VACAS

¿Habrá en el mundo vacas más benignas que éstas?
Se anuncian con un claro cencerro matinal,
y en las ruidosas puertas de hoteles y pensiones,
al pie de las crías flacas, se dejan ordeñar.

Viven en pobres tambos, pacen escasa hierba,
entre piedra y arena, tamarisco y cardal;
pero siempre rebosan medio litro de leche
para los niños tristes que envía la ciudad.

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Somos froito da cegueira

Somos froito da cegueira,
semente que procura na noite
raizames para o ollo que latexa
na braña oculta do poema.

Somos sombra que ignora
o camiño que percorre o corpo desafiuzado.

Somos froito da cegueira,
estirpe dos días perdidos,
da nostalxia desandada.

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non digas…

non digas
non penses
non poñas adverbios á distancia que nos une
non poñas datas á ausencia
non saibas
non preguntes
non lembres
a nostalxia é cruel
non te afastes
non fuxas
xa sei
debes facelo
o camiño é longo
o paso lento
non escoites
poderían enganarte
no engano agóchase a única verdade
na que nunca cremos

a voz soterrada
o silencio que nos une
a palabra que non permite
que sexamos bilingües nun país de xordomudos

***

no digas
no pienses
no pongas adverbios a la distancia que nos une
no pongas fechas a la ausencia
no sepas
no preguntes
no recuerdes
la nostalgia es cruel
no te alejes
no huyas
ya sé
debes hacerlo
el camino es largo
el paso lento
no escuches
podrían engañarte
en el engaño se oculta la única verdad
la que nunca creemos

la voz enterrada
el silencio que nos une
la palabra que nos impide ser bilingües
en un país de sordomudos

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Roubáchesme as palabras

Roubáchesme as palabras
coas que poder dar razón do meu silencio.
Negáchesme a man
que noutro tempo me ofrecera
a imposible resignación de procurarte.
Fixeches do tempo
unha gramática da renuncia,
un lugar no que agochar
as palabras máis ferintes.

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Para que cantar

Para que cantar
o que non precisa da nosa voz.
Para que ocultar o que está á vista,
o que nunca poderiamos chegar a amosar
coa nitidez coa que nos conmove.
Para que desdicirnos do que as cousas nos confían
pola necesidade de impoñernos a elas
cun xesto de desprezo que nos dignifique.

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Hielo

Los frescos de Botticelli
arrancados a la Villa de Lemmi,
la Victoria de Samotracia,
con las alas unidas por alambres
y una estaca de acero entre las nalgas:
trofeos de guerra, pasto
para la codicia de los reyes.
El saqueo.

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Afrodita en el polvo

El sol, colérico de sales,
contra el agua arremete.
Hermano con hermana se acarician.
Y un cielo azul está (cubriéndola),
encima de la tierra: hijos nosotros
de esa feroz contradicción, las bestias.

Pero de líquenes, de aceites,
el cielo en la tierra se vacía.

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Bajo la pesada losa del mundo

Sobre la Tierra, estamos enterrados.
Todo su peso cárdeno
se vuelca sobre mis pies antiguos.
Toda la tierra me avienta sobre el cielo,
me sujeta en mi raíz
y me hunde entre sus manos.
Despedazado estoy.
Mis ojos van allá por el impulso,
mas presos en órbitas se quedan,
asidos a su fin y a su condena.

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Ciudad y pájaros

Estruendo de humo y trenes.
Edificios que giran en su exacto equilibrio.
Pequeño sol agónico, apenas un recuerdo.

Máquinas que danzan
a una velocidad domesticada por la mano.
Trópico que la altura y la ciudad amancebaron.
Y jardines,
jaulas donde encerramos nísperos,
dalias o nogales:
extranjeros en la ciudad de cemento.

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En el centro del año

El sol es nuevo cada día.
Heráclito

Hoy he tocado tu corazón, sombra desnuda
o vorágine o sola nota de dolor obstinado.
Hoy he tocado tu corazón en las yemas
de los dedos y he oído el mismo agudo acento
que llevó a los amantes al amor
desgarrado y a los pactos suicidas.

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Horas

11:30 P.M.

Durísima la luna. Igual que tú, tan lejos.
Suéñame, te digo, como te sueño aquí,
hasta que los dos sueños se conviertan en fuego,
hasta que mi aliento sea el tuyo,
hasta que respiremos cada uno
por la boca del otro.

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La piel

Creyente sólo de lo que toco, yo te toco,
mujer, hasta la entraña, el hueso,
aquello que otros llaman alma, tan unida,
tan cerca de la carne mortal y voluptuosa
o siempre ardiente o nunca maltratada
sino dulce, oscilante entre querer
y subir, adentro de la espuma.

