Que las fanfarrias de las sábanas
toquen a triunfo.
Estamos trabajando.
Hacer el amor
es sonreír a galope tendido.
Que las fanfarrias de las sábanas
toquen a triunfo.
Estamos trabajando.
Hacer el amor
es sonreír a galope tendido.
Untaba pólvora
a sus labios
como manteca
a panes carnosos.
Sus besos
jamás pudieron
ser recordados
por sus víctimas
acribilladas.
Llegamos
con la urgencia
de lo impostergable.
Para dos sábanas
y una cama
la eternidad
nos alquiló sesenta minutos.
Un pájaro volando
es siempre un argumento
sostenido por el aire
para cambiarnos la vida.
Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
Anoche soñé con un coito, un sueño realista, hiperrealista.
Me martirizás con la carne
para que te quiera más
mas no carnalmente.
Cuando los dorados corteses florecieron
nosotros dos estábamos enamorados.
Todavía tienen flores los corteses
y nosotros ya somos dos extraños.
Detrás del monasterio, junto al camino,
existe un cementerio de cosas gastadas,
en donde yacen el hierro sarroso, pedazos
de loza, tubos quebrados, alambres retorcidos,
cajetillas de cigarrillos vacías, aserrín
y cinc, plástico envejecido, llantas rotas,
esperando como nosotros la resurrección.
Entras otra vez como música, como luz,
música sin ondas acústicas, luz sin fotones.
Caricia sin el tacto, sólo la pura caricia.
El que inventó el sexo
¿no sabrá amar?
Esta será mi venganza:
Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta
famoso
y leas estas líneas que el autor escribió para ti
y tú no lo sepas.
La dulzura de ciertas palabras como
‘nosotros dos’.
Deambulo solitario entre los besos.
De mis soledades vengo
no vuelva a mis soledades.
Sentí que la eternidad
será esstar juntos los dos.
Dios que me quiere como si yo fuera Dios.
Me contaron que estabas enamorada de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí este artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.
Muchachas que algún día leáis emocionadas
estos versos
y soñéis con un poeta:
sabed que yo los hice para una como vosotras
y que fue en vano.
Nuestras relaciones…
Esta simbiosis que somos.
Vos sabés lo que buscaba:
belleza que no se engorde,
amor que no se aburguese.
Por otra parte vos:
querías tener amor con alguien
por lo que fui hecho.
Yo no hice nada para enamorarte.
Tiempo, yo te odio. Aunque sin ti no existiera.
Y por tu pasar moriré aunque por tu pasar nací.
Como San Francisco de Borja yo quiero ahora
amar a alguien a quien no toque el tiempo
y que alquilemos un cuarto donde la noche no pase
ni se apaguen uno a uno los anuncios de neón.
Yo he sido muy ardiente.
La historia de mi vida ha sido una historia de amor.
¿De amor? ¡De soledad!
De soledad y amor.
De soledad.
Sexualmente
muy ardiente.
Yo que he tenido la mala suerte
de que Dios se enamorara de mí.
He quedado fuera del juego erótico.
Otros en esos juegos se reirán de mí.
Cuando mi amor en Granada
ilimitado ¿estabas celoso?
Mis deseos sexuales han sido y son
tan sólo analogías de mi amor a vos.
Vamos andando realidad
Te arresto por cruel y miserable
Por dejarte caer como una piedra
y ensuciarlo todo con tu sombra
Por matar a sueños inocentes.
Jamás son cinco letras imposibles (y un acento)
un vestido indecente para cualquier hora del día
un sonido para siempre inacabado.
Jamás verá jamás cumplir su sueño
(de durar eternamente)
Porque todo, absolutamente todo, tiene freno.
Nada existe sin su término.
Vale tan poco una sonrisa
que darla cuesta nada y sí
negarla, mucho. Una sonrisa,
una sonrisa inmerecida, no tiene
precio ni en el cielo ni en la tierra.
Una sonrisa gratuita, pura
como la luz sin la que no podría
vivir, sólo se paga con la muerte.
No. No es nacer.
Ni siquiera dormir.
Es soñar. Inquirir. Preguntar.
No llegar hacia la puerta.
Ni siquiera abrir una ventana.
No. No es nacer.
Es gemir. Llorar. apenas sonreír.
Y seguir y seguir y seguir…
Llorar.
El esconderse siempre
de lo otro,
y mostrar
el celofán que cubre nuestra cáscara,
es tarea cotidiana
en la mentalidad pueblerina
del siglo veinte.
Vamos!
Estamos invitados a reventar
nuestra primer piñata…
Ahora que se habla de paz,
adónde quedó la guerra?
La guerra quedó,
en las profundas raíces de la paz.
Te acercaste a mi playa. Era la tarde
y el otoño agrisaba las arenas.
Le pusiste tu nombre a mis orígenes
y al fin mis ojos se volvieron tierra
para aceptar la cruz de tu conquista.
Después volvió la historia a ser historia
y la playa de nuevo está desierta.
Dónde estabas
que la vida se fue sin que te viera,
en qué resquicio sórdido del tiempo,
en qué mentira gris,
en qué apariencia.
Si volviera el verano
y una señal del viento.
Si todo fuera igual
y descubriera en la arena
alguna huella.
Soy Judas, el traidor,
y te di más que todos,
yo te di más que amor.
Para ellos, la merced del heroísmo
y la docilidad de serte fieles,
porque ellos no afrontaron tu mirada
allá en Getsemaní.
-Ojalá me hubieras dicho:
La idea permanece lozana
de mis luces hacia adentro.
No cambias la piel del deseo
porque las líneas del ojo se marquen con rabia.
Oh tiempo, dios ingrato,
para mí, un hombre hermoso en mi boca.
Lo demás es río que pasa
¡Seguid, seguid ese camino,
hermanos;
y a mí dejadme aquí
gritando!
¡Dejadme aquí! Sobre esta tierra seca,
mordido por el viento áspero
-campanario de Dios
frente al derrumbe rojo del ocaso-.
¡Dejadme aquí! Quiero gritar,
tan hondo en el dolor, tan alto,
que mi voz no se oiga sino lejos, muy lejos,
¡Dejadme aquí!
Todos lo que amo
están en ti
y tú
en todo lo que amo.
A veces me parece que no debo
continuar navegando en tu marea,
que con furia la proa me golpea…
Y mi gran osadía desapruebo.
Ante tu oleaje inmenso me conmuevo.
Al sentir de tus aguas la pedrea,
comprendo la locura de mi idea
y a seguir adelante no me atrevo.