Ojos sin color

Malignas obsidianas, cábalas siblinas,
pupilas de tormenta: sois el raudo aletazo
de dos cuervos cautivos en el sedeño lazo
tendido en las pestañas vibrátiles, endrinas.

Zafiros extasiados, plegarias matutinas,
pupilas de pureza: sois el místico vaso
de ensoñador absintio que en su glauco regazo
deslíe cabelleras de náyades y ondinas.

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Pies desnudos

Encanto impresentido de tus plantas desnudas.
Ni de tus labios ante los cárdenos arcanos,
ni ante el pálido y leve prodigio de tus manos
el alma elevó tantas adoraciones mudas.

Son plintos marfileños donde apaga lejanos
resplandores la sangre; donde quiebra las rudas
avideces que arroja como flechas agudas,
la carne visionaria de los sueños paganos.

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Sonámbula ternura

En ti mi soledad y este silencio,
prisionera tormenta de ternura,
vibrante y pura soledad de amor.

Soledad matinal, dorado golfo
donde recién nacidos pensamientos
abandonan el fondo
como róseo desfile de moluscos.

Una huella en la playa de los sueños,
la de tus pasos blandos y nocturnos…
La luz el vuelo emprende
y el remanso se ahonda
con ansia renaciente
de tu rumor insomne y de tu sombra.

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Sosiego

Des fauves souvenirs
flambent dans tes prunelles
Lean Deubel

Duérme: será dulce tu sueño
igual que sombra de flabelos
perfumada y mullida bajo un árbol,
en tanto que la luna de los parques
alumbra en lloro tenue
las vigilias inmóviles del mármol.

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Sueño vesperal

Te invoco suavemente como si te besara
-suavidad indeleble de tus lejanos besos
soñados dulcemente bajo la tarde clara-
los labios en los labios serenamente impresos.

Un corporal efluvio -como si te estrechara-
llega en la suspirante brisa de los cerezos;
se encienden los luceros en tu huella preclara…
La hora es como una bandada de regresos.

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De «Poemas de amor»

Poemas de amor

1. Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el
inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.

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Libro de las mutaciones, 7

Un silencio vestido de fango,
el tartamudeo abatido del agua que gotea, el graznido del amor fugaz
con una puta, hace dos años en septiembre; el hastío, esa lenta langosta
que me niega el olvido; la sombra de la casa en la memoria, la mañana,
un sueño que se agota, el árbol casi seco, el ruido de una llama.

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Poema

Se siente tu claridad
hasta en los ojos cerrados,
-presencia que no se ve-
acariciando los párpados.
Salinas

Aquí estoy acompañado de testigos tuyos
de pequeños hermosos testigos tuyos
acompañado un poco digo de tu ausencia
Es como tenerte en sueños
cada cosa tiene la forma exacta de tu distancia
mi mirada que te mira en sueños
en fin es como tenerte sin tenerte y teniéndote
en todo lo que oigo en todo lo que miro soñando o sueño mirando me confundo
cuando veo lo feliz que puedo estar contigo aunque tú no estés
y me hayas enviado tu ausencia a habitar en mis testigos tuyos
en mis pequeños hermosos testigos tuyos
De repente todo es tu voz que dice algo que dijiste hace días
y tu voz es la forma de tu ausencia tu voz
eres tú cuando te oigo en el sueño en que vivo ahora
que me envías tu ausencia a conversar
me pregunto a veces no en este instante que solo interrogo
a los testigos a los pequeños testigos tuyos
a veces me pregunto si con tu ausencia me envías noticias tuyas
que me llegan con retraso
pero no me importa porque ahora te siento tan nosotros
me siento tan tu cómplice
te siento tan mi cómplice
que soy el sueño que sueñan tus testigos cuando duermo y sueño que ellos duermen.

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Venganza

Ahora tú, vuelta poema,
encasillada en versos que te nombran,
la hermosa, la innombrable, luminosa,
ahora tú, vuelta poema,
tu cuerpo, resplandor,
escarcha, desecho de palabra,
poema apenas tu cuerpo
prisionero en el poema,
vuelto versos que se leen en la sala,
tu cuerpo que es pasado
y es este poema
esta pobre venganza.

