líquenes.

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