Construimos los castillos
y la arena se movía
con cada marea
se derrumbaban ambiciosos proyectos
y cada tarde diáfana
las romerías se acercaban
palas y manos
dedos y collares
para construir las murallas
y luego otros castillos
que a la noche
tocada de espantos
el mar barría sin ruido alguno
nada más aquel necesario
para acercarse a la muchedumbre
y trastocar los cimientos
de los seres que afanosos
aún creían en su grano de arena
De espaldas al mundo
como desafiante
al bullicio de la gente
la vida
pasa de prisa
bañándome de sudo
¡Déjenme!
Déjenme columpiar
el despertar de la razón…
Déjenme
Acariciar levemente
la distancia en el viento
y su destierro…
El cabello al aire volando
proyectado sobre los hombros
y un desaparecer sin huellas
eran acaso
la visión perfecta
encubierta de nácar
y sin luz
Estas certidumbres
vienen a cada momento
Tal pareciera
ser lo único
que puede suceder
Otra vez
saqué el diccionario
busqué la palabra precisa
rondó una mariposa
rojaoscura en la cama
apagué la luz
y me puse a dormi
Este colapso estrellado
que abarca los ángulos
más exactos de la ambigüedad
está presente y
sin embargo
para asirlo no tiene densidad precisa
¿Dónde quedó el tiempo
incrustado de balas y jazmines?
¿Dónde ladra el perro
persiguiendo un eclipse?
He nacido sobre las astillas
de este tiempo nuestro
recogido en las mamparas
del llano oleaje
y aún me pregunto
¿cuánto hace que he muerto
y que mi hora ha llegado sin sentir
los pasos que se han vuelto sordos?
Regalame tu vestido
bordado de apocalipsis
para vestirlo en mi entierro
en que iré cargando las prótesis
de mis buenos augurios
a donde morarán nunca
junto a las vírgenes silentes
custodiadas por ángeles andróginos
Embriadas las imágenes
emularán desde la raíz de su tiempo
los pasos del féretro
hacia la feria celestial
Quizá allí envidien tu vestimenta
que me colocaré con jaulas de pirañas
para abalanzarme
entre los mercaderes de caimanes
y tal vez así
reine
de una vez por todas
en la morada
donde el tríptico de la vida
no sea más que un brete sempiterno
Tengo el tiempo luctuoso
petrificado en las venas
en anaqueles
y fantoches
La orfebrería de sus continentes
renace y se va
en cada paso de día
que languidece
entre los árboles del cielo
Tengo el hambre de luz
grabado en la arcilla
y levanto los adoquines
para encontrar aunque sea
una burbuja milenaria de sustento
entre las piedras del camino
Una ventana puesta al revés
llegará a ser la expresión
más nítida del universo
El tálamo donde se incuben
los centauros que alzarán
las columnas de fuego
para detener los cuatro vientos
en un esquizofrénico octubre
De cabeza
como el mar embravecido
irrumpe en la dermis bronceada
y descubre la catedral silvestre
para llevarla al fondo marino
A tientas las naufragadas naves
abrirán sus labios
para darle su verdadera razón
a la incomensurabilidad de lo estoico:
lo que no concuerda con nada
Yo
miro a través
de estos lentes
culitos de botella
y cuando están sucios
es como si subjetivamente
sobre el mundo hubiera
una defecación de mosca
Tú, de pie, desnuda en la penumbra.
Tu espalda es el arco del conocimiento.
Desde la cama, observo y espero.
Cuando te vuelvas me dirás quién soy.
Sin otra luz que mi deseo.
No te engañes.
El de la foto
tan sonriente
ya era infeliz
(tú lo sabes,
bien que lo sabes).
Contémplalo ahí detrás,
público o comparsa,
borroso
incluso en primer plano.
Sonríe
aunque esté muerto.
¡Oh hijo de los dos Hisam!
el más generoso de los hombres,
el mejor pasto para quien lo anda buscando.
¡cuando entra en el combate,
blandiendo su lanza,
tiñe su extremo de pusísimo rojo!
Decidle: ¡Oh el e más preclaro linaje
de todos los humanos
de noble estirpe por sus padres y abuelos!
A ti vengo ¡oh al-Hakam!
doliente por Abu-l-Majsi.
¡Dios riegue su tumba
de lluvia perenne!
Yo vivía en la abundancia,
amparada en su bondad,
hoy me refugio en la tuya
¡oh al-Hakam!
Tú eres el guía
al que toda la gente sigue
y al que todas las naciones
dieron las llaves del poder.
El mar, pintado,
y la isla
que desaparece,
no del recuerdo
sino del instante.
Hacia el de la generosidad y la gloria
fueron mis cabalgaduras, desde lejos,
abrasadas por el fuego del mediodía,
para que repare mis quebrantos,
pues es el mejor reparador,
y para que me proteja
del señor de la injusticia, Yabir.
Todas las mujeres que he imaginado tenían tu rostro.
Todas eran tú a su manera.
También yo era tú a mi manera.
Libérame del deseo.
Libérame del deseo
incumplido,
de su inútil carcoma,
de su vana miseria.
Pero al fin regresas.
O no te has ido.
O no me he ido.
El hecho es que estás.
Y yo no sé si estoy.
No entiendo
tu manera
de amarme,
amor
que amas
si huyes.
una pasarela, tres figuras y dos barcos
la primera figura adelantada
sus ojos y su boca
son órbitas sin contenido
que pueden ver y sorprenderse
pero qué ve
¿es un grito de horror?
¿es un grito de sorpresa?
Ni aun
sabrás
que eras
la gracia
breve
y eterna.
La palabra es miedo,
metal, adiós,
cuerpo sin cuerpo,
y derrota.
El viento golpea
Mi cara desnuda/ Una y otra vez
Encojo mis hombros/ Frunzo mi boca
El viento golpea/ Una y otra vez
A la distancia/ Una brisa
Cálida y sonora/ que se detiene
En el viento frío
Que golpea mi cara/ Una y otra vez.
allí estaban
con la brisa de diciembre
entre manos y pañuelos
allí estaban
allí estaban los míos
un corto silencio
pedí disculpas por la demora
y retomamos la conversación
Todo es abismo.
Charles Baudelaire
Alcemos la copa de nuestros pecados
dijo
la pasión es secreta.
Las ciudades encienden venerables canciones
para sus cuerpos obscenos de diosas funerarias.
Ocúltate en la luz
que estremece tu sombra.
había magnificado hasta las pequeñas cosas
que a mi regreso
casi no pude entrar por la puerta
Non c′è di dolcezza che possa
uguagliare la Morte.
Dino Campana
1
Alguien lloraba
en el Camposanto de Pisa.
Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos
guardaban la escoria de los vivos.
terrazas
enclavadas al borde de nuestras vidas
nos tientan
pero no tenemos tiempo
somos los destinados al silencio
utilizamos zapatos de goma
y rozamos la mediocridad que nos rodea
ciertas ventanas
son ojos indiferentes
al curso de la vida exterior
algunas cosas
tienen sólo contorno
y es difícil
llamarlas por su nombre
cobijar los pasos que doblan
una esquina
es conservar tibio
la esperanza de un pasado