El deseo del sueño, 1

Uno puede decir que sí
que la palabra se abandona
cuando la convocamos
con la más ingenua de las intenciones.
Uno puede decir que sí
que es un signo un sonido que toma
su forma desde antes de despertar
y hasta puede uno decir
que el decir es un poder tan nuevo
como el bostezo de un niño a medianoche
y que “decir” es una lámpara
que alumbra sus expectativas.

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En el deseo del sueño, 1.3

Hay una hoja en blanco y una nube arrumbada. La palabra es el intento y el día la frágil continuación de la esperanza. Atravesar el día a través de la palabra es una aventura que no pocas veces termina mal; atravesar la palabra a través del día, es un riesgo que comienza con muy malas esperanzas, aunque hasta ahora no ha vivido nadie para escribirlo.

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En el deseo del sueño, 1.5

Aquí está todo:
el humo a medianoche
la mano rencorosa de la soledad
y el olvido de agosto

Aquí está todo:
el transcurrir insomne de los vientos
la oración que quién escucha
y el sueño abandonado

Aquí está todo:
la común tinta del hastío
que despliega sus dones en la nada
antes que el alba
extienda sus dominios

y está el silencio
y está la voz la tuya dónde
renaciendo de los colores más opacos

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Instantáneas, 1

*
Frente al mar, ayer es el eco de una sombra.

Frente a la sombra el mar es el eco de ayer.

Frente a la palabra el vacío.

*
Cuando amanece como si nada en los umbrales, el vuelo de la jaula es la palabra en el ojo del pájaro malherido.

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Manifiesto

Decía que:
en sus ojos el silencio es un pájaro abril de madrugada,
la espera es la abolición del instante.
Decía que:
una palabra es la revelación del signo que jamás alcanzaremos a descifrar,
la escritura es la tinta más endeble de su propia interrogante,
la noche aparece como una mera manifestación de entidades amorfas que se disipan al amanecer, y en ella el recuerdo es una paloma aleteando sus asombros.

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Ubicación

Al norte hay niños que esperan la madrugada para ponerle una raya más al tigre.

Al sur, las nativas bailan descalzas sobre la arena, al mediodía.

Al este, la tarde es un bostezo que se consume a sí mismo.

Al oeste, el amanecer encuentra a los viejos con el libro sagrado entre sus manos.

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Vestíbulo

A Mario Ibarra

Cuando nadie regrese a recordar la voz
de los instantes en el mañana
que encuentra su razón en la penumbra.
Cuando la voz no sea más
que la representación de un instinto
apacentando sus furores en las venas del crepúsculo,
y su eco retumbe
en labios que no han de pronunciarla de nuevo,
ha de volver cantando el aroma de un pájaro
y su largo oficio de oscurecer el horizonte.

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Contricción poética

¡Oh lira, que hasta aquí locos amores
en tus vibrantes cuerdas suspiraste,
y dócil a mis voces me ayudaste
a comprar por un goce mil dolores!

Ya que hiciste armoniosos mis errores
y a mi locura seducción prestaste,
herida de otro plectro, da, en contraste,
con acuerdo mejor, tonos mejores.

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La tormenta

¿Hubo n día jamás, un solo día,
cuando el amor mil dichas me brindaba,
en que la cruda mano del destino
la copa del placer no emponzoñara?
Tú lo sabes, mi bien: el mismo cielo
para amarnos formó nuestras dos almas;
mas con doble crueldad, las unió apenas,
las quiso dividir, y las desgarra.

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Reloj de arena

¡Cuán rápida desciende
la arena ante mi vista;
y cada leve grano
lleva un mísero instante de mi vida! …
Tardos los juzga el Tiempo,
y el curso precipita,
y el frágil vidrio estalla
entre las manos de la Muerte impía:
Al viento arroja el polvo
con bárbara sonrisa;
y amor, gloria, ilusiones
al borde de la tumba se disipan…
¿Dónde voló mi infancia,
mi juventud florida,
mis años más dichosos,
mis gustos, mis encantos, mis delicias?

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VERDOR QUE SALTA

Inminencia, celeste inminencia
de días que son pájaros,
de pájaros que son venas.
Frescas corolas que se imantan
más allá de mi abismo.
Un ritmo aparte que mitiga
la ausencia en que me hallo.
Algo como un dolor que acorta la distancia
del cielo.

