El de los versos

vinculado al espionaje bajo letras

motivos del ser y el no ser descerraja
con lápiz carcomido a madrugadas

le pone lentes al espejo le pregunta
rostros

recurre al vértice oculto de la esfera
y se sienta en el giro y escribe

conmueve la pupila del cráter

le temen a los colmillos de sus
provocaciones

aunque conviva entre peros
él seguirá ejercitando alquimias
colonizando folios incautando
murmullos a las piedras

eraesiserá símil de sombralerta

palabracaidista

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El diploma

Destacaba el fulgor
desafiante del río
en la noche clara

Llevaba en su lomo luces
camino a la escuela
del alba

Qué lacio trayecto de cristal
desarraigando las sombras
de la quebrada

Llevaba en su lomo luces
camino a la escuela
del alba

Mañana de luminosa ceremonia:
el sol diplomó alumnos
con los colores de tu mirada

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El fervor

Puede ser la humilde vibración de las hojas del parral de un patio al sur, las hojas de un otoño que también amarillea la negada sonrisa de un cantor colgado de su sombra. Puede ser el humo de los viejos barcos escribiendo adioses en los cielos de plomo, en los muelles eternos, en aquellos labios redentores.

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ese señor el de allí diseña lápidas

«¿Y qué verdad es posible si existe la muerte?»
André Bretón

ese señor el de allí diseña lápidas
también esculpe mármoles hasta darles
durables ornamentos donde otros seres colocarán
memorias trituradas y ramos y rocíos

qué piedras venerables promulgan sus manos
cómo admiran su quehacer de arte intercalado

y sin embargo entre nosotros por las calles
ese señor disimula su cometido no habla ni
exhibe atenciones o entusiasmos

nadie diría que vive

su pecho es un sauce de aves mutilado
en su boca se inmolan los jugos de la complacencia

ese señor equivalente a un dietario del suplicio
ha grabado su nombre en una losa precavida
y soterrada

ese hombre de allí
es el sastre de la verdad
y no quiere admitirlo

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Gaviotas

Esa larga bufanda de arena
que calienta mi andar, estirada
junto a los líquidos umbrales,
tiene alas.

Ellas se llevan los pesares
somnolientos que verano ha reunido
en su casa. Anónima
entonces el alma, libre,
más liviana.

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Insecticida

Ocurrimos cuando vencía el dilema,
el acoso del desorden, las malas noticias.

Nos bautizaron
con un signo de interrogación
en la frente baldía.

En algunos casos
amor encendió los signos
por unos u otros extremos
y el humo que se formó en el espiral
ahuyentó por un tiempo
a los insectos.

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La cita y el filo

Sonríe la doncella del palacio de mosaicos
de nácar. La belleza asomada al infinito.

A la espalda, mal dormida, porta mi deseo
una daga que no acepta orden ni espejo, que
amenázame también, como si yo fuese
otro, un muelle ciego donde atracar su sino.

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La demora

La demora, enhiesta en su altivez torturante,
cuidadosa perfora,
una a una,
las hojas del instante.

Es como si niños con un control remoto
estuviesen jugándome al desgaste.

Arrollarse en el frío ademán del aire;
comprimirse en la esencia de la angustia
y ver desde muy lejos
—mustia—
la ilusión nacida de feliz pasado.

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La grieta

hacia dentro de ti, hacia dentro de ti
canto la grieta del mástil de los huesos
Paul Celan

Parte la punta el lápiz en el pulcro papel.
La llanura blanca, de oscuro relámpago
atravesada, calla doblemente. A tientas
la montaña oyente se mueve hacia el huerto.

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Lección

Hubo un antiguo liceo, unos cuadernos
que forraste con las frases que más
te protegían. Y hubo invierno
en aceras encogidas hacia única puerta
de colores reglamentarios. Los ómnibus
les hacían transfusiones
a las aulas, las asignaturas
se barajaban con urgencias cotidianas.

