Amado

Fui agarrándome de ti,
de tus ojos,
campanarios llenos de palomas,
y tu pecho
encendido como un lucero sólo.

Caminé desesperada
en los senderos
trazados por tus venas
y me así
a tus riñones
y testículos,
a tus orejas
y tu lengua.

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A veces huyo

A veces huyo
por intrincados caminos
construidos de palabras,
que me llevan
a los páramos de nadie.

Durante breves momentos
siendo este precario puente
hacia los otros,
con las palabras
que me crecen como ramas
en la boca,
y me sacan
de mi silueta
de animal desnudo.

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Casi podría decirte

Casi podría decirte
devorada por la angustia
me asomo
a la vieja cueva prohibida
donde habitan
-libres y crueles-
mis monstruos, mis fantasmas,
los antiguos dioses
que me reservan un castigo inevitable.

Apenas un momento
los observo
y sus voces dispersas
se unen
llamándome con su canto de sirenas.

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Solo

Nada he sido
nada soy
sino escondida isla
sin pájaros
ni habitantes
sin voces que la pueblen
yerma
apenas viva
negra isla
huérfana
de la ternura de los nidos
región del vértigo petrificado
sin risas
ni panales
áspera isla soy
hondo lamento arrinconado
en la soledad del viento
polvo y sal
nutren mi médula
desterrada la plegaria
y la esperanza
sin astros finales
sin oráculos
sin nombre
yo la torturada.

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La soledad es fuerte

Un solo corazón ama por dos,
por tres, por cuatro,
y por todos aquellos
que han dejado de amar.

Y cuánto amor no derrotado
le corre al solitario por las venas.

Más allá de la aurora
no muere, ni muriéndose,
su último zafiro.

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Construimos

Construimos los castillos
y la arena se movía
con cada marea
se derrumbaban ambiciosos proyectos
y cada tarde diáfana
las romerías se acercaban
palas y manos
dedos y collares
para construir las murallas
y luego otros castillos
que a la noche
—tocada de espantos—
el mar barría sin ruido alguno
nada más aquel necesario
para acercarse a la muchedumbre
y trastocar los cimientos
de los seres que afanosos
aún creían en su grano de arena

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Regalame

Regalame tu vestido
bordado de apocalipsis
para vestirlo en mi entierro
en que iré cargando las prótesis
de mis buenos augurios
a donde morarán nunca
junto a las vírgenes silentes
custodiadas por ángeles andróginos

Embriadas las imágenes
emularán desde la raíz de su tiempo
los pasos del féretro
hacia la feria celestial

Quizá allí envidien tu vestimenta
que me colocaré con jaulas de pirañas
para abalanzarme
entre los mercaderes de caimanes
y tal vez así
reine
de una vez por todas
en la morada
donde el tríptico de la vida
no sea más que un brete sempiterno

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Tengo

Tengo el tiempo luctuoso
petrificado en las venas
en anaqueles
y fantoches

La orfebrería de sus continentes
renace y se va
en cada paso de día
que languidece
entre los árboles del cielo

Tengo el hambre de luz
grabado en la arcilla
y levanto los adoquines
para encontrar aunque sea
una burbuja milenaria de sustento
entre las piedras del camino

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Una ventana

Una ventana puesta al revés
llegará a ser la expresión
más nítida del universo

El tálamo donde se incuben
los centauros que alzarán
las columnas de fuego
para detener los cuatro vientos
en un esquizofrénico octubre

De cabeza
como el mar embravecido
irrumpe en la dermis bronceada
y descubre la catedral silvestre
para llevarla al fondo marino

A tientas las naufragadas naves
abrirán sus labios
para darle su verdadera razón
a la incomensurabilidad de lo estoico:
lo que no concuerda con nada

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A Luis Cernuda

Viejo solitario de la tarde,
te veo con tu vaso de ron, escribiendo
tu tristeza de niebla, trajinante
como una yegua loca, sorbiendo lentamente
una lágrima gris, deslucida, amarillando
junto a la briosa estación del verano.

Te veo envuelto en papeles oscuros
en el departamento quieto, separado
de la ciudad, caminando en sigilo,
viendo que gota a gota se te escapaba el cielo,
huyendo en la bruma metálica de la lluvia,
resguardado en los terribles potros que cabalgaban
tu antiguo vicio de llorar despierto.

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Cinematógrafo

Luz azulada y besos distraídos,
amnesia momentánea, afuera llueve.

Siluetas, siluetas de días desaparecidos,
alardear de vida, sin telones, con butacas
inmóviles.

Humo de cigarrillos, almas calladas
con espirales de sonrisas anestesiadas.

Afuera llueve, los carros encienden sus faroles
pero la sala quieta
se estremece ante sueños encadenados con ceniza.

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Hora sin soporte

Hoy pierdes un objeto, mañana otro,
como si te arrancaran a pedazos la vida;
te mutilan la voz, te quedas sin lágrimas
te cuentan del suicidio de un amigo.

Mueres a pausas tu también.
de ayer a hoy
cada dolor es una nueva llaga,
en cada instante hay una herida

El mundo de las cosas, caprichoso,
no responde a tus ideas, se te escapan los
objetos
como pequeños tiranos, se te esconden,
y te hacen girar y girar, golpearte la cabeza,
o mascar trozos de papel con ira desbordada.

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