Me voy de tu tierra
de tus raíces
de la patria de tu amor
porque quiero vivir
con las alas extendidas
y la sonrisa puesta.
Me voy de tu vida
buscando la mía.
Dicen que el exilio
es infierno y nostalgia.
Me voy de tu tierra
de tus raíces
de la patria de tu amor
porque quiero vivir
con las alas extendidas
y la sonrisa puesta.
Me voy de tu vida
buscando la mía.
Dicen que el exilio
es infierno y nostalgia.
es mujer de cabellera rala
y garganta seca.
Vieja de piel agrietada
lagrimea mientras camina
a tientas.
La tierra se queda ya
sin savia en las venas.
Está sentada
cansada
meciéndose
en el balcón.
No se oyen
pero escuchan.
Están sentadas
en la parte de atrás.
Cuando por fin alzan la mano,
descubren el rostro
de una palabra
con ojos de liebre asustada
que huye
de las cocinas
de los cuartos
y las salas
para asomarse
-aunque sea por un instante-
a un lugar sin paredes
pero con alma.
Mis primeros zapatos
eran desnudos
de niebla y estrellas
cosidos con agua de río.
NACÍ DESCALZA.
Descalza y húmeda
por si me olvidaba
de la huella.
Demasiado pronto
encerraron mis pies
y empecé a olvidar
el olor de la tierra.
Se vistió la mujer
con viejo vestido
de flores rosadas
de seda y hastío.
Se vistió de silencio
prudencia y olvido
se vistió la mujer
con el mismo vestido
de las viejas mujeres
del mismo destino
de las mismas historias
de los mismos caminos.
Somos dos soledades
que se beben
el amor impostergable.
Dos osadías
que se atrevieron a amar.
Dos biografías
escritas en papel y carne.
Llegué a ti desde mi ávido pasado
y llegaste a mí desde tu historia sedienta de
amor.
Para endulzar tu saliva
tu sangre
y la humedad de tu cuerpo
usaré veneno.
Te veré morir
lentamente
en este lecho
entre manos de agua
y leche.
La palabra que te ama
recorrerá tu cuerpo.
Trituraré la caña
y cuando hable
será jugo para ti.
Se hará nada
en los laberintos
de tu pensamiento
y endulzará el ayuno
de tus recuerdos.
Se derramará
pegajosa
entre tus dedos
te provocará
te llamará
te comerá por dentro.
Fui agarrándome de ti,
de tus ojos,
campanarios llenos de palomas,
y tu pecho
encendido como un lucero sólo.
Caminé desesperada
en los senderos
trazados por tus venas
y me así
a tus riñones
y testículos,
a tus orejas
y tu lengua.
Mentira:
el perfume
la voz
el encaje
la mujer de plástico
flor y ángel.
Verdad:
esqueleto y piel
angustia
pensamiento
eterna herida
inacabada.
Te propongo
la dulzura del higo,
su carne sonrosada,
replegada y húmeda
como un animal marino.
Goza el misterio de este fruto,
su textura de molusco,
su íntimo tamaño.
Tersa,
su pulpa
apremiará el deseo
de tu lengua.
A veces huyo
por intrincados caminos
construidos de palabras,
que me llevan
a los páramos de nadie.
Durante breves momentos
siendo este precario puente
hacia los otros,
con las palabras
que me crecen como ramas
en la boca,
y me sacan
de mi silueta
de animal desnudo.
Bajo el ala de la noche
que deja
su huella imprecisa
bajo la sombra
del corazón repudiado
rumores de vidrio
rozan el sueño esquivo.
En esa hora que rezuma olvida,
en esa hora secreta y desgarrada,
la piel que me contiene
se llena de nostalgia y latidos.
Casi podría decirte
devorada por la angustia
me asomo
a la vieja cueva prohibida
donde habitan
-libres y crueles-
mis monstruos, mis fantasmas,
los antiguos dioses
que me reservan un castigo inevitable.
Apenas un momento
los observo
y sus voces dispersas
se unen
llamándome con su canto de sirenas.