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Lo mismo

y atenazado a los rituales
cuando el pregón de la existencia
se instala en la cúpula
del proceder repetido sin análisis
volveré a decir

buenos días
cómo está Ud.
y me responderán
más o menos lo mismo

de las opciones exteriores
que rondarán mi navío epidérmico
recibiré malos humores
cuentas que pagar
chistes baratos
poquísimas novedades
labios-muelle
un par de cartas atrasadas
y convaleciendo de
otras estocadas
pasaré la jornada

alguien cerrará su comercio
otro esperará un autobús contando
las monedas que lo separan de casa
un anciano pisará esa calle de
cuarenta y cinco años atrás
la gata del vecino dará a luz
cuatro límites que dormirán en el
fondo del agua por la mañana
un automóvil viajará
hacia el no regreso

y volveré a decir
buenas noches
y me responderán
más o menos
lo mismo

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los ciclistas en marte

a Álvaro Miranda

los ciclistas en marte adquieren grandes
velocidades sus robustas anatomías gozan
perenne juventud persistentes carreteras

de estos marcianos deportistas cuentan que
algunos constantemente corren fuga inusitada
según superstición por influencia contraída
al entrenarse en noches de tierra llena

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Museo

a Manolo Belzunce

En este espacio quedó el dolor citado,
en esta misma arruga
cultivó la muerte su itinerario.

Aquel cuadro pertenece al Suicidio,
el famoso pintor
que vivió en tantos estados.

Si miran a la derecha
encontrarán la cocina del pánico:
un ojo donde arden almanaques
encendidos por un fuego incontrolado.

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Negra vocación del agua

Ciego, escucho al mar extendido
en tu ausencia. Las voces de la noche
se suman a la negra vocación del agua.
(Creo que están raspando a los astros
mayores con el eco punzante
de tu nombre). Dicen
que un trapecista sin piernas
apenas se mantiene en una cuerda
de andrajos.

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Se prohíbe

‘Se prohíbe pegar carteles
en la tarde.’ (Proclama el cartel,
pegado a un poste también imperativo).

En los portales yo escribo lunas nuevas
y viejas. Prominentes paredes, oscuras
siempre, cubren a los postes
con la dificultad de hallar
mis letras; despegadas
letras del atardecer, que conspiran
en la noche, contra la muerte,
en el cartel humano congregadas.

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Souvenir

Al costado de la estación,
alborotados, los grillos expresan
cánticos ancestrales, legados
de la hierba.

Los viajeros llegarán y se irán
explorando madrugadas polvorientas,
donde una compañía les seguirá
sin que la vean.

(El sonido verde de la espera).

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terminará el frenesí de neón

a Nelson Marra

terminará el frenesí de neón los lagartos incendiados
la exigencia y el mudo programa de radio

terminará la coreografía del chubasco el libro sin letras
la escalera el diálogo violeta entre rayuelas

y quedará algo que decir

y habrá una desazón
soldada muy adentro

un inútil medicamento
“sólo en farmacias”

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un caracol ya basta

A Julio Ricci

un caracol ya basta
para contagiar de lentitud el tallo
por el que viaja
y además
expandir su influencia paulatina
en ramas hojas corolas
la planta toda

hay situaciones en que
por rostro de extraño viandante
hallamos un rictus forzado atajando
el malestar que pugnaba declararse

y el aire
que conoce los disfraces sumamente
absorbe esa reacción de excusada delincuencia
y la trasmite a las golosinas
los postes los monumentos las azoteas
la tarde entera

qué fácil entonces
la tristeza

un caracol ya basta

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Cubilete

y el que escribía como mujer
– se encontraron –
en la esquina del sexo y de la duda
y se prodigaron, sí, que se prodigaron
como si este mundo cruel
acabara mañana

ellos
dados echados
desde un cubilete caliente.

