La era

Mi padre y yo dormimos
en la era, y la paja
nos es lecho de estrellas. Se sienten
las culebras cruzar toda la noche
los haces de cebada, y ratas como gatos
nos roban en el trigo. Me estremezco
y no grito, porque mi padre ronca
bebiéndose la luna, y en el aire
cantan grillos de arena.

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Lotófagos

A mediodía, por el aire, pasa
el ángel mudo de los inmigrantes. Todo
se alza y es un vaho
de pan recién cocido con aroma
de flores. En los barrios, los tranvías,
las ventanas y el metro, cada inmigrante compra
su flor de cada día y una
ración de pan.

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Con hilos de atarraya

Entre la fina red
que siempre estoy tejiendo
con todos los sentidos
prisionera me encuentro.
En la urdimbre sutil
de verdad y misterio,
de amor, olvido, pena,
ansiedad y recuerdo,
yo misma como un pez
me confundo y me enredo;
yo misma día a día
los hilos voy tejiendo;
cuando sé lo que amo
ya no sé si lo quiero.

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Poema de viento

Cuando te vas, todo es de viento,
sólo viento.
Las rosas no son rosas,
no hay sonidos de luna,
ya no quedan milagros.
Cuando te vas,
quiero no perdonar,
quiero cerrar mi puerta de ternura,
quiero coger mi patria y marcharme
con ella,
quiero arrancarme el agua de la vida.

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La muchacha y el Danubio

Como rama al romperse en el invierno blanco,
corazón lloró a la estrella; triste era el olmo,
y hace muchos años; cuánta fuerza y fiereza
en la adolescencia sin dirección, quién se atrevería
a decir: «Por aquí pasó el vendaval»; Dios creció
las ramas y cortó las hojas para que supiéramos
de la felicidad, si la luz pasa.

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