Nada he sido
nada soy
sino escondida isla
sin pájaros
ni habitantes
sin voces que la pueblen
yerma
apenas viva
negra isla
huérfana
de la ternura de los nidos
región del vértigo petrificado
sin risas
ni panales
áspera isla soy
hondo lamento arrinconado
en la soledad del viento
polvo y sal
nutren mi médula
desterrada la plegaria
y la esperanza
sin astros finales
sin oráculos
sin nombre
yo la torturada.
Tengo miedo.
Qué difícil contarte esta verdad,
porque tú no sabes nada
sobre su vestimenta leve,
que se va deslizando
por los huesos
y se prende
como una enredadera amarga
en lo más hondo
de las raíces de la vida.
Un solo corazón ama por dos,
por tres, por cuatro,
y por todos aquellos
que han dejado de amar.
Y cuánto amor no derrotado
le corre al solitario por las venas.
Más allá de la aurora
no muere, ni muriéndose,
su último zafiro.
A veces creo
que es bueno
darse una cagadita de zopilote
y es cuando
escurro ideas
por donde el sol
no pega
Construimos los castillos
y la arena se movía
con cada marea
se derrumbaban ambiciosos proyectos
y cada tarde diáfana
las romerías se acercaban
palas y manos
dedos y collares
para construir las murallas
y luego otros castillos
que a la noche
tocada de espantos
el mar barría sin ruido alguno
nada más aquel necesario
para acercarse a la muchedumbre
y trastocar los cimientos
de los seres que afanosos
aún creían en su grano de arena
De espaldas al mundo
como desafiante
al bullicio de la gente
la vida
pasa de prisa
bañándome de sudo
¡Déjenme!
Déjenme columpiar
el despertar de la razón…
Déjenme
Acariciar levemente
la distancia en el viento
y su destierro…
El cabello al aire volando
proyectado sobre los hombros
y un desaparecer sin huellas
eran acaso
la visión perfecta
encubierta de nácar
y sin luz
Estas certidumbres
vienen a cada momento
Tal pareciera
ser lo único
que puede suceder
Otra vez
saqué el diccionario
busqué la palabra precisa
rondó una mariposa
rojaoscura en la cama
apagué la luz
y me puse a dormi
Este colapso estrellado
que abarca los ángulos
más exactos de la ambigüedad
está presente y
sin embargo
para asirlo no tiene densidad precisa
¿Dónde quedó el tiempo
incrustado de balas y jazmines?
¿Dónde ladra el perro
persiguiendo un eclipse?
He nacido sobre las astillas
de este tiempo nuestro
recogido en las mamparas
del llano oleaje
y aún me pregunto
¿cuánto hace que he muerto
y que mi hora ha llegado sin sentir
los pasos que se han vuelto sordos?
Regalame tu vestido
bordado de apocalipsis
para vestirlo en mi entierro
en que iré cargando las prótesis
de mis buenos augurios
a donde morarán nunca
junto a las vírgenes silentes
custodiadas por ángeles andróginos
Embriadas las imágenes
emularán desde la raíz de su tiempo
los pasos del féretro
hacia la feria celestial
Quizá allí envidien tu vestimenta
que me colocaré con jaulas de pirañas
para abalanzarme
entre los mercaderes de caimanes
y tal vez así
reine
de una vez por todas
en la morada
donde el tríptico de la vida
no sea más que un brete sempiterno
Tengo el tiempo luctuoso
petrificado en las venas
en anaqueles
y fantoches
La orfebrería de sus continentes
renace y se va
en cada paso de día
que languidece
entre los árboles del cielo
Tengo el hambre de luz
grabado en la arcilla
y levanto los adoquines
para encontrar aunque sea
una burbuja milenaria de sustento
entre las piedras del camino
Una ventana puesta al revés
llegará a ser la expresión
más nítida del universo
El tálamo donde se incuben
los centauros que alzarán
las columnas de fuego
para detener los cuatro vientos
en un esquizofrénico octubre
De cabeza
como el mar embravecido
irrumpe en la dermis bronceada
y descubre la catedral silvestre
para llevarla al fondo marino
A tientas las naufragadas naves
abrirán sus labios
para darle su verdadera razón
a la incomensurabilidad de lo estoico:
lo que no concuerda con nada
Yo
miro a través
de estos lentes
culitos de botella
y cuando están sucios
es como si subjetivamente
sobre el mundo hubiera
una defecación de mosca
Después de hoy
comenzaré la distancia.
