Dolor de dolores

Dime, «¿por qué es ese llanto?»
«Por una ilusión perdida,
por una reciente herida,
por un nuevo desencanto…»

«Pues no llores más… y olvida»

«¿Porqué lloras, flor de flores?»
«Porque él era dueño mío,
el que me hablaba de amores,
me hiere con desvío…»

«Pues olvídalo… y no llores.»

«¿Porqué sollozas ahora?»
«¡Ay!

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La siesta

En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.

Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.

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Astarnuz

Algún Dios de amor avía
Cartagena

Como la adormidera del desierto
Juan Arolas

La súbita luz de este conocimiento,
surgido en medio del horror,
obró un efecto extraordinario en mí
Henry James

Son cosas que suceden
en los hoteles.

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Aymant

Como a Bennvenuto Cellini -hacia quien experimento mayor
inclinación de la que tengo por los otros maestros del
Quattrocento-, me gusta vagar por la arena abandonada por
la marea, recogiendo conchas, guijas
Claude Lévi–Strauss

…Las viejas playas.

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Bezahar

Míos fueron, mi corazón,
los vuestros ojos morenos.
¿Quién los hizo ser ajenos?
Cancionero anónimo

En estos tiempos que corren, provechoso es disponer
de una mujer hermosa
Alessandra Mancinghi-Strozzi

Estas divertidas divagaciones levantaron por un
momento su ánimo, y entregose a la contemplación
Joris-Karl Huysmans

El oro de la tarde
sobre el mar de tu cuerpo

El crepúsculo ardiendo en tu mirada

El ulular de sirenas de tus entrañas

Nuestras lenguas enlazándose como pájaros suntuosos

Contemplando tu belleza y mi deseo
acepto la vida

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Bizedi

Así nosotros, desesperanzados, ya sin esforzarnos ni cuidar la
razón, resueltos ibamos de lodazal en lodazal, por la alta mar
de esa líquida basura
Giordano Bruno

-Caballero, yo no me mezclo en esos asuntos;
no estoy aquí para eso
Condesa de Espoz y Mina

Quiero que veáis -dijo el Conde- que soy de nobles sentimientos
Heldris de Cornualles

El otro día, Cintia, me decías
que siempre me quedaba en la puerta, que no
daba el paso «decisivo» decías, del que ya no hay retorno,
y que era cobardía ante la vida,
que me estaba perdiendo no sé qué.

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Coral

El sacrificio ha sido favorable
Aristófanes

La gloria conquistada por los adolescentes
Píndaro

El otro día, hojeando un viejo álbum
de fotografías,
apareciste. En una playa
que ciega el sol (seguramente,
Le Lavandou), orgullosa y alegre
sobre las brasas

de aquel Verano.

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Hetora

Armonía cosmopolita
Zoilo Escobar

Deliciosa la cena,
señora,
y aún más delicioso
todo lo que la cena ha convocado.
Yo os miraba y pensaba:
Reina Carme Riera
-sobre las copas de excelente vino-
feliz,
dosificando la inteligencia de los invitados.

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Maduz

Prefiero a lo que miro lo que creo
Francisco de Quevedo

Es dichoso vivir en estos climas que permiten
relaciones normales
Montesquieu

Suavemente (si
lo considero
con ecuanimidad, acaso
sin rescoldos de pasión, es más,
sin interés; pero al fin y al cabo, suavemente)

te
miro,
mientras un norteamericano de origen africano
(obsérvese cómo venero la solidaridad y el pensamiento liso)
toca al fondo del bar, en piano blanco,
una pieza -y esto es lo importante-
cuya letra en tiempos menos lisos
fue «Easy living» y la cantaba Billie Holiday.

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Marina

¿Qué debemos hacer hoy para salvar la Cultura?
Curzio Malaparte

Para Vicente Gallego

Sólo dos cosas, Filis, yo quisiera
decirte, hacer que aniden
en tu desvergonzado corazón: Es la primera
un consejo de Ovidio, cuando escribe: Si a una de vosotras
Venus negó sensual naturaleza,
fingid.

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Nubes doradas

«La nostalgia que siento no está ni en el pasado ni en el futuro…»
Fernando Pessoa

«-En el coche queda una botella de ginebra.
-Por qué no lo dijo antes, en vez de hacerme perder el tiempo
hablando tonterías?»
Daniell Hammettt

«La resistencia se organiza en todas las formas puras»
Tristán Tzara

A Jaime Gil de Biedma

Qué importa ya mi vida.

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Piedra del sueño

En medio de tantos desórdenes siempre reinó una alegría
que los hizo menos funestos
Voltaire

Para Hélene y Bobo Ferruzzi

Este pasador… En el oro más fino
cincelado. Cuántas veces
dedos anhelantes lo habrán apartado
para que una melena oliendo a mujer
cayese abandonada
sobre unos hombros mórbidos.

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Romana

(Retrato de una niña con «Vingt mille lieues sous lesmers»
o como alecciona Flaubert: quelle joie ce serait que de voir
ce bon petit être que de voir ce bon petit etre sèpanouir
aux splendeurs de l’art et de la nature!)

