Destino

(variaciones)

I
Quien te ve se vuelve culpable.
Quien no te ve no te deseará.
Pues de todo deseo son los ojos
los culpables.

II
Puse dos yunques a tus pies.

III
Qué mortal tu arco sin flecha

IV
La luz del faro cae al alcance del ahogado
que no encuentra el camino de la oscuridad.

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Juncos

Juncos del lago Titicaca,
juncos del antiguo Nilo.
Barcos en el desierto
herrados por el óxido.
Mares de arena.
Trigo, espigas, cebada:
aramos con las anclas.

Cómo quisiera no imaginar
a aquél que desconozco.

Cada uno debajo de su duna
y el sagrado simún sellando todo.

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La soufrière

Sacudidas.
Rocas y cenizas desde la pasada madrugada.
El lodo hirviente. La caldera. El mar.
El sueño en la agonía de los espejos estrellados,
de las velas fracturadas hasta las primeras horas de la tarde.
El rumor de labios cobijados
sin saber a quién besar en este mes de despedidas.

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Las ruinas del mundo

Las ruinas del mundo no mueren,
van apareciendo nuevas, vírgenes,
cada ciertos diluvios.
Escondidas en los grandes cenotes
como luna en noche nublada apareciendo.

Las ruinas del mundo no mueren,
van desenterrándose distintas cada ciertos incendios.
Un día el rayo toca con sus cuchillos
los cuerpos del génesis:
Escarba y surgen
sexos fósiles en lechos de lava.

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Lista de espera

Deslumbrante atardecer, pausado y silencioso.
La hora está en reposo,
tranquila
como un escalador que perdió el aliento,
el cordaje,
en su suprema ascensión.

El sol va rodando apacible
sobre un filamento incandescente.
Se refleja en los fuselajes la paz del cielo.

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Lugar sin nombre

Pasadizos apoyados en las nervaduras
donde resuena la resolana de la música.
Abandonado, sumergido en el polvo y en la desgracia,
paciente como el más miserable Job
cuya pena interminable, lenta,
apenas vinimos a turbar.
Manos codiciosas la hurgaron en busca de tesoros.

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Palomar

El cielo semejante al canoso mar.
Hojas y ramas combándose al peso del fruto.
Reverdecen los árboles que jamás serán cetro.
Los cardos en luna creciente van sembrándose.
Las cepas dañadas por la azada curan.
El húmedo soplo de los vientos
trae recuerdos.

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Olvido necesario

Lugares que me guardan de un olvido necesario.
Palmeras, geranios, sauces que suspiran sobre la
Los días como el óxido que anilla rapaces sobre
Nunca estuve más unido, más próximo a aquella higuera que planté,
ahora que flota en las olas, libre de puntales.

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Vienes en la noche de Cuzco

Vienes en la noche de Cuzco con el humo fabuloso de tu cabellera

Mi mano está sobre el desnudo papel de la mesa
y yo a kilómetros de distancia
en tu túnica de tela real finísima,
transparentes ambos cuando al estar mojados
de tinta o mar se dejan ver preformes,
voluptuosos por la oblicuidad del oleaje.

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La guerra y la paz

(Incrustaciones en una pared)

y prohíbele juntar las piernas para siempre

la guerra y la paz
«o estás con dios o estás con el diablo»:

te dije que era mentira
pero ya mejor no te digo esto

encorvas tu tronco y sumerges la cabeza
en un hoyo
húmedo, el mar
(Buñuel tiene una escena con avestruz)

y el Papa pontifica / dice:
la paz os dejo,

pero la paz es piedra solitaria
donde orinan los burros o camellos
del desierto
esta paz no es nuestra
no tiene olor / ni sonido / y es una
caja de cuero
muda con folios amarillos:

¿Atahualpa no entendió a Valverde
o al revés?

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Poeta en mecedora

dos.
se nos puede
ir.
las piezas humanas
se
mueven
con pies milimétricos
en un día
negro.

la microscopía
es
riesgosa
porque
te puede trocar en
entomólogo
de puertas clausuradas y
los muchachos y muchachas
no
traspasarán tu opaco umbral
ni virarán sus
desnudas pantorrillas
hacia tu tímida cala-
vera
que mastica cultísimos
libros
en una mecedora amarilla
donde habi-
tas
cual beatle adocenado
mientras los claveles en cadenas
fueron reprimidos
al pie de las rojas / minas
y de los terrones acorazados.