Mañana habrá lágrimas,
suspiros y un nombre.
Después,
suspiros y un nombre.
Y más lejos,
sólo será un nombre.
De vez en cuando
camino al revés:
es mi modo de recordar.
Si caminara sólo hacia delante,
te podría contar
cómo es el olvido.
Cuando nací
me pusieron dos lágrimas
en los ojos
para que pudiera ver
el tamaño del dolor de mi gente.
El fuego
acuclillado
apaga la tristeza del leño
cantándole
su ardiente canción.
Y el leño
lo escucha
consumiéndose
hasta olvidar
que fue árbol.
Aprendí el sabor de la vida
como cualquier indio pobre.
Los demás sabores
me vienen sobrando.
Yo prefiero ser triste.
De la muerte sólo me separa
el silencio.
¡Ay, de los alegres!
Para llegar a la muerte
tienen que pasar por la tristeza.
En los templos
sólo se oye la oración
de los árboles
convertidos en bancas.
No es que las piedras sean mudas;
sólo guardan silencio.
La poesía es fuego,
quema dentro de uno
y dentro del otro.
Si no, será cualquier cosa,
no poesía.
De vez en cuando camino al revés:
es mi modo de recordar.
Si caminara sólo hacia adelante,
te podría contar
cómo es el olvido.
Sólo quien no ha esperado
te
hablará
de
paciencia.
Sombra:
noche pequeña
al pie de cualquier árbol.
Hay lugares
por donde la noche
anda suelta
y uno hace cosas
que después
quisiera olvidar.
Una polilla
después de pensarlo bien,
decidió conocer el arte:
hizo el viaje
más bello de su vida,
de pasta a pasta
una Antología
de la Poesía Universal.
Viejo solitario de la tarde,
te veo con tu vaso de ron, escribiendo
tu tristeza de niebla, trajinante
como una yegua loca, sorbiendo lentamente
una lágrima gris, deslucida, amarillando
junto a la briosa estación del verano.
Te veo envuelto en papeles oscuros
en el departamento quieto, separado
de la ciudad, caminando en sigilo,
viendo que gota a gota se te escapaba el cielo,
huyendo en la bruma metálica de la lluvia,
resguardado en los terribles potros que cabalgaban
tu antiguo vicio de llorar despierto.
Vengo de mitos desbaratados
donde se quiebra el tiempo.
Armo en mi ser nuevas estructuras.
necesito el mármol de las viejas creencias
para apoyarme en algo.
Definitiva ha sido mi luz y mi ceguera,
ha sido tajante su alucinada escarcha
y mi intento triste de huir de cualquier dogma.
Luz azulada y besos distraídos,
amnesia momentánea, afuera llueve.
Siluetas, siluetas de días desaparecidos,
alardear de vida, sin telones, con butacas
inmóviles.
Humo de cigarrillos, almas calladas
con espirales de sonrisas anestesiadas.
Afuera llueve, los carros encienden sus faroles
pero la sala quieta
se estremece ante sueños encadenados con ceniza.
Hoy pierdes un objeto, mañana otro,
como si te arrancaran a pedazos la vida;
te mutilan la voz, te quedas sin lágrimas
te cuentan del suicidio de un amigo.
Mueres a pausas tu también.
de ayer a hoy
cada dolor es una nueva llaga,
en cada instante hay una herida
El mundo de las cosas, caprichoso,
no responde a tus ideas, se te escapan los
objetos
como pequeños tiranos, se te esconden,
y te hacen girar y girar, golpearte la cabeza,
o mascar trozos de papel con ira desbordada.
Qué edad, qué frío, qué tormenta
puede ser más terrible
que una noche
a solas,
una noche sin nada, una caverna
olvidada, un pasaje secreto,
de hielo.
Y digo una noche a solas
una noche de tiempo.