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Explicación precisa

Mi vida son historias de pueblo trasplantado
pueblo al que le cortaron de tajo
el cordón umbilical con insolencia.

Son ficciones basadas en recortes
de cartas coloniales
y crónicas sangrientas.
Mi vida son historias
de población desarbolada
en mil e cuatro cientos noventa y dos,
año sin gracia, por lo mismo.

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Madre, nosotros también somos historia (I)

A Magdalena, mi madre

1

El aire húmedo, viejo familiar nuestro, te puso en mi memoria
con tu vida presente y anteriores vidas.
Cerré entonces el libro para acercarme al hombre
formando multitudes, dejé correr las voces,
dejé que envejeciera la tarde por ser tarde,
perdoné la flojera del bus y los enviones
y me puse a pensar copiosamente, verificando los recuerdos
en el manual de tus oficios regios.

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Madre, nosotros también somos historia (II)

No me puedo quejar de tu cariño del cual soy bien servido,
ni andarme por las ramas cuando hay que echar el hombro,
ni presentar excusas a quienes recolectan sentimientos dulces,
ni ser inexpresivo como los bustos de los parques
mientras sea tu nombre el engranaje central de mi existencia
y tu mano esté en las mías como una banderita,
mientras pases por la ventana de mi alma
invitándome a reandar tu vida más allá del tiempo
en que di con tu figura
y mi corazón realmente empezó a condescender.

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Nacimiento del sol

A Roque Dalton, cuya muerte fue doblemente injusta.

«Tengo Sol.’
Alma América

Nace enhiesto y donde le da la gana.
Si despierto a mi esposa se aparece
sembrado en sus pupilas como si fuera un aster.
Lo sabían los quechuas
y los que se mataban buscando oro en el lejano oeste,
lo han sabido los niños y también los locos.

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Oración del Todopoderoso

Todos somos hijos de Dios (de la puerta del templo para adentro.
Mientras oramos para que las cosas prosigan como están.)
creemos en su santo nombre (pues nos protege siempre, junto con la herradura
y el manojo de ajos, bendiciones todas para nuestros negocios);
lo alabamos (preferentemente al caer la tarde que es
cuando hacemos el recuento de todas las ganancias);
le damos gracias (porque podemos disponer a nuestro antojo lo concerniente
a la oferta y la demanda, y la alteración de pesos y medidas);
así mismo, le pedimos librarnos del mal (mal, a nuestro entender,
es el término justicia, si va de boca en boca de los que tienen hambre,
los pobres que pusiste, ¡oh Señor!, sobre la tierra, porque sí,
porque alguien tenía que encargarse de los trabajos rudos
para prosperidad de nuestra mesa,
ahora y siempre).

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Plural

Para escribir este poema,
pasé años buscándome las manos.
Debí quitarme telarañas de los ojos;
poner mi corazón al ritmo de las circunstancias
más que al de las novias efímeras
y, sobre todo, no olvidar que el poema
es la síntesis de toda una vida.

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Sueño imperfecto

Si en vez de ojos
me hubieran puesto piedras
de ríos cristalinos
o fragmentos volcánicos
o semillas
de ojo de venado.

Con los húmedos
ojos de un molusco
me habría conformado
para no tener nada
con las lágrimas;
quizá no contaría codazos
ni empellones
ni andaría buscándole bolsones
de luz a las ciudades.

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Aprendizajes

Si tuve en los caminos insensato
afán de regresar, y si del viaje
no me quedó sino el amable dato
de algún humilde ocasional paraje;

si el mar me dio tan sólo el inmediato
goce de la canción de su oleaje,
montaña, cielo y mar en su arrebato
me enseñaron su pítico lenguaje.

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Blancura de la esposa

Límite de jazmín y nieve intacta,
aurora boreal, país de nardo,
témpano de azucenas, rosa exacta,
vellón de azúcar, cristalino dardo…

Velamen de la nube fugitiva
y fuga de relámpago y de espuma,
en el aire de luna pensativa,
muerta de plata en ataúd de bruma.

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Donde estoy

Si quieres encontrarme no me sigas
en mi desamparado movimiento,
guárdate de la flor de mis fatigas
y del dictamen de mi desaliento.