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entre el humo de los neumáticos

entre el humo de los neumáticos se veía arder
helicoidal y pequeñito, al espíritu de nuestro beso
nro. 2, dado, sobre el puente duro; duro de los días

tentadísimo de hablar sobre tu palestina, tus ojos claros
pero no, el amor es una víbora sagrada y de oro
que en todo hueco caliente desaparece
en silencio / luego de haber dejado casi sin aliento,
al cuerpo exhausto
– el cuerpo social –

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qué cosas nos unían?

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Fue a levantar el martillo

fue a levantar el martillo
y no pudo levantar el martillo
fue a clavar el clavo en la pared
y no pudo
no pudo con la ventana
por la que veía al mundo
abrirla

llévenle un té
a este dios de la ubicuidad
ahora
es un ángel oscuro que cae
– un reducido lugar –

alcáncenle los lentes
que lea las noticias
denle la sopa
el pan
el control remoto el sillón marrón

los años
tienen piedad para con los excesos
nos devuelven a la plaza pública
– el pensamiento simple –
– el maíz / la paloma –
……………………………………………….

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las cartas de las que hablo

las cartas de las que hablo son azules y son lacradas
se guardan en casilleros con llaves de hielo
y no les llega la humana inmisericordia
estas cartas íntimas, son prohibidas
están censuradas vedadas
a la vista poderosa del cuervo crítico
que devora todo aquello que no es blanco
– y solo porque él es tan… tan negro –
y la lluvia ácida de su orín
no borra las letras de oro de éstas cartas
nunca más
– dijo el cuervo, nunca más –

y tu nombre en ellas esta a resguardo
de la belleza tonta, recurrente
del que escribe sobre las olas del mar
de la gaviota idiota
de la belleza histérica de la mariposa kitsch
de la palmera centroamericana
del “oh!

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A estas horas

En las bocas del metro nadie espera
a nadie. Solamente se ven manos,
extremidades mutiladas. Bajo
la tierra se oyen trenes y zozobras,
se oyen detonaciones donde brilla
un momento tu ausencia y mi infortunio.
Nada, por lo demás, ha variado.

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A imagen de la vida

Qué niño irá a caballo pensativo
hacia el mar insondable
para contarnos una dura historia
de despojos guerreros y de hambre
como aquel mediodía que revive
aún hoy
bajo los cascos sollozantes.
Tal vez la vida sea para otros
asunto menos grave
música que escuchamos desplegada
dulcemente en el aire
larga espera en la seguridad
de que el tren llegará temprano o tarde.

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Aula de química

Si vuelvo la cabeza,
si abro os ojos, si
echo las manos al recuerdo,
hay una mesa de madera oscura,
y encima de la mesa, los papeles inmóviles del tiempo,
y detrás,
un hombre bueno y alto.

Tuvo el cabello blanco, muy hecho al yeso, tuvo
su corazón volcado en la pizarra,
cuando explicaba casi sin mirarnos,
de buena fe, con buenos ojos siempre,
la fórmula del agua.

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Árbol en Galdar

Inútil experiencia
de libertad, el drago
irrumpe sometido
al cemento. Raíces
fascinantes o tercas,
pura ansiedad vencida,
quien buscó la palabra
que acompaña, quien hizo
de su pasado inmóvil
un ademán de entrega,
hoy no pide otra cosa
sino silencio, y palpa
la piedra ya, los muros
impenetrables, hoscos,
y hacia los cielos libres
renace extraño, insomne,
proponiendo la vida
desde sus propias ruinas.

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Claridad del día

Te digo que ésta ha sido la primera
vez que amé. Si la tierra que ahora pisas
se hundiera con nosotros, si aquel río
que nos vigila detuviera el paso,
sabrías que es verdad, que te he buscado
desde niño en las piedras, en el agua
de aquella fuente de mi plaza.

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Cosas inolvidables

Pero ante todo piensa en esta patria,
en estos hijos que serán un día
nuestros: el niño labrador, el niño
estudiante, los niños ciegos. Dime
qué será de ellos cuando crezcan, cuando
sean altos como yo y desamparados.
Por mí, por nuestro amor de cada día,
nunca olvides, te pido que no olvides.

