Como la montaña,
el nubarrón en el techo
La lluvia vieja
Toda la casa en el cerro
con su agua subida, su leche
Nosotros, su animal,
lamiéndola
Como la montaña,
el nubarrón en el techo
La lluvia vieja
Toda la casa en el cerro
con su agua subida, su leche
Nosotros, su animal,
lamiéndola
Ya son las doce mi exasperada
Hay una pequeña desgracia allá afuera
entre nosotros y el fin
Repite la sílaba única
la que ensombrece lo que siempre fue purpúreo
El alma
en el mundo quema
es desierto
Y no hay más boca para su sed
Las chicas como tú se ríen en las barbas
del mismísimo Hammurabi.
«Ojo por ojo
y diente por diente»
(lo hizo escribir en Babilonia,
hace cuatro mil años).
Las chicas como tú responden
al amor con desdén
y al desdén con amor.
Te he encontrado en la calle
y, luego, hemos cenado juntos.
Te lo he dicho otra vez:
mi vida quiere ser lo que llamaba Bowra
«the pursuit of honour through risk».
Y tu sonrisa se transforma
en una mueca obscena,
y sigues sin saber qué es el pudor.
El tiempo
es la espera
de una mañana improbable
o de fecha segura
que no llega
y pasa
y engendra
otra espera.
Llegué siempre tarde
y me sigo nutriendo
de urgente futuro
de tiempo inexplorado
de riesgos y esperas
como si fuera cierto
que renacieran los días.
Guatemala tiene un río Pensativo
y otro que se tiñó de sangre…
Tiene un Volcán de Agua,
otro de Fuego
y una montaña
de huesos y cadáveres.
La viruta de la tarde
fluye reina
por el alambique del cine
sos el único
entre los que fuman su lluvia
el único
amo del silbido y el salto mortal de la palabra
el único
que retuerce sus venas
con las de la pantalla
el único el de la saliva
el unico
el que gritaaaaaaaaaaaaaaatrapado
en la pupila de Alguien
que acaba de salir
orientado por las luces a medias.
??¿Es este el día???pregunté.
Su mirada no me dijo nada.
Ella miraba a mis muertos
cuando miraba hacia mis ojos.
¡Delta fluvial
al que llegar a tientas con la palabra!
Yo amanecía convertido
en el tacto
que hace brotar otra vez
las sinuosidades.
La boca pronuncia
tu nombre por primera vez.
Es selva y desierto
la playa que encuentra
los restos de mi día deslumbrado.
«Hombre he sido», dice la Palabra,
que ciego me toma
y me resguarda
de los cristales del sol
de las fieras
que a todo solitario acechan
a mitad del camino.
Yo he sido las sombras de todos esos condenados.
A mí, todos los horrores de este círculo.
Yo fui más allá de las cenizas
y fui el perfume que se dilapida entre sedas.
Fui quien enloquece
por un cuerpo tibio
y luego cae desde la torre al escarnio.
No te marchés todavía
aún no he encontrado el camino
¿Sabes?
Hoy no dormí lo suficiente
sin embargo preparé la coartada
para perderme entre tus piernas…
¡Epa! ¡Epa!
a esa fiesta no me han convidado
-dijo el hombre-
no es necesario
le respondieron
a tu fiesta vamos todos…
cada dos de noviembre
Nos hundimos
en un paraíso de oropéndolas
caminamos
a guisa de buen cubero
en los arrecifes
desnudamos a una mariposa
desde entonces
confabulamos en el néctar de las flores…
Déjame embelesarme de ti
no vaya ser
que se acelere mi corazón
y tenga que refugiarme
en ese tatú
que edificaste con tu cuerpo…
Hacia dónde se dirige
preguntaron a aquel hombre
a luchar por una democracia
justa y verdadera -contestó-
y una carcajada
le atravesó la cara…
¿Cuál es su nombre?
preguntaron nuevamente
pero ya no brotó
la respuesta esperada
la voz se había desvanecido
en el asfalto…
a Mauricio Guzmán
Oscuro trajinar el que corroe
en esta vida de encrucijadas cuestas
donde la voz se vuelve silencio
y el gemir estremece
al verter sábila
por los cuatro costados…
Hace unos segundos
le pregunté a mi corazón
que si aún latía
y él me respondió con un latido
entonces interrogué
si era tu alma o la mía
respondió con dos toc toc
comprendí que tu alma y la mía
una sola eran
Por los corredores de la imaginación ir caminando,
libre y solo para siempre, como cuando era
y no sabía que era un niño,
hasta olvidar que estoy imaginando.
Que esta carne pesada, que orina y suda,
en una o dos ideas se resuma
o vuelva bien atrás, a esa casi nada
que casi nada ve en su cielo nublado.
La historia de las constelaciones
grabada en el brillo de una hoja:
quisiera leer la hoja
y recordar aquella forma
de donde nos desprendimos
los seres y las cosas.
Y antes de que nos devore la Gran Noche
oír su nombre,
por empañar la orgullosa oscuridad
con el ardiente sonido de la luz, al quebrantarse.
Juan Arturo Nicolás Rimbaud:
¿junto a qué sagrado terror
por lo entrevisto, navegó por tu alma
la certeza atroz de perder para siempre
la visión, al abandonar la Ciencia?
Ya no hubo tiempo, ni otra oportunidad
de contemplar aturdido el incendio de las estrellas,
para traducirlo al hombre ya no hubo tiempo.
Nada de lo que diga
Puede desviar la caída de una hoja.
Una palabra no
Frenará la otra.
Es inútil que a éstos
Que me escuchan dedique
Una verdad: la harán pedazos.
De sus pedazos nacerá Lao-Tsé.
Cuando la muerte señala la fibra luminosa que somos,
cómo tiembla su luz, cómo parpadea con el viento repentino,
cómo se aterra al pensar en la oscuridad, el silencio,
el dedo que elige antes, mientras las luces corren ardiendo
hacia el casi supremo resplandor, que es el número 1, antes del cero.
La hora todavía
se dejaba tocar en la cabeza.
Qué descanso: estar vivo
era seguir durmiendo.
Por la noche, en el corral,
el grillo va levantando,
ladrillito a ladrillito,
el paredón de su canto.
Porque nada he deseado
aparte de tu amor
nunca perdí mi tierra
que me invento contigo.
Yo vivo enamorado
de luz, de mar y cielo.
Quisiera estar bordado
en tu alma y tu pañuelo
De mi sastre en el hurtar
la mano es tan singular,
que si cae la tela en ella
cuando la empieza a doblar,
ya puedo doblar por ella.
Y cuando pasa a trazar
la tela ya referida,
no hay como verle sacar
la medida para hurtar,
cuando él hurta sin medida.
Si no hubiera conocido tu piel,
si tus ángeles y sus pájaros
-morenos, desde luego-
no hubieran sido acariciados por mí,
si no hubiera tocado la ternura
de sus cantos y sus arpas
y la seda de sus plumas,
seguramente,
mi mano,
esta mano
tendría la dureza
de una piedra.
Si tus labios en verdad fueran de azúcar
y no solamente dulces,
hace años que habría muerto…
¡Tú sabes que yo soy diabético!