Sirena

Va sobre espuma alzada, casi en vuelo,
sin rozar el navío ni la roca
y la distancia abierta la provoca
un doloroso afán de agua y de cielo.

El canto suelto, desflecado el pelo,
de la tierra inocente, grave y loca;
encendidos los sueños y en la boca
la extraña sangre de una flor de hielo.

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Sobre el ángel y el hombre

I

Me salva de mí misma:
huésped del alma en alma devolviendo
la palabra que abisma,
lo que entiendo y no entiendo
por este viaje en que llorando aprendo.

Amoroso elemento
forma su fina y leve arquitectura;
con ágil movimiento
de flor sin atadura
abre su vuelo reino de blancura.

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Sueño

Fui por el aire, tras la luz caída,
pisando signos y colores planos
y llevaba, desnuda, entre las manos,
la flor de ayer, alzando nueva vida.

Una paloma leve y abstraída
buscó la espiga de celestes granos
y en caminos profundos y lejanos
quedó mi propia forma detenida.

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Primera parte

Nadie contó la inmensa muchedumbre
de espíritus que, en torno de su lumbre,
cantan sus alabanzas inmortales.
Sus infinitos rostros reproducen
la faz tremenda y la visible espalda.
Yehuda Halevy
(Los ángeles del Cielo del Altísimo)

1.

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Segunda parte

Preguntáronle al amigo qué cosa era
bienaventuranza, y respondió: malandanza
sostenida por amor».
Raimundo Lulio.
(Del amigo y del amado)

1. Se abre la suelta flor de mi alegría,
se abre con su aventura;
es la más fina posesión del día,
su encendida locura;
se abre… porque de nieblas del invierno
y sellado letargo
llega el amor -el jubiloso eterno-
con este deslumbrante beso largo…

Maduro está el rosal en sus ardores,
madura la corona de la espiga,
beben un aire azul los labradores
y descansa la hormiga;
escogidas distancias
celebran golondrinas forasteras,
y cálidas fragancias
dan a mi pecho todas las praderas.

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Canción redonda

A don Joaquín García Monge

Voy a cantar la inmensa belleza de la vida
en un verso sencillo:
el color de la nube, la fragancia del gajo,
y el milagro del trigo.

Quiero robar al Sol su clave luminosa
y su escala de brillos;
y con el alba nueva despertar en el mundo
los ojos y los trinos.

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Canción de medianoche

Esta noche de octubre es de luna redonda.
Estoy sola, llorosa, pegada a tu recuerdo.
Han escrito tu nombre las estrellas errantes
y he cogido tu voz con la red de los vientos.

Flota un olor agreste con resabios marinos,
las sombras se amontonan en rincones de miedo,
algo secreto emerge de las cosas dormidas
y las horas se alargan en la curva del tiempo.

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Canción del recuerdo intacto

Sólo tú, verdadero, ningún dolor me diste.
Tu regalo perfecto no cabía en mis manos:
era el ramo fragante, el vino de alegría
y la espiga madura para el pan cotidiano.

Sólo tú adivinaste el motivo secreto
que doblaba mi vida en curva de fracaso;
sólo tú me dijiste la palabra de aliento
que me mantiene recta a través de los años.

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Árbol de sangre

Esta herida me duele con dolor deleitoso.
Abierta como un surco, en su fondo germina
semilla amarga y dulce que ha de erguirse, callada,
en el tronco de fuerza y en la rama florida.

Árbol gigante y bello que juega con las nubes:
su cabellera densa, peinada por la brisa,
esconderá el arrullo de la paloma viuda
y el primor delicado de la frágil orquídea.

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Romance de la noche más bella

Nos fuimos -noche de Octubre-
por la larga carretera.
Ya no llovía. La luna
era una luna canela.
Cara plácida y redonda.
Cara de madrina buena.
Sonrisa de plata y ámbar.
Maravillosa hilandera.

Su madeja de fulgor
se enredaba entre la yerba;
prendía en los matorrales
finas hilachas de seda;
se ovillaba en los rincones;
se destrenzaba en las cercas;
y tejía encajes anchos
que colgaban de las tejas.

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Envío

Sobre tu blanca huella mi camino;
mi siempre andar sobre tu luz en fuga.
Con ecos, con taludes, con mareas,
y este nombre del alma en mi aventura.

Aquí… para llegar hasta tu reino,
escuchando la voz que no se escucha;
cayendo en estas noches de mi paso
y amaneciendo clara por tu ayuda.

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Estrella

Estrella… más que vista, presentida.
-¿Dardo de luz o brasa que levanto?-
Alta en el cielo y en razón de llanto
tras la retina por milagro hundida.

En el sueño y la sangre derretida.
Doliendo allí, perdida con espanto.

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