Confabulaciones

Todo es abismo.
Charles Baudelaire

Alcemos la copa de nuestros pecados
dijo
la pasión es secreta.
Las ciudades encienden venerables canciones
para sus cuerpos obscenos de diosas funerarias.
Ocúltate en la luz
que estremece tu sombra.

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Poemas frugálicos

terrazas
enclavadas al borde de nuestras vidas
nos tientan
pero no tenemos tiempo

somos los destinados al silencio
utilizamos zapatos de goma
y rozamos la mediocridad que nos rodea

ciertas ventanas
son ojos indiferentes
al curso de la vida exterior

algunas cosas
tienen sólo contorno
y es difícil
llamarlas por su nombre

cobijar los pasos que doblan
una esquina
es conservar tibio
la esperanza de un pasado

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Violencia

En la sombra de mi espejo
se oyen palabras lejanas
que suelo acallar
ellas se retiran avergonzadas
y corren
es entonces
que me arrepiento
y las persigo
pero nunca les doy alcance
y no me queda más
que el uso del silencio
como medio de expresión
que entonces guarda para sí
una explosión de palabras ininteligibles.

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Autorretrato del otro

¿Son estremecimientos, náuseas,
efusiones,
más bien esas ganas
que a veces tiene el hombre de gritar?
No lo sé. Vuelvo a escena.
Camino hacia los reflectores
como ayer,
más veloz que una ardilla,
con mi baba de niño
y una banda tricolor en el pecho,
protestón e irascible
entre los colegiales.

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El regalo

He comprado estas fresas para ti.
Pensé traerte flores,
pero vi a una muchacha que mordía
fresas en plena calle,
y el jugo espeso y dulce
corría por sus labios de tal modo
que sentí que su ardor y avidez
eran como los tuyos,
imagen misma del amor.

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En tiempos difíciles

A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que no contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.

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Exilios

Madre, todo ha cambiado.
Hasta el otoño es un soplo ruinoso
que abate el bosquecillo.
Ya nada nos protege contra el agua
y la noche.

Todo ha cambiado ya.
La quemadura del aire entra
en mis ojos y en los tuyos,
y aquel niño que oías
correr desde la oscura sala,
ya no ríe.

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Fuera de juego

A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia.

¡Al poeta despídanlo!
Ése no tiene aquí nada que hacer.
No entra en el juego.
No se entusiasma.
No pone en claro su mensaje.
No repara siquiera los milagros.
Se pasa el día entero cavilando.

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Hamburgo

Aquí los barcos entran lentos,
cuidando no escorar; son contemplados
por el ávido puerto.
La niebla inunda el apacible canal.
Y otros barcos de Holanda, de Suecia,
de Noruega, también entraron
lentos al puerto de Hamburgo
hace cuarenta días.

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Técnicas del acoso

Pueden fotografiarlas
junto a un rosal
en un jardín etrusco
frente a la columnata del Partenón
con sombreros enormes
entre cactus en México
llevando los colores de moda
el pelo corto o largo
y boinas de través como conspiradores:
no cambiarán
no dejarán de ser las mismas
la barbilla en acecho
el rostro de óvalo
y los ojos cargados de un persistente desamparo
¿pero qué pensamientos
se agitan debajo de las melenas crespas
o lacias
de estas muchachas que ilustran
las revistas de moda?

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Mineros uno

Caminas todavía entre sílice y cal,
entre martillos
con lacerado pulmón que te acompaña
en la tos terminal de tu apellido.

¿Subes acaso, desgastando sueños
que en cachorro de ruido y polvareda
encoraginan puños y adjetivos?

Atento ante la muerte,
drásticamente amortajado un hueso
reseco en sus raíces
enumeras tu pan y las heridas
de tu famoso grito,
de tu rabia inconclusa
y la prédica inmemorial de tu andadura.

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Soneto a la serpiente

Lloró en la noche grande la serpiente
y lloraron los pájaros de arena
el agua temblorosa en su corriente
y la sombra vibrando en la falena.

Lloró en la noche grande la serpiente
como insuflando su dolor de quena,
quemando como fuego en el sufriente
corazón de la piedra y de la pena,

Lloró en la noche con dolor ajeno,
con voz de polvareda y de veneno,
con voz de soledad y de regreso.

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Más allá (es de suponerse)

Sobre la vasta ausencia del mar
el vaivén de una larga retórica de barcas sin velas,
y el incesante viento que traza su círculo negro
alrededor de la bahía obediente.

Mientras, en ese instante
desde una ventana de hotel igual a tantas,
el animal doméstico de un hombre igual a tantos
recordará que navegar es necesario
y que desde la ventana todo es aburrido.

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Ofertorio

La hoja de papel donde escribo este poema
es una blanca mujer que me lee el pensamiento.

En su espalda desnuda el cuerpo que grabo
se convierte en pensamiento insensible.
Tan sólo un pequeño gesto
intentando ser.

Y, con todo, ese cuerpo es un lugar
donde nada muere:
tanto silencio resucitado
tanto tambor interior de palabras.

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Sueño de infancia

¡Madre!, despierta,
hay ratas sobre la pileta de la cocina
que se disputan el cuerpo ensangrentado del canario
que ayer se escapó de entre tus manos.

Madre, tu hijo quedó espantado
al encender la luz.

Ahora, su muerte es esta fascinación de acuario
que aún hoy no me deja dormir
y llena mi cuarto cada noche
de amarillo.

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Acto de magia

me quedé recostado en
el sur
con el ceño arqueando
distancias y precipicios

abracadabra
repetí
por decenas

en los cristales empañados
la lengua de la burla
escribía desafío
y un duende
metía la magia
bajo los colchones

los pasteles del infierno
estaban fríos
y no sé quién preguntaba
por un plomero

abracadabra
repetí

y me quedé recostado
en los cristales
arqueando con el ceño
la lengua
de un duende
hasta
estrangularlo

en el su

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Al fondo

Aturdidos por tantos barrotes, tantos
suplicios en áridos climas, viajamos
sobre las letras fusiladas
de los cuestionarios. En los ojos
se han entreverado frágiles cortometrajes
donde somos una esquina lluviosa,
un almacén sin puertas
ante el alba, quebrados bastones
en las plazas del invierno.

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Armarios (fragmento 9)

Y te doy el hechizo de las eras
en las doradas fechas de placidez fecunda.
Y también el sello donde un ciervo
salta entre dos cartas
enviadas a regiones contrarias, equívocas.
Los documentos están aquí;
puedes incluir cualquier crepúsculo
en estas fotos rancias y en la firma
que tiembla al son
de algún astro descarriado.

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Bar, ese hombre

En el mostrador anudó su actualidad,
y el mar del tenebroso recipiente
lo llevó, remo a vaso,
vaso a remo, hasta la isla
de marca similar.

Las aves traían restos de navios,
leves escudos de rutas diluidas.

Para el infierno sobraban pasaportes,
sobraban días, cuando aquel mi temor
joven contemplaba la advertencia
de la isla.

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Corona

La llovizna partió.
En el cuarto, viejo
baúl de la noche, nicho,
mi vida se amontonaba.

(Allí, recuerdos
de sol nunca
llegaron).

Nadé hasta la última sombra
donde el nombre no soporta
su ventura: esperar
lo imposible
despacio.

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Debe ser

Debe ser el trigo. La parálisis
de los caballos en la pradera
inaccesible. Suena, resuena
una voz fusilada en la carrera.
(Nos llaman). No sé quién
está escribiendo:
‘cuidado con el arroyo,
puede matar cual espejo.’

Debe ser el trigo.

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