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Luz

…acampadas en la célula
como en un tardo tiempo
de crepúsculo.
José Gorostiza

Ciego de nacimiento, me escandaliza
el tacto. Vivaldi suena en medio
de la bruma y la ciudad, bella
hasta su colmo, intolerable, extiende
dedos hacia el mar.

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Luz detenida

Hoy baila mi mujer y taja
sonrientes cicatrices en su cielo.
Hoy ella baila, colibrí ante la flor,
espejo frente a espejos enemigo.
Y la flor se habita de las plumas
y el pájaro seis pétalos se vuelve.

Soy un puño de tierra echado al viento.

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Mentira

Todo cuanto hasta aquí fue escrito,
mentira sorda. No es verdad
que haya sido menos dura
la mandíbula airada de las horas.
Que un pañuelo piedad haya enjugado
el sudor de las víctimas. Falso
también que días más tarde
la vida sea más fácil.

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Papel borrado

Cuando termino de escribir todo esto,
después que durante horas me imprimo
como un mecanismo de dulzura y de cólera
én las hojas, y el viento desordena los papeles
y entra un siblido extraño, y merodea en la casa
una noche especial, ajena, sin preguntas;
cuando abro las ventanas para que lleguen
los amigos que tienen nombres de herramienta
y prisines, después que me deshago de este
tósigo, cuando quedo vacío, mi mujer
viene aquí con amor que estrangula.

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Rescoldo

Se va hacia atrás el horizonte.
La estrella Sirio vuelve hasta su origen
(¿cuál, oh dioses, a dónde va
con esa prisa oscura?).
Otros planetas surcan, en órbitas,
mi sangre. El agua ya es tiniebla,
el árbol se comprime.

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Viajes en avión

A Joaquín Hernández Armas

6

Qué alegría decidir qué beber,
cómo morir, por qué, y en dónde.
Quisiera morir, así,
bajo un gran árbol.
Desearía ser quemado;
que mis cenizas irritaran,
polvo, los ojos de la que amo;
que fueran sólo la mancha
en un libro pasados los años.

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Entre la espuma, sal en mi lengua, gota en mi cuello (I)

Estoy dondequiera a la hora del desastre
porque contigo estoy, porque sin ti no estuviera.
Nada más a ti te amo, n estoy para los demás, en nadie estoy si no estoy
en ti,
raíz de miedo, agua derramada.
Yo soy el hilo de agua que ata las esquinas, los rincones,
las puertas de los que babeantes han descubierto entre cuerpo y cuerpo
pústulas enfebrecidas,
lagos sangrientos y han descubierto que atropellados estamos, hermana,
muertos.

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A ti

Al calor de tu forma progresa mi sangre, en el aire
de sueño
el clima para lo solo eres tú
-una sombra canta para ti en el fondo del agua al
compás de mi corazón
y en tu mirar mis ojos están silenciosos por la música
al soplo de la luz,
en el cielo y en la oscuridad.

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Como una luz

Llegada la hora en que el astro se apague,
quedarán mis ojos en los aires que contigo fulguraban
Silenciosamente y como una luz
reposa en mi camino
la transparencia del olvido.

Tu aliento me devuelve a la espera y a la tristeza de la tierra,
no te apartes del caer de la tarde
-no me dejes descubrir sino detrás de ti
lo que tengo todavía que morir.

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Eres visible

Permaneces todo el tiempo en el olor de las montañas
cuando el sol se retira,
y me parece escuchar tu respiración en la frescura de la sombra
como un adiós pensativo.

De tu partida, que es como una lumbre, se condolerán
estas claras imágenes
por el viento de la tarde mecidas aquí y a lo lejos;
yo te acompaño con el rumor de las hojas, miro por
ti las cosas que amabas
-el alba no borrará tu paso, eres visible.

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La Muerte por el Tacto (Fragmento)

(A modo de manifestarse
estupor ante lo bromista
de la mirada).

I
Olvidó los océanos y las voces

replegado con los demás en el apagado símbolo de los puentes – hizo perdurar el crepúsculo

al igual de la condición de los afectos al árbol

los ensangrentados

los de largas cabelleras

los forjadores del viento

los que con la impasibilidad de las cosas han
depositado un pétalo

una arena un aire en el arco olvidado de aquella
cumbre

los que iniciados en los triunfos de la naturaleza

en las revelaciones de las edades y de las lluvias

anuncian las transformaciones del sonido, figura tuya
– no sé aún quién eres

los que sean lo mismo que los rios parte vital de las
montañas

los que sean

los que realmente vivan y mueran sin hacer gesto de
desagrado

los que se queden imberbes y también los barbudos y
los barrigones

dignos y naturales cuando el sonido y el viento son
una misma cosa

cuando no existe necesidad de que no hayan moscas

cuando no se tiene que pagar para que besen a los
delegados y el beso no sea más que beso y no señal
torcida hypócrita y atentatoria

