Cipramil

Seguiré aniquilándote cada día

Cada dosis será una bala
te penetrará la carne
romperá tus huesos
doblará tus ansias

Yo veré de cerca como gimes
como sangras
y con un poco de suerte
te veré morir

Entonces abriré la boca
cerraré mis dientes
y regalaré al mundo una sonrisa
en memoria de mi difunta depresión.

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Uno mismo

Caen las hojas, caen las piedras…
salgo a caminar para perderte
quiero que te vayas
pero vas conmigo,
cambias de acera cuando yo lo hago
me alcanzas, no te veo
me rebasas;
te persigo
caen las hojas, caen las piedras,
caminas para que me pierda
pero voy contigo
cambio de acera cuando tú lo haces
te alcanzo, te rebaso
sigo caminando para que te pierdas.

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Paseo

De Río a Copacabana.
Se dispara sobre impecable asfalto,
se agujerea una montaña y se redispara,
en herradura, costeando océano
y venteándose de marisco.
El mar alinea paralelas blancas con calmos siseos.
El cielo está siempre clavado al techo,
por sus estrellas;
los morros fabrican horizontes de montaña rusa…
Y la luna calavereando.

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Proa

Hace mar fuerte…fuerte…
Los egocultores decimos así a lo
que nos vence y no es el caso.
El mar arrea cordilleras renovadas,
que columpian al vapor
en cuya proa frenetizo de borrasca.
Busco una metáfora pluriforme
e inmensa; algo como fijar el alma
caótica,que se empenacha de pedrería.

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No llegamos más adentro

No llegamos más adentro
de la piel inaugurada por el miedo.
Traiciona el corazón, lo que tragamos
y nos sirve de puente en la riada.
Indigesta el viejo afán de pureza,
inútil el cincel en el desbaste.
La otra cara del hambre nos enfanga,
la mariposa enferma crecida en la manzana,
su vuelo raso en la carne mordida, y ese polvillo
de sus alas entre los dedos siempre
condenados al roce.

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Bolivia a la posteridad

De América al gigante veis dormido!
Dios y la Libertad guardan su lecho.
De Iberia vencedor, venció al olvido
Dejando el solio de la gloria estrecho.
Mientras quede en la tierra algún latido
haya una fibra en el humano pecho,
Se han de inclinar los hombres ante el Hombre
Que dióle vida y me legó su nombre.

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Poema (1)

Qué es cantar
sino saberse vivos para siempre
qué reírse
sino florecer desaliñadamente
igual que en los llanos
la manzanilla
la coronilla
el girasol
En fin qué es estar vivos
sino cantar reunidamente
abriendo y cerrando la estrella
de la certidumbre.

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El poeta extranjero

El poeta extranjero camina en la ciudad extranjera
Mira el río las barcas los pájaros saltando en la nieve
En el vago espectáculo se sienta a ver la tarde
los vehículos que pasan las palomas que pasan
y fumando su cigarro se hunde en el invierno
-puñado de frío excitación de la piel tos necesaria
El poeta extranjero se levanta se cala el sombrero
tose otra vez
y se pierde en la noche extranjera.

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El secretario

Yo soy el hombre de mi destino, etc., aquí en una casa
sola, la técnica del bebé o la viudita
sin persuadir a nadie, sin que crean en mí
yo soy la momia de la calle Arturo, preparo el café
con menta, descubrí que me había muerto, en aquella tarde
con los negros verdosos, las lámparas de mercurio rosado
—su memoria no la respeta nadie, dije.

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El otro (enero 1, 1959)

Nosotros, los sobrevivientes,
¿a quiénes debemos la sobrevida?
¿quién se murió por mí en la ergástula,
quién recibió la bala mía,
la para mí, en su corazón?
¿sobre qué muerto estoy yo vivo,
sus huesos quedando en los míos,
los ojos que le arrancaron, viendo
por la mirada de mi cara,
y la mano que no es su mano,
que no es ya tampoco la mía,
escribiendo palabras rotas
donde él no está, en la sobrevida?

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Inaugural

Y desde el pozo feroz, carisangriento
de mi pecho a horcajadas
doblado en la esquina de mi centro
ecuatorial cintura de mi medio
el grito inaugural toca a rebato
de combatientes asperezas, carraspeo
con el tumbo del humo amontonado
en mis paredes sórdidas, mis pulmonares
túneles dentro la espalda; sudo
un pensamiento en frío, una agridulce
sempiterna, sobrehumana congoja.

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