allí estaban
con la brisa de diciembre
entre manos y pañuelos
allí estaban
allí estaban los míos
un corto silencio
pedí disculpas por la demora
y retomamos la conversación
Poemas cortos
había magnificado hasta las pequeñas cosas
que a mi regreso
casi no pude entrar por la puerta
La cópula no es para mí
más vergonzosa que la muerte.
Walt Whitman
La silueta vuelve su contorno
al que emboscado atisba
las delicias de un cuerpo
de moral desnudo.
Animal saludable
en estado de gracia
¿dónde vive el pecado
sino en la distancia?
¡Mira la vida al aire libre!
Los hombres remontan los caminos
recuperados
y canta el que sangraba.
Tú, soñador de dura pupila,
rompe ya esa guarida de astucias
y terrores.
Por el amor de tu pueblo, ¡despierta!
Me contaba mi madre
que aquel pueblo corría como un niño
hasta perderse;
que era como un incienso
aquel aire de huir
y estremecer los huesos hasta el llanto;
que ella lo fue dejando,
perdido entre los trenes y los álamos,
clavado siempre
entre la luz y el viento.
Si mañana la mano
izquierda
me amanece muda
no confiaré en las palabras.
Las frases serán
un río de astilla
y dedos heridos
Si mañana
un relámpago invalida
mis noches, las mañanas
¿cómo les comunico
el dolor o la alegría?
Aquí, contigo, en ti
sobre tu cuerpo escribo,
trazo increíbles garabatos
con la vara del recuerdo.
Con las sílabas de mi carne
describo descabellados actos
aprendidos de memoria
a flor de calle
y apenas alcanzo a descubrir
el infierno que arde en tu boca.
Límite impreso larva del símbolo ilimitado
En ti el sonido del alma queda blindado
Trinchera en el papel de la emoción escrita
Recluta en tus hilos de tinta esta breve cita
Antes que la olvide y antes que sea olvidado
Del ciprés enhiesto en la llanura
los días afilan las sombras.
La soledad, agachada, lo ve.
Y huye sin querer que se lo nombren.
este balbuceo de las hojas
puede ser excusa de lo que hay
tras la nuca del monte y no se deja mirar
puede ser boceto del epitafio
de algo que no se podrá evitar
este balbuceo de las hojas
Ocurrimos cuando vencía el dilema,
el acoso del desorden, las malas noticias.
Nos bautizaron
con un signo de interrogación
en la frente baldía.
En algunos casos
amor encendió los signos
por unos u otros extremos
y el humo que se formó en el espiral
ahuyentó por un tiempo
a los insectos.
en la segunda puerta de casa
de brazos cruzados y de pie esperando
la muerte
le telefoneo y aviso
que llegaré tarde
que no se preocupe que duerma
me contesta:
no me moveré de aquí
mi pausa
temblorosa y prolongada
no sabe qué
dec(…)i
Al costado de la estación,
alborotados, los grillos expresan
cánticos ancestrales, legados
de la hierba.
Los viajeros llegarán y se irán
explorando madrugadas polvorientas,
donde una compañía les seguirá
sin que la vean.
(El sonido verde de la espera).
Inútil experiencia
de libertad, el drago
irrumpe sometido
al cemento. Raíces
fascinantes o tercas,
pura ansiedad vencida,
quien buscó la palabra
que acompaña, quien hizo
de su pasado inmóvil
un ademán de entrega,
hoy no pide otra cosa
sino silencio, y palpa
la piedra ya, los muros
impenetrables, hoscos,
y hacia los cielos libres
renace extraño, insomne,
proponiendo la vida
desde sus propias ruinas.
Insaciable,
entré en tu edad madura, en la maleza,
busqué el tenso bambú, la carne cimbreante,
con el designio de un tardío acoso,
y como el sueño no era sino un viaje
cuyo mayor dolor es el regreso,
hacia la tapia fulgurante y ciega
acompañé tu imagen, sufrí su maleficio,
oh misteriosa y húmeda concavidad vacía,
cuerpo más que la aurora vacilante,
desolación para los que esperábamos,
tras noches de ansiedad, siglos de entrega.
Que mi reino no sea
la soledad del héroe pensativo,
sino tu fortaleza amurallada.
Hallen en ti refugio los días claros,
roto ya por mil flancos
el combatido cerco de la noche.
Y cuando zarpe el último navío
rumbo a la decepción definitiva,
quede mi nombre escrito sobre el agua,
indefenso, esperando
la hora en que tú desciendas suavemente,
sabiendo ya el camino, a recordarme.
Parada sobre la piedra
que aún no puede asir mi planta
soporto la tempestad de tus ojos
he de caer
o miraré para siempre
la profundidad
de tus aguas
Mi planta sofoca los bordes
aplasta el granito se hunde
asomo pies helados
en turbias aguas
no he de ahogarme
Las faunas recogen sus manadas
esconden sus melenas
en la tela
ay
no me agarres con los guantes
de la muerte
déjame subirme los vestidos
y calentar un poco
mi sexo
tras tu fuego
Que mis pedazos
alimenten tus bocanadas
no es reciente
mas que venga yo
a tu giro
plena
y en enorme salto
te penetre
Torno el gesto
y por los puntos
estrellados
saludo a tus ojos
que se asombran de
los astros
yo que tengo uno
atrapado
al incendio de mis dedos
te otorgo el resplandor
que morderá tus células
hembra helada
de la tierra
Tus párpados cargados
desprenden
el aliento de la ira
Mi cabeza se lamenta
pierde el equilibrio
La mano en alce
agarrotada de dedos
inmersa
suelta su espuma escarlata
No he de morir ahora
incrústense piedras
pero vuelven a casa
las piernas
que gimen
La desposada cuelga su cara
en los pétalos del damasco
teñida por los días
cae la sonrisa
óxido vegetales de dos cuerpos
amarrada a la viga enlutada
de la muerte
Apoyo mi pierna
desnuda
a la quilla de tus botes
sonrío leve
con el sarcasmo de los muertos
Me han crecido las uñas
y pesadas despeinan
la cortina de mi ojo
Junto las piernas
me apeo de estos mundos
arrastro mi sexo
que cruje entre tibiezas
Gigante rojo moribundo
no asaré mi carne de paisaje
en tus entrañas
En rocas escarpadas
el vestido suelta sus hebras
las nalgas reciben
garrotazos de árbol
el pelo cogido en truenos
espanta mis ojos
que tiemblan
Mujer soy
histérica serena
hipersensible
aterrizo cuando encero
suelo volar desde la azotea
y servir el desayuno
aún con las alas desplegadas
Mujer soy
contradictoria
instancia que aletea
saca cuentas
decide el almuerzo
balancea proteínas
recuerda sus tareas a los hijos
abre la puerta de la cocina
y pela papas
Walt Whitman
resbala por mi pecho
Sólo yo voy desnuda
como si no hiciera frío
me saludan
se sonrojan
y se abrochan el último botón
de la camisa