Al corazón gentil acude siempre el amor
Guido Guinizelli Da Principi

Que arda en el Deseo
Y que sus besos quemen
Cuando la estreche entre mis brazos
Auguste Kopisch

Dulcísima criatura, de una felicidad
que aún no ha salido de Watteau.

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Yctaniz

Musafir «Huésped; visitante»-
El que viaja por medio de la reflexión mental (Fikr) sobre los
inteligibles; lo cual es entender las cosas invisibles a través
de la antología de las visibles (I’Tibär), de modo que pueda
cruzar (Ábara) desde la orilla de este mundo a la otra
Ibn Al’ Arabi

Esta prenda, suave, delicada,
casi caliente aún, aún húmeda
de ti.

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Zarocan

Es muy propio de nuestra naturaleza ir muy lejos en
la perfección
Lawrence de Arabia

No tengo ninguna objeción grosera que oponer a la
circunnavegación del globo con fines de Arte, de
estudio y de benevolencia
Ralph Waldo Emerson

Quien ha contemplado la Belleza
Deja su suerte en manos de la muerte
August von Platten-Hellermünde

Noche legendaria
Ópalo de los Ángeles
Noche de plata en llamas
Ah esa hora
Cuando sacudes, con la mirada turbia
Tu pelo sobre tus hombros
Desnudos

Y el deseo roza con sus labios
El cristal de tu copa Ah esos labios
Canallas, húmedos
De divinos licores

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Zebech

Tus pensamientos passiuos
Deuen ser contenplatiuos
Pedro de Veragoe

Ese
relamerse, esos labios
brillantes de saliva, ese mohín
entre infantil y disoluto,
esos ojos burlones que cruzan como un rayo
el universo de plástico del aeropuerto…

Su amiga, sin embargo,
aún siendo hermosa, acaso más hermosa, no
excita.

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Pérdida

Recórreme la ruta del recuerdo,
tan desierta sin ti que nadie ha impreso
huellas sobre tus huellas, y me pierdo
en la niebla que impide tu regreso.

El ángel del olvido
contra mi mente alzó espada de hielo,
y amanecí en las sombras, abatido,
mi pasado filtrándose en el suelo.

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Él

Hay en tu rostro un gesto de embeleso
al ajustar tu mano mi corbata;
y me encuentro vestido con exceso
al ver tu desnudez bajo la bata.

De repente me asaltan intenciones
que sacuden la fibra del sentido,
y que encajan en las incitaciones
que el brillo de tus ojos me ha tendido.

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Cuando fuimos uno con otro

Cuando fuimos uno con otro
contamos numerosas estrellas

Cuando hacíamos el amor
las noches se detenían en la nuestra

Cuando de toda palabra nos recibíamos
escribíamos un libro

Los dioses no han sido derrocados
y su poder nos asignó varios caminos

Cuando nos separamos
todo retornó al futuro y al vacío

Habíamos recobrado nuestra contingencia
y el pasado habitaba en la memoria.

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Lunas de ayer

La luna, esta noche, la que nunca ha vuelto
vendrá para nosotros.

Porque hemos mentido, como en las lunas de ayer.
No habrá segunda parte esta vez.

Nuestro amor ha de ser como nunca fue,
un insensato amor, amor de dos
que nada necesitan ni nada desean
más que amarse.

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M.M.C.

Miro tu rostro.

Imagino que habríamos sido felices
si fuera joven
como tú,
sin un pasado,
sin las convicciones que compramos al tiempo.

Miro tu rostro
y confirmo
que nada tiene ya sentido:
tu hermosura debería ser mi sal de cada día
tu juventud me haría vivir otros veinte años.

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Pericles Anastasiades, el año de 1895

Para Raúl Lecuona Rodríguez

Vagos, son ya, los rostros de su rostro
vaga, también, la forma de sus manos
lejos, está, su aliento de mi boca
su pequeña estatura
sus quince años
Sólo un ayer ocupa mi memoria
nuestro pequeño amor
nuestro pequeño mes
hace diez lunas

De repente
en la alta noche
tus ojos, de púrpura vestidos,
tus labios
labios de un amor apresurado
tus largos brazos
brazos de inolvidable carnadura
aparecen
¡Cuanto he perdido buen Dios
Cuanto he perdido!

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Abandono

¡Qué dulce dolor de ancla
en el corazón sentías!
Tu corazón reteniendo,
duro coral, mi partida.

Ahogada en amor, tu amor
como un mar me sostenía.
Altos vientos me empujaron
solitario a la deriva.

Si mi nave se fue lejos
más profunda quedó hundida
tu dura rama de sangre,
rota el ancla de mi vida.

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Amor, sólo te muestras

Amor, sólo te muestras
por lo que de mí arrancas,
aire invisible eres
que despojas mi alma
manchando el limpio cielo
con suspiros y lágrimas.
Al pasar me has dejado
erizado de ramas,
defendido del frío
por espinas que arañan,
cerradas mis raíces
el paso de las aguas,
ciega y sin hojas la desnuda frente
que atesoró verdores y esperanzas.

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