Sueño imperfecto

Si en vez de ojos
me hubieran puesto piedras
de ríos cristalinos
o fragmentos volcánicos
o semillas
de ojo de venado.

Con los húmedos
ojos de un molusco
me habría conformado
para no tener nada
con las lágrimas;
quizá no contaría codazos
ni empellones
ni andaría buscándole bolsones
de luz a las ciudades.

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Aprendizajes

Si tuve en los caminos insensato
afán de regresar, y si del viaje
no me quedó sino el amable dato
de algún humilde ocasional paraje;

si el mar me dio tan sólo el inmediato
goce de la canción de su oleaje,
montaña, cielo y mar en su arrebato
me enseñaron su pítico lenguaje.

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Blancura de la esposa

Límite de jazmín y nieve intacta,
aurora boreal, país de nardo,
témpano de azucenas, rosa exacta,
vellón de azúcar, cristalino dardo…

Velamen de la nube fugitiva
y fuga de relámpago y de espuma,
en el aire de luna pensativa,
muerta de plata en ataúd de bruma.

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Donde estoy

Si quieres encontrarme no me sigas
en mi desamparado movimiento,
guárdate de la flor de mis fatigas
y del dictamen de mi desaliento.

Mis pájaros de sueño no persigas,
huye el que es en mí vencido intento,
mi destrozado símbolo de espigas,
mi desolado sollozar de viento.

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Entonces

Ese día que esperas temeroso,
vendrá. Te irás pausado, y otros seres
ocuparán tu espacio. En tu reposo
escucharás las risas de mujeres

nuevas, el renovarse silencioso
de cuanto vive, y sentirás que mueres
de nuevo en todo día victorioso,
que otra vez dejas sueños y placeres.

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Estuario

Aquí está mi canto taciturno y desvelado,
mi esencia traicionada,
mi poder perdido y la amorosa luz huida
por el húmedo camino de mis vértebras
hacia los más consistentes olvidos.
El tiempo huraño de sus brazos me abandona,
hostil la flor y letal el surco
nocturno en que el sueño me recoge
en lentas navegaciones desvanecidas.

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Pasos de la búsqueda

I

En la tierra desnuda te he buscado,
en caminos, montañas, bosques, ríos,
en amargos inviernos y en estíos,
en mi vida, en la vida, te he buscado.

En las mañanas de oro te he buscado,
y en los vagos crepúsculos vacíos,
en el vuelo de pájaros tardíos,
de nubes y de estrellas, te he buscado.

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Vanidad

Aunque la fama alguna vez me ungiera.
Juan Burghi

La vanidad de mi pequeño nombre
quisiera abandonar en el camino,
que nadie sepa ni recuerde el hombre
que fui en la tierra, oscuro peregrino.

De la fama ignorado y del renombre,
cumplir sencillamente mi destino
y que el lector futuro no se asombre
siquiera del silencio en que me obstino.

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Viento negro

(Elegía paternal)

Este que traigo ahora con mis papeles es un libro recio
y sombrío, como un redoble de tambores enlutados.

-Eugenio D’Ors, Grandeza y servidumbre de la inteligencia.

Bajo la tierra estás inerte,
pero exorable y compasiva
con su beso te dio la Muerte
la perfección definitiva.

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Zarzamoras

(cantos menores)
(1957)

(Por remover su cárdeno tesoro
en la ceniza fiel hundí mi mano:
en mi mano temblaron ascuas de oro,
momentos, sueños, de mi ayer lejano.

Me quedan, de mi cándida aventura
estas canciones que al olvido entrego,
huellas de una indecible quemadura,
marca indeleble de mi oculto fuego.)

*

Esta muchacha tiene dos hijitos
medio abandonados, saldo de su divorcio.

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A filo de obsidiana

Al borde del antiguo bosque o del lago desecado,
en agosto, tanta lluvia, al atardecer.
Sombras que huyen.
El pájaro carpintero sin llegar.
La calle serpentea lentamente.
Pasé junto con la calle.
Al otro lado la tapia colorada.
Los árboles se movían como antepasados.

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Adelaide

Era tan hermosa como pude imaginármela.
Los cabellos dorados como el trigo maduro.
Los ojos más profundos que las profundidades
de las aguas tranquilas.
La vi aquella tarde de diciembre
donde son tantos y todos sin meta
los caminos brumosos de la madrugada.

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Aunque las olas del río de los sueños

Aunque las olas del río de los sueños
crezcan como un maremoto
y la espuma blanquecina
-danzando una infernal zarabanda-
se ilumine con el esperma de una ballena,
remaremos más aprisa antes de que se vaya la noche
hacia los lugares, en los eternos espacios,
donde aparecen por todos los lados
los nombres que tan bien recuerdan nuestros corazones
y la reliquia de la antigua ruina de los varios mundos.

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Caminemos entre la blanca nieve

Caminemos entre la blanca nieve
atravesando el más afilado silencio
con pasos tan suaves y tan lentos
que nunca dejaremos de caminar.
Pisemos su pecho de gaviota blanca,
de colmillo de ballena sin tallar.
Y a donde quiera que no lleguemos,
el silencio se esparcirá como el rocío
sobre el aún más blanco y blando silencio.

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Dársena

Ella pedalea al borde de una dársena seca
recordando los versos de un examen suspenso.
En este puerto, cuando yo era tan joven,
las lanchas que zarpaban y regresaban
casi se tocaban en este mismo beso.
¿De dónde partió y a dónde llegó?

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Destino

(variaciones)

I
Quien te ve se vuelve culpable.
Quien no te ve no te deseará.
Pues de todo deseo son los ojos
los culpables.

II
Puse dos yunques a tus pies.

III
Qué mortal tu arco sin flecha

IV
La luz del faro cae al alcance del ahogado
que no encuentra el camino de la oscuridad.

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Juncos

Juncos del lago Titicaca,
juncos del antiguo Nilo.
Barcos en el desierto
herrados por el óxido.
Mares de arena.
Trigo, espigas, cebada:
aramos con las anclas.

Cómo quisiera no imaginar
a aquél que desconozco.

Cada uno debajo de su duna
y el sagrado simún sellando todo.

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La soufrière

Sacudidas.
Rocas y cenizas desde la pasada madrugada.
El lodo hirviente. La caldera. El mar.
El sueño en la agonía de los espejos estrellados,
de las velas fracturadas hasta las primeras horas de la tarde.
El rumor de labios cobijados
sin saber a quién besar en este mes de despedidas.

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Las ruinas del mundo

Las ruinas del mundo no mueren,
van apareciendo nuevas, vírgenes,
cada ciertos diluvios.
Escondidas en los grandes cenotes
como luna en noche nublada apareciendo.

Las ruinas del mundo no mueren,
van desenterrándose distintas cada ciertos incendios.
Un día el rayo toca con sus cuchillos
los cuerpos del génesis:
Escarba y surgen
sexos fósiles en lechos de lava.

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Lista de espera

Deslumbrante atardecer, pausado y silencioso.
La hora está en reposo,
tranquila
como un escalador que perdió el aliento,
el cordaje,
en su suprema ascensión.

El sol va rodando apacible
sobre un filamento incandescente.
Se refleja en los fuselajes la paz del cielo.

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Lugar sin nombre

Pasadizos apoyados en las nervaduras
donde resuena la resolana de la música.
Abandonado, sumergido en el polvo y en la desgracia,
paciente como el más miserable Job
cuya pena interminable, lenta,
apenas vinimos a turbar.
Manos codiciosas la hurgaron en busca de tesoros.

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