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Amada amiga

Las personas que me visitan
no imaginan
lo que desencadenan en mí.
C. no sabe que sueño
con acariciarla
sin que me vea
mientras le echa dulce de camote
al pan parece que juega
con cálices y piedras sagradas,
el modo como levanta la mano
para llenar el cuchillo
de mantequilla
es un gesto
donde los mares hacen equilibrio
donde las mujeres que tienen frío
se solazan.

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La mujer ideal

Desde hace cincuenta años
se ha estado eligiendo en Inglaterra
La Mujer Ideal.
Cada año incontables jovencitas
concursan en los siguientes rubros:
Elegancia
Rapidez de Arreglo
Belleza
Arte de Cocinar
Arte de Planchar.
La más bella y diligente
obtiene el título.

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Tu piel color de la tierra

Un ritual de polvareda sedienta es el insaciable aroma de tus días
junto a la llanura desteida de verdes
corren tus pies oscuros como la piel del planeta.
Tu rostro juega con el vulnerable espejo
del río ancestral que te atraviesa
y es una herida abierta en el paisaje
tu angustia
soberana infatigable
tu hambre
rey que vive en tu boca
tu casa
el nido abandonado
tuslágrimas
diamantes pulidos de inocencia
tu nombre
temor que abre la garganta
y ruge el insomnio de tu raza.

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Somos los amantes que se deshacen

Somos los amantes que se deshacen
en sus sueños
No tenemos nombre en las esquelas
del futuro
Nos iremos rápido
con las primeras horas del amanecer
No se levantará una lágrima
No habrá fe perdida
sólo comienzo
Seremos escudos que navegan
en aguas azules
siempre vencedores
¿Quién dice que faltaremos?

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Segunda ola

Segunda ola: Palabras en conflicto
han pasado gaviotas por mis ojos

1

Mundo
atisba mi boca anodina, dispara su propio símbolo
la voz atrapa sonidos, los mastica, habla
urdida una trama mi corazón arrumba discordias.
anula mis confundidos fantasmas, razonan con otra voz
faltan y sobran
historias oficiosas, blancas, inmaculadas.

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Libro secreto

Zona de fuego/ la palabra- Primera ola
Detrás de mis ojos luce la ola empecinada en volver.
El mar a tientas, impulso tras impulso
insiste con su murmullo solitario y perfecto.
(extraña el amor)
No sabe decir adiós, siempre regresa.

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Gaviota en silencio

Mi gaviota sabe que el silencio
se descuelga en lluvias
-o son silencios de aquellos
que siempre hablan
(por hablar)
con deficiencia de sentido-
mi gaviota desafía la gravedad
te envía una carta llena de
sonrisas
(podría contener lágrimas
o varios temporales)
Ella y yo
hacemos mutismo de palabras antiguas
-viajeras como nosotras-
(amantes de lo imposible)
¿ser poeta es recrear sonidos sin fin?

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Gaviota en grito

En todas partes se desteje
a mano abierta
entre labios silenciosos
(no puedo callarlo)
mi gaviota colecciona hilos de luna
acompañan mis ojos el vuelo
encendemos letras calcinadas
-las que no se dicen por no profanar
lo que está profanado-
junto a un fuego
rodeado de mujeres
(abrazadas a sí mismas)
nos angustian los credos excluyentes
(se despeñan ilusiones)
cascadas de injusticias
-qué sucede con la identidad enjaulada-
mi gaviota
corre grita aletea
imposible razonar este aprendizaje
en geometrías oscilantes
discriminación discreta disciplinada
lo enfrentamos juntas lo gritamos
con el rumbo en llanto.

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Gaviota en éxodo

Mi gaviota y yo somos una
(en secreto – sin libro)
sabemos que en tierra somos desterradas
nos habla el vértigo ciego de lenguaje
la muerte con su forma en tránsito
podrá bañarnos en fuego
llevarnos
(viviremos en ella sin darle tregua)
entre sus ecos sin nada adentro
(nos sabemos mortales)
pero somos paisaje de palabras
aire y tierra océanos
sol aire mariposas.

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Días sin brújula

Son ojos de niños que no conocen fronteras
y guardan sueños debajo de la almohada.
Son lagrimas surcando el alfabeto olvidado
-ilusiones perdidas en el sudor del cuerpo-

Es el delirio de los hombres
que regresa
en rafagas de guerra disfrazada de cordero
embistiendo rondas de niños
como un lobo salta sobre su víctima.

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De piedra

Estamos hechos de piedra, sin memoria ni lágrimas
nos cubre la nieve, cómplice del aire.
Nada perturba la arena fría del alma.
El agua crece y el mar oscuro devora la esperanza.
Los ojos grandes, los pies chiquitos.
La fiebre que interroga a la plegaria.