Mis pájaros de sueño no persigas,
huye el que es en mí vencido intento,
mi destrozado símbolo de espigas,
mi desolado sollozar de viento.

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Entonces

Ese día que esperas temeroso,
vendrá. Te irás pausado, y otros seres
ocuparán tu espacio. En tu reposo
escucharás las risas de mujeres

nuevas, el renovarse silencioso
de cuanto vive, y sentirás que mueres
de nuevo en todo día victorioso,
que otra vez dejas sueños y placeres.

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Estuario

Aquí está mi canto taciturno y desvelado,
mi esencia traicionada,
mi poder perdido y la amorosa luz huida
por el húmedo camino de mis vértebras
hacia los más consistentes olvidos.
El tiempo huraño de sus brazos me abandona,
hostil la flor y letal el surco
nocturno en que el sueño me recoge
en lentas navegaciones desvanecidas.

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Pasos de la búsqueda

I

En la tierra desnuda te he buscado,
en caminos, montañas, bosques, ríos,
en amargos inviernos y en estíos,
en mi vida, en la vida, te he buscado.

En las mañanas de oro te he buscado,
y en los vagos crepúsculos vacíos,
en el vuelo de pájaros tardíos,
de nubes y de estrellas, te he buscado.

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Vanidad

Aunque la fama alguna vez me ungiera.
Juan Burghi

La vanidad de mi pequeño nombre
quisiera abandonar en el camino,
que nadie sepa ni recuerde el hombre
que fui en la tierra, oscuro peregrino.

De la fama ignorado y del renombre,
cumplir sencillamente mi destino
y que el lector futuro no se asombre
siquiera del silencio en que me obstino.

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Viento negro

(Elegía paternal)

Este que traigo ahora con mis papeles es un libro recio
y sombrío, como un redoble de tambores enlutados.

-Eugenio D’Ors, Grandeza y servidumbre de la inteligencia.

Bajo la tierra estás inerte,
pero exorable y compasiva
con su beso te dio la Muerte
la perfección definitiva.

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Zarzamoras

(cantos menores)
(1957)

(Por remover su cárdeno tesoro
en la ceniza fiel hundí mi mano:
en mi mano temblaron ascuas de oro,
momentos, sueños, de mi ayer lejano.

Me quedan, de mi cándida aventura
estas canciones que al olvido entrego,
huellas de una indecible quemadura,
marca indeleble de mi oculto fuego.)

*

Esta muchacha tiene dos hijitos
medio abandonados, saldo de su divorcio.

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A filo de obsidiana

Al borde del antiguo bosque o del lago desecado,
en agosto, tanta lluvia, al atardecer.
Sombras que huyen.
El pájaro carpintero sin llegar.
La calle serpentea lentamente.
Pasé junto con la calle.
Al otro lado la tapia colorada.
Los árboles se movían como antepasados.

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Adelaide

Era tan hermosa como pude imaginármela.
Los cabellos dorados como el trigo maduro.
Los ojos más profundos que las profundidades
de las aguas tranquilas.
La vi aquella tarde de diciembre
donde son tantos y todos sin meta
los caminos brumosos de la madrugada.

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Aunque las olas del río de los sueños

Aunque las olas del río de los sueños
crezcan como un maremoto
y la espuma blanquecina
-danzando una infernal zarabanda-
se ilumine con el esperma de una ballena,
remaremos más aprisa antes de que se vaya la noche
hacia los lugares, en los eternos espacios,
donde aparecen por todos los lados
los nombres que tan bien recuerdan nuestros corazones
y la reliquia de la antigua ruina de los varios mundos.

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Caminemos entre la blanca nieve

Caminemos entre la blanca nieve
atravesando el más afilado silencio
con pasos tan suaves y tan lentos
que nunca dejaremos de caminar.
Pisemos su pecho de gaviota blanca,
de colmillo de ballena sin tallar.
Y a donde quiera que no lleguemos,
el silencio se esparcirá como el rocío
sobre el aún más blanco y blando silencio.

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Dársena

Ella pedalea al borde de una dársena seca
recordando los versos de un examen suspenso.
En este puerto, cuando yo era tan joven,
las lanchas que zarpaban y regresaban
casi se tocaban en este mismo beso.
¿De dónde partió y a dónde llegó?

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