En esta hora apaciguada y dulce

¿Sabes que soy muy pesada de manos? Me gusta
pegar; creo que acaricio y dejo una mancha. Las mu-
chachas que viven conmigo dicen que mis palomas
(las manos) son en verdad gavilanes…

(Carta de Gabriela Mistral a Manuel Magallanes)

Manuel, esta es mi carta XXVI
y sigo disfrutando este hablarte.

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Poemas tatuados

I

Zaida se confunde por los caminos de Dios
con mi manto de pelusa cenicienta
que revolotea sobre nuestro liso cuerpo de cobre
mientras por debajo del velo
me hablas de amor.

II

La escritura de mi cuerpo
es una rica capa con hombreras
a la moda de Bagdad.

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Cree el hermoso

Cree el hermoso
que la vida es hermosa
que el fluir de sus favores
abarca a todo el mundo;
pues él tiene un carácter
como el vino tras ser mezclado,
y una belleza que no la hay más dulce
en toda la creación;
su rostro es como el sol
que atrae a los ojos de su hermosura
y los ciega con el exceso de su fuerza.

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Café Blanche

Creyendo que la mejor cura contra la melancolía

eran esas superficies radiantes y abiertas

fuiste hasta las memorables ruinas

y viste la estatua de basalto

que del cuerpo de Antonio hicieron.

Grecia era el testimonio, bajo esa copiosa

y virulenta luz, de cómo solo lo externo

tiene propia existencia.

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Días de Junio

Una brisa intermitente

alivia los húmedos días de Junio.

El vecindario entra y sale de los cafés

y los turistas abren la boca

ante las maravillas.

Nosotros, los habitantes de este mundo,

recorremos las calles

esperando encontrar,

quizás,

un hombre o una mujer con quienes hablar

de cosa distinta al dinero

o engrosamos las filas

de unos aficionados a las danzas folklóricas.

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El zócalo

Esta mañana he visto una España Imperial

desconocida, no imaginada por Felipe Segundo.

Hernán Cortés supo que fundaba en Tenochtitlán,

la Nueva España, la única heredera

de Isabel y Fernando.

La inmortal y corrupta España vive en México

y el zócalo es su espejo y memoria.

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La patria

No pierdas el tiempo buscando la patria.

El dinero no la requiere y su lengua es usura.

La patria es el habla que heredaste

y las pobres historias que conserva.

Tu abuela, en el zaguán, ciega ya la memoria,

meciendo los años de sufrimiento y desdichas.

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