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Arieta

Yo me enveneno con un recuerdo:

En el violado camarín, la seda
y el sutil vello y de odorante nardo
discreto olor y la hora soñada…

Yo me enveneno con un recuerdo.

En el violado camarín, el mudo
férvido amor que en las pupilas arde
y el tibio zumo de la boca henchida…

Yo me enveneno con un recuerdo.

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Arieta II

A Pepe Mexia

Perfumes, aromas ya idos. ..
Aromas, perfumes… Aromas
de áloes, sándalos y gomas,
suaves perfumes abolidos:
¿en cuáles Edenes perdidos,
en cuáles Pompeyas, Sodomas,
Lutecias, Corintos y Romas,
estáis?

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Balada del mar no visto, ritmada en versos diversos

No he visto el mar.

Mis ojos
–vigías horadantes, fantásticas luciérnagas;
mis ojos avizores entre la noche; dueños
de la estrellada comba;
de los astrales mundos;
mis ojos errabundos
familiares del hórrido vértigo del abismo;
mis ojos acerados de viking, oteantes;
mis ojos vagabundos
no han visto el mar…

La cántiga ondulosa de su trémula curva
no ha mecido mis sueños;
ni oí de sus sirenas la erótica quejumbre;
ni aturdió mi retina con el rútilo azogue
que rueda por su dorso…
Sus resonantes trombas,
sus silencios, yo nunca pude oír…:
sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos;
ni su mutismo impávido cuando argentos y oros
de los soles y lunas , como perennes lloros
diluyen sus riquezas por el glauco zafir…!

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Canción nocturna

En tu pelo está el perfume de la noche
y en tus ojos su tormentosa luz.
El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante.
Mi corazón, clavado sobre la noche de avenuz.

La noche está en tu frente morena, erguida y frágil
y en tus brazos que un vello sutil aterciopela.

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Cancioncilla

Quise una vez y para siempre
-yo la quería desde antaño-
a ésa mujer, en cuyos ojos
bebí mi júbilo y mi daño…

Quise una vez -nunca así quise
ni así querré, como así quiero-
a ésa mujer, en cuyo espíritu
fundí mi espíritu altanero.

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Cancioncilla 2

Tú coronas mis quince lustros
con el cíngulo de tus brazos,
con el cíngulo de tus muslos,
con el perfume de tus labios,
con el éxtasis de tu júbilo
-cabrilleante por los lagos
auriendrinos, hondos carbundos-.

Con la tersura de tus manos,
con el ardor de tu combusto
tesoro en flor, que orna melado
toisón en rizos: el refugio
fragante, que al híspido fauno
tú le donas, -intercolumnio-:
oasis tibio entre alabastros.

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Divagación nocturna

Riela en mi alma tu recuerdo
como la luna sobre el mar…

En el silencio de mis noches
oigo tu voz aletear,
tu voz que me dice muy paso
que no me quieres olvidar…

En el silencio de mis noches,
-como la luna sobre el mar-
riela en mi alma tu recuerdo…

Veo el undívago vibrar
de las estrellas, en tus ojos…

Me embriaga el cálido aromar
de tu melena tenebrosa…
Tu frente, -un milagro lunar-
trasluce los puros anhelos
de tu querer, de tu ensoñar.

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Doble canción

I
Tengo una sed de vinos capitosos
-venusino furor, pugnas salaces,
ojos enloquecidos por el éxtasis,
bocas ebrias, frenéticos enlaces-.

Tú, Dinarzada, tú, fogosa mía,
tú, Melusina, vid de mis deseos:

¡dóname tu lagar tibio y recóndito!

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La luna blanca… y el frío

La luna blanca… y el frío…
y el dulce corazón mío
tan lejano… tan lejano…

¡tanto distante su mano…!