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Con otra mirada

Tierra herida.
Incansable canto a la existencia.
Aún quedan palabras con el poder de puñales
que vienen detrás de un cortejo sin cuerpos.
Atraviesan límites, redes sin destino.
Impiden que el aire penetre en la tristeza
y el mundo soñado se agite sin formas.

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Autorretrato

Cecilia mía
Terciopelo
Mi vida
Asaltas y seduces
Anima destructiva
Que preserva el alma
Querida iluminada
Construyes y azotas
Enamorada de tus defectos
Envidiosa de tus placeres
Ignorada por los espejos
Seducida por los ojos
Rara comedida
Inconmensurable
¿Cómo fue que llegaste a este mundo?

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Alas calladas

Fue en un bosque petreo donde el condor desplego el instinto
y se hizo vuelo eterno en pliegues memoriosos.
Festivo imperio sobre cumbres invencibles.
Comprendo el sentido.
Cientos de luceros encendieron un himno
el suelo fue duelo y destino de muchos.

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Al descubierto

Si pudiera salir de la oscuridad
Porque la voz que anima
Y el salto lujurioso que ensancha mi pecho
No es normal
Si también pudiera salir del castigo
Estaría atenta al bien
Resbalaría como una merluza
Me hartaría
No sería de este mundo pequeño
Donde apenas encuentro desorden

Si escapara por el canto
Ya no sería este sapo lleno de baba
Mirando la certeza del azul
Si no chocara con mi ruido
Si perdiera la estridencia
Volaría
Qué amable sería para todo.

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Orillas

Era el pasado un tren sin rumbo,
llevaba por embestida
la pólvora que en los ojos de mi padre
apuntaba a su propia soledad.
El hombre nace para contemplar:
la tierra, la cosecha, los hijos
y todas las mujeres iniciadas en ese arte llamado amor.

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Carta

Yo, sí -¿Pero y la estrella de la tarde, que subía y descendía
de los cielos cansada y olvidada?
¿Y los pobres, que golpeaban las puertas, sin resultado, haciendo
vibrar la noche y el día con su puño seco?
¿Y los niños, que gritaban con el corazón aterrado?: «¿por qué
nadie nos responde?»
¿Y los caminos, y los caminos vacíos, con sus manos extendidas
inútilmente?

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Infancia

Se llevaron las rejas del balcón
desde donde la casa se avistaba.
Las rejas de plata.

Se llevaron la sombra de los limoneros
por donde rodaban arcos de música
y hormigas rojizas.

Se llevaron la casa de verde tejado
con sus grutas de conchas
y sus vitrales de flores empañadas.

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Resurrección

No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,
vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,
los suicidas.
Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,
de las escalinatas,
y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.

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Retrato

Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan delgado,
ni estos ojos tan vacíos,
ni este labio amargo.

Yo no tenía estas manos sin fuerza,
tan detenidas y frías y muertas;
yo no tenía este corazón
que ni se muestra.

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Sugestión

Sucede así -cualquier cosa
serena, libre, fiel.
Flor que se cumple, sin pregunta.
Ola que se violenta, a causa de ejercicio indiferente.
Luna que envuelve igual a los novios abrazados y
a los soldados ya fríos.
También como este aire de la noche: susurrante de
silencios, lleno de nacimientos y
pétalos.

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El castigo del poeta

empezar de nuevo y siempre empezar
sin final que lo espere
repetir las palabras repetidas
aumentar incesante los sonidos
olvidando
que lo dicho ya se ha dicho
y lo callado es el silencio
y repetir de nuevo
buscando soles e inventando estrellas
diciendo
ésta es la palabra y este su silencio
y lo que queda es la memoria y lo que triunfa
es el olvido
y repetir repetir
sabiendo que lo dicho ya se ha dicho
y lo callado es el silencio
fatigado adolorido
atrapado en la jaula que lo encierra
jaula de sonidos
prisión de palabras
angustiosas inútiles pueriles
palabras repetidas
empezar una vez más

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Homenaje de Pier Paolo Pasolini

En soledad bombea el agua, un chorro
que cae con un amargo rumor
en el arroyo, y orina bajo las estrellas
de esa su noche transparente y lisa.

Luego vuelve a subir las escaleras
caminando despacio, como ladrón.
Y aunque aún no lo entiende, lo atormenta
ya ese loco sin Madre que le devora la
lengua y le muerde mientras le
desgarra el corazón.

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