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Cuerpo desnudo

…muchas veces me pregunto
qué hacíamos tú y yo antes de querernos…

Y vienes y te quedas
blanca, casi de mármol,
como un escalón puro para subir a Dios.

No sé qué hacer, dónde buscar
mis palabras más verdaderas, cómo decirte
que llevo en la mirada reflejado tu pecho,
y los brazos me caen, como en derribo,
al verte aquí, a mi lado, morena, lejos siempre.

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Desembarco

Perdida la ocasión en las batallas,
años después, hombres y niños esperábamos
un desembarco salvador.

Se poblaban las playas de miradas,
los sueños, de navíos.

Pero nadie venía a destruir
la tiranía del silencio.

Nada en el horizonte de color Normandía.

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Deseo de madrugada

Ahora la madrugada trae un ramo
de rosas blancas. Pero no las quiero.
Yo no he venido aquí para estas rosas
sino para el aroma de tu cuerpo.

Despierto estoy. Tu cuerpo inolvidable
se precipitará hacia mi recuerdo.
Tú misma estás junto a la aurora triste
y te levantas firme sobre el tiempo.

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En el principio, el agua

En el principio, el agua
abrió todas las puertas, echó las campanas al vuelo,
subió a las torres de la paz -eran tiempos de paz-,
bajó a los hombros de mi profesor
-aquellos hombros suyos tan metafísicos,
tan doctrinales, tan
florecidos de libros de Aristóteles-,
bajó a sus hombros, no os engaño,
y saltó por su pecho como un pájaro vivo.

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Epitafio sin amor

Mientras vivió, permaneció en lo alto.
Hoy quedan retratos pisoteados,
libros y panegíricos,
y algo como un horror en la conciencia
colectiva. Su nombre, por fortuna,
ha pasado a la historia para ser
ira, desprecio, escándalo
de las generaciones,
y aún dura en las cloacas de aquel tiempo sombrío.

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Mala praxis

La fruta que en tu boca

se vuelve uva

y en tu entrepierna se vuelve alcohol

esas cosas bebo yo.

Hace una semana que están matando gente

y nosotros nos amamos.

‘…Es cuestión de tiempo’ dijo Costeau

y tenés tu mejilla derecha

apretada contra el espejo.

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Insomnio

Insaciable,
entré en tu edad madura, en la maleza,
busqué el tenso bambú, la carne cimbreante,
con el designio de un tardío acoso,
y como el sueño no era sino un viaje
cuyo mayor dolor es el regreso,
hacia la tapia fulgurante y ciega
acompañé tu imagen, sufrí su maleficio,
oh misteriosa y húmeda concavidad vacía,
cuerpo más que la aurora vacilante,
desolación para los que esperábamos,
tras noches de ansiedad, siglos de entrega.

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Invierno y barro

Sé que, por mucho fuego que ahora ponga,
la adolescencia transcurrió conmigo
y del fragor de sus mitologías,
frente a los altos muros combatidos,
sólo quedaron evidencias vagas,
ecos ahogados bajo el cielo efímero.
Mas removiendo a fondo estas cenizas
regresa a veces un fervor perdido
y unos focos alumbran a intervalos
el aguacero en el suburbio, al filo
de la honda madrugada.

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Junio

Abrazado a tu tierra,
cuerpo en flor,
a tus praderas para galoparlas,
junio entraría en nosotros como la luz entre
estos pinos.
Entraría radiante, viniendo yo no sé
de dónde, pero cierto como un brazo de aurora.
y ya no habría hora triste ni momento
malo.

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Lluvia en la noche

A veces voy por un camino,
y el aire huele a lluvia,
y pasa un niño abandonado y llora,
como si recordara los árboles en sombra,
los pasillos en sombra, los juguetes
que se perdieron en un pozo.
Pero yo voy por el camino blanco,
y el camino se alarga, como el miedo a estar vivo.

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