La luna blanca, y el frío
y el dulce corazón mío
tan lejano…

Y vagas notas del piano…
Del bosque un aroma arcano…
Y el remurmurar del río…

Y el dulce corazón mío
tan lejano…!

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Más breve

No te me vas que apenas te me llegas,
leve ilusión de ensueño, densa, intensa flor viva.

Mi ardido corazón, para las siegas
duro es y audaz…; para el dominio, blando…

Mi ardido corazón a la deriva…
No te me vas, apenas en llegando.

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Mi pobre amor se está yendo

Mi pobre amor se está yendo…
yo me quedaré llorando…
La lluvia, leve, cayendo;
una nube, allá, glisando…

Mi pobre amor se está yendo.

Lejos, muy lejos!, soñando
la dulce amada, y tejiendo
su ilusión, me va matando…
Mi pobre amor se está yendo…

¿Qué pasa, que nada entiendo?

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Nocturno N° 2 en mi bemol

(Scherzo Serloso)

I
Tiro los dados en el azul tapete de la noche
para jugar el albur supremo!

Juego mi vida!
La llevo perdida
sin remedio…!
Bien poco valía!

II
Juego mi vida contra una sonrisa de Venus Cipriota
hembra madura, parpadeante en acecho del primer cupido;
o contra la Osa Mayor
que ha de bailar en las ferias al són del adufe;
o contra el anillo de latón de Saturno, viejo verde,
taimado prestamista, insigne usurero;
o contra el rebaño de las Pléyades,
-vírgenes necias, capretinas locas-.

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Rimas

Tímida, la palabra
de tus labios caía,
y en mi pálida frente
dolorosa y macabra,
toda melancolía
se regó, evanescente,
blanda, como un arrullo…

Oh tu voz adorable…
¡Voz única entre tantas!
(Bajo el influjo suyo
fue placer inefable
mi dolor…) -Hoy no encantas
este fúnebre yermo…

( No sé dónde se riega
-toda melancolía-
tu voz… ) -Y estoy enfermo
porque tu voz no llega
a bañar de alegría
mi sufrir… en mi vida
dolorosa y macabra,
tal vez hubieran sido
para curar la herida,
tu voz y tu palabra
que yo jamás olvido…!

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Ritmos

A Rafael Maya

Atardecer.
Temor crepuscular…
Inquietudes que el véspero insinúa…
Luces violadas. Nombre de mujer
que escucho musitar
cuando el silencio se acentúa…

Angustia tremulenta.
Indeciso dolor
que no se nombra…
Indeciso dolor que se aposenta
-frío y taimado- en lo interior
de nuestra sombra!

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Señora, Dama, dueña de mis votos

Señora, Dama, dueña de mis votos!
¿cuándo veré tus ojos encantados,
tus manos inasibles, tus dedos abusados,
y tus cabellos -piélagos ignotos-

Cuándo veré tus ojos encantados,
y oiré tu voz de ritmos sosegados…!
Pero serán todos mis sueños rotos
por el furor de inevitables notos…
y tus manos pequeñas -los dedos ahusados-
no curarán mis rudos alborotos,
ni darán paz a mis martirizados
labios, que ardieron odios y sedes y pecados…!

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Soneto

No te besé la boca sino cuando
me decías que el viento te besaba…
Si te gocé, ello fue si te gozaba
también Eros….: con él te iba gozando.

Yo sólo se decir como es «amando»
ni supe ni sabré como es «amaba»….

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Vieja romanza

Oh gracia de tu rítmico cuerpo gozado un día!
Oh misterio inasible de tus ojos sedeños!
(Me persiguió tu hechizo por ilusos y lueños
países encantados que holló mi fantasía…)

Oh gracia de tu cuerpo que ritmó la alegría
para danzar la Danza Única de mis Sueños!

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Desde siempre

Tu paso
-de una sílaba-
por mi larga fila
de palabras vacías
estaba anunciado desde siempre

Tu paso de ecos
como la lluvia
de tu tierra amada
era realidad antes de verte

Tu paso
de cascabel y gaita
era lo que en mi alma acontecía
cuando la visitaban de niña los presagios

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