cuando el matar no es condenable sino sólo matar y
el término con que se designa la acción desaparece

cuando te topes en las esquinas con alguien
idéntico a ti y puedas decirle ‘hola’, ‘ojalá’, ‘tal vez’,
‘recuerda’ o ‘quien sabe’

indistintamente

como si te refirieras a él o a ello o a ellos o a ti desde
la luz hacia la luz

es necesario que escriba una carta para poder ver
mejor la luz de las cosas

luego de leerla alumbrado por el antiguo vuelo de mis
amigos muertos

es necesario que recuerden todos su amor a la
música, si sosiego y su desdicha

y su propensión a la risa así como las arquitecturas
que urdían cuando podían hacer lo contrario

y su lamento, el lamento que ya fue analizado sin
usar la substancia humana,

sin planes, sin palabra ni consulta, pero con
ademanes repetidos bajo la mirada

que caía desde un pedestal diseñado en otro tiempo
para ensalzar a los mendigos, a los valientes y a los
inventores del azúcar y del resorte

y sus proyectos,

los rigurosos alegatos en favor del desquiciamiento,
de un anti-orden, para el retorno profundo al
verdadero ordenamiento

sus conmovedores argumentos para comprender
finalmente el simple significado de la estrella

sus penas tan dignas de respeto

sus venias (te explican el punto de partida de la vida)

encerraban una melodíia ingenua y lejana y te
inducían a ser más bueno y desentrañar con mayor
autoridad los signos misteriosos de las nubes y de las
calles

hacían que te vieras tal como eres (tu contenido, las
propias venias que jamás harás)

y les intitulabas medida de todo, y solucion secreta
de todo, y surgía de tu sombra una venia destinada
a ellos

y les intitulabas ‘caro destino, gayo amigo’.

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Ven

Ven; yo vivo de tu dibujo
y de tu perfumada melodía,
soñé en la estrella a que con un canto se podría llegar
-te vi aparecer y no pude asirte, a turbadora distancia
te llevaba el canto
y era mucha lejanía y poco tu aliento para alcanzar
a tiempo un fulgor de mi corazón
-el que ahora estalla ahogado por alguna lluvia compasiva.

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Acis y Galatea

Ese cuerpo labrado como plata,
ese oro, esa túnica, esa piel,
ese color que tiñe la escarlata
corola del pistilo de un clavel;

ese cielo de cárdenos espacios,
esa carne que tiembla en el vaivén
de las rodillas y de los topacios
nos dicen que este cuadro es de Poussin.

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Convento de las dueñas

A Federico Ordiñana

El oscuro silencio tallado sobre el tacto
golpea sin tocar la luz de esta materia,
de esta altura perdida persiguiendo
la eternidad donada a sus figuras.

Un sosiego perenne asciende hasta la música,
difumina los ecos sonoros del espacio
y pulsa, impele, domeña, geometriza
la mágica sorpresa del aire en surtidores,

Infiel al arbotante, a la jamba convexa,
al ritmo que la mano con claridad impone,
deja un aliento verde para llegar al sueño,
al éxtasis que crece desde la piedra en fuga.

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Daimon atopon (II)

Árbol de olvido, tú,
cuerpo incesante,
paloma suspendida sobre el vértigo.
Hay una sal azul tras de tus cejas,
un mar de abierto fuego en tus mejillas
y un tic-tac indecible que me lleva
hasta un profundo dios hecho espuma.

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Daimon atopon (III)

Por ti la luz asciende a mediodía,
arena prolongada hasta mis labios,
hilo de tierra ardiente y presurosa
donde el espacio brota más intenso.

Es un géiser de espuma,
de interrumpida lava,
de paloma incompleta
que multiplica el aire en dimensión de voces.

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El corazón del agua

Remos, mareas, olas.
Un murmullo impreciso perpetúa
la oculta faz del imposible aliento.

Una gota de sal disuelta llama
sobre un pecho pretérito
buscándote.

Un párpado de luces diminutas
donde tus dedos tocan el azogue.

Un latido oxidado que penetra
y lame y teje y corta claridades.

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Himno a Venus

Amor bajo las jarcias de un velero,
amor en los jardines luminosos,
amor en los andenes peligrosos
y amor en los crepúsculos de enero.

Amor a treinta grados bajo cero,
amor en terciopelos procelosos,
amor en los expresos presurosos
y amor en los océanos de acero.

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