La pescadora

No quiero la pipa curva,
ni tu pañuelo bordado,
ni las rosas -los domingos-
ni el cestillo con pescado.

Y, marcharé de este puerto
hacia otro puerto distante
para que decir no puedas:
-¡La pescadora es mi amante!

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Madrigal

Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.

Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.

Tu retorno lo esperaba.

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Me gusta andar de noche

Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,
cuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.

Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra…
Las calles son más largas, el tiempo también crece.

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Carnaval

El carnaval explota en sus colores.
Un hombre baila con la muerte en el centro de la pista,
lleva en sus brazos un esqueleto y todos miran, ríen y sospechan.
Hay hombres que creen que el carnaval constituye algo así como la vida,
se disfrazan a diario,
disfrazan a sus mujeres.

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El loco

Me hablas desde el pasado extinguido y te escucho,
y al escucharte soy joven, benévola, incipiente.
Me hablas y en cada frase reconozco
mi locura de ayer, fuerte y desmesurada
como el azar y la suerte.
Escribir es volver sin volver,
indagar el desperfecto del espejo
Me hablas y hay otros hombres.

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Mi ventana

El viento
bate espadas de hielo.

-No abriré la ventana-

El viento
decapita luceros.

-No abriré la ventana-

El viento
lleva lenguas de fuego.

-No abriré la ventana-

En telegramas de sombra
que van llevando los vientos
se lee ya la Gran Noticia
que conmueve al Universo…

-Yo no abriré mi ventana-

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Generaciones

A Clara

Ella escribe.
Da vueltas por la casa aplastada de palabras,
por las calles de transeúnte del tiempo,
por las sombras de ese otoño permanente,
allí donde el sol sólo alborea en mañanas extrañas.
Generación tras generación nace la palabra.

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Herencias

Un bisabuelo meciéndose en su sillón de mimbre.
Una abuela partera y crías de gorrión.
Olores a guisos y a frasquitos de éter.
La línea paterna: una ruleta, el pleno al diecisiete.
Ruidos de aviones que planean y nos llevan.
Un magma entorpeciendo las imágenes.

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Huellas de gaviotas

A Clara y Federico

Mediodía, agujero de luz,
gaviotas en vuelo alto.
Al atardecer parecen no estar, sin embargo
sus huellas precisas
han dejado marca sobre la arena.
—A veces creemos el horizonte libre de huellas,
creemos haber cruzado definitivamente las aguas—
Atardecer.

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La otra

Qué hubiera sido de ella si no se hubiera ido,
si las viejas caras a la entrada de los cines, odios y amores de antaño
acompañaran la última de Chabrol. Y los sueños.
Qué hubiera sido de ella si nadie hubiera muerto,
si los muertos fueran sólo los abuelos y la tía octogenaria.

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Las tentaciones de Madame Bovary

Buscando entre heroínas antiguas,
releyendo crudos y amargos diálogos de amor y de muerte,
entreteniendo la tarde de invierno con té y viejos rencores adosados a un sueño,
así, entre mis libros de mujeres,
te encuentro.
Vuelvo a encontrarte,
hoy que todas las batallas damos por perdidas,
porque hemos triunfado en lo que se puede,
hemos abandonado dices, satisfecho, el imposible.

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Pieza equívoca

La historia no termina.
¿Qué paloma mensajera mandaré esta vez,
qué luz en el cielo harás brillar
para que vea tu naufragio,
para que sepas de mi naufragio?
Solo así, distantes,
conservamos la ilusión del desembarco.
Pieza equívoca.

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Sherezade

El es mi insomnio de silencio,
los ojos del león en la noche del desierto.
Tiene ruinas, rupias, monumentos.
Delirios amarillos.
Toneladas de agua en las entrañas.
Pura tierra huracanada.
Lienzos.
Tiene la mustia sensación de haber vivido,
de no vivir más, de haberse muerto.

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Vine

Vine con el deseo de querer a las gentes
y me han ido secando mi raíz generosa.
Entre turbias lagunas bogar veo a la Vida.
Deja estelas de fango, al pasar, cada cosa…

Y hablo así, yo que he sido vencedora en mi mundo,
porque pude vencerme y vencer a deseo.

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Soneto de lo conseguido

Como el que salta alegremente un río,
ignora puentes, vados y barreras,
así por mi cantar, sin más esperas.
Con velas desplegadas el navío.

Ajena al vendaval, al norte frío,
inventándome modos y maneras,
acumulando luz de altas esferas;
mi otoño cambio por ardiente estío.

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Campo abierto

Enamoradamente he vuelto la cabeza,
allí, por la mañana de luz y de claveles,
con la viva alegría
del viajero que vuelve al lugar deseado.

Enamoradamente por los altos balcones,
entre jardines tibios, con risas de muchachas
que ya están presintiendo el roce del amor.

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El diálogo

No hilvanemos historias, no hace al caso,
lo importante es saber que aquí me tienes.
¿Dónde ya la que fui?
Deja que el tiempo se nos lleve y pase,
así quedamos siempre renacidos.

Hoy no sé si estas manos son aquéllas,
sólo las siento como manos tuyas
porque tu tiempo es tiempo que me sueña
y me vive hacia más y más por dentro.

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Introducción

Ya todo está inventado, descubierto;
llego tarde, muy tarde, a vuestro lado;
por eso no me inquieta lo remoto
y voy tras lo sencillo y cotidiano,
llamándole al pan, pan, y al vino, vino…
Aunque no suene bien, ¡es tan humano!

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Pido la palabra

Ciudadanos del mundo,
en nombre de mi patria, pido la palabra.
En nombre de mi pueblo, sencillo como el agua de la acequia,
pido la palabra.

En mi pequeña morada comenzó la patria
allí todos gritaban en las noches cuando el puño del alcohol,
caía sobre el rostro de mi madre, recuerdo la sangre y los nervios,
los nervios en angustia de alambres aprensados;
en las noches ondas, pobladas de llanto y el miedo de los pequeñitos allá,
en la esquina más dolorosa de mi sangre, comenzó la patria.

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Por volverlo a escuchar

Urgente la presencia te reclamo,
eje te quiero de mi todavía,
la espuma de tu orilla por la mía
ascendiendo sedienta tramo a tramo.

Prolongado oleaje del te amo
que de mi playa aleje la agonía.
Por volverlo a escuchar deshojaría
hasta el último sueño de mi ramo.

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Simplemente

Si pudiéramos decir:
el árbol, simplemente,
sin viento que lo inquieten,
sin pájaros que lo pinten.

Y luego,
la mujer, simplemente,
sin adjetivos,
sin paisaje que la desnude.

Después,
el hombre, simplemente,
sin miedo que lo agigante
ni sombra que lo entretenga.

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Qué fácil este ahora

Después de tanto y cuanto, aquí estamos de nuevo
ahorrando las palabras, sabiéndonos el fondo,
porque el silencio dice de nuestra paz ganada.

Nos tenemos compactos, casi a renglón seguido:
una página escrita con tu nombre y mi nombre,
encuadernada a pulso de sucesos y tiempo.

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Quiero mirar estatuas

Iremos por las calles que ya nos vieron antes;
el aire distraído para que nadie sepa
que la historia prosigue con capítulos nuevos.

Quiero mirar estatuas, balcones encendidos,
volver a la baranda del beso y de la noche.
Quiero decir tu nombre en calles solitarias
sintiendo la cintura frágil bajo el abrazo.

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Sabrás

Sabrás que me has tenido por tenerte,
por saberte por fin fijo en tu adentro.
Sabrás lo que se sabe al encontrarse.

Y me sabrás después, desde el lejano
imposible-jamás, río perdido.
Ignorado final a cara o cruz.

Te esperaré en ayer, en hoy, en blanco.

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Sé que trazaba signos

Yo no sé si te tuve; esto nunca se sabe.
Sé que trazaba signos con letras de tu nombre.
Que apretaba las manos inquieta contra el pecho
como el que siempre teme perder una medalla.

Estos son los recuerdos mezclados con el humo
de tu cualquier tabaco, de tu cualquier alcohol.

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Sea

Agua sumisa al pez de tu capricho.
Tú me quieres así, yo digo: «sea»
y nos navega el cielo por el fondo.

Tú me quieres de estar casi en ausencia,
media luz de tu paz y de tu frente,
sujeta a la distancia en que me cercas.

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Si me dejo mecer en esto del recuerdo

Si me dejo mecer en esto del recuerdo que nadie lo repruebe.
Ese fue mi vivir, el que me dieron hecho.
(Las equivocaciones debieron ser, en parte, cosa mía.)
Con pan llevar de luz, a rienda suelta, corría por los campos.
La sierra y sus arroyos se me entregaron siempre generosos
y supe del goce de tenerlos, de rumiarlos en paz.

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Sólo ausencia

Yo seré sólo ausencia cuando gires tu tiempo.
Se te abrirán los libros por páginas de entonces.
Otra vez la ventana con las mismas estrellas,
y otra vez sin quererlo aquella misma calle.

Un lunes, un domingo…
Para cada recuerdo tendrás fechas.

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Todo será silencio

Estaba el muro triste en lo oscuro del parque;
madreselvas tronchadas entre mustios jazmines,
todo ya con la tarde húmeda de la lluvia
arrastrando la pena hacia una larga noche.

La memoria encendía los muros encalados
de otro lejano huerto con naranjos y sol,
pero no era posible anudar la mañana
y se vistió el camino su más intensa sombra.

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Yo te sueño tan alto

Otra vez primavera por los parques de siempre.
Volvemos a encontrarnos con la fecha de entonces
borrándole al olvido aquel punto y aparte.

A buscarme saliste con temor de mi ausencia
y yo estaba arropada en el ayer tan nuestro
que casi me rozaba tu mano al extenderse.

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